Partida Rol por web

-Trato cerrado. Pero no te hagas ilusiones, no tengo hermanas.

Lucas agarra la cerveza que le ofrecen y le da un buen trago. Esperaba no estar cometiendo un error.

Las puertas de la taberna se abren de nuevo. Hoy está siendo una mañana movidita. En esta ocasión el que entra es el mismísimo capitán Tanhauser. No parece que venga a beber, sino que busca a alguien en la sala. Sus ojos se posan en Morrigan:

- Morrigan. Necesitamos de sus servicios.

Después se fija en Källstrom, el único soldado que permanece en el garito.

- Hijo,- le dice dando unos pasos hacia él - sé que no está de servicio pero necesito a un soldado para un pequeño apaño ¿puede acompañarme?

Tanhauser era así: aunque realmente podría dar una orden directa y Källstrom verse obligado a obedecerla siempre daba una opción a sus hombres. 

Källstrom giró la cabeza lo justo para ver quien entraba por la puerta. Al ver que era el Capitan Tanhauser, se levantó de la banqueta y se enfrentó a él. Le pedía sus servicios. En realidad Tanhauser nunca pedía, más bien, confirmaba, pues los soldados raramente podian negarse. Pero aun así, a Gregory ni siquiera se le pasó por la cabeza aquello. Cualquier cosa era mejor que mantenerse inactivo, al menos podría llenar su cabeza de cosas que no fueran recuerdos y malos augurios.

Levantando la mano a su frente, como saludo militar y cuadrandose, el soldado ahora en activo dijo:

-El soldado Källstrom a su servicio

- Vamos soldados, síganme.

Sin esperar más respuesta el capitán Tanhauser salió de la cantina llevándose con él a Källstrom y a Morrigan.

 Las puertas se abren de nuevo para dejar paso al grande de Harder, que sin demasiadas ceremonias se acerca a la barra, a la zona cercana ana de las paredes, la cual aprovecha de vez e ncuando a modo de respaldo. Mientras va hacia 'su' rincón. Saludo a con un gesto mudo a McCorman.

 -Ya estamos de vuelta, viejo. Tienes algo con lo que podamos celebrar que sigo teniendo la cabeza en su sitio?

McCorman levanta una jarra:

- ¡El mismísimo Aron Harder! ¡Bienvenido muchacho!- mientras llena la litrona pregunta -¿Cómo ha ido todo por Eco? Creo que no hubo supervivientes ¿no?

 El rostro petreo de Aron se permite esbozar una fugaz sonrisa.

 - Gracias viejo.- Su rostro recupera su semblante serio, casi de mala leche que le caracteriza.- Pues justa, la cosa fue justa. Nos topamos con un bahamut, bastante cabrón el bicho.

 Da un trago al aceite de camiones que le había servido el viejo McCorman. Torciendo levemente el rostro ante el ardor del licor bajando por su garganta.

 - Nosotros somos los unicos spuervivientes que han salido de aquel nido infestado de simbiontes.

Travis entró a la taberna con el rostro sonriente.

Por un lado la misión había sido todo un éxito, había tenido la posibilidad de cargarse a unos cuantos simbiontes con su lanzallamas y... ¿cuantos Acólitos como él pueden decir que han luchado cuerpo a cuerpo con un Bahamut y siguieron con vida?

Casmir se acerca a la barra, dejando el lanzallamas a un lado y golpea la barra con su mano.

- Algo para aplacar esta sed, McCorman. La lucha me ha desgastado. - Dice el Avestita mientras señala con un dedo a Aron. - La de él corre por mi cuenta, camarero. -

 Aron apoya su espalda en la pared, sentado en el taburete, y saluda a Travis.

 - Sí, que bueno seguir vivio. Para continuar plantando cara a estos bichos.

Dice con tono neutro el soldado y da otro trago de su bebida.

Jenna hace acto de presencia justo para oír cómo Travis invita a Aron. Una sonrisa de medio lado se dibuja en sus labios mientras apoya el trasero en uno de los taburetes.

- ¿Me has echado de menos, Cormy?

Pregunta bromeando aunque su mirada sigue siendo seria y distante... a excepción de una pequeña chispa de traviesa maldad que aparece aparecer al mirar de reojo al sacerdote y dirigir un saludo personalizado para él.

- Oh, tranquilo corazón... La mía me la pago yo.

Probablemente Travis no fuera a invitarla. Probablemente la ignoraría. Pero el avestista había tocado una pequeña fibra sensible en la joven durante la misión, y aunque en aquel momento se había controlado... Bueno... Ella nunca ha negado que las mujeres fueran rencorosas.

- ¿Qué hay, Harder?

Saluda a este último con una respetuosa inclinación de cabeza. Contra él, no tenía nada.

 Harder levanta un poco la jarra a modo de saludo a Lynch.

 - Hola, Lynch.- Dice parco en palabras el soldado.

 Al final, tras unos instantes habla de nuevo.

 - Los superiores os han contado algo acerca de los resultados de la misión? No es que quiera entrometerme... pero fue todo muy extraño.

McCorman sirve las cervezas al grupo. Luce su mejor sonrisa, evidenciando que está contento de verlos vivos a todos.

 Al parecer los ánimos de sus compañeros eran similares a los que sentía el propio Aron, este, en silencio terminó el contenido de su jarra.

 - Tengo algunos asuntos que atender. Nos vemos más tarde.

 Sin decir nada más, el escueto Harder, se despide de los presentes para atender sus asuntos.

 Una vez fuera de la taberna, el soldado Aron va en busca del capitán Tanhauser.

 Sus pasos le conducen hacia las dependencias donde se encuantra el despacho del capitán, con la esperanza de encontrarle allí. De no ser el caso su secretario tal vez le pudiera orientar para dar con el viejo capitán.

 Una duda le angustiaba, y quería tratar el asunto cuanto antes. Durante el pequeño trayecto hacia las dependencias, ensayo mentalmente como sería la forma más adecuada para abordar el tema. Harder nunca había sido especialmente bueno con las palabras, eso le complicaba un poco más la ya de por si embarazosa situación... Pero es lo que debo hacer y punto.

- Creo que a Verner lo han enviado otra vez de misión. Maldito suertudo. Dice Travis mientras se bebe de un trago lo que le habían servido y pide otra copa para apagar su sed. - Oye, Cormac, ¿has visto a mi jefe por aquí? Tengo que hablar unas palabritas con él, cosas de la misión y tonterías de esas. Ya sabes, informes y cosas así.

Travis se acomodó en la silla cuando el camarero le sirvió otra copa y giró la misma para mirar a Jenna que le había saludado hace un momento.

- Y aunque ella no lo pueda creer, la suya también corre por mi cuenta, Phillip. Por que, aunque sea una hereje que se pasa todo el día con esos aparatos que nadie entiende salvo ella, ha luchado codo a codo conmigo y por más que me pese, eso tengo que reconocerlo. - Exclama el Avestita mirando a la morena. - Y quién sabe, tal vez nos toque salir de nuevo en el mismo equipo.

Y no quiero que me claven un puñal por la espalda. No, no.

Tanhauser está en su despacho. El viejo capitán está mirando un mapa a escala de la zona cercana a la Base Gulliver. Es una maqueta de una belleza tremenda, con árboles y poblados  cuidadosamente detallados, que ocupa un espacio aproximado de diez metros de largo por cuatro de ancho. Aron escuchó alguna vez que esa maqueta la hizo el hijo de Tanhauser, que es cartógrafo Imperial. El soldado nunca ha visto al hijo del capitán pero sabe que de vez en cuando, durante sus viajes interestelares, pasa por Estigma para visitar a su padre. Nadie habla nunca de la señora Tanhauser. Quizás ya no viva o quizás, como le ha pasado a otros muchos soldados, le haya abandonado por alguien con un trabajo más seguro o estable.

El capitán se gira hacia Aron cuando entra y responde al saludo del soldado:

- Descanse joven, que se lo tiene bien merecido. He leído los informes: enhorabuena. Han salido de una pieza... Ha sido una pena lo del VT pero prefiero perder un trozo de chatarra que a cuatro de mis hombres. ¿Qué le trae ahora por aquí?

 A pesar de que procuraba mantener su rostro sereno, sus enormes manos espretujaban con cierto nerviosismo la gorra que formaba parte del uniforme militar, que se había descubierto ante la presencia de un superior.

 Cuando el capitán le permitió adoptar posición de descano, le obedeció, pero no podía eliminar una rigidez que sentía. Ciertamente parecía algo angustiado.

 - Señor, vera...- Tan solo un hilo de voz salió de sus labios. Se sorprendió ante su propio comportamiento. Tras un agitar brevemente la cabeza empezó de nuevo.- Señor, quisiera informarle de algo sucedido durante la misión ECO, señor.- Este segundo comienzo estaba más acorde a la situación.

 Tras un breve pausa esperando a que el capitán Tanhauser le diera permiso para proseguir, el soldado Harder prosiguió.

 - Señor, durante la misión, poco después de internarse el grupo en el bunquer. Nos topamos con el primer cadáver, un soldado. Mostraba aspecto de yacer muerto hacía meses, su cuerpo mostraba signos avanzados de descomposición...- Hizo una breve pausa no sabiendo como proseguir.- A pesar de que acudo al razocino cada vez que recuero la escena no puedo comprender lo que me sucedió seguidamente...- Esto último lo dijo con cierto titubeo. Para continuar con un tono de voz más firme- El caso es que parece ser que tuve ciertas alucinaciones, me pareció ver como si el cadáver del soldado tenía unos ojos vivos en sus putrefactas órvitas, y con esos ojos nos miraba a todos. A pesar de los comentarios de los comentarios del resto del grupo, no pude evitar destrozarle la cabeza al cadaver que no dejaba de mirarme. Señor.

 Tras esa declaración se hizo un silencio, el soldado se relaja a ojos vista. Se había quitado de encima un gran peso.

 - Señor, a pesar de que me avergüence profundamente el comportamiento que mostré, no puedo dejar creer que lo que vi me pareció totalmente real. Señor- Hace una breve pausa.- Creía oportuno informarle de este suceso, señor. A pesar de que me incomoda ofrecer esta rebelación, considero más importante la misión y el cometido de los soldados en la base Gulliver, como para manterner en silencio este hecho y arriesgarme a representar un peligro en futuras misiones. Señor.

 El soldado de más de dos metros quince se quedó en silencio, esperando una respuesta por parte del capitán Tanhauser ante toda esta locura expuesta.