Al día siguiente y, tras un buen descanso, Orologgio fue llamado en audiencia por el Príncipe. Este parecía tener mejor aspecto, una figura bien regia y adecuadamente engalanada con respecto a al noche anterior que le recibió esta vez en un amplio despacho real rodeado de sus consejeros y miembros de la corte. Parecía como si nada de lo ocurrido el día anterior hubiera ocurrido.
Rosanna también estaba allí, aunque en un discreto segundo plano. Volvía a vestir los discretos atuendos negros propios de una Sorte Strega, pero ahora Orologgio sabía bien que bajo aquellos velos oscuros se escondía mucho más de lo que parecía.
Alberto Lucani, el Príncipe Vodaccio de la Provinvia Lucani, al ver aparecer al joven por las puertas, dejó a un lado momentáneamente los documentos que estaba firmando para dedicar toda su atención al recién llegado: —Bien. Aquí lo tenemos. No sólo me salvó si no que deshizo un complot contra mi persona... ¡y todo en un mismo día! Mis mas sinceros agradecimientos, Don Orologgio de Orivanni.—
—Me han informado que tras un largo "interrogatorio" la espía del Príncipe Villanova ha confesado antes de morir...— Orologgio no quería ni imaginar la clase de torturas a la que habría sido sometida. —... y que varios navíos de guerra fueron enviados para interceptar y hundir a la nave espía enemiga anclada cerca de nuestras costas.—
—Todo se ha resuelto favorablemente.— Comentó uno de los consejeros del Príncipe situado a la vera del mismo.
—Así es.— Confirmó el Príncipe. —Y todo gracias a la ayuda de este muchacho.— Se levantó de su siento tras el escritorio para acercarse a Orologgio y rodear su hombro de una manera mas personal:
—Ya te he dado un cargo en mi corte, y buena paga por salvarme del veneno así que no sabía bien como agradecerte la captura de la Espía. He reunido a mis consejeros y ellos me han dado una gran idea.— Al señalarlos el Príncipe, Orologgio creyó ver alguna mirada maliciosa dirigida a él pro parte de varios de esos consejeros. Quizás sólo habían sido ilusione suyas.
—Alguien me ha comentado que sois miembro de la Sociedad de Exploradores. En honor a vuestra ayuda, he decidido financiar una expedición de esa Sociedad. Al parecer hay un navío y un capitán de la Sociedad de Exploradores interesado en navegar por una región inexplorada del Mar de la Espuma.—
—El deseo de mi corazón sería manteneros aquí a mi lado, en la corte, ayudándome. Pero mis consejeros me han indicado muy sabiamente que vuestro conocimiento y potencial servirán mejor a nuestro principado en la mar, explorando nuevas tierras y probando vuestros... ingenios.. aplicados a un navio de verdad.—
Una expedición completamente financiada. Sí, Aquella era una gran oportunidad de ganar prestigio en la Sociedad de Exploradores, poner en practica sus nuevas ideas de inventos para la navegación, cartografiar nuevas tierras, enriquecer mas a la Sociedad de Exploradores y hacer avanzar a la ciencia en general. Orologgio no podía rechazar esa oferta, a su pesar.
—Además, me han señalado que allí es donde habita el corazón de un miembro de la Sociedad de Exploradores: En la mar. Y vos lo sois, verdad?—
Al oír estas palabras, sus ojos se cruzaron con los de Rosanna. ¿Era cierto que su corazón estaba en al mar, o seguía estando, a pesar del largo tiempo transcurrido separados... en otro lado? Era una pregunta que quedaba en el aire, sin respuesta.
Mientras la miraba, tan ella ella, no pudo escuchar bien las últimas palabras del Príncipe Alberto Lucani.
—... al parecer, una isla olvidada en unas antiguas cartas de navegación montaigne ya olvidadas. La llaman algo así como "L'île de la mort" . "
Días mas tarde, y tras muchas preparaciones, Orologgio embarcó en una expedición de la Sociedad de Exploradores con escala en Castilla en dirección a aguas desconocidas del Mar de la Espuma.
Cuando el navío partió del puerto Lucani, la mirada de Orologgio no estaba puesta en el lejano horizonte, si no en dirección contraria, hacia el elevado palacio de la familia Lucani desde cuyas alturas una joven mujer vestida de negro contemplaba partir la nave en la que partía su amado.
Era no sería la última vez que la hija del Príncipe y el hombre de mundo vodaccio se volvieran a ver.
Pero esa, amigos mios, es otra historia....
Escena I (B): Sognare ad occhi aperti (Orologgio di Orivanni)
Hubo un segundo de duda: —Ahora, he de desaparecer de vuelta a mis aposentos. Por favor, dame un minuto de ventaja antes de llamar a la guardia de palacio.— Añadió.
Luego, se quedó mirándolo unos segundos a los ojos de Orologgio, como esperando algo antes de irse.
Y lo que Orologgio le dió fue un beso. Un beso insondablemente esperado. Imposiblemente esperado. Al abrazarla sintió toda la ternura, calidez, devoción, pasión guardadas. Se dió cuenta que su amor era como esas grandes semillas de islote vodaccio, flotando en la mar del tiempo, sabiendo que llegaría a una costa a la otra, con la paciente impaciencia de tormentas moviéndolo y temblando apenas se sabía cerca de una costa, aunque no fuera en ella donde hubiera de finalmente llegar.
Si claro, un minuto de ventaja.
Pero su corazón iba a la par.
—Bien. Aquí lo tenemos. No sólo me salvó si no que deshizo un complot contra mi persona... ¡y todo en un mismo día! Mis mas sinceros agradecimientos, Don Orologgio de Orivanni.—
Se sonrojó cual crío sin poderlo evitar. Y buscó con la mirada a la mujer que había hecho toda la diferencia, y que además había salvado a su padre.
—Alguien me ha comentado que sois miembro de la Sociedad de Exploradores. En honor a vuestra ayuda, he decidido financiar una expedición de esa Sociedad. Al parecer hay un navío y un capitán de la Sociedad de Exploradores interesado en navegar por una región inexplorada del Mar de la Espuma.—
Su corazón dió un vuelco de emoción. Es lo que todo miembro de la Sociedad espera como su gran oportunidad. Estarían todos tan contentos con él. ¡Una región inexplorada! Finalmente podrían saber más sobre el Mar de la Espuma.
Por otro lado, sabía también que era su único camino. A la nobleza no se puede pertenecer si uno no viene de la familia adecuada o logra en poco tiempo una fortuna mercantil nueva, o lleva a cabo una proeza tecnológica o militar de eco histórico. Y el amor por Rossanna, si bien se conformaría de ser -peligrosamente- su amor verdadero entre velos, lo quería para más, para todo, para hacer familia y sostener su mano a lo largo de tardes con sol de canto.
Aquel soñador vodaccio científicamente sabía que la oportunidad que se le brindaba, de guiar una expedición y tener un lugar en el mecenazgo de inventos, era el único camino a su amor de ensueños.
Y aún así, sólo el destino lo podría saber.
Y de este, sólo las brujas del destino tocaban su hilos.
¡Lo soy! ¡Y ahí estaré mi príncipe! Eternamente agradecido, y buscando expandir nuestra ciencia para el desarrollo de más y mejores ingenios, con la gente sabia de su corte y mis compañeros. -brillaba de alegría. Quería besar a Rossana.