Partida Rol por web

Viendo como de un segundo a otro todo se volvió un caos y el pobre juan fue engullido por estas criaturas, luchaba contra ellas desesperadamente, pero solo pude quedarme mirando mientras recordaba las ratas salvajes que atacaban a los niños cuando estaban muy débiles para moverse, me doy cuenta que Lope y James comienzan a retroceder, con una mirada de aceptación de que no podrán ayudar a Juan.

Tras un segundo de pensarlo comenzó a sollozar y las lagrimas salían de sus ojos, se dio la vuelta y trato de seguir a sus compañeros lo mas silencioso que podía.

Vivaldi. Las cuatro Estaciones. Verano. Tercer movimiento.

Así pues, Lope de Serralbes, James Lawson y Armando Bastardo se alejaron cautelosamente por el acceso a la aldea mientras aún oían los gritos del pobre Juan Villalobos. Su agonía no duró demasiado, empero, y sus chillidos desesperados de dolor fueron repentinamente sustituida por el roer furioso de aquellas bestias antropófagas.

Armando seguía con lágrimas en los ojos y Lawson sostenía ahora un estoque en la mano. Lope había conseguido recuperarse de la caída. Ninguno de los tres podía ya alcanzar a ver la dantesca escena cuando llegaron a salvo hasta tierra firme de nuevo. Villalobos se había unido a Théus en su seno.

Los gules no les prestarían atención por el momento. Parecían no haber visto a ninguno de los tres, ni tampoco a Hook, el cual había permanecido todo el rato mas silencioso que un muerto y ahora veían que temblaba como sintiéndose también aterrado por aquellos seres, de algún modo.

Así pues, la aldea nativa estaba ocupada por aquellos engendros, de los cuales habían visto al menos siete. Quien quiera que hubiese causado la masacre, había desencadenado también la aparición de estos seres.

Desde donde ahora estaban los tres supervivientes podían volver por donde habían venido, o quizás intentar cazar a alguno de aquellos raros mamíferos a al orilla occidental de la laguna (aún veían la manada porfiando en la lejanía). Otra posibilidad podía ser intentar investigar la fogata que vieron antes en medio de la llanura al sur, la cual se había hecho más visible a medida que atardecía.

También sabían que los gouls podían volverse más activos al declinar la luz del día y caer la noche. Aun tenían unas horas, y tampoco fuera seguro que esas criaturas fueran a abandonar su "almacén de carroña". O quizás sí. Quien sabe.

Desde aquí también salía el rastreo de carretas y pisadas que se extendía hacia el este, hacia las colinas que cruzaban la isla de norte a sur. Muy probablemente un rastro dejado en su momento por los atacantes al pueblo. Aquella era en este momento dirección sotavento* y el cielo cada vez estaba mas oscuro, no sólo porque bajara el sol, si no por una mayor presencia de nubes que asomaban por encima del bosque, al oeste y que se aproximaban cada vez más hacia el este.

Tratando de sollozar por la perdida de Juan, me lavo las lagrimas del rostro, trato de hablar pero ningun sonido sale de mi boca, no puedo hablar. Me quedo callado, ningun sonido podra salir de mis labios, hasta que me calme, me acerco a Hook y lo acaricio un poco.

Me quedo viendo a Lope y a James esperando que decidan que es lo mejor.

Aunque a James, realmente Villalobos nunca le había caído bien, su final también le había impresionado. Se había dado cuenta de la presencia de los ghoules en el último momento y podría haber sido él mismo, la víctima fatídica de esos "bichos". Además, los gritos en cierta manera, también le habían helado en cierta medida la sangre. Se llevó las manos durante un momento a los ojos, y tras cinco segundos pensó - A otra cosa..

Miró a Lope y a Armando. Se dió cuenta de que el chaval realmente estaba hecho polvo. Se acercó hacia él y le revolvió amistosamente el pelo. Se agachó junto a él y le dijo:

- Ey, ¿qué te parece si buscamos algo de comer? Esos animales tienen pinta de estar deliciosos, ¿verdad? Seguro que comer nos eleva en cierta manera el espíritu, que tripa llena, no tiene pena. ¿Qué me dices?

Miró a Lope nuevamente, esperando algún signo de aprobación por su parte.

Con una mezcla de terror, concentración y determinación, Lope huye mientras escucha como los últimos gorgojeos de Juan son ahogados por el sonido de huesos tronzándose y carne siendo masticada. Al pasar junto a un lloroso Armando, le toma de la mano y le obliga a correr con él. Una vez lejos, suelta al chico, que se pone a jugar con el perro, Hook.

—No lloréis por vuestro amigo —os reprende agitado, mirando a Armando fijamente a los ojos. Su gesto es severo y su tono, imperioso, pero no es despiadado, sino patriarcal—. Era un necio que nos ha puesto a todos en peligro. Hemos tenido suerte.

A la propuesta de James —o a la despreocupación con que la hace, más bien—, Lope reacciona con incredulidad:

—¿Ha enloquecido, Lleim? —exclama—. Debemos alejarnos de aquí tanto como podamos antes de que caiga la noche… ¡No ponernos a comer! Busquemos la fogata —Lope otea el horizonte en la dirección en que habían visto la columna de humo.— No puede ser un devorador de cadáveres...

Para sus dos compañeros es obvio que Lope está más que deseoso de poner tierra de por medio con la aldea de los horrores.

Ante las palabras de James tratando de consolarme, me limpio la lagrimas de lo ojos y asiento con mi cabeza en señal de aprobación de que vayamos de caza, si nos ocupamos tal vez olvide todo.

Despue Lope me aconseja como aquellos curas que cuidaron de mi, una voz dura y autoritaria, al escuchar como hablo de Juan me molesto y mi cara lo refleja -El nunca quiso nada malo, nos pudo pasar a cualquiera.- Me levanto y me acerco a James y lo sigo. -Tal vez no tenga voz, pero debo ser mas fuerte.

- Vamos compañero, creo que es hora de relajarnos un poco. Además, no hemos comido nada desde que llegamos a la isla. El muchacho -dice mientras señala a Armando- no podrá soportar que haya otro horror aguardando en esa fogata. Soy consciente de que debemos guardar la máxima precaución, pero podemos cazar uno de esos, dejarlo desangrando durante la noche en lo alto de un árbol. Cuando caiga la noche, acercarnos a la fogata e investigar.

-Luego quizá, dormir algo por turnos y por la mañana ver cómo cocinamos al animal sin que se nos vea a kilómetros. ¿te hace? 

James quiso ser amigable con sus compañeros después de la muerte de Juan.

-Por cierto, aunque Villalobos no me caía nada bien, no creo que se merezca que le llamen necio...yo mismo me adentré en el poblado y vi a las criaturas en el último momento. Eso sí, para el tiempo que se pasó rezando, Theus le podía haber ayudado un poco más...-dijo mirando un tanto de soslayo a Armando.

Lope de Serralbes no percibió nada de particular o especial al otear hacia el lugar en donde se veía la luz en medio de la llanura. La fogata seguía allí, sin duda, pues la luz tintineaba con el viento, y había una leve columna de humo elevándose a las alturas.

Pero la distancia ea demasiado grande como para poder atisbar ningún detalle más.

No vieron salir a ninguna criatura de de la aldea. Las cosas seguían tranquilas, por así decirlo.

El discurso conciliador y amistoso de James parece lograr su objetivo: Lope, que al principio está agitado aún y se mueve como una bestia enjaulada, de un lado a otro, abriendo y cerrando las manos con fuerza, va poco a poco recuperando la calma. Para cuando el pirata se calla, Lope niega con la cabeza y mira a su compañero adulto.

—Estás loco, avalonés —comenta, sonriente incluso, los brazos en jarras—. Has visto lo mismo que yo y te lo tomas con este sosiego... ¿Y si el olor de la sangre atrae a esos demonios? ¿Apostarías tu pellejo -y el del chico- a que eso no ocurrirá? —Niega y sonríe de nuevo mientras comprueba que su puñal sigue en su sitio.— Me caes bien, pero… Estás loco. Prefiero jugármela con el del fuego... —Se dispone a marcharse.— No puedo convenceros, ¿verdad?

Sus palabras son para el avalonés, pero Lope dirige una mirada al chico también, como esperando alguna respuesta suya también.

-Esta discusión se esta yendo de las manos, Lope chequeo su puñal, no hay duda.- agarro mi arpón firmemente preparado para lo que sea y volteo a ver a Hook, tranquilo como si no pasara nada. -La vida en el mar lo preparo a ser fuerte.- Veo a Lope y a James y con todas mis fuerzas hago que salga una voz suficientemente decente -Ir a un lugar poblado no es buena idea, tal vez nos encontremos con los que mataron a los pobladores de la aldea y acercarnos a la aldea a buscar alimento tal vez no sea lo mejor. Y si volvemos al barco y tratamos de salvar lo que podamos, algún barril de manzanas o algunas botellas de ron. No podemos arriesgarnos mas por estos lados. Por lo menos eso creo yo.-

Me acerco a Hook y lo acaricio. -Gracias por enseñarme tanto pulgoso

-Bueno, caballeros. En vista de que no nos ponemos de acuerdo sobre lo mejor que hay que hacer, quizá podamos separarnos temporalmente. Todo lo que tenemos pensado hacer puede servirnos de ayuda mutua. ¿Les parece que nos encontremos en la playa, donde será más fácil vernos una vez hayamos acabado nuestra tarea? ¿O preferís que nos encontremos en este mismo punto?

-Amigo Lope, no apuesto mi pellejo por nada, pero sí se que lo perderemos pronto si no conseguimos meter algo sólido en el cuerpo y esos bichos son lo único comestible que he visto desde que llegamos a la isla.

-¿Tú que piensas hacer, chico? Podemos cazar y luego ir a la playa a ver si queda algo que nos pueda ser útil.¿qué te parece?

James se queda mirando al chico y a Lope esperando una respuesta por su parte para ver qué deciden hacer finalmente.

Lope se muestra atento a las respuestas de sus -hasta el momento- compañeros supervivientes. Primero, a la del chico manco, que no quiere ir al encuentro de lo que quiera que sea lo que haya junto a la fogata; luego, la del espadachín, que enfoca el asunto como un simple reparto de tareas. Lope no lo ve así.

—No me malinterpretes, hijo —explica el mercader, poniéndose serio. Levanta un dedo.— Primero: yo también tengo hambre, como el que más, pero no pienso quedarme aquí un instante más. Y dos —continúa, levantando un segundo dedo—: no pienso volver por aquí si puedo evitarlo.

Parece que ha acabado de hablar, pero no se mueve. Aguanta la mirada de sus compañeros. Luego, suaviza el gesto y añade, resignado:

—Si encuentro ayuda, vendré a por vosotros.

Dicho lo cual, se da la vuelta y comienza a largarse... Pero no ha dado cuatro pasos cuando se detiene de nuevo. Parece que titubea, que se lo piensa. Son sólo unos instantes. Finalmente, le oís decir:

—Voy a arrepentirme de esto, pero… —Se da la vuelta. Os mira.— Si cazamos uno o dos de esos animales, ¿os venís? Si el fuego que vimos no resulta ser nada bueno, podemos hacer una hoguera y comérnoslos cuando caiga la noche. Lejos de aquí.

Ahora espera vuestras respuestas. Está dispuesto a irse, pero parece que os quiere con él. ¿Pura supervivencia?

Las cosas se ponían tensas segundo a segundo. La propuesta de James me agradó bastante,-aunque al inicio creí que no le importa vamos ni un poco, algo de cariño habrá agarrado.- y veo los ojos de James esperando mi respuesta, antes de hablar Lope nos da su opinión y decide irse, pero lo piensa otra vez y nos ofrece un trato. -Cazar, investigar la fogata o irnos a otro lado. Me parece lo más razonable.

-Me parece bien, y a ti James? Tendremos comida y podremos investigar la isla y mañana iríamos a los restos del barco
Con mi mejor sonrisa tan brillante como las estrellas titilantes que comenzaban a verse en el este lejano.

James esbozó también la mejor de las sonrisas, a las que estaba poco habituado. Abrió un poco los brazos y dijo:

-Me alegro enormemente de no tener que separarnos. Esta isla nos ha demostrado que no es precisamente fácil sobrevivir en ella. Me interesa muchísimo saber qué es lo que esconde esa fogata, quién mató a esa gente, por qué hay montaigneses aquí y gorilas de dos cabezas, pero creo que lo primero es comer.

-Me comprometo a investigar esa fogata o incluso cualquier otra cosa que quieras, dentro de lo razonable, como  bien dices en cuanto hayamos cazado uno de esos bichos. 

James sentía un alivio terrible. No le hacía ninguna gracia separarse de sus compañeros. Tenía bastante claro que las posibilidades de supervivencia crecían mucho si se mantenían unidos, aunque a Juan tampoco le había ido muy bien estando juntos.

-Vamos a cazar - dijo con una nota de júbilo en la voz.