Partida Rol por web

Mientras el resto parecía compartir una opípara cena, nuestro enano barbiazulado montaba guardia en cubierta, solo acompañado por la oscura noche y la errática tos del vigía en lo alto

En su devenir por la cubierta del barco, Thorgrim combinaba el oteado del oscuro horizonte marino con los amargos recuerdos de lo que había dejado atrás: patria, familia,.. preguntándose si aquel era el rumbo adecuado. De cuándo desaparecían aquellas visiones y si, quería el Destino (y ahora, sorprendentemente, los Dioses), que tuviera una segunda oportunidad. Ahora era un proscrito en su tierra y eso podía amargar hasta al más pétreo de los enanos. Pues, qué si no la raigambre, la tradición y la familia hacían a un enano ser lo que era. Contemplando la enigmática hacha, eran más las preguntas que las respuestas, aunque la charla con su primo de raza había sido, en cierto modo, ilustrativa o casi tranquilizadora

Fue en el curso de estos pensamientos que Thorgrim sintió una especie de energía golpeándolo en su espalda, y muy a su pesar, constató como que, aunque su deseo era volverse para encarar el peligro, no era dueño de su cuerpo. Tan solo podía oir al enemigo aproximándose, ya sin necesidad de sigilo, mientras su mirada seguia clavada en la noche

Sentiste como te forzaban la postura de los brazos, inermes, hacia atrás, donde el frío del metal y el tintineo de cadenas te daban clara idea de qué se trataba aquello. Una vez atado a la espalda, vino la mordaza. Inerme, la noche se hizo aún más oscura cuando tu cabeza fue introducida en un pequeño saco, como el que se aplica a los condenados de horca... Todo lo que vino después fue el arrastrar de tu cuerpo...