Partida Rol por web

Tulius sonrió ante la respuesta de su viejo amigo. Estaba mostrando una cara que nunca antes había visto en él. Ver llorar a aquel gigantón y no por pura rabia, era algo nuevo para él, aunque lo cierto era que desde que había regresado del submundo al que ahora parecía tocarle regresar aquel gran trasgo había cambiado mucho, parecía otra persona totalmente diferente.

- Oye Scip… - Tulius se contuvo. A punto estuvo de llamar a su compañero por su nombre de esclavo. - ¿No serán esas cuevas el lugar donde permaneciste encerrado durante tantos meses? – Tulius se detuvo a pensar unos instantes. – Si Dolfini está en lo cierto, estamos hablando de Angarkok. ¡El lugar donde permaneciste encerrado!

Aquella podía ser una nefasta noticia para el gran trasgo. Regresar al reino de Grubl III no era algo que nunca hubiera tenido en mente. El infierno al que se vio sometido bajo la garra de aquel tirano no se lo deseaba ni al peor de sus enemigos, pero todo parecía indicar que su regreso a ese lugar maldito estaba muy cercano. Siempre y cuando quisiera seguir adelante con la idea de rescatar a Elsabeth de las garras de ese malvado elfo  con poderes sobrenaturales.

- En parte es una buena noticia. – Dijo el miliciano. – Conoces mejor que nadie de los aquí presentes ese lugar y podrás hacernos de guía. Háblanos de él… - Sugirió Tulius. - ¿Para qué crees que el elfo lleva allí a la chica? – Preguntó intrigado.

- ¡No fastidies! ¡Otra vez en Angarkok! - exclamó el trasgo-humano, que no había caído en la cuenta de que ese reino subterráneo debajo del mar podría y probablemente era el reino trasgo de Grubl III. No quería recordar esa etapa aunque empezó a encajar fichas como los otros y además...

- Recuerdo bastante bien mi periplo por ese reino. Había el lugar de las excavaciones cerca de las celdas de los presos que trabajábamos allí. Esa zona estaba en contacto con las minas de mi anterior señor Lord Petrus Fillus. - Gorbagog decidió informar al grupo sobre su experiencia allí por si podía ser de ayuda. - después había un agujero en la roca muy grande y con unos pasillos laterales muy estrechos y resbaladizos que conducían a la capital del reino. 

- Allí se encontraba un templo con carácteres élficos, parecería que su amo y señor, a parte del trasgo Grubl III, fuese un elfo, al menos su cabezilla espiritual... - lo dejó allí. - seguramente se trate de ese elfo malévolo y manipulador.

- Lo de Elsabeth, no tengo ni idea de para qué la quiere. - sentenció.

-Como dice el buen Gorbagog, parece que la conexión del elfo con Agnarkok es más que clara- aseveró el norteño.

-Dime, ¿como podríamos llegar a ese templo élfico de la mejor manera sin ser vistos?
 

Descarto el responderle a Dolfini, lo que le había dicho Onara no era asunto suyo, de hecho de todos los que estaban allí solo le influía a ella y a Daito, y eso si Daito estaba aun dispuesto a hacerse cargo del bebe.

Fue hacía Daito y le susurro -tenemos que habar antes de ir a por Elsabeth, es muy urgente, y necesitaría un poco de intimidad- dijo mordiéndose el labio inferior preocupada.

-Lo cierto es que yo iba a pedirte por lo mismo... ¿Nos tomamos un momento?-Dijo buscando con la mirada algún lugar en el que poder tener intimidad junto con la pelirroja

Siguió a Daito, donde la guiase, no sabía que quería contarle él a ella, pero ya era irrelevante, había muchas cosas que hablar antes de esa nueva aventura a la que, quizás ella no lo acompañaría, quizás había resurgido la chispa de nuevo entre él y su antiguo amor, o quizás seguía interesado en ella, realmente eso ahora mismo daba igual, su hijo era su prioridad.

- Lo cierto es que yo logré escapar a través de un túnel que ascendía hasta la superficie y que desembocaba en una barbacana vigilada por soldados saukianos y algunos trasgos en diferentes puestos fronterizos. – Respondió el gran trasgo. – Para ir hasta allí deberíamos atravesar el mar de Tildas. Conozco una aldea donde me trataron muy bien… - Hizo una pequeña pausa recordando el incidente que casi le cuesta la vida a su llegada a al pequeño puerto pesquero de Lutus. – Lutus se llamaba aquel lugar. Eliroc Pataslargas, un anciano, el jefe de la aldea me salvó la vida. Esa es una posible entrada, la otra que conozco está en las minas de mi amo, pero fueron selladas tiempo atrás. La pega de la primera opción es la vigilancia. El túnel de Angrarkok está muy vigilado… - Apretó los puños, pues no creía que atravesar aquel túnel repleto de puestos fronterizos y patrullas fuera una opción real. – Sea como sea, una vez dentro hay que llegar a la ciudad del foso y creo recordar que el templo ésta en un subnivel de ésta…

En cuando encontraron una estancia en la que podían estar a solas, Daito cerró la puerta a su paso y se encaró con la pelirroja, encorvándose para poder poner sus ojos a la altura de los suyos.

su gran mano acarició la mejilla de la que había sido una de las más ptemidas piratas de Harvaka, pero que a sus ojos no era más que su amante y futura madre de un retoño que estaba complétamente dispuesto a criar como suyo.

-Soy consciente de que lo que te voy a pedir no te va a gustar...y hasta te lo tomes por un insulto. Pero no quiero evitar este trago para luego tener que arrepentirme el resto de mi vida.

Tragó saliva sin apartar ni un segundo su mirada de la de ella, si bien podría haber jurado que las pupilas del norteño temblaban.

-Tengo que rogarte que te quedes aquí... que no emprendas este último tramo de camino junto a mi, puesto que la vidente me ha prometido muerte o para mi o para el ser querdio que me acompañe...

Cerró los ojos con fuerza, frunciendo el ceño, para volver a abrirlos.

-No temo plantarle cara a la muerte porque se que soy capaz de vencerla. No temo profecía alguna cuando es mi destino el que está en juego, pero... no me veo capaz de afrontar aquello que te ponga a ti en juego...dijo, para después morderse el lábio, esperando la respuesta de ella.

Suspiro quizás aliviada -Yo te iba a decir algo parecido, la bruja también me ha dicho a mi que en mi futuro esta la muerte de mis seres queridos, y temo... -puso sus manso sobre su abultado ya vientre -no estoy segura de querer ir, no se si aún sigues dispuesto a cuidar de este niño, pero sin duda yo no quiero perderlo- lo miro -Daito han pasado muchas cosas desde que empezamos con todo esto y han cambiado muchas otras, yo... no quiero que sientas ninguna obligación, ni conmigo, ni con el bebe, pues realmente no la tienes- se mordió el labio esta vez ella -pero.... tampoco quiero dejarte ir, temo por lo que pueda pasarte, no lo soportaría, quiero quedarme, pero también quiero ir contigo- sintió que de sus ojos empezaban a emanar lagrimas.

Gentilmente, con su mano derecha acunó la mejilla de Nadja, y acercándola hacia él la besó con una pasión desmesurada a la vez que con una extraña delicadeza. Aquel beso se extendió en el tiempo varios segundos que a ambos se les hicieron eternos y efímeros a la vez.

Una vez se separaraon sus labios, con el pulgar limpió las lágrima de su mejilla derecha, mientras que posó con cuidado su mano derecha sobre la barriga de la pelirroja.

-Yo soy el padre de la criatura que está creciendo en tú interior. Eso no lo pongas en duda ni un instante. Y como padre que soy mi deber es el de mantener a mi hijo y a su madre a salvo.

Le acarició la mejilla húmeda adoptando una sonrisa casi paternal.

-Y nada en este mundo, ni en el mundo arcano ni en el divino va a poder impedir que vuelva a tus brazos. -Sus palabras desbordaban sinceridad y seguridad en si mismo. Sin duda estaba convencido de las palabras que salían por su boca.

Casi lloro aun más al escuchar la palabras del rubio norteño, esas palabras que no había estado segura de poder volver a escuchar, aun sin saber a ciencia cierta si el bebe seria suyo o no, se ocuparía de él, es mas decía con tanta confianza que era suyo que la pirata dudo si alguna vez había estado con otro hombre. Nunca había necesitado a nadie, había sido muy independiente y le había gustado su independencia, pero estos momentos con una experiencia tan nueva se sentía tan indefensa, tan asustada, que realmente  agradecía que el norteño se ofreciese a cuidar de ambos.

Acaricio la mejilla del norteño que la beso, y se dejo llevar disfrutando de los labios de este, que hacia tiempo que no probaba, habían estado quizás demasiado ocupados para ocuparse ambos de ambos y de su amor -Mas te vale volver, o iré al mismísimo infierno a por ti- le susurro.

-Lo se. Se limitó a decir, acompañando aquello de una sincera sonrisa.

Salio de la sala en la que se había retirado con Daito y dijo a los allí presentes -Os comunico que yo no iré a este viaje con vosotros- miro a todos unos a uno para ver sus expresiones y continuo -por razones obvias- acaricio su viente abultado ya a estas alturas -pero sabed que os dejo en las capaces manos del capitán Daito sin duda llegareis a buen puerto con él-