Anwalën parecía dormir plácidamente. Su respiración era normal y su aspecto general bueno. Al acercarse a él notó que su color de piel era el habitual y la herida no parecía estar infectada. Tocó sutilmente su frente sin percibir atisbos de calentura. Todo parecía estar saliendo bien tras el riesgo que habían asumido con aquel plan tan disparatado.
Recordó entonces que había salido a cubierta con dos claras intenciones de las que tan solo había satisfecho una. La primera había sido la de conseguir una impresión general de cómo estaba todo abordo tras el sangriento incidente de la sala de mando. La tranquilidad con la que la tripulación había asumido la muerte de sus superiores era pasmosa, aunque cabía todavía la posibilidad de que se estuviera tramando algo a espaldas suyas y del elfo.
La otra inquietud de Euyun no había sido saldada, pues deseaba saber en qué estado se encontraba Elsabeth. Aquella muchacha era vital para los planes de su maestro y debía estar en perfecto estado para cuando el ritual debiera llevarse a cabo. La charla con aquellos marineros había sido fructuosa, pero no obstante le había despistado de su segundo objetivo. Euyun trató de ponerse en pie efectuando el menor ruido y sin perturbar a Anwalën, no obstante no lo consiguió.
- Descansa, Euyun. – Dijo su maestro incorporándose en su lecho y efectuando un leve quejido de dolor. – Mi herida está curando bien. No debes preocuparte por ella. Las órdenes sobre Elsabeth han sido claras, querida. Está todo bajo control. No obstante, si mañana deseas conversar con ella no me opondré. – Hizo una pequeña pausa. - ¿Me explicarás ahora quien es Tamullah y por qué guarda nuestra puerta o debo sonsacárselo a tu preciosa mente?
Euyun dio un respingo al escuchar la voz de su amo. Estaba prácticamente segura de que no había hecho ni un solo ruido al entrar y hubiera jurado que Anwalën estaba completamente dormido. Dudaba que le hubiera despertado, pero todo podía ser. Más teniendo en cuenta las innumerables habilidades arcanas con las que contaba su maestro. Eran tantas que ni tan solo las conocía todas a esas alturas.
- Me has asustado... - Respondió la sureña llevándose la mano al pecho y esgrimiendo su mejor sonrisa. - Ciertamente no esperaba encontrarle despierto...
- Ven, pequeña... - El elfo se sentó en la cama dejando sitio a Euyun para que ocupara un espacio a su lado. Le mostró un lugar de la cama justo a su lado y lo golpeó dos veces, como si así demostrara la comodidad del lecho.
Lo cierto era que no necesitaba mucho para convencer a Euyun de que se acercara a él. Ya la tenía más que convencida. Realmente no había pasado demasiado tiempo desde que la reclutara en puerto Duartala, hasta ahora. Desde un primer momento supo de sus cualidades potenciales y desde luego no le había defraudado ni mucho menos, sino todo lo contrario. Había superado con creces cualquier expectativa que hubiera podido generar.
- Me gusta que tomes cierta iniciativa, Euyun. - Comentó el semidiós. - Pero en ocasiones te excedes. En otras eres irreverente. Y en otras simplemente sublime. Dime ahora... ¿Quién es Tamullah y que sabe?
- Debía descubrir qué está pasando abordo. - Respondió Euyun. - Que se planea, que se rumorea... - Chasqueó la lengua. - Necesitamos poner orden en el caos y...
Euyun tragó saliva. Sin duda alguna se notaba su nerviosismo. Ella misma sabía que la responsabilidad que había adquirido en poco tiempo era muy grande. Demasiada para una simple meretriz de puerto Duartala. Aunque lo que también había descubierto por sus propios medios y que antes de conocer a Anwalën no sabía, era que ella no era una simple prostituta de un puerto del sur. Su destino estaba ligado a aquel extraño ser y sería grandioso cuando la alcanzara.
- Delita me dijo una vez que... - Se sorprendió a sí misma llamado así a Madelenne, ese era por el que sólo podían llamarle sus más íntimas amistades, entre ellas Nadja. - Ten cerca a tus amigos, pero más a tus enemigos... - Sonrió. - Lo sé, la frase no es suya pero...
- Pero viene que ni pintada en estos momentos... - Concluyó el elfo la frase que Euyun dejó a medias. - Bien... aunque no has respondido a mi pregunta y no he tenido que leer tu mente, si le leo entre líneas. - Advirtió el elfo. - Tamullah es ahora tu hombre de confianza, aunque no lo conozcas de nada. Me parece bien... - Se encogió de hombros. - ¿En alguien hay que confiar, no? - No dejó que respondiera, aunque Euyun tampoco iba a hacerlo. - Eres humana. Entiendo tu precipitación. Vuestras vidas son como un suspiro en la eternidad. Yo he vivido muchas vidas humanas y he aprendido a esperar. Todo tiene su tiempo y si bien hasta ahora tu ímpetu a dirigido gran parte de nuestras decisiones, ahora que llegamos a la recta final... - Miró entonces a Euyun con la más pura severidad de su mirada vacía de oscuridad. - Te pido encarecidamente, que me dejes proceder a mí y consulta antes de obrar a tu libre albedrío. - En ese momento rebajó el tono de su mirada hacia uno mucho más complaciente. - Tranquila, Euyun. Lo has hecho bien, pero quiero estar informado de todo. Y ahora dime... ¿Qué has organizado a mis espaldas?
- Lo siento, mi amo... - Euyun bajó la mirada compungida. - Yo...
En ese preciso instante, Anwalën posó con suavidad dos de sus dedos bajó el mentón de Euyun levantando ligeramente su cabeza. Miró a aquella joven mujer y le dedicó media sonrisa. En ese preciso momento la besó con suavidad. Lo que experimentó Euyun en ese momento por un simple beso, fue algo indescriptible. Su cuerpo de llenó de energía y sintió vértigo a su vez. Todas las penas que acumulaba a sus espaldas desaparecieron de golpe y no pudo evitar sonreír mientras se iluminaban sus mejillas con un tono colorado que parecía ocultar el antiguo empleo de aquella sureña.
- Tranquila, preciosa... - Dijo Anwalën tranquilizando de golpe a la chica. - Ya te he dicho que ha sobrado con precipitación, pero que hasta el momento ha obrado bien. Dime ya lo que quiero saber...
- Está bien... - Suspiró aliviada. - Salí a cubierta. Mi intención no era la de tramar nada, pero al ver a los dos marineros atados al mástil y sus dos custodios... - Se encogió de hombros. - Vi una oportunidad de saber a que debíamos atenernos y la aproveché. - Tras aquella breve introducción cogió fuerzas para soltar todo lo que tenía que decir. - Hablé no con uno, sino con dos marineros. Tamullah, el joven que está a las puertas custodiando la entrada a nuestro camarote y Sibed, un veterano beodo del que me fío menos que del primero. Pretendo que sean mis ayudantes durante el resto de la travesía. Necesitamos a alguien para que se comunique con la tripulación y haga nuestros recados... ¿No? - Anwalën asintió y Euyun se vio con fuerzas para continuar. - Tamullah cuidará de que nadie nos moleste esta noche y Sibed reunirá a los tres marineros que podrían dirigir mejor a la tripulación tras las muertes... - Tragó saliva y viendo que Anwalën seguía fiel a su narrativa decidió concluir su historia. - Sibed conducirá a Ghaffik Muthar, Sami Wadad e Isa Keled a la sala de mandos de la nave a mediodía...
- Perfecto... - Dijo simplemente Anwalën y tras unos pocos segundos prosiguió. - Ni yo lo hubiera hecho mejor. - Desveló. - Es hora de dormir. Mañana será un día importante. Debemos estar descansados. Negociar con humanos es tedioso y creo que esos tres serán duros de roer. Espero equivocarme.
No hablaron mucho más. Se desearon buenas noches el uno al otro y en pocos segundos se sumieron en el más profundo de los sueños. Había sido un día muy duro, lleno de emociones y riesgos. Sin duda les había ido bastante bien para sus intereses, quizás demasiado bien. Posiblemente si seguían en esos momentos con vida, era por el miedo que despertaban sobre la tripulación, más que por lo convincentes que pudieran haber resultado sus palabras, pero fuera como fuera, el día había acabado y la clama de la noche marina les auguraba un reparador sueño.
Te toca Anwalën. Yo creo que podrías despertar con alguien golpeando la puerta cerca del mediodía. Tamullah o Sibed... o ambos. Y lo siguiente ya será la reunión en el puesto de mando.
No hace falta un gran post, simplemente como te despiertas, hablas con los moritos que os despiertan y vas al puesto de mando introduciendo lo que has ido a hacer alli.
Te doy permisos para que uses a Euyun, si quieres postear por ella tiene que seleccionarlo arriba en el post.