Puedo notar como Snæbjörn me devuelve el abrazo y con bastante fuerza. Perder a un hijo es algo horrible y que no deseo a nadie. No es algo que yo haya sufrido, así que por desgracia no soy capaz de entender todo el dolor que tiene el oso polar. Lo único que puedo hacer es darle todo el apoyo y cariño que pueda.
Me dice algo en islandés que no entiendo, pero deduzco que son palabras cariñosas. Cierro los ojos y sonrío con suavidad. Nos separamos del abrazo y asiento a sus palabras. Cuando se sintiese preparado para seguir hablando, lo escucharía. Sin presiones, no quería obligarlo a recordar algo tan doloroso. Por ahora centrémonos en los helados y en el presente.
Le ofrezco un pañuelo con una expresión serena, para que se seque los ojos. Caminamos en silencio, pero no me molestaba. Me sentía cómodo con Snæbjörn tanto si hablábamos como si no. Finalmente el silencio se rompe cuando me pregunta por mis padres adoptivos. -Si, me trataron muy bien. He de admitir que al principio fui muy distante con ellos...después de ir de casa en casa, lo único en lo que pensaba era en saber cuanto tardarían de deshacerse de mi e ir a la siguiente familia de acogida...-cuento con un suspiro. Fue una época muy dura en la que no me sentía querido por nadie. -Pero ellos fueron completamente diferentes, me trataron con cariño y me hicieron sentir como uno más de la familia junto a mis nuevos hermanos-cuento con una sonrisa. -Gracias a ellos pude encontrar por fin una familia-
Finalmente avistamos el puesto de helados y caminamos hacia este. -¿De que te vas a pedir el helado?-le pregunto con interés.
Río quedamente cuando me ofrece unos pañuelos, y los rechazo amablemente con un movimiento de cabeza, formando un «gracias» silencioso con la boca. Continúo caminando junto a Calvin mientras él me relata la historia de su infancia pasando por diferentes casas de acogida, y de cómo al principio le costó adaptarse a su última familia hasta que se ganaron su confianza.
—Tuvo que ser duro —digo, apretando ligeramente la mano de Calvin—. Para ti y para ellos. Creo que… Es una obviedad, y todo el mundo lo sabe, pero creo que la familia es la que uno va encontrando a lo largo de su vida, no necesariamente la que le toca cuando nace. Tienes mucha suerte, creo que eso lo sabes mejor que yo, y me alegro muchísimo por ti. Pero ellos también la tienen de haber encontrado un hijo tan maravilloso.
Sonrío. Los recuerdos de mi propio hijo todavía me duelen, pero haber hablado de ello con Calvin me está dando consuelo. También valoro muchísimo el hecho de que no me presione para que continúe hablando, que me dé mi espacio.
Por fin llegamos frente al puesto de helados. Hay algo de cola, pero también hay tres personas atendiendo a los clientes, así que no tenemos que esperar mucho antes de que nos toque.
—Chocolate y avellana. Siempre —le contesto a Calvin cuando me pregunta de qué quiero el helado—. Cuando encuentro algo que me gusta, no lo cambio por nada.
Sonrío, esperando que pille la indirecta, y me vuelvo para pagar los helados, insistiendo en invitar a Calvin con un «ya me invitarás tú la próxima vez».
Una vez tenemos nuestros helados, reanudamos nuestro paseo, sin ir a ningún lugar en particular sino, simplemente, disfrutando de la compañía del otro. Escucho los sonidos que me rodean, los cantos de los pájaros, el susurro del viento entre las hojas de los árboles, y me digo a mí mismo que todo está bien.
—¿Qué piensas de esto? —pregunto de repente. Luego, dándome cuenta de que quizá no he sido lo bastante explícito, concreto—: De nosotros, digo. ¿Crees que estamos locos? Mira que dicen que no es buena idea liarse con alguien del trabajo… —La risa que sigue deja claro que hablo en broma, aunque eso no resta validez al hecho de que realmente quiero saber su opinión—. En todo caso, sería el error más feliz que podría cometer.
Rechaza los pañuelos y yo asiento con una sonrisa mientras me los vuelvo a guardar. Parece que ya se encontraba algo mejor, lo cual era bueno. Me aliviaba ver que ya se había recuperado. Asiento ante sus palabras cuando termino de contar mi infancia. -Si, la verdad es que lo fue-digo dándole la razón. Supongo que por eso tampoco he querido buscar información sobre mis padres biológicos...una parte de mi no quería saber la verdad del porqué acabé en casas de acogida.
Sonrío con sus palabras y aprieto su mano con la mía con ternura. -Eso es realmente hermoso Snæbjörn. Muchas gracias-le digo al oso polar. Su comentario sobre la familia me conmovió mucho. No mucha gente pensaba así. Eso hacía que el islandés fuese más especial.
Llegamos al puesto de los helados. Aunque había algo de cola, esta avanzaba rápido, así que pronto seríamos atendidos. Escucho su respuesta y me sonrojo con la indirecta. -Yo creo que lo voy a pedir de chocolate blanco. Me gusta lo suave-respondo mientras acaricio su suave mano, viendo si había pillado mi indirecta. Dejo que él pague los helados, a la próxima le invitaré. La próxima, esa idea me encantaba.
Tras comprar los helados empezamos a pasear juntos por el parque, sin ningún destino en concreto. Tampoco era lo importante. Para mi era más valioso pasar el tiempo junto a Snæbjörn. Me río con el oso polar. -Creo que es una de las mejores cosas que me ha pasado-digo sin perder la sonrisa. Era cierto que habíamos ido muy rápido tras conocernos, pero me sentía seguro de que todo iba bien entre nosotros. Y me alegraba ver que Snæbjörn opinaba lo mismo.
Arqueo una ceja cuando Calvin afirma, como excusa para pedir un helado de chocolate blanco, que «le gusta lo suave». Sonrío con aire pícaro.
—No siempre, que lo sé yo —le contesto con un guiño, apretando su mano como respuesta. Me encanta verlo sonrojarse. Me da cierta autoestima ser capaz de provocar algo así en alguien como él.
Luego, mientras los dos paseamos por el parque comiendo nuestros helados, le pregunto su opinión sobre lo que está pasando entre nosotros. Su respuesta me hace sonreír.
—Ah, ¿«crees»? ¿Solo «crees»? —le digo, haciéndome el enfadado, dándole dos golpes con el hombro para desequilibrarlo un poco mientras camina. Luego rodeo sus hombros con un brazo, forcejeando un poco con él, amistosamente, aunque con cuidado de que no se le caiga el helado. Después de unos segundos, me separo de él, riendo—. Nah, sé que en realidad estás colado por mí. Así que no te lo tendré en cuenta.
Con un gruñido, me siento en el suelo, aprovechando que estábamos en una loma cubierta de césped, con un poco de desnivel. Delante de nosotros, las relucientes aguas del Reservorio Jacqueline Kennedy Onassis reflejan la luz anaranjada del atardecer. El aire es fresco, y se respira la tranquilidad. No obstante, a pesar de lo hermoso que es Central Park, no puedo evitar tener la sensación de que le falta algo. Como la mayoría de los parques urbanos, tiene algo de… domesticado, por así decirlo. Bonito, pero encerrado entre rascacielos.
—Me gustaría hacer un viaje. ¿Vendrías? —le pregunto a Calvin de repente—. Nada demasiado lejos, una escapada de fin de semana. Esto es muy bonito, pero echo de menos la naturaleza. La de verdad. —Esbozo una sonrisa torcida—. Ahora que las cosas son un poco diferentes, me gustaría recuperar el contacto con ella. Me gustaría ir a las montañas de Adirondack. Están cerca, y por lo que parece son impresionantes. ¿Te va el rollo cabaña, senderismo, rutas naturales…? —pregunto, esperanzado—. Podríamos ir el fin de semana que viene, o el siguiente. La verdad es que… —Hago una pausa, con aire pensativo. Me quedo unos segundos en silencio, mirando al infinito, antes de decir—: La verdad es que me gustaría volver a hacerlo todo contigo, Calvin. Si tú también quieres, por supuesto.
Me siento vulnerable al plantearle estas cosas a Calvin, como si me estuviese abriendo el pecho y enseñándole el corazón para que él haga con él lo que quiera. Sin embargo, estoy convencido de que nada malo puede salir de esa decisión.
Me río con su broma y me sonrojo. -Puede ser-respondo al oso polar. Me gustaba ese lado pícaro que tenía Snæbjörn. Me alegraba también verlo de buen humor después de lo que me había contado. Me pilla por sorpresa sus juguetones golpes, casi me caigo al suelo del susto, pero me mantengo en pie. "Forcejeo" un poco con él y hacemos como que peleamos a modo de broma, no puedo evitar reírme todo el rato. -Cierto, aunque tú también estás coladito por mi-le digo sin perder la sonrisa y dándole un amistoso golpe en la espalda.
Me siento junto a Snæbjörn y disfruto del helado con él. Las vistas eran realmente hermosas, me alegraba que el oso polar me hubiese traído aquí para nuestra cita. Le ofrezco un poco de mi helado, por si quería probar.
Le miro cuando me habla sobre un viaje y escucho su propuesta. -Para ser sinceros, después de que pasáramos la noche juntos, estuve mirando sitios donde poder hacer senderismo, ya que me contaste que era una de tus aficiones.-le explico a Snæbjörn. Había estado mirando información y quería proponerle por si estaba interesado. Sonrío y asiento. -Suena perfectamente encantador, y si me encantaría ir contigo Snæbjörn-contesto mientras mi mano libre sostiene la suya. Pasar más tiempo con el oso polar era siempre una idea maravillosa.
-Por cierto, en uno de los locales suelen organizar una noche de micrófono abierto los viernes. Mi hermana me escribió diciendo que iba a participar este viernes y que se iba a traer a sus hijos. ¿Estarías interesado en pasarte?-le pregunto con curiosidad y algo nervioso por saber su respuesta. Podía ser algo acelerado que conociera a mis familiares, pero me sentía tan cómodo con Snæbjörn y estaba seguro de que congeniaría con Liza y los sobrinos.
Siento una ola de afecto recorrerme por dentro cuando Calvin comenta que ya ha estado buscando información acerca de rutas e itinerarios naturales. Oh, vaya. Así que también piensa en mí incluso cuando no estamos juntos. Parece que somos dos.
—Piensas en todo, ¿no? —le pregunto, con los ojos brillantes—. Te tomo la palabra. Luego no te me eches atrás, ¿eh? Lo pasaremos bien.
Su siguiente propuesta me sorprende mucho, y debe de notárseme en la cara, ya que después de unos segundos me doy cuenta de que me lo he quedado mirando con la boca entreabierta. ¿Calvin ya quiere presentarme a su hermana? ¿Y a sus sobrinos? ¿Tan pronto?
—Calvin… —empiezo, conmovido—. No sé cómo decirte lo mucho que… Sí, claro que sí. Me encantaría conocerlos. Esto es…
Uf. Es fantástico, pero un poco abrumador. Durante unos segundos me siento como si acabase de bajarme de un tiovivo que hubiese estado dando vueltas muy deprisa. No esperaba empezar a formar parte de la vida de alguien en tan poco tiempo, especialmente en ese sentido. ¿Le habrá hablado ya de mí a su familia? ¿Qué les habrá contado? Además… Hay algo que Calvin todavía no sabe. Y aunque no tengo la intención de arruinar una reunión familiar, dependiendo del tipo de local donde tenga lugar… Podría ser un factor de riesgo. ¿Está mi mente donde debe estar?
Con Calvin a mi lado, confío en que sí.
—Joder, nene, no dejas de sorprenderme. Me encanta que quieras presentarme a tu familia. La verdad es que estoy deseando conocerlos desde que me hablaste de ellos. —Sonrío con ternura—. Supongo que significa que vamos en serio, ¿no?
Yo mismo chasqueo la lengua ante lo estúpido de mi pregunta, negando con la cabeza con una sonrisa incrédula. Pues claro que vamos en serio, idiota.
Me alegraba mucho saber que Snæbjörn había estado también organizando planes como yo. Me hacía sentir bien, que no era el único que quería que esto funcionara. -Descuida, no soy de los que se rajan cuando se plantea algo-le digo con una sonrisa. Nos lo pasaremos bien de eso estaba completamente seguro.
Podía ver en su cara que mi propuesta le había pillado completamente por sorpresa- ¿Había ido demasiado rápido? Por un momento me pensé en decirle que no estaba obligado a ir si no quería. No me iba a enfadar si decía que no. Pero su respuesta me sorprende y no puedo evitar sonreír. -Me alegra oírlo-respondo con algo de alivio. -Luego si eso te digo sobre que hora te puedes pasar y dónde es.-le digo cogiendo su mano. Le había mencionado a mi hermana que había conocido a alguien hace unos días y que había conectado muy bien con él.
Podía notar que Snæbjörn seguía algo abrumado. Por suerte mi hermana me dijo que solo estarían hasta que ella cantara en el escenario y luego se llevaría a los gemelos a su casa para que no se acostaran muy tarde, así que Snæbjörn no estaría nervioso durante mucho tiempo la primera vez que se vean.
Le escucho y asiento. -Si, me gusta pensar que vamos en serio-confieso tímidamente mientras me acerco y beso los labios de Snæbjörn. Podía notarlo desde que nos conocimos a principios de semana, la conexión era fuerte y tenía la sensación de que él sentía lo mismo.