Partida Rol por web

Gregory tambien busca con que poder controlar el fuego, nada parece ser de utilidad. El sonido tan conocido de las turbinas penetra en los oidos de Källstrom, ya había conseguido recuperar casi toda su capacidad de escucha.

-La radio la lleva Armando, por lo que no podemos comunicarnos. Lo mejor que podemos hacer es alejarnos de aquí- dice mientras mire el cielo.

El soldado mira al viejo que había disparado Lucas. Parece respirar. Bueno, dentro de lo malo, al menos no esta muerto. Se acerca a él e intenta cargarle a la espalda. Si pesa demasiado, pide ayuda a Kris. Cuando estan a salvo, revisaría las heridas buscando alguna grave.

En el momento en que Abe se asoma un movimiento tras él llama su atención. Girándose apunta hacia la maleza ¡donde ve que aparece Sailor! Lanzándole una maldición le indica que se agache mientras busca la posición de Curtis Molan. Battles está dispuesto, con la granada en la mano, pero Abe mira hacia un lado y otro sin ver la posición de su enemigo. Coge una piedra y la tira al aire. ¡Nada! ¡Maldita sea! ¡Ha aprovechado la cobertura de fuego para huir! 

Media hora más tarde están todos nuevamente reunidos en Cañón Esperanza.

Abe, Battles y Sailor no dieron con el rastro de Molan, como si simplemente se esfumara en medio de la selva. Ni una huella, ni marcas, nada... Al regresar a Cañón Esperanza para informar les esperaba una nueva sorpresa: un destacamento de soldados acababa de tomar el asentamiento. Ayudaban a Kris y Greg a apagar las llamas y se repartían por las posiciones atendiendo las órdenes del oficial Crain. Crain era un tipo duro, curtido tras años en el frente, y probablemente aquella misión de rescate no le complacía demasiado. No se molestaba demasiado en disimularlo...

La parte buena era que los nobles estaban a salvo y a puntos de ser evacuados. Una unidad iría en busca del poblado rebelde de los fanáticos. Kris, Armando, Källstrom y Sule irían en cabeza...

EPÍLOGO

El capitán Tanhauser revisa los informes de la misión. Palabras, palabras y más palabras para señalar un único hecho: un maldito grupo de rebeldes estaba operando en su zona y no habían sido capturados. Sí: habían encontrado en el campamento algunas mujeres y niños, además de algunos colonos de Cañón Esperanza que se cagaron por los pantalones al ver llegar a los soldados. Pero ningún lider, ningún soldado... ¿Cuántos eran? Dato desconocido. ¿Qué coño querían? Dato desconocido. ¿De dónde habían sacado las armas? Dato desconocido. ¿Quién cojones era ese maldito Curtis Molan, que había puesto en jaque a una de sus unidades? Sin información. Tanhauser golpeó la mesa al dejar los papeles. Ese tipo de cosas eran las que le desquiciaban. ¡Es que nadie se daba cuenta de que la humanidad se lo jugaba todo contra los simbiontes! ¿A qué mierda venían esas revoluciones por la igualdad y demás chorradas? Lo prioritario era eliminar a los simbiontes, luego ya habría tiempo de perder el tiempo peleando por los derechos sociales y toda esa mierda.

Llamaron a la puerta y cuando Tanhauser dio el permiso ésta se abrió. En el umbral estaba Lucius Van Derbrae, el capitán de los aurigas. La relación entre ambos mandos era normalmente tensa, pero ahora mismo parecía que tenían una tregua:

- Feo asunto lo de las rebeliones civiles.- dijo Lucius sirviéndose una copa del whisky que Tanhauser guardaba para las visitas oficiosas

- Muy feo. ¿Han visto algo tus hombres?

- Nada.- Lucius le tendió la copa a Tanhauser mientras se servía otra - Pero la selva es un manto espeso. Si son una unidad pequeña no los localizaremos ni con vuelos rasantes. Habrá que esperar a que actúen de nuevo. ¿Cómo están los nobles? ¿Cómo se lo han tomado?

- La Decados es una arpía.- el viejo general rió - Quería pasar por la piedra a toda la población pero pudimos hacerla entrar en razón. El Hazat se lo tomó con más filosofía... Me jode por Jeff... Creo que va a pagar el pato por todo esto pero la verdad ¿cómo no se le ocurrió avisar? En fin. El caso es que en breve Cañón Esperanza será de los Decados.

- ¿Y que harán?

- Nada. Los Decados son unos sádicos dementes pero entienden que la mano de obra no crece de los árboles. Pero aprovecharán para desplegar tropas de su Casa en Cañón Esperanza.

- Vaya mierda. ¿Y no podemos impedirlo? 

- No. Es su territorio y tienen motivos para temer una nueva revuelta. Nosotros no podemos destinar unidades en Cañón Esperanza. Bastante tenemos con los Simbiontes.

- Joder, al final va a ser que ese cabrón de Molan les ha hecho un favor a los Decados ¿no? Va a ser el primer despliegue de una Casa Mayor en Estigma. Un ejército que no sirve directamente al Emperador.

- ¿No lo has pensado? A mi me hace sospechar bastante... Tantos años sin un problema y ahora de repente, justo cuando Cañón Esperanza pasa a manos de Decados, se arma una revuelta.

- Sí. Lo he pensado. Es posible que los propios Decados hayan orquestado todo esto pero ¿con qué fin? Mientras los simbiontes estén activos Estigma es un feudo envenenado...

- ¿Y si ellos saben algo que nosotros desconocemos? Joder, no lo sé, los Decados son tan retorcidos. 

- ¿Qué has hecho con los chicos de la unidad?

- Nada.

- ¿Nada? ¿No vas a castigarlos por la que han armado?

- ¿Qué han armado? ¿Crees que ha sido culpa de ellos? Mantuvieron a salvo a los nobles e hicieron huir al rebelde. No fue tan mal la cosa. Peor sería que  Molan pudiera usar a los de Cañón Esperanza como escudos humanos o dinamitarlo todo... No sé. Podía ser peor.

- Eso es lo malo.- dijo Lucius acabándose la copa.

- ¿Lo qué?

- Que siempre puede ser peor.

Ambos hombres quedaron en silencio mirando el informe sobre la mesa.

FIN DEL CAPÍTULO 02: MANTENED LA FE