Partida Rol por web

Tanhauser asiente. Nota la tensión del soldado, que se diluye levemente al verle sonreir:

- No se preocupe por nada soldado. No está usted loco.- su sonrisa se amplió - Según me notificó la doctora Rodson ese... trozo de piedra que trajeron ustedes de Eco provoca alteraciones psíquicas en quienes no están preparados. De hecho desde que la trajeron hubo varios casos de... alucinaciones entre el personal que estaba a su cuidado. Casi me alegro de que esos petrimetres del Imperio vinieran a por ella, aunque Rodson no esté de acuerdo. No sé si tiene poderes contra los simbiontes, y por su informe creo que sí, pero está claro que también afecta a la gente normal. Lo extraño es que no afecta a todo el mundo ni de forma contínua.

Se quedó mirando al soldado antes de añadir:

- Espero que esta información le tranquilice joven... y me alegra de que tenga los santos cojones de plantarse delante de mí para notificarme las dudas sobre su cordura. En realidad en este puto planeta todos estamos como cabras, sólo que algunos lo dismulan mucho mejor. Váyase tranquilo Harder y tenga por seguro que recordaré esta conversación. Los tiene bien puestos y es un excelente soldado. Puede retirarse.

- Nos vemos, Harder.

Se despide del soldado que se retira ya.

Pestañea un par de veces al escuchar las palabras de Casmir.

- Vaya, eso es todo un cumplido viniendo de un santurrón como tú.

A pesar de la sorpresa, enseguida vuelve su sonrisa irónica y su mirada fría habitual, mientras se da la vuelta en el taburete para apoyar la espalda y ambos codos en la barra, sujetando su jarra con una mano.

- Así que Verner ha vuelto a salir... Qué suerte tienen algunos...

Murmura antes de dar un nuevo trago.

 El rostro del soldado no puede ocultar la sensación de alivio que le producen las palabras de Tanhauser, al igual que su reacción.

 - Señor, gracias por prestarme su atención y hablarme con tanta franqueza. Señor. Me siento mucho más tranquilo. No le robo más tiempo Señor.- El soldado adopto posición de firmes y tras saludar de forma marcial, se va de las dependencias del capitán Tanhauser.

 Una vez a fuera, el joven se sorprende al sentir que ve la base con otros ojos, con otra mirada, no pareciéndole tan mal la situación de la base Gulliver. Una fugaz sonrisa afloró en sus labios y sus pasos le condujeron al gimnasio para canalizar las ganas y euforia en ejercicios.

Greg entra de nuevo en la taberna que se había convertido en su santuario. Allí podía olvidarse de todo.

-Que vacío está esto Mac, ponme algo fuerte, gracias.

- hola mc! a mi poneme algo fuerte de verdad! no como la leche chocolatada que le vas a servir a kallstrom jeje!

- ¡¿Dónde demonios está McCormac?! Por todos los Terabytes de esta sociedad, ¿es que el viejo Cormac ya no trabaja más en su taberna? ¿Qué ha pasado contigo, amigo? ¿Dónde estás? ¡Ponme una cerveza y otra aquí a mi compañero de aventuras! Brindemos por los caídos. - Grita a viva voz un hombre con el pelo largo y trenzas en él, y muchos adornos en cada una de ellas.

Se acerca a la barra con las manos alzadas al cielo, y vociferando a los cuatro vientos.

Parece como si estuviera sólo en la taberna, aunque hay uno o dos marines sentados en unas mesas, pero no dicen absolutamente nada.

- ¡Cormac! ¿Alguien sabe dónde está este jodido viejo? -

Sus ojos vivarachos miran en todas direcciones, buscando a alguien que le quiera responder, pero todos callan, por lo menos, lo hacen los dos marines que están sentados.

- Mudos. -

Rubeus tamborillea sobre la barra con sus grandes manos.

Parecen las de un herrero, ya que están llenas de callos y heridas, además de pelos sobre sus dedos ( que no en la palma ) y sus uñan parece que necesiten una manicura y una limpieza a la de ya.

El hombre tiene una complexión enorme, casi no cabe en el taburete y su espalda puede ser comparada con una de las puertas del barracón de oficiales. Por el contrario, es un poco bajo, pero lo que no tiene de largo, lo tiene de ancho.

Sobre sus hombros se pueden ver unos galones desgastados de sargento, aunque parece que uno de ellos está medio arrancado. Además, la camisa casi no le cierra por delante debido a la incipiente barriga que ha sido criada a base de las mejores cervezas del universo. Sobre su cuello se puede ver un colgante del cual pende una garra que cae sobre su pecho.

El hombretón se cansa de esperar y da un puñetazo sobre la mesa, haciendo saltar una de las jarras de la otra punta unos centímetros en el aire.

- La verdad... esto en mi época no pasaba. ¡Cormac! ¡Maldito bribón! ¡Dónde estás! -

Cormac sale cansinamente de detrás del almacén que hay tras la barra. Al ver allí sentado al gigantón lanza una exclamación de sorpresa y luego se acerca para dar una fuerte palmada en su hombro:

- ¡Por todos los agujeros de Groniaks que puede haber en el universo! ¡Pero si es el mismísimo Rubeus Casmir! ¿Pero tú no estabas en Delphi con el estirado de Kadaran? ¿Qué demonios haces de vuelta tan...

El rostro del viejo tabernero pierde la sonrisa al darse cuenta de que puede haber hecho traer de vuelta a Rubeus.

- Oh... lo siento.- dice bajando la voz - Es por lo de tu hermano ¿no? Te acompaño en el sentimiento... Travis era buen tipo. Me dijeron que salvó a su unidad con su acción...

- Eso dicen, viejo amigo, eso dicen. - 

El rostro de Rubeus parece entristecerse por un momento, sin embargo, a los dos segundos vuelve a sonreir como si nada hubiera pasado.

- Sí, he venido por él. De alguna manera, no me creeré nada de lo que diga Estigma hasta que no vea su cuerpo sin vida con mis propios ojos. He salido de allí en cuanto me enteré, tenías que ver a los Vorox, que felices estaban cuando les dije que me iba. Son unos cabrones cuando quieren los animalicos estos. -

El hermano mayor de Travis levanta su mano con la señal universal de una cerveza y mientras espera que el tabernero le ponga una jarra de litro, mira a su alrededor.

- Esto está muy vacío. Recuerdo hace años cuando esto bullía de vida. Está un poco muerto ahora, ¿no? ¿O están todos los soldados de misión? ¿Todavía está vivo el novato de Battles? -

En ese momento hace su aparición Jenna. Hacía tiempo que no se la veía por la taberna, desde su última misión. Todo el mundo en Estigma sabía que la ingeniera y el avestita tenían sus más y sus menos, así que para algunos era extraño que alguien como Jenna, con la frialdad que solía mostrar siempre, se viera mínimamente afectada por la pérdida. La mayoría ni siquiera lo han notado y quien sí lo ha hecho ha preferido mantenerse al margen. Nadie sabía cómo iba a reaccionar la morena ante aquel tema.

Saludando con un gesto de cabeza a los habituales, Jenna se sienta a la barra, en el taburete de siempre, esperando a que Cormac sirva su bebida de siempre.

- ¿Qué hay, Cormy?

Pregunta sin demasiado entusiasmo y con una escueta sonrisa cuando éste la atiende. Enseguida su atención se vuelca sobre la jarra que tiene delante, bajando la vista hacia ella.

Casmir se giró al escuchar una voz aguda y fina al otro lado de la barra. Por un momento, pensó que era una camarera, pero cuando se giró y vió las insignias de misión sobre los hombros de la mujer, su rostro se contorneó hasta convertirse en una mueca de asombro. Asombro por ver a una mujer en estos lugares, lugares en los que antes, una persona con un par de tetas saldría corriendo al ver la "calidad" de los parroquianos.

Rubeus sonrió y bebió un gran sorbo de su cerveza, terminándosela de una tacada.

- Ahora resulta que Cormac deja entrar a mujeres a la Taberna. Sí que los tiempos han cambiado, sí. - Dijo dejando la jarra a un lado y girándose hacia la morena.

Mientras esperaba que le pusieran otra, el mayor de los Casmir le sonrió a la recién llegada y le tendió su enorme mano.

- Soy Rubeus, ¿hace mucho que estás por Estigma? -

Jenna da un trago y deja la jarra en la mesa, antes de girarse a mirar a Rubeus. Ni siquiera se había percatado de que había alguien nuevo por allí. Su mirada fría examina al que para ella es un desconocido y se detiene en su mano extendida. Por un instante parece considerar la idea de ignorarlo, pero termina estrechándola sin siquiera saber por qué.

- Jenna Lynch. -Sus manos son finas y delicadas, pero el apretón muestra firmeza y nada de debilidad- El suficiente para haber aprendido a cuidarme sola.

Intentando alejar su mente de los oscuros pensamientos a los que tendía últimamente, la morena esboza aquella amistosa sonrisa que nunca ha llegado a sus ojos. Aquella que dedica a todo aquel que se cruca con ella, mientras su mirada avisa de que sigue guardando distancias.

- ¿Y qué haces tú por aquí? No tienes pinta de novato...

¿Así que esta es Lynch?

Me había dicho que estaba buena, pero no creía que para tanto.

Aunque un poco seca si es. En eso te doy toda la razón, hermanito.

Pero un polvo o dos tiene.

- ¿Novato? No, no tengo pinta de novato. Soy un viejo conocido de por aquí hasta que encontré a un buen amigo, montamos un negocio, mi amigo Vorox se enfadó conmigo por que decía que le quitaba las mujeres y terminamos abruptamente nuestra relación laboral. - Comentó Rubeus mientras seguía con su mano aferrada a la de Jenna. - Y ahora, he salido de mi letargo por que tengo cosas que hacer por aquí. ¿Sigue el Tanhauser al mando de la escoria de aquí? Supongo que ahora será General o algo, después de todos estos años. -

Casmir le soltó la mano, sólo por que otra jarra de cerveza apareció en su campo de visión.

- Así que si, supongo que volveré al servicio activo otra vez, por lo menos hasta que me quite una espinita que tengo clavada aquí... - Se tocó con los dedos su corazón. - ... y cuando me la desclave, podré volver al agujero de dónde he salido. -

 La mujer entró en la taberna y miró a su alrededor. En efecto el lugar era tan sordido como le habian indicado, pero era de esperar. Al parecer en aquella taberna estarían sus futuros compañeros.La mayoria soldados...tios duros capaces de cazar a un simbionte a golpes o de soportar una lluvia de esporas. Bueno mejor aun, seguramente ella tendría trabajo ayudando a todos estos soldados con sus heridas.

Se adelanto unos pasos y cruzo la taberna hasta llegar a la barra donde un soldado entrado en años intentaba "simpatizar" con una joven con aspecto temerario. 

Espero a que el tabernero, el tal McCorman del que tanto había oido hablar en Karma, se acercara a ella.

-Algo suave jefe, acabo de llegar...

Casmir se giró hacia la recién llegada y suspiró.

Si que han cambiado los tiempos, si.

Después, miró a la morena que tenía al lado y frunció el ceño.

- Cormac, ¡Cormac, animalico! Ponme una jarra para mí y otra para mi amiga, que creo que tenemos mucho de que hablar. - Dijo el enorme y orondo Rubeus levantando una mano al aire.

Las jarras no tardaron en aparecer.

- Señorita Lynch, ahora que hemos compartido una cerveza y otra viene en camino, me presentaré como corresponde. Soy el Sargento retirado Rubeus Casmir, a su servicio. -

Jenna devuelve su mano a la jarra ofrecida por Cormy una vez liberada de nuevo.

- ¿Tanhauser? Es nuestro Capitán. -Explica, enarcando una ceja y sonriendo de forma divertida- Una de dos: O sois muy amigos o no debes apreciar tu vida... ¿A qué se debe tanta confianza con el Capitán?

Pregunta tomando un trago de su jarra sin dejar de mirar a Casmir con sus oscuros ojos.

La respuesta a su pregunta llega enseguida, y la morena no puede disimular que casi escupe la cerveza que tenía en la boca. Llevándose una mano a los labios, húmedos del brebaje que había intentado escapar, mira ahora sorprendida a su interlocutor.

- ¿Casmir? ¿Ha dicho Casmir?

Nunca había imaginado que Travis tuviera un hermano. De hecho, nunca había hablado con él de nada importante. Pero que encima su hermano fuera completamente contrario a él... "Quizá está tan mal de la cabeza como él... pero eso no lo veré hasta que compartamos misión...".

Una vez recuperada de la sorpresa, Jenna vuelve a sonreir de medio lado. Una de esas sonrisas que no llegan a sus ojos.

- Imagino que la espina que comentabas antes, está relacionada con el "Santito"... ¿correcto?

El sargento no puede evitar soltar una carcajada cuando escucha lo de Tanhausser.

¿Capitán? ¿Todavía es Capitán?

Se llevó una mano a la barriga y con la otra se aferró a la mesa para no caerse de la risa y cuando las lágrimas comenzaron a asomar por sus ojos, se las enjugo con el dorso de la mano.

- ¿Todavía Capitán? Juas, juas, juas. Claro, se habrá metido en alguna mierda de esas o no se la ha chupado bien al Comandante y por eso sigue allí, en el mismo puesto que hace diez años. Capitán... ay... cuando lo vea... buenoooooo, cuando me vea se le caerá la dentadura postiza. - Exclamó el hermano de Travis mientras reía.

Aunque el rostro cambió de risueño a serio cuando escucha a Jenna hablar de su hermano.

¿El Santito? ¿Le ha dicho el Santito?

Bueno, no puede ser otro que mi hermano. Jodido Avestita.

- Si dices "Santito" y con ese retintín en la voz, sólo te puedes referir a un sólo santito... y si, esa es la espina que llevo clavada. Travis es mi hermano. Por él estoy aquí. Y tú... ¿has luchado con él? -

Jenna baja la mirada y traga saliva. ¿Qué debía responder? ¿Que fue ella quien convenció al resto del equipo de que sabría apañárselas solo? ¿Que fue ella quien lo dejó tirado cuando...?

Si es que todavía parece imposible...

- Luché junto a él. Varias veces. -Confiesa por fin, antes de levantar la mirada y clavarla en el mayor de los Casmir- Y estaba allí cuando todo ocurrió.

No sabía cómo afirmarlo. No había hablado del tema desde que ocurrió. No más de lo estrictamente necesario. Recordaba perfectamente aquel momento, y estaba segura de que no lo olvidaría jamás.

Tampoco sabía como reaccionaría Rubeus. ¿La culparía de haberlo dejado allí? Ella estaba cumpliendo órdenes, pero... no fue aquel el motivo por el que salió de aquella cueva sin él. Ella había creído en él. En él y, por unos momentos, había llegado a creer que quizá Pancreator existía y que lo protegería. Ahora se culpaba por haber creído algo así... Y nunca se lo perdonaría. Nunca más volvería a traicionar sus propias creencias. Nunca más volvería a confiar ciegamente en otra persona.

Rubeus escuchó con tranquilidad las palabras de la morena, mientras bebía su cerveza y dejaba la jarra vacía sobre la barra. Ya era la tercera y todavía estaba entero, aunque tras unas más, no se sabía lo que podía pasar con el hombretón que estaba allí sentado. Pero la revelación de una mujer, la mujer que estaba sentada a su lado, diciendo que conoció a Travis y que luchó junto a él en su última batalla, lo sorprendió.

- Entonces sabes muy bien como era, y dónde cayó. Y si lo conoces tan bien como yo, sabes que lucharía hasta al final. - Dijo Casmir con una sonrisa. - Así que entenderás, que sus dos hermanos intenten saber que pasó en realidad y además, intenten recuperar su cuerpo, ya que si no veo el cuerpo, no me creeré que está muerto. -

Y eso era todo.

Esa era su búsqueda y la razón por la que estaba aquí nuevamente.

- Y sí, conosco a Tanhausser desde hace rato. Y él también me conoce a mí, claro. Será un buen reencuentro, te lo aseguro. -