El Enano observó detenidamente las flechas, sin duda eran bien forjadas pero no correspondían a flechas élficas ni humanas. Nunca había visto esas flechas, pero debían ser flechas de Enanos de la gran brecha sin duda alguna, ese reino lejano y extraño que no seguía las buenas y viejas costumbres del pueblo robusto.
No tardaron mucho más en enterrar a los muertos, el Enano tenía el ánimo caído, no eran sus hermanos de sangre, pero pertenecían al mismo pueblo y le eran fieles a su hermano que era lo mismo como si le fueran fiel a él. En un momento,mientras alzaba una plegaria a Moradin, sintió que los conocía y un pesar invadió su alma. Las tumbas fueron cubiertas por rocas grandes que solo el bárbaro pudo levantar para evitar carroñeros que excavaban y desenterraban los cuerpos. Ya nada más podían hacer en ese lugar, al menos por ahora.
La pareja siguió su camino en silencio, mientras la lúgubre luna se alzaba por encima de sus hombros ya pesados por la pérdida de unas almas Enanas y acrecentado por no saber del paradero de Krontar. Un pálpito le indicaba al bárbaro que no era momento de viajar, en la noche corrían el riesgo de ser atacados por orcos o por criaturas nocturnas. Pero al ver a Kroggar afanoso de llegar a destino prefirió callar y esperar que nada más ocurriera en esa jornada.
Nada ocurrió y caída la noche avistaron unas luces al final del camino, justo donde terminaba la falda de la montaña, bañada por un río de ancha envergadura. Era Qark. El pueblo más salvaje del Valle. Era bien conocido que los Qarkeños eran desconfiados con los que no conocían.
Ya era poca la gente que se veía en las calles y en su mayoría borrachos o grupos que parecían delincuentes. Afortunado el bárbaro que sacaba más de una cabeza a la mayoría de los habitantes y los duplicaba en anchura de hombros, los bandidos se lo pensarían tres y cuatro veces antes de intentar algo contra Artair, y peor si viene acompañado de un Enano vestido de metal y con más armas que dientes.
Sin duda sorprendieron a cada uno que los veía, a leguas se notaba que ya nadie llegaba a ese poblado olvidado, desde que la carretera cerró el paso debido a los crecientes ataques a las caravanas.
Un templo de Dumathoin (Deidad Enana) se alzaba a lo alto del cerro de Qark y una aparente taberna se erigía cerca a la entrada del camino. Eran los dos lugares más propicios para conseguir información.
Noche, 22 Alturiak
Frío y despejado
50 Px a ambos por postear (yo los anoto)
Próximo plazo: Jueves (madrugada) o Viernes (en la tarde). Tengo un compromiso pero no me han confirmado el día ni la hora.
Kroggar va con la nariz arrugada, no le gusta ese sitio, parece un pueblo de mala muerte y no le extrañaria ver un letrero que pusiese "taverna el serdo vehodo" en la taberna principal del poblado. Suelta un largo suspiro, por suerte solo un idiota intentaria robarles, aunque nunca hay que subestimar la estupidez de semejantes paletos. Lo primero es lo primero, deberian ir al templo a ver que saben y luego decidir la ruta a tomar.
- Astairrr- comento el enano al bárbaro acariciando la cabeza de Rhodita- Deberrriamos ir al templo de Dumathoin, prrrrobablemente ellos sepan mejorrrr que nadie los asuntos de los enanos en la zona.
Artair asientió ante las palabras de su compañero, pero sin quitar ojo de los allí presentes. Su presencia imponente y lo acorazado del enano hubieran debido bastar para que nadie hiciese estupideces y les buscase las cosquillas, pero uno nunca podía estar seguro de la estupidez de algunos. Tenía el gaznate seco, pero lo primero era lo primero. Ya tendrían tiempo de trasegar unas buenas cervezas (o eso espera el bárbaro).
Elevó su mirada hacia el templo que se veía a un par de disparos de arco. La noche caía y quizás el templo estuviese cerrado, pero debían intentarlo.
Vamos. Espero Artair seco a su compañero. Cuanto antes descubriesen lo que querían descubrir antes se podrían poner a descansar para partir al alba a buscar al hermano de Kroggar.
La subida hasta la parte superior de la villa fue bastante extraña, la gente observaba con gran misterio a los forasteros, pero aún así el silencio era casi absoluto mientras pasaban por las embarradas calles de Qark.
Al llegar al templo, las grandes puertas, hechas de piedra por algún gran artesano Enano estaban abiertas de par en par.
Era un pequeño edificio de una sola planta (2 si se contaba la torre de la campana), el gran salón se encontraba casi vacío a excepción de las macizas columnas de piedra que mantenían la estructura y las paredes ásperas de roca tallada. Un altar de Dumathoin se encontraba al final del salón y cerca del altar una puerta de madera estaba cerrada. Una antorcha siempreardiente en cada esquina de la sala iluminaban la habitación completa.
Tenían dos opciones: Llamar a la puerta, o buscar sitio donde dormir y regresar al siguiente día.
Ni el bárbaro ni el Enano tenían tiempo para perder, y ninguno de los dos podría llamarse "decoroso" o "de protocolo". El enorme puño cerrado del bárbaro se estrelló contra la puerta tres veces, emitiendo un sonido que despertaría hasta un dragón dormido desde años atrás...
Noche, 22 Alturiak
Frío y despejado
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Próximo plazo: Jueves (madrugada).
No tardó mucho en responder una voz ronca desde el otro lado de la puerta.
Un Enano con babas secas entre sus barbas y con una lagaña que aún mantenía uno de sus ojos entrecerrados abrió la puerta de madera y tosió fuertemente, escupiendo una flema cerca de los pies de los recién llegados.
-Mi nombre es Enethk, fiel de Dumathoin ¿Qué puedo hacer por ustedes?
Cualquier otra persona, especialmente Enano, hubiera salido con un garrote o un hacha a desmembrar a aquellos que interrumpían su sueño. Por fortuna (para el propio sacerdote) este no era el caso, por el contrario, parecía estar de buen genio. Una voz gruesa femenina en el interior permitió deducir lo extraño de su forma de ser en ese instante.
Artair sentía los ojos de los lugareños clavados en él y sus músculos estaban en tensión, listos para actuar si alguno hacía la menor estupidez. Por suerte, las miradas se quedaron en eso, miradas, y el enano y el bárbaro pudieron seguir su camino hacia el templo sin problemas.
El camino se hizo en silencio, apenas interrumpido por el chasquido del barro al agarrarse y soltarse de las botas de los viajeros. El paso se hacía lento, pero constante.
Por fin, en lo alto de un pequeño cerro se erigía el magnífico, aunque pequeño, templo de piedra, como de piedra eran sus grandes puertas que se encontraban abiertas. Los forasteros entraron en el mismo, intentando dejar la mayor cantidad de barro fuera, por respeto.
Ya en el interior, se dirigieron hacia la única opción que parecía acertada: la puerta de madera cerrada que estaba cerca del altar. Artair no perdió el tiempo, su fuerte puño golpeó hasta tres veces la puerta, haciendo que el ruido resonase en todo el edificio. Pronto hubo respuesta, un enano que respondía al nombre de Enethk y que se presentaba como fiel de Dumathoin apareció ante ellos, ofreciendo su ayuda.
Saludos, noble Enethk. Comenzó el bárbaro haciendo acopio de sus mejores modales. Disculpenos por las horas a las que aparecemos, pero un asunto de gran importancia nos trae aquí. Dado que es probable que usted conozca bien a los miembros de su raza en la zona, nos preguntábamos si sabría algo sobre Krontar Martilloardiente, de la sangre de Einkil, hermano de mi compañero. Dijo señalando a Kroggar.
- Mi herrrmano iba en una expedición, acompañado de otrrrros cuatrrro enanos, me dijo en una carrrta que se dirigia a Qarrrrk, y eso es lo ultimo que sabemos de él. Buscaba una vieja rrrreliquia -expone complementando lo que dice Artair
Le extrañaba el comprotamiento del enano, pero agradecia que fuera asi, no queria tener que ponerse a reventar cabezas tan pronto en la mañana.
Apenas el bárbaro terminó de hablar, el sacerdote respondió mesándose la barba pensarito.
-Krontar.... Krontar Martillo ardiente..... jummm, no me suena mucho.
El Enano entonces habló y disparó algo en la memoria del sacerdote.
-Ohh! entonces tú debes ser el famoso Kroggar martilloardiente, aquel al que llaman el yunque. -Sonrió y se inclinó en señal de respeto -Encantado de conocerte, el buen Dumathoin te ha enviado para ayudar a la gente de Qark que agoniza!
-Esperen un momento aquí señores. -El enano volvió a entrar a sus aposentos, ambos escuchaban como escarbaba entre sus cosas como buscando algo, mientras susurros iban y venían entre la mujer y el sacerdote, como si aquella estuviera reclamándole por algo.
-Aquí está -Dijo cuando volvió con 3 cartas de pergamino escritas con runas enanas, las mismas runas de la carta que Kroggar había visto en aquella posada en cataratas de la daga, sin duda era de Krontar, pero firmaba solo como K.M quizá por eso el sacerdote tardó en deducir de quien hablaban.
Las cartas suministraban poca información, no decían nada importante salvo que tenía información sobre una reliquia importante para su clan y estaba dispuesto a recuperarla, solicitaba refugio y favores divinos, decía que llegaría en plena garra del invierno y el resto eran palabrerias vacías.
-La última carta la envió desde aguas profundas, imagino que estará por llegar, pero aún no he oído razón de él. Parece uno de esos enanos que aún conservan las tradiciones ancestrales y aquí estoy dispuesto a ayudarle en lo que pueda. Si quieren dar con él, lo mejor es que lo esperen en Qark, en cualquier momento su comitiva de viaje aparecerá.
Noche, 22 Alturiak
Frío y despejado
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Próximo plazo: lunes (madrugada).
Kroggar miró a Artair y se quedo pensativo, estaba preocupado, especialmente ahora que sabia que su hermano no habia llegado.
- Grrracias porrr la inforrmación buen hombrrre, tengo mas prrrreguntas pero necesitarrria tiempo y ahorrra mismo no son horrras. Mañana porr la mañana volverrremos aqui.
Luego se gira a su compañero
- Vayamos a la posada Arrrtairrr, mañana serrra un larrrgo día...
Artair escuchó lo que los dos enanos estaban hablando con atención, pese a que en su cuerpo comenzaba a notar el cansancio que le sacudía. Se alegró de que estos no hubiesen cambiado a hablar en enano, pues no se habría enterado de nada y eso no hubiese servido de mucho. Aunque en el fondo, lo que descubrieron no iba a servirles de mucho en todo caso, excepto para confirmar que Krontar jamás llegó a Qark y que eso eran muy malas noticias.
Miró a su compañero que propuso ir a descansar y continuar la investigación al día siguiente. Tenía sentido. Artair hizo un gesto de aprobación con la cabeza, miro al enano sacerdote a quien le hizo otro gesto de despedida, también sin abrir la boca y dándose media vuelta volvió sobre sus pasos al camino lleno de barro que les devolvería al centro del pueblo y a las miradas inquisitivas de los lugaremos.
Se sentía cansado, y algo decepcionado por cómo se estaban desarrollando las cosas. Con el hermano de Kroggar aún en paradero desconocido, todo parecía complicarse mucho. Ya había enterrado a varios enanos. Desconocidos esta vez, pero sentía cierto apego por el duro pueblo al que pertenecía su amigo y sin duda le dolería mucho perder a Krontar. Quizás no tuviese con él una relación tan estrecha como con Kroggar, pero habían compartido suficientes peleas y bebidas como para que un sentimiento de camaradería se hubiese formado. Si Krontar hubiese caído, el corazón de Artair le lloraría.
El sacerdote asintió con la cabeza y alzó una plegaria para los dos viajeros -Aquí los esperaré -Dijo con tono agradable.
Ambos guerreros volvieron al pueblo en busca de una cama cómoda y una comida caliente. Ninguna de las dos encontraron. La única posada de Qark era un edificio de una sola planta, lúgbre y atendida por un hombre de la más baja calaña. Su olor corporal era asqueroso y su pelo grasoso y manos sucias no inspiraban confianza.
Sirvió un plato de sopa caliente que consistía en solamente agua con algunos vegetales y un poco de carne sospechosa. No provocaba comer, pero por otro lado las raciones de viaje era lo último que el cuerpo y la lengua pedían. El hombre con gran brusquedad recibió el pago de 3 platas por cabeza y los acomodó en una habitación común con 8 camas en total.
El colchón parecía de piedra y la almohada tenía mucho menos plumas de las que debía y estaba rellena con algo de paja. No fue una noche de comodidad, pero a comparación de pasar noche en el exterior era un paraiso! Por fortuna la posada estaba completamente vacía, el enano y el bárbaro eran los únicos clientes.
El alba despuntó y pasó mientras los recién llegados dormía, sus cuerpos cansados exigían más tiempo del normal de descanso. Artair por lo general despertaba junto al sol, pero ese día había sido diferente. Era de mal augurio despertarse después del sol,según sus costumbres. El llamado a desayunar los levantó.
El desayuno fue exactamente lo que fue dado la noche anterior...
Luego de asearse (uds se asean?), comer algo y alistar su equipo, decidieron salir a Qark a la luz del día. Parecía un pueblo diferente, con una belleza rústica y austera, mucho movimiento veía. Llamó la atención un carromato que se estaba preparando para ascender a la montaña.
Era un nuevo día y la energía estaba recargada después del descanso.
Tirada oculta
Motivo: Intento de asalto?
Tirada: 1d100
Resultado: 93
Mañana, 23 Alturiak
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Próximo plazo: lunes (madrugada).
Si no desean hacer algo adicional en el pueblo (comprar o buscar información por otro lado, etc.), asuman que van directo al templo y allí encuentran a Enethek barriendo el templo
Artair se despertó cuando el sol ya había salido, aunque se sentía cansado pese a todas las horas de sueño. No dijo nada. No maldijo, pero estaba algo turbado, incómodo. Miraba el cielo y cada detalle con suma atención, intentando buscar algo que le devolviese la buena suerte que, según su pueblo, le habría quitado el despertarse después de salir el sol. Y ahí apareció. Una bandada de grajos volaban en la dirección correcta, es decir, de izquierda a derecha sobre el firmamento, por lo que Kroggar no tuvo problemas en oir como su compañero dejaba soltar un audible suspiro de alivio.
El bárbaro se aseó como pudo con el agua que había en una jarra desconchada y bajó junto al enano a desayunar. Pronto volverían al templo, donde podrían continuar con el interrogatorio a Enethek, el sacerdote del templo.
El desayuno consistió en la misma bazofia que la que habían recibido a la noche. Artair no estaba para prejuicios. Lo cierto es que tampoco le importaba mucho la comida, siempre y cuando le alimentase y no supiese especialmente mal. Lo que estaba comiendo no era nada del otro mundo, ni siquiera estaba bueno y tanto la calidad como la cantidad brillaban por su ausencia, pero tampoco sabía mal, así que, en silencio, siguió comiendo hasta terminarse su ración.
Kroggar estaba especialmente laconico esa mañana, tenia su cabeza en otros asuntos, o mas bien en los asuntos que le importaban. Estaba preocupado por su hermano, le molestaba no saber donde estaba, le molestaba pensar que le podria estar pasando en ese momento...
Sin perder el tiempo se dirigieron al templo, y saludo con la cabeza a Enethek.
- Sere directo -dijo al fin- Encotnramos un carruaje atacado por orcos en el camino, sospecho que mi hermano iba en él.
-Ohh! -Dejó escapar el Enano cuando Kroggar expuso su situación, después de haberlos recibido con una sonrisa y un cálido saludo.
-Los orcos, siempre los orcos son un problema en estas tierras!
Dispuso la escoba en un rincón y volvió con la pareja de combatientes. -Los orcos son un problema que viene afrontando Qark: desde hace un par de Dekhanas la tribu más grande y organizada de las montañas, los milpuños, ha estado atacando las tierras cercanas, especialmente el camino que conduce hasta Cataratas de la daga. Las caravanas mercantes ya no vienen y ya nadie sale de esta aldea. Se han enviado emisarios a dar la alerta a Randal Alba, pero nada se ha sabido al respecto.
Se sirvió agua en un cuerno desde una jarra de plata (buenas monedas pueden dar por eso) y ofreció al gigantón y al barbudo antes de proseguir. -No sería raro que la caravana de tu hermano hubiera caído bajo una emboscada de estos malditos! Para agravar la situación, hace dos días la hija de Grovel, un comerciante forastero fue secuestrada mientras jugaba en el río. La niña era una dulce de 15 años con cabello negro y ojos azules, sin duda fue secuestrada por los mil puños, cada ciertos meses o años bajan al valle en busca de una mujer de esas caracteristicas, se dice que un fantasma habita en sus cavernas y los gobierna.
No quiso explayarse demasiado en explicaciones detalladas. -Si es su intención explorar las montañas, creánme que es algo peligroso, si piensan ir a la caverna de los milpuños deberían pensarlo dos veces, aún así es mejor que vayan con Damian, es un hombre que logró escapar hace algunos años de la prisión orca, no es difícil de encontrar, se la pasa junto al río observando en silencio las montañas.
El Enano cortó su discurso, a la espera de alguna otra pregunta -Se les ofrece una hogaza de pan y queso? aquí tengo para alimentar un batallón entero!
Mañana, 23 Alturiak
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Próximo plazo: Martes
Con mucho gusto aceptaría ese pan y queso. Dijo Artair pensando en lo asqueroso del desayuno y cena que había ingerido como sus últimas comidas hasta el momento. Había cosas más importantes que pensar, pero tener algo decente que llevarse a la boca no les iba a llevar mucho y siempre sería más agradable.
Podemos ir a ver al tal Damian e interrogarle a ver qué nos puede decir sobre las cuevas. Dijo el bárbaro pensativo. Dejando espacio a su compañero para intervenir. ¿Sería posible convencer a guerreros del pueblo para venir con nosotros y hacer una incursión? Preguntó Artair dirigiéndose al clérigo. No esperaba una respuesta afirmativa, ni siquiera estaba seguro de fiarse de los habitantes de la ciudad para estos menesteres, pero los orcos eran una plaga y estaban mejor muertos.
Pensó en las dos dekhanas que habían pasado desde los primeros ataques y cómo el señor Alba no sabía nada de lo ocurrido porque los mensajeros no habían llegado hasta él. No podían volver hacia atrás pues eso les retrasaría mucho, pero si limpiaban la zona, ya se encargarían los propios qarkianos de avisarle, con mejor suerte.
El enano escucha en silencio a su compañero de raza y luego a su comapñero de grupo, asiente a lo que dice cada uno, y finalmente se aventura a decir algo más.
- Hay algo mas, encontrrre flechas en las cerrrcanias del carrruaje, bien forrrrjadas, no errrran elficas, ni humanas, errrran algo extraño, sospecho que podrrrían ser flechas de Enanos de la grarrn brrrecha. ¿Sabes que podrrrian estar haciendo dichas flechas en el lugar del ataque?
-El guerrero del pueblo? -Miró con extrañeza al bárbaro y estuvo a punto de reír, pero no lo hizo por respeto.
Lo que decía Artair tenía mucho sentido, en las aldeas normales, siempre había algún combatiente, un sheriff o un guardián, a ese se le conocía como el guerrero del pueblo. Pero en Qark la cosa era diferente, era un pueblo fronterizo, sin ley ni orden más que el miedo a represalias que generaban algunos que eran "respetados".
-No hermano mío, aquí no hay ley. Si de verdad piensan ir a lasmontañas y combatir a los orcos, avísenle a Grovel el comerciante, ha estado ofreciendo una generosa recompensa a cambio de su hija, pero nadie es tan estúpid.... Perdón, nadie tiene las agallas de ir a la boca del lobo ni por todo el dinero del mundo, es suicida! A damian lo encontrarán en la orilla del río, es un muchacho de cabello negro y bien parecido. Con esa descripción les bastará!
Atento a la intervención de Kroggar, Enethek puso cara de sorpresa y extrañesa -¿Flechas de la brecha? Acaso los Enanos usan arcos... Vaya, quizá en unos siglos a esos sureños que se dicen enanos les crecerán orejas puntiaguidas. No, no conozco nada al respecto, pero si tienes una de esas flechas, podría estudiarla, bajo el templo existe la única biblioteca de Qark con historias de lo que ocurre en las tierras circundantes desde ya mucho tiempo, cuando ni la propia aldea existía.
Infortunadamente a Kroggar no se le había ocurrido cargar con alguna flecha rara que había encontrado en los cadáveres de la emboscada.
Mañana, 23 Alturiak
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Próximo plazo: Miércoles
He dicho guerreros en plural... Dijo Artair con cierta mala baba, aunque pronto comprendió que su queja era inútil. Iremos a hablar con Damian y después con el comerciante. Zanjó sin ganas de discutir.
No habían recogido nunguna flecha, al menos que el bárbaro recordase, por lo que no podrían investigar quién podría haberlas lanzado. Salvo que Kroggar se hubiese guardado alguna sin él saberlo. No. No lo creía, por lo que su tiempo en el monasterio no tenía ya mucho sentido.
Vamos, Kroggar. Dijo a su amigo. Gracias por su hospitalidad. Le agradeció al clérigo con amabilidad por la comida y la acogida recibidas. Todo el mundo sabe que es de bien nacido el ser agradecido.
- Fisicamente hablando... no tengo ningua flecha -aclara Kroggar, pero luego le da una descripción de como eran las flechas y los detalles que las hacian especiales, para que pueda tener la mejor idea posible- Y eso es todo lo que te puedo decirrr, mi compañerro y yo irremos a hablar con ambos a verrr si sacamos algo de prrrovecho
Dicho esto se levanta y sigue a su compañero
- Grrracias porrr su hospitalidad