Tras el... absurdo encuentro, Etienne y Lawson siguieron por el entramado de túneles. El maldito perro parecía conocer mejor el camino que el negro, que no hacía más que confirmar las bifurcaciones que Hook tomaba, esperando el perro que ambos le siguieran.
Tras un buen rato (Lawson estaba ya harto del complejo de túneles) una boca más iluminada se abrió al final. Al acercarse al umbral cuidadosamente Lawson descubrió una enorme caverna.
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La entrada a la caverna por la que se asomaban estaba a bastante altura. Hubieran necesitado alas para descender si no fuera porque alguien había construido un andamio de madera pegado a la pared desde el suelo hasta la entrada a la caverna en la que estaban. Una rampa llevaba desde esta altura, a lo largo de la pared hasta el suelo.
La caverna estaba iluminada por centenares de gemas como las que ya había visto por los túneles pero incrustadas en el techo. Al estar a tanta altura el techo la luz llegaba al suelo de una forma tenue, y los variados colores de las gemas del techo alternaban las zonas iluminada del suelo con colores rojo, verde, violeta, anaranjado.... También había una leve neblina a la altura del suelo que tapaba apenas los pies de unos soldados montaigne rondando la zona. La neblina no debías ser peligrosa si esos hombres parecían caminar entre ella tan tranquilos.
Los soldados caminaban entre unas figuras dolménicas. Tenían una curiosa base circular de roca, como un pedestal. Y sobre el mismo se posaban unos enormes huevos, como de dos hombres de alto, pero hechos de una sustancia similar al ámbar. Algo entre semiopaco semitransparente.
Dentro de los huevos de ámbar Lawson adivinaba unas siluetas. Parecían animales o engendros, atrapados dentro del ámbar. Pero era difícil de distinguir claramente. Para ver mejor lo que habría en uno de ellos tendría que acercarse más.
Los huevos enormes de ámbar se repartían por toda la gruta. Todos juntos vistos desde arriba fomarían una silueta de diamante, con unas siete filas de huevos por seis columnas. Había una hilera entera de esos "huevos de ámbar" con siluetas en su interior de proporciones y tamaño aparentemente humanos.
Al otro extremo de esta cámara Lawson vio un apertura túnel más ancho. Había unas puertas dobles de madera (esto si, una construcción humana al fin) que sospechó llevaban a la salida.
Etienne, que estaba justo detrás de Lawson, tocó el hombro del ex perro negro, que se había quedado un poco con la boca abierta mirando el complejo, y le señaló a un lugar en la rampa...
El chucho estaba bajando por la rampa a todo correr y con la lengua fuera, aunque esta vez no ladraba. Lawson ni se había dado cuenta.
Al llegar al suelo Hook empezó a ladrar y a correr entre los huevos gigantes. Uno de los guardias montaigne lo vio escabullirse tras un huevo y gritó en su lengua: —¡Ahí está! ¡El maldito chucho! ¡Atrapadlo!— Entonces los soldados salieron corriendo al unísono tras Hook, el cual corría que se las pelaba entre los huevos intentando evitar a los montaigne como en el juego del gato y el ratón.