Partida Rol por web

-Deberíamos intentar perderles, sólo por que no sepan nuestro siguiente movimiento.

Hadyn mira a su alrededor, sabe que lo más importante es proteger el libro, y a Jenna.

-Id vosotros delante, yo cubriré la retaguardia.

Entrecierra los ojos, ella sí conoce bien las callejuelas de Karma, pero es consciente que la seguridad es prioritaria, aunque tarden un poco más.

Jenna se encoge de hombros y sonríe de medio lado, intentando quitarle hierro al asunto.

- Vosotros sois los expertos en este tipo de asuntos.

Cuando ambos se han puesto de acuerdo, la ingeniera se pone en marcha.

- Pues venga... cuanto antes pongamos esta cosa a salvo, mejor.

Dicho esto, espera a que Källstrom se ponga en marcha para caminar junto a él. Con un poco de suerte, sus seguidores no serían tan estúpidos como para montar un altercado en mitad de las calles de Karma. Al menos eso esperaba... No solo ya por su seguridad, sino por quienes pudieran acudir en su "ayuda". Una cosa sí tenía clara. No podían confiar la existencia del códice, ni su situación, a nadie. A nadie más que a Pollux.

-De acuerdo, vamos

El soldado empieza a andar junto a Jenna.

-Tu guías, se me da fatal callejear- dice haciendo una mueca de disgusto. Fuera de la base, se sentía patoso, fuera de lugar.

-¿Habéis podido echarle una ojeada?- no hacía falta decir a qué se refería.

Mientras Jenna y Gregory se adelantan Hadyn se detiene en su paso para quedar en la retaguardia. Mira hacia los tejados intentando ver al misterioso desconocido pero no descubre nada. Siempre vigilante sigue a sus compañeros.

El trío se mezcla con la gente en la calle principal. Avanza a buen paso, sin sorpresas. Cuando se está aproximando a la zona del cuartel de pronto un par de figuras destacan entre las demás: es Pollux, que camina charlando acompañado de Rubeus. Ambos caminan aparentemente en dirección al edificio principal del cuartel.

Una figura encapuchada acompañada de un individuo de aspecto rudo corta el paso a Pollux y su acompañante. Parece dirigirse al sargento Rubeus. El rostro del sargento refleja en un primer momento sorpresa y luego una desbordante alegría. Antes de que la figura embozada pueda evitarlo se abalanza sobre ella mientras la agita por los hombros, como si estuviese encantado de la noticia que le han transmitido.

Es entonces cuando la capucha del recién llegado cae hacia atrás. Es cuando los tres soldados que observan la escena sin que los demás se percaten quedan traspuestos. Porque el desconocido encapuchado no es otro más que Travis Casmir, el avestita al que todos daban por muerto tras la misión al otro lado de la línea.

Jenna sonríe de medio lado al ver a Pollux y Rubeus avanzar hacia ellos. Al final todo parecía ser más sencillo de lo que habían pensado. Estaba a punto de llamar su atención cuando algo ocurre...

- Lo... Lo sabía.

Frena en seco y se queda parada en medio de la calle mirando la escena, entre aturdida y aliviada. Sus sospechas no eran erróneas...

- Él... ¡Está vivo!

Exclama finalmente, más eufórica de lo que había estado en años, aunque sólo lo muestre con una sonrisa que curva por completo sus labios, y no sólo la parte derecha de estos.

Sin poder evitarlo, gira la cabeza hacia atrás, hacia Hadyn, esperando que ella hubiera visto lo mismo y, por lo tanto, se sintiera igual que ella. Sabía que su compañera había luchado contra la culpa durante tanto tiempo como ella.

El bulto que lleva bajo su brazo, y su peso, la devuelven a la realidad tras la sorpresa inicial. Como buena soldado, consigue controlar sus emociones y se acerca rápidamente al grupo de 3 hombres que tiene delante.

- Necesitamos hablar con vosotros. En privado. Ya.

Ni saludos, ni abrazos, ni sonrisas... Tan sólo una mirada a cada uno de ellos. Una mirada que se alarga más de la cuenta sobre el "santurrón".

Travis no tiene tiempo de contestar. Es Rubeus quien lo hace un tanto desconcertado:

- Un momento... ¿Qué está pasando aquí? Este tío acaba de regresar de entre los muertos... ¿Qué has dicho Travis? ¿Qué te ha salvado... un simbionte?

Es sólo mencionar esa palabra y notar como el ambiente se enfría. A nadie le escapa que la reacción inicial de Pollux, que está junto a Rubeus, es la de poner su mano sobre la culata de su arma.

- Si. Un Simbionte llamado Kisereth. - Dijo Travis más que tranquilo.

Miró a Jenna, y a Hadyn, dos de los soldados que acompañaron al Avestita en su última misión, por lo menos antes de que toda Estigma le de por muerto. Le guiñó un ojo a Jenna, y saludó con la mano a Hadyn y a Gregory.

- Me alegro que hayáis podido salir de allí sin problemas. - Les dijo recordando la última vez que las había visto. - Me alegro de verdad. -

Si.

El viejo acólito cascarrabias no parecía ser el mismo, pero en estos momentos, a él le importaba un pimiento.

- No creo que tenga mucho tiempo para contarte lo sucedido después de que me dieran por desaparecido en combate, pero este hombre me salvó y me cuidó, además de ayudarme a regresar aquí. Tengo que hablar con el Capitán... -

Miró al otro hombre y como se llevaba la mano a su arma y sonrió.

- Vamos, ¿tengo que convenceros a vosotros que no soy un Simbionte ni nada por el estilo? No me han infectado de ninguna manera, estoy sano, muy sano, así que tú... - Miró al gemelo. - deja la mano quieta. -

-Vaya, estás echo de pasta muy dura. O eso o tu dios te ha salvado. Aún así, es agradable volver a verte. Re-bienvenido al infierno- sonríe mientras se rasca una de las tantas costras.

Estando en las cercanías del cuartel no tenía por qué preocuparse, pero aún así, Greg se gira para ver si alguien se ha quedado vigilándoles.

-Lynch tiene razón, tenemos que buscar un sitio menos público. Ya nos contarás tus peripecias con el enemigo, Travis.

Arruga el entrecejo. No puede ser. Su mano inconscientemente se dirige a su pistola.

Estuvo allí, lo vio, fue de las últimas en salir, si Sailor, el maldito Sailor no la hubiera cogido, se hubiera quedado en esa maldita cueva.

Casmir.

Vivo.

Da igual que sus palabras sean normales, totalmente normales, cosas más raras se han visto ¿verdad? Y más con los putos simbiontes.

No, no pudo sobrevivir. Ni siquiera con la ayuda de Kisereth, Hadyn no sabe cómo reaccionar. Aunque ve a Lynch sonreir, a Rubeus incluso abrazar a su hermano menor.

Su mano no se aparta de la culata de la pistola mientras se acercan. La sonrisa de Linch se ha perdido, la de Nova nunca ha aparecido, mira de reojo a Gregory, luego a Rubeus.

-¿Quien nos dice que este es el santurrón y no un infectado?

- Te lo digo yo, Hadyn. - Dijo sonriendo Travis. - Si fuera un infectado, ¿voy a venir y deciros directamente que me ha salvado un Simbionte? Además, tú conoces a ese hombre, lo has visto en la cueva como yo. ¿Lo recuerdas? Es Kisereth. El que dejamos vivir el día que se me dio por desaparecido. No te preocupes, no soy un infectado, pero en algo tienes razón... ya no soy el mismo. -

Y si.

Algo había cambiado en el alma del sacerdote.

Aún mantenía su Fe en Pancreator, mas no en muchas personas en las que antes confiaba.

- Bueno, ¿qué? ¿Seguimos adelante? -

Rubeus pone una mano sobre el brazo de Pollux, que sigue aferrado a su arma.

- Conozco a mi hermano, demonios... Y si un simbionte ha tenido el mal gusto de infectarlo seré yo mismo quien le rebane el pescuezo.

Mira alrededor.

- Parece que hay demasiadas noticias que compartir. Será mejor que vayamos a un sitio más tranquilo... En cuanto a hablar con el capitán,- le dice a Travis - me temo que será imposible: está en una celda de confinamiento a la espera de su juicio sumario. No hemos logrado que nos permitan hablar con él... de momento.

Mira a Jeena y sus acompañantes:

- Vayamos a una pequeña casa que tengo al final de la calle... nadie sabe que es mía. Allí podremos charlar tranquilos y ponernos al día.

El gigantón que acompaña a Travis interviene por primera vez. Nadie lo conoce y su acento denota que es del norte, probablemente un leñador de Esperanza.

- Eh... tenemos que avisar a los otros, a Curtis y a Sailor... yo puedo ir a buscarlos.

Travis miró a su compañero y asintió.

- Sí. - Dijo sin más. - Es mejor que los vayas a buscar y los traigas aquí. Supongo que también tendrán cosas para contarnos y no creo que Jeena y los demás sepan de todo lo que se han perdido mientras yo estaba criando malvas, nunca mejor dicho. -

El pequeño de los Casmir, colocó su mano sobre el hombro del grandullón de su hermano y le guiñó un ojo.

- ¿Has hablado con Lara? - Le preguntó.

Hasta ahora, sus compañeros nunca habían oído hablar de la familia de Casmir y esta era la primera vez que nombraba a alguien... Lara. Su hermana pequeña.

Ernie asiente ante la indicación de Casmir. Rubeus le indica al gigantón cual es la dirección de la casa y luego conduce a los demás hacia el lugar mientras habla con su hermano. Se nota que todavía no se ha repuesto del shock:

- Sí. Esa maldita cría no tiene ni dos dedos de frente. Ha pedido el destino para este maldito planeta... espero que viendo como están las cosas no se lo concedan o ella recapacite... Las cosas se están poniendo muy complicadas aquí y no sé hasta que punto conservarán al personal civil si tal como parece comienza una nueva ofensiva más allá de la Línea.

Mientras charlan van calle abajo hasta llegar a un callejón por el que siguen a Rubeus. Pollux permanece en todo momento callado, sin quitarle el ojo de encima a Casmir. Los demás van en silencio esperando llegar al destino.

El destino resulta ser una pequeña casa de una planta situada al final de un callejón sin salida. Un lugar discreto al que todos acceden a través de una puerta desvencijada. Vista desde fuera la casa no parece más que el típico hogar de un mercader o un hombre libre. El interior tampoco revela sorpresas: una zona amplia que sirve de cocina, comedor y dormitorio y una puerta que probablemente conduzca a una letrina. El sitio está despejado. El único mobiliario lo forma una chimenea, una mesa de madera, una cama de paja y un gran arcón. Un par de ventanas en el frontal iluminan el interior.

- Pollux: mejor que permanezcas en el umbral. Este callejón no tiene salida y por detrás no hay acceso, así que si alguien quisiera seguirnos será fácilmente localizable si permaneces en la puerta.

El soldado rubio asiente.

- De acuerdo.- es lo único que contesta mientras permanece en el umbral, atento tanto al exterior como a la conversación de dentro.

Rubeus le tiende la única silla del mobiliario a Jeena:

- Bueno Jeena. ¿Puedes ir poniéndonos en antecedentes mientras esperamos al resto de los invitados?

Jenna se ha mantenido durante todo el camino detrás del santurrón-vivito-y-coleando sin quitarle el ojo de encima, ya no sorprendida, sino con suspicacia. ¿Qué diablos le habían hecho? Porque no, no parecía el mismo. No le hizo mucho caso al apretón que sintió en el pecho, aunque sospechaba que podía ser por darse cuenta de que habían perdido al Travis Casmir de siempre... y de que esta vez, no había esperanza que quedara en pie.

La pequeña caminata le sienta bien a sus ideas pues, una vez atraviesan el umbral de la puerta, no hay ni pizca de duda ni de ningún tipo de sentimiento en ella.

Cuando el mayor de los Casmir le ofrece empezar, contempla un instante a los presentes, para asegurarse de que no hay nadie de más.

Su brazo se tensa para sujetar mejor lo que sea que lleva escondido en el viejo saco que ha llevado a cuestas en todo momento. Un par de pasos firmes la colocan detrás de la silla, de pie.

- Seré breve. ¿Recuerdas la última misión que compartimos? ¿La charla que tuvimos y los documentos que guardé? Bien... -Añade, desenvolviendo su misterioso cargamento y mostrando, ante todos, "un tomo grueso, de unas cuatrocientas páginas, y del tamaño aproximado de una carpeta. Sus lomos son de madera forrada con cuero, aunque no hay ningún emblema, letra o símbolo en su superficie. La única decoración son las guardas de metal que cubren las esquinas y el marcador de tela rugosa que señala algún punto del medio del mismo".

- Creo que esto es igual de importante. -Dice esto mientras deja el libro en la silla y se inclina sobre él, para abrirlo por el marcador de tela, mirando de reojo a Travis y mostrando que la escritura está en un extraño lenguaje y, lo que llama la atención de todos, un grabado que ocupa la mitad de la página impar de esta parte. "Es una figura extraña: representa a un sacerdote que levanta en alto una piedra de color negro. A sus pies se retuercen varios demonios, como si la piedra los aterrorizase".- No entiendo nada de lo que pone ahí, pero seguro que a más de uno esa escena os resulta familiar.

La morena sabe que tanto ella como algunos de sus compañeros allí presentes recordarán a Travis con aquella extraña piedra negra en alto haciendo que los simbiontes se retorciesen convulsos a su paso.

- Y estoy segura de que es importante porque la persona que lo guardaba ha sido asesinada. Supuse que sí podía confiar en vosotros dos... -Añade, haciendo un gesto con la cabeza hacia el silencioso Pollux y apoyando las manos en el respaldo de la silla. Odiaba no saber de qué iba todo aquello... Pero suponía que aquel códice debía llegar cuanto antes a alguien que lo utilizara como debía. Sin intermediarios poco fiables de por medio. Tal y como viajaron los documentos que rescataron la última vez que estuvo en el campo de batalla.

- ¿Qué ha pedido el traslado aquí? Será idiota... - Dijo el mediano de los Casmir mientras miraba a Jenna esperando su explicación.

Cuando la muchacha terminó de relatar lo que sabía, se pasó la mano por la cara, rozando una de las cicatrices que le dejó el enorme simbionte de la primera misión, cariñosamente llamado "Morapio".

- Yo no entiendo una mierda de lo que dice este libro. Es más, podría jurar que en mi vida había visto un lenguaje de este tipo. No sé, no soy muy dado a la lectura, pero sigo sin comprender que pinta este libro con todo lo que está pasando. Si es la solución al problema Simbionte, no tengo ni la más remota idea. -

Miró detenidamente el libro y negó con la cabeza.

- No sé como puede ayudarnos, lo único que sé, es que tenemos que parar a los traidores que han metido a las "lechugas" entre nosotros. - Sentenció. - No voy a parar hasta que sean eliminados de la faz de este planeta. -

En el momento que Travis está hablando Pollux hace una señal. Jeena guarda el libro antes de que entren los recién llegados. Todos miran hacia la puerta: el enorme grandullón que acompañaba a Travis regresa con viejos conocidos. ¡Y uno de ellos es Curtis Molan! ¡El rebelde que había montado la sublevación en Cañón Esperanza! Tras él hay otro conocido de todos los presentes: Lucas Sailor. El descarado traficante parece estar siempre en todos los lugares donde sucede algo importante.

Pollux mira a Rubenous mientras deja pasar a los recién llegados:

- Vaya... Esta fiesta está empezando a estar muy concurrida.

Curtis se queda mirando a Pollux. Parece gratamente sorprendido:

- Tú eres Castor ¿no? ¿O Pollux? ¡Uno de los legendarios héroes de Estigma! - mira a Lucas y a Ted. Luego se vuelve de nuevo hacia Pollux - ¿Eres del Ojo? Al menos supongo que, según la fama que te precede, eres leal al Imperio ¿no? ¡Tengo información para vosotros que implica a los Decados en toda esta traición!