Partida Rol por web

El rey de la colina
La mía es más grande

El líder, mayoritario, del asentamiento recibió a los exploradores en la misma sala en la que habían estado. Esta vez le acompañaban sólo dos de sus hombres: un gigante de ébano que empuñaba una elaborada armadura translúcida y un hombre de mirada sumamente inquietante. Intimidaba sólo mirarlo. Martek ofreció bebida a la pareja. Un fuerte licor poco refinado que el tragaba con tranquilidad.

Nuestro primer tema debe ser el librarnos de esa fortaleza. ¿Qué potencia de fuego tiene tu nave? ¿Es mayor que un transporte...eh?

Un transporte mercantil clase Vagabundo -completó el hombre inquietante.

Lorayne decidida al final y sabiendo que no seria capaz de resistirse a decir alguna cosa delante del clero de aquel lugar, marcho junto con Lord Sarvus para hablar con el líder de los allí presentes, tanto humanos como mutantes. Al menso haría faena para la cual le contrato Lord Task.

Aunque la situación no dejaba de ver que su situación también era extrema. Los detalles de la conversación no se le terminaban de escapar. Pero parecían muy bien informados de sus posesiones. Lo cual no era de consuelo.

Lorayne dejo que Lord Sarvus fuera el que tomara la palabras, mientras ella escuchaba por el micro receptor cualquier tipo de problema a causa de la situación.

     Sarvus sonrió. - Lo es. Mucho mayor y potente que un transporte clase vagabundo. Aunque viendo el tamaño y defensas de esa fortaleza dudo que un ataque directo sea una opción recomendable. Quizás deberíamos poner primero en común toda la información de la que disponemos para elaborar un plan. Estoy dispuesto a apostar mis recursos a que salimos de ésta, pero no sin tener claras las cartas con las que juego. ¿Que saben sobre esa fortaleza? 

Es una bravata -dijo el inquietante al oir las respuesta de Sarvus.

Calla -le ordenó Martek, el líder miró al rogue trader y sonrió a medias- No, no vamos a atacar la fortaleza. Lyana lo intentó hace años, ahora su nave es un cascarón y ella se esconde detrás de ese sacerdote. La fortaleza está muerta...esas naves que la patrullan no hacen nada...hasta que te acercas mucho. A la fortaleza, o a la Torre de Cristal...

El hombre de la armadura se golpeó la protección en señal de aprobación.

     Sarvus miró al tipo que le había respondido con cara de pocos amigos. - Lorayne, ordena a la nave que tenga a las tropas listas para revista y que aumenten el nivel de alarma en un grado. Quizás tengamos que hacer una demostración para quien desconfía de nuestro poder militar. Se encogió de hombros mirando ahora a Martek. - Quizás quiera visitar mi nave junto con sus... desconfiados consejeros para comprobar de primera mano que de mi boca solo sale la verdad en cuanto a su capacidad. 

De ningún modo voy a ir a su nave. ¿Para que me ejecute y diga que fue un accidente? ¿O encerrarme en una de esas cárceles de electricidad? No, amigo, no.

No te engañes. No tengo una gran nave, pero puedo destruir la tuya...aunque preferiría que me ayudaras...y me hicieras algunos favores más adelante. Aunque de eso ya hablaremos.

     Sarvus frunció el ceño ante la amenaza del tal Martek. - Mira, parece que estamos empezado con mal pie y eso no está bien. Yo no gano nada matándote y tu aun menos atacándome. Está claro que tenéis mucho mas que ganar en ésta asociación que yo y lo sabéis bien. Ahorrémonos si no te importa la parte de las amenazas y pasemos a la de las negociaciones. Hablas de pedirme favores y aun no me has ofrecido mas que desconfianza. Se encoge de hombros y se reclina en su asiento. - Yo he venido aquí casi sin escolta y confiando en vosotros y por el momento no he recibido mas que la amenaza de destruir mi nave algo que, por otra parte, dudo que esté a vuestro alcance. Quizás sería mas útil que comenzásemos por saber qué es lo que queréis de mi y que estáis dispuestos a pagar a cambio. Eso simplificaría mucho las cosas. 

¿Qué quiero? Quiero respeto. Esta gente me respeta, les protejo de los Señores Oscuros y calmo a los mutantes...pero tú, vienes de tu chatarra voladora y te presentas como el rey del cielo. Dices algo de alarmas de nivel y demostraciones de fuerza. Desconfianza...¿yo? 

¿Qué quiero? Quiero una correa en el cuello de ese sacerdote, quiero el tubo de su nave y expulsar a los Señores Oscuros. Pero sobretodo, quiero respeto. No me gusta cuando tengo que pedirlo, la gente muere.

     Sarvus fruncio el ceño ante la contestación de Martek. - ¿Eso es otra amenaza? Porque si lo es la conversación ha terminado... y también mis tratos contigo.

El ambiente estaba muy, muy tenso. Martek y Sarvus mantenían un pulso de fuerza y ninguno de los dos quería subyugarse a los deseos del otro. No se avecinaba un final pacífico para el asunto. El reyezuelo miró a Sarvus y desdeñó sus palabras.

Todos vais a morir. Ese sacerdote os lleva a la muerte. Ahora, fuera de aquí.

Sus consejeros, seres tan brutales como él (aunque menos astutos) apretaron las mandíbulas y cerraron las manos en torno a sus armas, amenazadores.

     Sarvus se levanta del asiento y da por concluida la negociación, dándose cuenta de que aquel patán tenía menos cerebro que modales. - La muerte está de mi parte me temo, no en contra. Lamento haber perdido el tiempo de los dos pensando que podría haber acuerdo entre nosotros. Hace una seña a Lorayne para irse de allí y camina hacia la puerta. - Quizás cuando lo pienses en frío cambies de opinión. No dudes en hacérmelo saber... y dicho ésto sale de allí.