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Love Paradise (S01-Ep.06): Epílogo - Adios a la Isla Paradise
^{_{[Fin del Reality]}}

En el episodio anterior...

[Se ven las imágenes según las relata una voz en off.]

Inicia el quito día; en vez de un reto, los tres finalistas deben dar sus argumentos sobre las razones por las cuales debe ganar el Reality. Stephanie, Erick, y Tara exponen los motivos que los han llevado a participar en la competencia, y aprovechan para poner en duda la veracidad de algunas de las palabras de sus compañeros. Stephanie obtiene el premio del día, y pide comunicarse con Kiki en una videollamada privada.

Al caer la noche, llega el momento de la votación, con el inesperado empate triple de los finalistas. Se solicita el voto de la audiencia  y Erick es votado para dejar la competencia. La noche pasa tranquilamente para Tara y Stephanie, pero en otro lado de la Isla Paradise se realizan decisiones y elecciones importantes.

Antes del amanecer del sexto día en la Isla Paradise, la playa se llena de luces bioluminescentes. Tara y Stephanie son guiadas por la playa para disfrutar de ese magnífico espectáculo. Cuando regresan a la pista central del complejo de tikis, les espera una sorpresa.

Laura está en el mismo punto de siempre, pero no esta sola. Tras ella se encuentran los otros diez concursantes descalificados, además de una pantalla gigante sobre un escenario. Las luces apuntan directamente a Tara, la modelo XXL, y a Stephanie, la famosa escritora. La anfitriona sonríe ampliamente a las dos finalistas.

-Bienvenidas, el gran momento ha llegado.- Laura sonríe antes de señalar a Liza, Erick, y Kiki. -El equipo de producción ha podido confirmar que los participantes Liza Jones y Erick Morózov han estado detrás de todas las acusaciones durante el evento desde el principio. También, la señorita Kiki de Santa Fe se unió a este plan de saboteo cuando intentaron inculparla falsamente. El caso será discutido con La Productora sobre cuales serán las consecuencias de sus actos. El resto de los participantes recibirán una retribución de $2.000 a modo de disculpas por las acusaciones falsas durante el show.- Luego vuelve su atención a las finalistas.

-Stephanie, Tara, han participado maravillosamente durante toda la competencia. Las hemos visto crear lazos, participar con entusiasmo, y sobretodo, divertirse hasta el final. Ambas merecen ganar, pero sólo puede haber una ganadora.-

La pantalla se enciende, y comienzan a mostrar a cada uno de los participantes expulsados, realizando su voto final.

 -Stephanieeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee...-

 

 

 

-Stephanie, suerte con tu libro, espero nos hagas ver bien.-

 

 

 

 -............-

 [Pasa de dar el premio a una o a otra, no hay voto por tanto.]

 

 

— Desde el principio me enamoraste con tu glamour y tu buen hacer... no me gustó ese voto, pero igualmente creo que te mereces la victoria querida Stephanie. Sea como sea... bien jugado—

 

 

- Mi voto es muy sencillo tras ver todo lo que ha pasado en el concurso. En ningún momento falté el respeto a Tara, y vive dios que cuesta no faltarle el respeto a alguien que puede comerse 70 perritos como si no hubiera comido en su vida, pero ella cruzó esa linea. Me puso en el radar de los malvados, se comportó como una auténtica bitch y me ha llamado drogadicta delante de todo Estados Unidos, así que solo puedo decir que quiero que la ganadora de este concurso sea Stephanie.-
[Se baja del estrado, se da la vuelta y comienza a caminar hacia fuera. Se para, se vuelve a girar y camina hacia la cámara mientras muentra su dedo corazón extendido en forma de peineta.]

-Y esto para tí, Miss Dunkin Donuts, por reírte de alguien que está enferma. Ojalá te dé un paro cardiáco y con lo que dejes de comer podamos alimentar a toda Afríca.-

-El concurso lo debería ganar Stephanie. Y debería llevarse a Kiki con ella a Europa.-

 

 

 

 -Voto por Stephanie, se ganó mi voto.-

 

 

 

-Hubiera votado por Stephanie si no hubiera llamado a Kiki por teléfono, Tara y yo no necesitamos el premio-
[Se encoge de hombros]
-Pero como ese gesto de premiar al enemigo me cayó mal.-
[Hace un silencio largo y sonríe con sorna]
-Voto por Tara.

-Stephie.-

 

 

 

-...........-

 

 

 

 

La pantalla se apaga, y las luces apuntan a Tara y a Stephanie. Suena un redoblante. -Por mayoría de votos, la ganadora del concurso es: STEPHANIE ROODEPORT.- Saltan confetis y suena una banda, mientras las luces se centran en la escritora. Se escuchan aplausos, mientras el equipo de producción le hace entrega a la mujer de un cheque gigante por $10.000. -Muchas felicidades, Stephanie. Y a todos, muchísimas gracias por participar.-

Los aplausos continúan por un rato. Hay abrazos, sonrisas, despedidas varias. A pesar de las dificultades, de las competencias entre ellos, pocos pueden decir que dejan la isla del mismo modo en que entraron a ella. Con nuevas experiencias, nuevos amigos, nuevos amores. Un barco los espera para devolverlos a la vida real, sin cámaras que los observe, por fin luego de varios días intensos, un regreso a la paz.

¿Y qué fue de nuestros participantes?

Sólo podía haber una ganadora y, aunque Tara pensaba que Stephanie iba a jugarle una mala pasada, al final sucedió que los saboteadores no ganaron en aquel concurso concretamente gracias a sus acciones, pues la obesa Tara fue la que consiguió que Kiki fuese expulsada, y al sorprender expulsando a Erick quitó a un enemigo que tampoco jugaba limpio. Pero se había creado antipatías por el camino, tantas que realmente solo alguien votaba por ella, Ulrich, su amor, la única persona en el mundo que le entendía.

- Gracias por la flecha de amor, Cupido... - le dijo a Stephanie antes de tenderle la mano con la mejor de sus sonrisas -... Ha estado muy bien ganado, solo espero que escribas en tu libro sobre las vivencias de la isla y menciones que las mujeres de tallas grandes podemos ser unos bombones... A veces explosivos...

A continuación se acercó a Diana, tenía una única cosa que decirle -... Lamento haberte faltado al respeto, pero si lo hice fue porque cuando salí del reservado donde nos comunicamos no quería que me asociaran como amiga tuya, creí que entenderías mis acciones, estaba segura de que así tendrías más posibilidades de ganar porque yo quería que tú hubieras sido una finalista de esta historia. Simplemente me caes bien.... - ignora por completo el corte de mangas, comprensible que estuviera enfadada, pero para ser sincera, Tara creyó que Diana entendería que meterse con ella era un teatro y que no iba a tomárselo en serio, estaba visto que no era así -....Y a pesar de tus palabras...

Hizo aquellos dos comentarios a las dos personas que realmente lo merecían extra de a quien estaba por saludar. Tara se acercó corriendo a Ulrich, al amor de su vida, movilizando sus toneladas de grasa hacia él, lanzándose a sus brazos cual piano cayendo de un quinto piso, fundiéndole en el proceso.

- Ohhhhhhh mi enterrador.... - beso, beso, sobeteo -....Amor de mi efímera existencia.... - lenguetazo y chupetón -...Esta noche vas a cavarme una tumba tan hondo que no se encuentren mis restos en el subsuelo....

Y fue entonces cuando la productora determinó ir a publicidad, porque los menores de edad no podían estar viendo esas secuencias tan subidas de tono y con una morbosidad que rozaba el anti erotismo.

Y así se iría de la isla Tara, con una bandeja de canapés en el bolso pero tenía algo más importante que saborear. Los labios de Ulrich

Lo había conseguido, gracias a su campaña había conseguido que todos abandonaran a Tara y votaran en bloque a Stephanie para que ganara en concurso. Bueno, Ulrich no lo había hecho, pero era normal, porque sino se iba a pasar una vida en la que no iba a poder conjugar el verbo follar, meter o gemir, ni en pintura, así que, lo entendía, aunque se hubiera liado con Miss Dunkin Donuts 2020 la vida era demasiado corta como para renunciar a algo como eso.

Felicitó efusivamente a Stephanie, estando segura que de aquello iba a sacar una buena historia pero sin estar segura si le iba a dar tiempo de escribirla. Le dio un abrazo y un beso de despedida. Pobrecita, debía haber sido guapa de joven, 30 o 40 años antes pero ahora, pobrecita, a las puertas de la muerte y encima alcoholizada, se merecía el premio, aunque fuera solo porque podía ser el último y para que no lo ganara Tara.

Estaba hablando con unos y otros cuando la reina de Roma asomó. Una vez derrotada volvía a ser la fofisana de siempre, pero eso no quitaba que la había dejado de fumeta delante de todo el mundo, y que esas palabras podían tener consecuencias en su vida. Se la quedó mirando con una sonrisa de "¿pero me estás vacilando?" antes de decirle

- ¿Realmente lo lamentas? Yo creo que no, hiciste tu apuesta para intentar ganar y perdiste. Entendí que a tu vuelta me dijeras de todo, por estrategia, aunque me pusieras como cebo para los saboteadores, eso lo entendí, pero el resto no. Fuiste cruel innecesariamente, te comportaste como una auténtica zorra sin ser necesario, solo porque pudiste volver, solo porque te creías invencible. Puede que después de toda una vida siendo machacada por el mundo te tomaste tu revancha, pero nada te había hecho como para merecerlo. Después usaste mi nombre solo para intentar ganar, no por mis posibilidades, sino por las tuyas, y para rematar me has puesto de fumeta. ¿Sabes que en el mundo real las cosas tienen repercusiones, verdad? ¿Que crees que va a decir mi jefa cuando nuestros clientes vengan y vean que hay una colgada en la floristería?. -suspiró y se encogió de hombros - Lo hecho hecho está, se te subió el poder a la cabeza y fuiste lo que siempre odiaste, una abusona, pero no soy una persona rencorosa, en tu crimen ha ido tu castigo, solo os deseo mucha felicidad y que el amor os sonría. Al final el karma nos pone a cada unos donde nos merecemos y espero que un momento de flaqueza no rompa todo lo hermoso que hay en ti Tara.

Se despidió de todos sin poder hacerlo de Paul como era debido. No se sentía bien del todo, las pastillas le quitaban parte de su encanto, notaba que todo iba demasiado rápido para ella y cuando el pensamiento le llegaba al cerebro la oportunidad de que fuera relevante ya había pasado. Tenía que decirle algo así que se dirigió hacia él y le dijo

- Necesitaré tiempo para sanar, pero, si necesitas flores para llevarle a una chica te puedes pasar por Arlington, allí es donde vivo, la floristería edén, no tiene pérdida. Espero que el destino nos vuelva a unir, y si no, no dejes de dibujar, sigue compartiendo tu alma para traer más luz a este mundo. - Se puso de puntillas y le deslizó un breve beso mientras se iba. Se abrazó a Kiki y le deseó felicidad junto a Barbie geriátrico, se abrazó a Liza, porque a pesar de ser una bruja era su bruja y se fue hacia Thomas para decirle - ¿Seguro que no te afeitarías? - compuso un mohín gracioso y le dio un beso en la mejilla.

Aquella noche volvió a Arlington y a la mañana siguiente se presentó en su trabajo. Como había supuesto aquella vieja arpía la echó a la calle por drogata, fumeta y atentar contra la moral católica de la ciudad. Volvió a vivir con sus padres y se entregó en cuerpo y alma a su terapia, la terapia que le sacaría de una depresión que llevaba arrastrando muchos años. Con 10 años su tío Albert había jugado a los médicos con ella, una, y otra vez, y su mente se había roto, en parte. Era más fácil esconderse en su mundo de ilusión que afrontarlo, pero meses de atenciones, el amor de sus padres y la fuerza de Diana para recuperarse la sacaron de ello. Mientras tanto la floristería cerró, Diana era la que hacía la mayoría del trabajo y sin ella la clientela se resintió. La propietaria del local que la conocía le ofreció a ella llevar la floristería, dándole un poco de crédito en el alquiler para que pudiera arrancar. Se entregó en cuerpo y alma a poner la floristería en marcha. Era el día de la inaguración, la campanita alegre de la puerta anunciaba su primer cliente, un caballero, esos pasos seguros y decididos solo podían ser de un tío. Estaba preparada, puso su mejor sonrisa, y dijo

- ¡Buenos días señor, bienvenido a flores Isla Paradise!

Un saludo que podría cambiar el resto de su vida.

Se quedó mirando la orilla, el mar brillante, el cielo azul. Echaría aquello de menos, pero sabía que lo encontraría en otra parte, por lo que estaba triste pero tampoco tanto. Lo que sí que echaría de menos era a las personas que había conocido allí, algunas por lo menos.

Sabía que muchos la odiaban, incluso algunos de los que ella ya amaba en su interior, y desde luego la odiaban los miembros del público, aquel balcón de jueces que desde el palco se habían proclamado verdugos. 

Se encogió de hombros, era lo que había, Liza era Liza, y se había lanzado a la piscina por Erick, su Erick, y su hermano.

No, el fin no justifica los medios si se era noble, blanco, de principios sólidos y paladinescos. Pero ella no era así, era una enamorada introvertida que había puesto toda la carne en el asador para conseguir el propósito de aquel al que amaba. Había mentido, flirteado, vilipendiado, provocado, colocado falsedades, en fin... una harpía. 

¿Se arrepentía? No, lo cierto es que no. Sólo desearía no haber perdido, por él, por Erick.

Se dio la vuelta, y se acercó al grupo. 

-Kiki, nunca te olvidaré. Has sido, como ya he dicho, el alma de nuestra conspiración. Conspiradora y, sin embargo, querida. Siempre querida, eso es algo que debo reconocer y admirar, leal, y buena. Te mereces esa escapada a Europa, pero sobre todo te mereces el amor de un hombre como Thomas. Thomas, también a ti te dije lo que pienso, has sido un rival recto, y te deseo lo mejor junto a Kiki. -Sonrió, asintiendo, dirigiéndose a su principal contrincante.- Diana, te echaré de menos. No habrá trío, ni desmadre, no habrá Chicas de Oro. Pero no te olvidaré tampoco. Has sido la rival más aguda, la más ardiente. Espero que encuentres a alguien, que seas feliz. Que algún día abras la puerta y ahí esté él, sea quien sea. Todo lo demás importa un pimiento, créeme.

Besó a Kiki, a Thomas, a Diana. Besos amistosos, de compañera a pesar de todo, quizá un punto avergonzada. Quizá no.

Miró al resto. Se encogió de hombros, que pensaran lo que quisieran, al igual que los que habían quedado tras las pantallas, era lo que había.

-A todos vosotros, no os diré que lo siento, no pediré disculpas. Pero he de reconocer vuestros méritos. Y también os deseo lo mejor, sé que me odiáis, pero yo no os odio. Los que habéis encontrado el amor, Ulrich, Tara, disfrutadlo. Los que salgáis de aquí con proyectos, con deseos e ideas, a por ello. Y Stephanie, enhorabuena. Has ganado, te llevas a Kiki contigo, tienes tela de argumentos para tus novelas, o por lo menos "la" novela, la póstuma. Escríbela, y a vivir, que... nunca se sabe...

Y les guiñó un ojo mientras levantaba sus gafas, a todos, por última vez.

La inspiración.  Qué bonita palabra para aquellos que estaban de su lado, que podían abrir esa puerta que había en el interior de sus cabezas y sacar de ella palabras, ideas, poemas  ¿Pero y para el resto, para Stephanie? Tras esa puertas sólo había un ruido mecánico, prosa multicolor convertida en un pastiche marrón óxido, una máscara metodológica que disimulaba la falta de magia.  

Releía sus primeras obras y se maravillaba ¿Quién escribió tales cosas? ¿Quién era esa desconocida que aunaba ingenio e ingenuidad, frescura y agudeza? ¿Cómo era posible que, treinta años después, esa joven de irreverente erudición se hubiese desvanecido, sin crecer, sin cambiar, sin progresar? 

Pero llegó la isla y todo cambió.  El amor y la pasión de Tara y Ulrich, auténtico y genuino, por mucho que ella les diese el empujoncito inicial.  La catarsis que supusieron para ella las pruebas, subir al escenario por primera vez desde hace décadas.  El dulce beso de kiki.... Y sobretodo, el sabor de la victoria.  Lo primero que la vieja Stephanie ganaba de verdad, sin parasitar a su antiguo yo, la siempre inspirada jovencita que una vez fue.

Tardó un tiempo en asimilar todo ésto, en que las piezas encajaran, las puertas se abriesen. Imposible haberlo hecho sin Kiki a su lado, su ardiente personalidad, su pasión por la vida, su capacidad de maravillarse, de crecer.  Pero una vez ocurrió, una vez agarró a su yo pasado de los pelos y la obligó a escupir sus secretos, no pudo parar, elegir con qué parte de ella misma se quedaba. 

Ganó unas cosas, perdió otras. Inspiración a cambio de dolor. Cruda y cínica percepción a cambio de la dulce neblina etílica.  Un puñado de años dorados a cambio de perder a kiki para siempre....

El pelirrojo estrechó la mano de todos los concursantes, lamentó que Diana se sintiera tan afectada a pesar de las explicaciones de Tara y asintió a las palabras de la chica de las gafas -Tú también disfruta del amor Liza y no creas que te odio, odiar es un sentimiento muy fuerte en el que no vale la pena gastar energías y que solo deja vacío. Yo también reconozco tus méritos: eres una excelente actriz -sonrió de lado.

Ulrich avanzó hacia Tara justo para abrir sus brazos y recibir sus besos. Mientras sus labios jugueteaban se rió entre dientes de la hábil oratoria de la chica que usaba para subirle la libido -Mi bello y maquiavélico pastelito de canela -dijo cuando lo dejó respirar -Nos la hemos pasado bien jugando al gato y al ratón, ¿No? -levantó la mano y le tomó el mentón en un gesto posesivo haciéndola que lo mire a los ojos, que levantara su cabeza hacia él -Estuviste magnífica y arrolladora en el show.

Dejó que el mar nublado de sus ojos grises llenara de destellos plata la mirada de la chica -Voy a forjarte un anillo con la diosa Nut, la protectora de los muertos, la reina de la bóveda celeste revestida de estrellas que todos los días da a luz al sol -informó con solemnidad -Porque tú eres el pilar sobre el que se sostiene mi mundo y mi noche estrellada- luego la besó y le dijo al oído -No veo la hora de que revivamos nuestra cita en la caseta...

*****

El empresario presentó a Tara a sus padres -protestantes alemanes conservadores- que estaban escandalizados con la actuación de la modelo en el show, cosa que a Ulrich agradaba sobremanera… A los seis meses, con el fuego de un funeral vikingo de fondo, le pidió casamiento. Juntos conformaron una pareja sin igual que vivió su amor de manera intensa entre los viajes de la modelo alrededor del mundo y las celebraciones funerarias del ritualista, siempre viviendo cada día y cada noche como si fuera la última.

Aquel día me sentía inundado de una nueva vida efervescente. Igual que una botella de vino espumoso recién abierta. Con la energía de un cohete. Con los ánimos de un caballo al galope. Y con los nervios de un estudiante frente al examen de fin de curso.

Después de Isla Paradise, todo me había ido bien. Inmejorable. Me ofrecieron más guiones, dibujos, y la nueva serie que escribía e ilustraba tuvo buena acogida entre el público. Me mudé de casa de mis padres y vivía actualmente en un modesto apartamento de alquiler. Pequeño, pero con terraza. Un lujo.

La experiencia del concurso me hizo plantearme muchas cosas trascendentales de la vida. Al menos lo representaban para mí. Me había pasado buena parte del concurso descalificado injustamente. Le había dado a la cerveza y me dediqué a dibujar y a desentenderme paulatinamente de las intrigas y sospechas del resto de concursantes. Hombres y mujeres con sus motivos y deseos, en su mayoría buenas personas, arrastrando cicatrices que les impulsaban a actuar de una forma u otra.

Me despedí con un abrazo de la esplendorosa ganadora Stephie, y un saludo general para el resto.

Tal vez algún día nos volviésemos a ver. En aquel momento, quería marchar y poner mi cabeza y pensamientos en claro. Ducharme hasta el amanecer y luego bañarme en café. No me olvidé de Laura, estrechando su delicada mano, muy correcta en su rol de presentadora. Distante, seria, profesional. ¿Cómo sería esa mujer en su vida privada? Probablemente nunca lo sabría y tampoco es que fuese asunto de mi incumbencia.

El más sentido abrazo fue para la locaza de Diana. Le devolví el beso, sonriente, compungido, emocionado. - Floristería Edén. Arlington. No lo olvidaré, Diana. Ni a ti tampoco. Representas la vida misma, la esencia de las emociones, la energía de las estrellas, la dulzura de la miel. –Igual me pasaba de cursi, qué más daba, será que tenía un corazón azucarado. Mis pupilas se alimentaron de sus bellísimas facciones y poco faltó para que soltase una lágrima. Se humedecieron mis ojos y la abracé de nuevo.

...

-Buenos días, señorita – saludé cuando entré en la floristería Edén, meses después.

Me encontraba muy nervioso, de hecho ni me encontraba, medio dispuesto a largarme corriendo, medio decidido a besar sus labios de rubí. –Me preguntaba si podría firmarme un autógrafo –alcé el cómic que saqué de mi portafolio, y que triunfaba en la actualidad. “Diviana”, rezaba el título.

“Que no se te escape esta chica, Paul”.

El deseo mueve el mundo. Aunque todo lo demás falle el deseo siempre se abre paso. Y así fue como Kiki consiguió que Stephanie la eligiera para acompañarla de viaje por Europa, el sueño de la bailarina más allá del dinero, de la fama, creía que más allá del amor, pero no. 

Ella y Stephanie disfrutaron de esos primeros días en una resaca de pasión producto de la emoción de Stephanie por su victoria y de Kiki por la consecución de su objetivo y pasaron algunas noches inolvidables pero... luego Stephanie dejó de beber y se enfrascó en las letras encerrándose en su habitación sin dejar de teclear ni para comer y Kiki le contó todos los subterfugios que los saboteadores habían usado, sus motivos, los vacíos legales y el modus operandi de su estrategia. Luego empezó a dar paseos sola por París, Roma, Florencia, Viena... cada ciudad un mundo, cada mundo un pasito más hacia su sueño. Lo primero que hizo fue rodear la rivera sur del Sena para visitar el cementerio de montparnasse y arrodillarse como una adolescente frente a la tumba de Alice Prin... Kiki, de Montparnasse.

Y no solo de ella sino que acarició con la mirada las tumbas de Beckett, Ionesco, Tristán Tzara y Cortázar y se dedicó a buscar todos los retratos de Kiki en las pinacotecas de París (Modigliani, Kisling, Foujita...).

Luego paseó por Florencia y vivió el síndrome de Stendhal al entrar en la basílica de Santa Croce y ante el panteón donde descansaban Miguel Ángel, Dante, Galileo y Maquiavelo... sintió sobre todo un escalofrío ante la tumba de Maquiavelo que la hizo salir de allí, pasear como flotando por la galería Ufizzi y continuando el tour por la ciudad eterna caminando por las calles empedradas de Roma. Stephanie seguía sin salir de las habitaciones de los hoteles escribiendo sin parar y Kiki seguía el rastro divino de Bernini en el rostro del éxtasis de Santa Teresa o la Fontana di Trevi donde se habría bañado, como Anita Eckberg, si hubiera tenido allí a su Mastroniani. Thomas, empezó a pensar en Thomas y descubrió su bigote tras las barbas del Moisés de Miguel Ángel, con el rostro sereno, con el dedo acusador cuando le dijo que quizás ella era una saboteadora. Y no pudo aguantarlo más cuando en la Galería Velvedere de Viena, frente al gran óleo de Klimt, vio el beso de Thomas, rodeándola con sus brazos mientras ella se aferraba a su poderoso cuello. Esa misma noche Kiki le pidió a Stephanie volver, a lo que Stephanie accedió sin levantar la mirada del teclado comprendiendo que su deseo se había agotado y a cada una le quedaba su vida, las letras para Stephanie, el amor para Kiki.

Y así llegó Kiki a Hawai sin tener ni idea de cómo ni dónde encontraría al hombretón, pero sabiendo que en poco tiempo él sabría donde encontrarla. Así que se fue a la playa y se tumbó en la arena y esperó a que se desvanecieran las últimas brumas del deseo y apareciera la alegría de su vida... la del único que por no haberse aferrado a su marcha la había conquistado para siempre...

Thomas loviuuuuu

Todo finalmente había terminado bien. Más o menos. Las personas que habían jugado sucio en el concurso habían salido a la luz, y eran las que él había sospechado. Le quedaba el orgullo profesional de haberlos identificado rápido y la desilusión de no haber podido hacer más para desenmascararlos. Pero, como decía su padre, que en paz descansaba: "No se puede tener todo en esta vida, Thomas: ¿dónde lo meterías?". Thomas sonrió de medio lado al recordar al viejo. Siempre había sido muy socarrón.

La ganadora fue Stephanie, algo que el investigador encontraba justo. Había competido bien, aunque ese no hubiera sido su objetivo al llegar allí. Roodepoort había llegado allí en busca de inspiración, de experiencias con las que reiniciar su carrera. Los escritores se alimentaban como viejos vampiros de sus vivencias y de las de otros. Y estaban dispuestos a hacer cosas muy locas para obtener su materia prima. Como echar una poción de amor a dos personas. Observó a Tara y Ulrich. Bien, te pueden hacer cosas peores que darte al amor de tu vida. Guardaría ese pequeño secreto. 

En cualquier caso, no había votado por Stephanie por ella. Lo había hecho por Kiki. Ahora tendría la oportunidad de viajar por Europa, y quien sabe si después volvería o no. Puede que encontrara su vocación, o un nuevo amor. Eso ya no estaba en su mano, pero no se puede retener a lo que amas. Debes dejar que vuele. 

Diana se acercó a él en un momento dado y le dio un beso en la mejilla, mientras le conminaba una vez más a afeitarse el bigote. - Nunca se sabe, Diana. - Thomas sonrió, una sonrisa socarrona. - Nunca se sabe. - Liza le felicitó también. No pudo sonreír esta vez, no tanto como con Diana. Podía aguantar que a alguien no le gustara su bigote, pero las trampas eran más difíciles de perdonar. - Gracias, Liza. Suerte a tí y a Erick. Y también a su hermano. - Les podía caer una demanda por parte de la productora que los arruinase, pero también podía ser que consiguieran el dinero que buscaban a base de conceder entrevistas en los programas del corazón. Ambos eran inteligentes y calculadores. Peligrosos. Y habían estado muy, muy cerca de ganar. De hecho, no lo habían logrado por pura suerte.

A veces, el destino de una persona, o incluso de diez, depende de una simple tirada de dados.

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La gratificación que le dieron en el concurso le vino muy bien. Pero como había supuesto desde el principio, el auténtico filón de dinero vino después: la productora les había hecho firmar contratos para participar en programas de televisión en los que comentar el resultado del programa. Las redes sociales ardieron con los seguidores de unos y otros, participó en algún que otro debate junto a otros estrafalarios personajes en los que se gritaba e insultaba más que hablar. Rechazó algún que otro montaje publicitario en el que intentaron liarle con alguna de las mujeres que habían participado y respondió con elegancia a cualquier pregunta que le hicieron sobre lo que opinaba del viaje de Stephanie y Kiki por Europa, y a las insinuaciones de que eran muy amigas.

Al fin, la cosa se fue calmando. Cuando consideró que había acumulado el dinero necesario y que no tenía sentido seguir exprimiendo a la gallina de los huevos de oro, hizo la maleta y volvió a Hawai. 

Lo primero que hizo prácticamente al aterrizar fue pasarse por el garito de Vinnie Luciano y pagarle lo que le debía. Eso supuso la mayoría del dinero que había ganado, sobre todo porque Vinnie insistió en cobrar intereses. Thomas le propuso jugárselos a una partida de póker, mientras sonreía y se encendía un puro. Vinnie aceptó. Y perdió. Pero quedaron en paz.

La vida continuó igual durante un tiempo. Un par de casos de mujeres que le contrataron para desvelar las infidelidades de sus maridos. Un divertido caso que implicaba una herencia aparentemente irrecuperable, una mansión supuestamente maldita y un jovencita increíblemente astuta. También hizo de cicerone de un par de jóvenes parejas que no eran lo que decían ser, y que le pusieron en algún que otro problema cuando la avioneta que pilotaba Thomas tuvo que hacer un aterrizaje de emergencia en una pequeña isla.

En suma, la rutina de costumbre.

Por fin, un amigo que trabajaba en el aeropuerto le dio la noticia que había estado esperando. Se puso su camisa más chillona, y cogió su coche.

Al fin la encontró. No fue difícil. No se estaba escondiendo. Simplemente estaba allí, tumbada en la arena, tostándose al sol. Rodeada por una marea de curiosos y moscones que se sentían atraidos por su luz. La mayoría no sabían que, si se acercaban demasiado, morirían carbonizadas.

Miró hacia el mar. Era un día de oleaje fuerte y había muchos surferos practicando su deporte.

Después, miró a la mujer, que ya le había visto llegar.

- Hola, Mathilda. ¿Lista para cabalgar la ola juntos?

Eran los últimos momentos en la isla, Erick se despide de sus compañeros deseándoles que las cosas les salgan bien, por suerte Kiki pudo cumplir su sueño de viajar a Europa gracias a Stephanie y la mayoría no se iría con las manos vacías, algunos encontraron más de lo que esperaban. El rubio sabía que había actuado mal, pero su familia estaba primero.

Al regresar a casa presento a Liza como su novia a su mamá, claro que eso no los salvo del sermón por lo que hicieron, pero ella entendía que al ver la negativa de los bancos para prestarles dinero su hijo se sintiera desesperado, la señora les dijo que ya encontrarían la manera de juntar lo que les faltaba para pagar la operación y que aprobaba la relación de su hijo.

Por consejo de su madre el joven rechazo toda entrevista ya era suficiente con lo que habían hecho en el concurso, pero tras la emisión del programa un Chef de renombre, amigo del Chef Wohan, contacto a Erick para hacer un trato, él pagaría lo que falta de la operación y mandaría al rubio a estudiar Gastronomía, a cambio el exconcursante trabajaría para él en uno de sus restaurantes hasta pagar sus deudas después de eso Erick podría seguir trabajando para él si quería o buscar otro lugar.

Y su hermanito Steve porfin cumplio su sueño