Partida Rol por web

Raymond se quedó callado. Miró fijamente a Darren, muy serio. Le caía bien el chico, le apreciaba, y en cierta manera sentía que se lo debía a su padre. Pero aquello había pasado de castaño a oscuro. Desde que entraron Mara y él por la puerta de la visita a la biblioteca se había estado comportando como un idiota. En otro momento lo dejaría pasar... seguramente. Pero no con la vida de Mara en juego, y menos después de haber prometido ayudarla.

Darren.

Empezó muy serio, como no lo había visto nunca.

Te lo voy a pedir una vez más. Ya no por tí, por Mara. Dime donde la has enviado y dejaré pasar todo lo que has estado haciendo desde que llegamos y cómo te has comportado.
Luego, si es lo que quieres, me marcharé y no volveré. Pero no vas a hacer que falte a una promesa por tú cabezonería, alguna afrenta imaginaría que creas que he hecho, o por haber increpado a tú ayudante shide.

Las sombras daban un aspecto poco amigable a las facciones del anticuario cada vez con menos paciencia con su invitado.

- No obtendrá esa respuesta de mi. 

Esperaba que alguien con su experiencia pudiese darme una estimación. O tener un poco más de consideración en la palabra del anfitrión cuando se le pide que confíe para no apuñalar la confianza de otro alguien al que necesitábamos y que se había ganado mi confianza. Ahora se empeña en pedir un imposible. Como si tuviese alguna clase de derecho inexistente a pedir nada.

Darren cierra los ojos momentáneamente antes de cerrar nuevamente el libro en sus manos y volver a coger las llaves de su bolsillo.

Le abriré la puerta. Y en lo sucesivo trate de pensar un poco más en cómo puede ayudar y un poco menos en cómo puede llegar a convertirse en un estorbo a todos los que lo rodean. 

Y le da la espalda con intención de reabrir la puerta de la trastienda. No estaba en condiciones como para perder el tiempo con una persona que ponía tan poco de si en respetar a sus interlocutores. No aquel día, al menos.

Raymond no se lo podía creer. Si no fuera porque había usado la visión en Darren habría jurado que no era él quién estaba delante suyo. El joven era alguien cabal y competente, confiable,. Y la persona que tenía delante suyo no lo era.

Darren. Te lo pido por favor. No te enfrentes conmigo. He hecho una promesa y me estás impiendo cumplirla, no es algo que pueda perdonar a la ligera.
Me has engañado haciendome creer que ibamos a hacer un bloqueo, y luego has hecho que me marche de aquí para aprovechar y poder mandar a Mara a otro lugar. El engaño no me importa, ahora no al menos. Pero lo de Mara sí. Me tomo mis promesas de protección muy en serio.
No sé qué es lo que te pasa para que te comportes de esa manera tan...de esa manera.
No sé qué has hecho con Mara, pero está en peligro, lo mismo que tú. Y en lugar de aprovechar toda la ayuda que puedas estás echando a todos de tú lado. Ese señor Shide no es algo que puedas manejar solo. Ni siquiera con la ayuda de tú oscuro patrón.

No me obligues a enfrentarme a tí. Dime donde está Mara.

El viejo mago estaba tendiendo la mano una vez más. La última vez. Si no la aceptaba se abriría una brecha entre ellos que lo más seguro es que no se podría salvar. Pero lo cierto es que el joven no le dejaba otra opción.
No es que Raymond creyese que pudiera hacer algo contra Darren, y menos en su tienda con las protecciones que tenía. Pero había otras maneras de ponerlo en su sitio.

El bloqueo ritual de Darren para proteger su tienda también sirve para ocultar lo que ha estado ocurriendo aquí. Pero, al contrario que la magia que aún resuena desde el sótano, ese bloqueo ha sido realizado por un practicante de magia medio, algo por debajo de tu propio nivel, así que recurres a tu experiencia para superar su conjuro y poder observar los rastros del conjuro que se ha realizado.

Tal y como habías sentido desde el otro lado de la calle, se ha realizado una magia de transporte, pero, tal vez por tener aún en la memoria la imagen del conjuro realizado en la biblioteca, consigues reconocer la resonancia de un conjuro de portal al Nuncamás. Pero lo más preocupante no es el conjuro, ni siquiera el probable destino de Mara, que seguramente haya sido transportada por ese portal, sino la oscuridad inherente a la magia que aquí se ha realizado. Has visto a Darren usar su poder en alguna ocasión durante todos estos años y sabes que el origen de su magia debe estar relacionado con la Sombra que puedes ver en su visión, pero este hechizo es inherentemente demoniaco. Está claro que no ha sido lanzado por él, sino por otra entidad mucho más poderosa que ha canalizado su poder a través del joven anticuario. De hecho, es incluso posible que Darren ni siquiera pueda contestar a tu pregunta sobre la naturaleza del conjuro o el destino de Mara.

Durante un instante miras a Darren, pensando en la Séptima Ley que impide buscar el poder más allá de las Puertas Exteriores. Pero la imagen de tu Visión con la sombra bloqueando una puerta te indica que no ha cruzado ese límite. Más aún, que de alguna forma el ser que le ha utilizado, por muy infernal que pueda ser, también protege esas puertas a su oscura manera. Sientes algo de alivio al confirmar que tu amigo, o el hombre al que habías tomado como tal hasta hace unas horas, no ha traspasado ese límite. Aunque sabes bien que al Concilio Blanco tampoco le haría mucha gracia tener a un practicante demoníaco en la ciudad.

- No necesitas conocer Mi Voluntad para escoger bando - Sonaba como si parafrasease a alguien. ¿pero a quien? Para cuando terminó de hablar, la puerta de atrás estaba abierta. 

- Que tenga un buen día.

Darren prácticamente empuja al mago hasta la puerta de la calle. Parece que Raymond está a punto de decir algo, pero en estos momentos no merece la pena.

La puerta de la trastienda se cierra nuevamente y, desde el exterior, el mago escucha el sonido de los candados al deslizarse. Tanto él como Darren miran fijamente la puerta cerrada durante un momento, sin pasar por alto el simbolismo que esa imagen puede llegar a tener.

De nuevo en el callejón, intentas dar sentido a todo lo que ha ocurrido esta tarde. Pero, pienses lo que pienses de ello, ahora mismo tienes dos frentes abiertos que tienes que afrontar:

Por una lado está el encargo del Concilio Blanco. La información de James fue escasa, pero si bien tú no sentiste ninguna explosión de poder la noche anterior, seguro que alguien sí lo hizo y hay un bar en la ciudad famoso en vuestro entorno por ser un punto de encuentro de criaturas sobrenaturales, así que si alguien sabe algo lo más probable es que en algún momento vaya por allí.

Por otro lado, está Mara. Piense lo que piense Darren, tú habías prometido protegerla y para ti eso es suficiente como para seguir buscándola y ayudarla a salir del lío en el que sea que se ha metido (o en el que la han metido). Lo único que sabes es que, de alguna forma, ha acabado en el Nuncamás. Incluso si había algo suyo en la tienda, no has tenido tiempo para coger nada. Seguramente en su casa podrías encontrar lo que necesitases, pero tal y como están las cosas, no parece probable que Adrian vaya a abrirte la puerta alegremente. También es fácil que, con el golpe que se dio esta mañana en la biblioteca, allí haya algún resto de sangre o similar que puedas usar en un ritual.

Al fin el mago te deja solo. Desde luego, no ha resultado de ninguna ayuda en todo esto, pero ahora ya se ha pasado el mal rato. Más adelante decidirás si quieres intentar arreglar la relación con él, si es que es posible, o si esa puerta cerrada es realmente un punto y aparte.

Pero ahora tienes otras cosas que hacer...

Podría haber dicho muchas más cosas, pero en el fondo no tenía sentido. Le apenaba la puerta que se había cerrado ante ellos, literalmente, pero no había nada que hacer ni tiempo que perder.

El Concilio Blanco le había dado una misión, era su oportunidad de volver a congraciarse con ellos. Una que no podía perder. Pero en el otro lado estaba Mara. Una joven que le había pedido ayuda y a la cual había prometido proteger. Ni siquiera dudó, no había nada que pensar. A pesar de lo peligroso que imaginaba que podría ser.

Hablar con Au Fae no era una opción, y aunque seguramente Jade sería mucho más receptiva no tenía su teléfono, ni a quién pedirselo. Con lo que quedaba la biblioteca, creía que Mara no había sangrado por el golpe, pero esperaba, rogaba en realidad, que allí hubiera algo de ella que pudiera usar. Luego ya tocaría la parte complicada que era hacer un ritual de seguimiento, y la peligrosamente mortal, que era buscarla en el Nuncajamas.

Se movió con premura en busca de un taxi que le llevase a la biblioteca.