Partida Rol por web

Media hora más tarde Tanhauser, Morrigan y Gregory estan junto a la muralla norte. Las murallas que rodean Gulliver son enormes bastiones de más de doce metros de altura, con pasos elevados vigilados de forma constante. Nunca se ha dado un intento de ataque de los simbiontes tan lejos de la línea pero el lema de de Gulliver es: siempre alerta.

Sin embargo el destino de Morrigan y Gregory no son las altas murallas sino el subsuelo. El capitán Tanhauser acaba de abrir las enormes compuertas de metal que conducen a los túneles de mantenimiento subterráneos. Allí informa a sus dos hombres de la misión:

- Se trata de un mantenimiento rutinario. Morrigan: según nos han informado desde la sala de control las células 26 y 29 han dejado de producir energía. Suponen que ha sido un corte del cableado. Ya sabes que significa eso ¿no? Probablemente habrá algunas Ratas de Casco jodiendo la circuitería. Tu misión es reparar esas células rápidamente... Y la tuya,- dice mirando a Gregory - es que las Ratas no molesten... y si molestan exterminarlas. Fácil ¿no? Pues venga, quiero esas células de energía funcionando antes de una hora.

Ambos hombres miran el túnel que se adentraba en la oscuridad. Ratas de Casco: estas criaturas son como las ratas normales pero muchísimo más agresivas. El problema es que su dentadura es capaz de comerse hasta el acero... Cuando suben a una nave espacial son un verdadero problema ya que son capaces de cargarse hasta un generador de Salto. Morrigan va desarmado, llevando sólo la linterna y mochila de equipo, así que Gregory comprueba sus armas. No se debe subestimar a un enemigo pequeño...

Siguiendo al capitán por las callejas de Gulliver, Greg se preguntó que sería aquello para lo que necesitarian a un mecánico y a un soldado entre los muros de la Base. Maldita sea. Källstrom odiaba los subsuelos, alguna vez le había tocado hacer limpieza por ahí abajo, y era peor que ir a combatir contra los simbiontes. Por muy rápidos que fueran, a los simbiontes se les veía. Sin embargo las ratas, tan rapidas como eran y ademas por los tuneles tan estrechos, con tantas desviaciones y con alto grado de porqueria, podian atacar de forma eficaz sin que siquiera te dieses cuenta.

-Entendido Capitán.

Más tarde cuando, Gregory y Morrigan hubiesen bajado.

- ¿Prefieres que vaya delante abriendote camino, o detrás vigilando la retaguardia?

Seguramente le tocara ir detras, no tenía ni idea de como llegar hasta las células 26 y 29. Y cuanto antes acabaran aquel trabajito, mejor. Sabía que su destino no era morir en las fauces de una rata, por muy grande que esta fuera.

- Detrás, yo abro camino.- contesta lacónicamente Morrigan mientras enciende su linterna y apunta hacia el interior del túnel.

Gregory asiente y prepara su subfusil. El túnel por el que descienden es amplio y permite al soldado situarse a un par de metros por detrás pero cubriendo el área que hay alrededor de Morrigan. Los ojos de Källstrom repasan una y otra vez los tubos de metal que recubren todas las paredes, esperando ver en cualquier momento el hocico de una de esas malditas alimañas. El técnico, que avanza delante, lo hace con soltura, acostumbrado a recorrer este lugar. ¡Y tanto! Tras una docena de cruces entre túneles a Gregory le queda claro que salir de aquí no será sencillo si es con la ayuda de su silencioso acompañante.

Finalmente, tras casi diez minutos de dar vueltas por los pasillos, Morrigan se detiene frente a en enorme bloque de metal. En sus paneles hay pintados los números 25-30. El técnico deja en el suelo la linterna y comienza a revisar el cableado que hay detrás del mismo.

- Humf... Esto no lo han hecho las Ratas de Casco.

No añade nada más, sino que simplemente se pone a soldar ayudado de sus herramientas.

La linterna en el suelo alumbra el trabajo de Morrigan, por lo que Gregory lo tiene difícil para atisbar entre las sombras que los rodean. Sólo espera que el técnico acabe pronto y... un momento. ¿Ha visto un destello de luz al final del pasillo? El soldado apunta hacia aquella dirección... ¿Quizás algún terminal o maquinaria con una lamparita ha lanzado un destello? Pero ahora sólo hay oscuridad nuevamente.

No le gustaba el silencio. El que solo se pudiera oir el sonsonete de los pasos y el ritmo constante de la respiración le estaba empezando a agobiar. Y más con aquella oscuridad, con un solo foco de luz, que era la linterna que llevaba Morrigan y que solo apuntaba el camino y nunca aquello que Gregory hubiera preferido revisar.

Pero llegaron a su destino sin ningun contratiempo. El mecánico parecía sentirse como en casa en aquel recorrido subterraneo. Si hubiera dependido de Greg, se hubiera perdido alli.

Tras las palabras de Morrigan, el soldado solo pudo especular. ¿Que podria haber hecho aquello si no eran las ratas? Algo captó su atención, un leve destello que le dejó en la retina la sensación de haber visto un pequeño relampago en la oscuridad. Entornando los parpados para intentar vislumbrar en la lejanía, no volvió a ver la luz.

La única luz de la que disponian estaba alumbrando a Morrigan para que este completara su trabajo. No podía dedicarse a buscar en la oscuridad algo que quizas hubiera sido producto de su mente. Hubiera sido del todo irresponsable dejar al mecánico solo y aventurarse por el camino a ciegas.

-Oye, Morrigan, ¿algo por aqui cerca puede dar luz? Algun piloto de encendido, pantalla de terminal...

- No.

El mecánico es fiel a su fama de poco hablador. Gregory mira nuevamente hacia el lugar de donde vino el destello: ahora reina la total oscuridad. De pronto una serie de luces se iluminan por el pasillo: son luces de emergencia, rojas.

- He devuelto la energía a la célula 26... La 29 me llevará unos minutos.

La tenue luz sirve para moverse en la penumbra, pero poco más. Gregory entorna los ojos intentando ver algo en el túnel, pero desde su posición es imposible.

Unas luces rojas se encienden, invitandole a continuar hacia el lugar de donde habia visto provenir el destello. No hace falta avisar a Morrigan, el lugar por el que habian venido no ha representado ningun problema, y Gregory no se alejará mucho.

Apuntando con el fusil de asalto y atento a cualquier sorpresa, se va acercando lentamente hacia el lugar. Resulta poco manejable usar un arma asi en un recinto como aquel, seguramente la pistola o el puñal fueran más eficaces, pero están a mano por si los necesita. Esto pasa por dejarme la espada en los barracones, maldice para sí.

Gregory se aproxima al lugar con cautela. En una de las tuberías hay un paquete pegado... ¡Joder! ¡Es un explosivo plástico con un contador! El soldado traga saliva: el temporizador está contando desde seis minutos hacia atrás. ¿Qué esta pasando?

El soldado sigue apuntando hacia la lucecita, incapaz de creer lo que estaba viendo. Como si en cualquier momento fuera a saltarle a la cara, se queda sorprendido. Gregory levanta el arma, pero sabe que de poco le va a servir aquello.

Levanta la voz, para que Morrigan pueda escucharle.

- Jefe, tenemos un problema, ¿sabes desactivar explosivos?

Aquello no tenía sentido. ¿Quien podría querer sabotear las instalaciones de la Base? Esta claro que los simbiontes no podian ser, nunca se arriesgan a acercarse tanto, por lo que el topo estaba dentro de las fronteras.

Morrigan abandona su puesto y se acerca al explosivo. El contador está en 5:30 pero el mecánico no se mueve, sólo lo observa fijamente, como si quisiera desactivarlo con su mirada. Luego, sin decir palabra, se acerca al paquete y corta uno de los cables. Gregory no tiene tiempo ni de ponerse nervioso. El contador se detiene en 5:05.

- Alguien ha intentado un sabotaje.- informa de lo evidente mientras regresa a su posición inicial y acaba de arreglar la célula de energía como si hubiera hablado del tiempo en lugar de una bomba de relojería que casi los hace saltar por los aires.

Las luces se encienden por todo el pasillo. El mecánico recoge sus cosas y Gregory, que todavía no ha apartado la vista del paquete explosivo, regresa junto a él. Tendrán que informar a Tanhauser.

Una hora más tarde Gregory está en los barracones. Mientras repasa el filo de su espada para la misión que tendrá que empezar mañana piensa en lo sucedido.

Tras salir de los túneles, por supuesto, informaron a Tanhauser de lo sucedido. El viejo capitán descendió con el marine y el mecánico para ver por si mismo el explosivo. Morrigan informó de que los cables de las células no habían sido carcomidos por ratas de casco, sino por una cuchilla. El plan parecía consistir en que alguien descendiese a los túneles para realizar la reparación y la bomba acabase con ellos... Pero ¿quién podría hacer eso? Sería impensable que los simbiontes se metiesen en la base Gulliver y además aquel no era su estilo. Los simbiontes no suelen usar tecnología humana, sino sus extraños aparatos biomecánicos. Por el momento y ante la falta de respuestas el capitán le pidió a ambos hombres total discreción.

Al parecer había más enemigos en Estigma que aquellos alienígenas...