Partida Rol por web

La respuesta afirmativa de Lawson fue seguida por el fin del fuego de las armas y el arriaje de las velas en ambos navíos. Por supuesto, Lawson mantenía la distancia de ambas las cuales se amenazaban mutuamente una a otra con los cañones.

Un bote fue votado en el otro navío y a el descendieron un grupo de cinco hombres. La chalupa se aproximó a la vera del navio irishmores y una escala fue arrojada desde el navio de Lawson para acojer a los visitantes de la barcaza.

Toda la parafernalia venía acompañada del gemido de los heridos. Los castellanos ascendieron al son de la música macabra por la escala hasta la cubierta del navío.

Los cuatro piratas castellanos iban encabezados por otro hombre fornido cuya voz sonó profunda y masculina en cuanto salió de su boca:

-Mi nombre es Felipe Amargo, Capitán de la Hermandad de la Costa. Y en estos años como Hermano ningún petrimetre con tan pocos medios me había mantenido a raya.- Lo dijo en un avalonés bastante torpe. Apenas se manejaba. -¿Donde está? Quiero verlo con mis propios ojos y felicitarle antes de robarle hasta la camisa que lleve puesta.-

Parecía identificarse como el capitán del navio oponente. Los hombres de Lawson podrían derrotar con facilidad a esos cinco piratas tan sólo por simple superioridad de número, pero además del sentido del honor estaba la cuestión de un navio pirata castellano apuntando con cañones al navío Irishmores.

James avanzó entre lo que quedaba de su gente-

-Creo que me busca a mí - dijo James, haciendo que su voz sonase aún más firme de lo que normalmente era-Me siento muy honrado por una parte de que una capitán tan insigne como usted, Señor Amargo, venga a nuestro barco a felicitarnos por el desempeño que hemos realizado en batalla,- acompañó esto con un pequeño movimiento de cabeza- pero por otro lado, no termino de ver cual es el motivo de su solicitud de parlamento, si sigue teniendo la intención de quitarnos hasta la camisa, que es exactamente la misma que tenía Vd, Señor Amargo, cuando se aproximó a nuestro barco sin parlamentar mucho que se diga. - Esto lo pronunció James sin dejar de mirarle fijamente a los ojos.

Hizo otro pequeño gesto levantando la palma de la mano, que indicaba que esperaba lo que tuviese que decirle, porque era más que obvio que habían entrado en una negociación en la que en gran medida la vida de los hombres que quedaban, la suya propia y la de Meg estaban en juego, y James estaba dispuesto a jugar bien sus cartas.

-Perdone, perdone. Yo hice la solicitud de detener el barco de rigor. Usted la rechazó y me vi obligado a dispararle. Ja, ja, ja, ja.-

Los otros piratas le rieron la gracia, aunque en el fondo no tuviese mucha. Realmente, cómo podían tomarse todo a broma después de la pérdida de tantos de sus compañeros.

Dejó de reir y se puso un poco mas serio. Sólo un poco:

-Entiendo su situación. Pero comprenda señor, que no hay nada personal en todo esto. Se lo juro. Sólo son negocios.-

- ¿No tendrá algo para ofrecernos de beber? Después de una pelea y la sal de la mar en el aire siempre se le queda a uno la garganta seca y tanta cháchara me deja la lengua como esparto.- Hizo una mueca acariciándose la garganta y sacando la lengua para recalcar lo dicho.

-Por cierto joven, no me ha dicho aún su nombre.-

A James, el tal Felipe no terminó de caerle mal del todo, pero era consciente de que se estaba jugando muchísimo en ese momento. No dejaba de acordarse de la muchacha que tenía en su camarote en ese momento. Así que pensó que necesitaba toda su concentración y dotes de negociación para salir medianamente airoso del trance en el que se encontraba.

Respiró hondo. Hizo un gesto al hombre que tenía más cerca para que diese de beber a los "invitados".

- Al nombre de James Lawnson es al que respondo, Señor Amargo. Y sí, es cierto que estos trances dejan mal sabor de boca, así que tomen un trago antes de continuar. - dio el tiempo necesario para que terminasen de beber.

- Pues bien, Señor Amargo, en esta tesitura nos vemos. Como son ustedes los que han pedido que parlamentemos, hagámoslo. Me gusta ser una persona directa. ¿Qué es exactamente lo que propone para evitar que nos sigamos tirando plomo e hierro el uno al otro?

James puso los brazos en jarras. No pensaba dejar amedrantarse o todo estaba perdido. Al fin y al cabo le había mirado tú a tú durante el combate y algo había tenido su coraje de forma que habían pedido un alto el fuego. A ver qué términos proponía...

El hombre se mesó la barbilla sopesando las palabras del capitán James Lawson. Parecía estar meditando profundamente su decisión.

James vio entonces a un joven grumete asomando la cabeza entre sus hombres. Lawson frunció el ceño, pues no creyó reconocer a ese miembro de su tripulación. No recordaba que hubiera un chico tan joven entre los Inismoreses de su barco.

Entonces, se percató en el que las ropas del joven le quedaban holgadas, demasiado, y que o bien era lampiño o llevaba la barba imecablemente afeitada.

No, maldita sea. Reconoció el rostro. Era el de la joven Megan O´Toole... recogido su pelo y disfrazada de hombre. Estaba entre los hombres de Lawson, curioseando la conversación entre Lawson y Felipe Amargo, haciéndose pasar por marinero Inishmores.

Uno de los dos hombres de Amargo frunció el ceño y pareció seguir desde lejos los pasos de la hija de O´Toole entre los marineros de Lawson, aunque no dijo nada. Felipe Amargo, sin embargo, parecía demasiado concentrado en lo que iba a reponder como para fijarse en la chica.

Durante unos momentos pareció meditarlo. -Le propongo lo siguiente: Dejaré que usted, toda su tripulación y el navío se vayan indemnes. A cambio, en cuanto termine este viaje y el encargo usted que tenga pendiente con su patrón me irá a buscar a la isla de La Buca* y se pondrá durante un año a mi servicio en mi navío como mi segundo.-

Uno de los piratas que había venido con Felipe Amargo, justamente el que se había fijado en la joven, se giró primero ceñudo y luego enferborecido hacia su capitán: -¿Cómo? ¡Después de la cantidad de hombres y daños que hemos sufrido?!- Empezó a desenvainar su sable. -¡¡Seras HIDEPU...!-

-¡BOOOM!- Tras la detonación el pirata cayó desplomado al suelo. Del costado de la camisa de Felipe Amargo asomaba el cañón de una pistola humeante. Los inismoreses de Lawson parecieron exaltarse a causa del disparo durante un segundo, pero cuando vieron que Amargo había disparado a su propio hombre se calmaron de nuevo enseguida.

-Lamento el estropicio. Parece ahora que tendré que renovar toda mi plantilla de oficiales.- Sacó su pistola aún humeante del improvisado escondrijo bajo su camisa y se la metió en el cinturón. El otro pirata que acompañaba a Amargo no dijo ni pio.

-Entonces... ¿tenemos un trato?- Extendió la mano amistosamente el capitán pirata castellano.