Partida Rol por web

Por fin un poco de relax del bueno. Un baile de máscaras siempre era una alegría, y últimamente las cosas se ponían más interesantes a cada fiesta. Además tenía la norma, independientemente de si iba con los colegas o por mi cuenta, de beber cada vez una bebida diferente. La costumbre era servir copas, lo que era guay porque ya iba descartando bebidas. Una lástima que generalmente siempre solían ser las 2-3 mismas bebidas. La única excepción reciente fue en una fiesta de ambientación vikinga, donde pude pillar un buen cuerno de hidromiel. Bebermela entera me hizo ganar... buena compañía más adelante en la fiesta.

Tomé una copa que ofrecía un camarero. Champagne. Cada vez se me hacía más aburrido, salvo que hubiese cantidad suficiente para llenar una bañera. Pero para empezar ya iba bien este descarte. Eso si, los labios me los dejaba sabrosos. No venía acompañado, lo cual podía ser más bien algo que poco podría aprovechar hasta perder el gusto. Fijándome en los otros invitados, las fiestas cada vez estaban más elaboradas por parte de los invitados.

Ponme una copa de lo que quieras, que no estén sirviendo los camareros de fuera de la barra.

Cuando me sirvieron la copa, la levanté a ambos lados de la barra y empecé a desgustar el nuevo brebaje.

- W-woow - Expresé cuando Maximo me empujó, logré balancearme pero no le fue tan bien a Vito, así que lo ayudé a levantarse - ¿Por qué tu hermano siempre tiene que ser así? Está haciéndonos quedar en ridículo, mira como nos ven, todo es su culpa. - Sacudía el polvo o cualquier mancha sucia de mi traje  - Pero bueno, siempre con la frente en alto- En ese momento comenzó a sonar Maniac - ¡Oh esto es un hit! - Bailaba horrible pero en mi mente parecía la versión masculina del vídeo, me parecía genial verme bailando así con el gran disfraz que tengo puesto, oh si.

Cuando la mujer de blanca cabellera se vio repentinamente rodeada por tantas miradas, una parte de ella quiso dar la vuelta poniendo pies en polvorosa.

Pero la coleccionista no era así. La coleccionista era el tipo de mujer en el que ella quería convertirse, y no desperdiciaría una oportunidad como aquella. Desde luego que no.

Así fue como coge aire cuando Max toma y besa su mano. Ella levanta la barbilla en un gracioso gesto y se yergue tan alta como es para no sentir al hombre de marcadas abdominales mucho más algo que ella (y evitar así sentirse tan intimidada).

- Bien, veo que tengo al primer voluntario para mi colección. ¿Cómo quedarás en mi vitrina cuando rellene tus carnes con serrín tras disecarte?

El tono en el que lo ha dicho ha sido de una etiqueta calculada y terrorífica. Hasta ella misma acaba de darse miedo, pero por suerte la imagen holográfica que era su disfraz no lo muestra.

- O puede que me contente con un tarro de formol a medida... no sé si te mereces el serrín, aunque si sigues bebiendo a ese ritmo, me ahorrarás parte del trabajo.

Su mirada helada es graciosa. La chica disfrazada empieza a descubrir que aquello era divertido. Más de lo que esperaba.

- Y por cierto, creo que no me he presentado. Soy la Coleccionista. Un placer.

Entonces regresa su atención a Jack.

- En cuanto a ti, es una lástima. No puedo disecarte. Ya estás en los huesos, don Jack esqueleto - sonríe, coqueta - Aunque quien sabe, quizás quieras aportar otra cosa a mi colección, ya que el trago nos lo han robado.

No buscaba a nadie. Prefería que me buscasen a mí si alguien quería de mi compañía. Además, no podía evitar sentirme demasiado "pomposa" al haber elegido ese antifaz para la fiesta cuando veía a los demás. Habían desde máscaras muy trabajadas al tratarse de propia pintura hasta disfraces como los que usaban los que promocionaban perritos calientes.

Me encontraba paseando la vista por la mesa donde uno podía servirse lo que gustase, ¡incluso había una fuente de chocolate! Claro que, ¿qué buena fiesta no contaba con una? Estaba degustando una fresa que había bañado con el afrodisíaco líquido cuando se acercó un aspirante a asesino*. -Oh, ¿para mí?- estreché los ojos divertida mientras esbozaba una cortés sonrisa. -¿Cómo podría negarme?- cogí el mojito que me tendía. Al menos ya no tendría que pensar en qué tomar.

-Bonita fiesta, ¿no?- típica pregunta, pero me parecía una mejor opción que hablar del tiempo que hacía. 

-Una curiosa forma de despedir la Academia, más aun si te paras a pensar que esto lo han organizado una panda de generales estirados.- En ese momento recuerdo algo importante, menuda cabeza...- Ahora que caigo, todavía no me he presentado: soy Danne, de la división de Intervención, es un honor...

No esperaba llamar la atención tan pronto, por lo que cuando la persona con el disfraz de enormes orejas se le acercó, le resultó extraño. Sin embargo, la voz que brotaba desde esa máscara era amable.
Mm... en realidad la máscara de conejo era mucho más útil que su maquillaje para cubrirse. Lo tendría en cuenta si aquello de presentarse a eventos sociales se repetía.
Tras mirar en detalle la máscara, se da cuenta de que aún no había respondido, así que se encoge de hombros - Sólo es pintura. - Y aparta la mirada, cruzándose de brazos, aunque un par de segundos más tarde resopla, recordando que había prometido intentar ser social. No había prometido el "cómo" - Se supone que tengo que intentar ser amable. En realidad no quería venir.
Estaba claro que lo de "ser amable" no era algo de lo que la dracónica fuese muy docta. Sigue hablando con Reed.
- Tu disfraz. ¿Dónde lo conseguiste? Te lo cambiaría

El camarero, disfrazado con un poco u convincente vampiro, sonríe cuando uno de los jóvenes* parece querer pedirle un reto.

Así pues hace una leve inclinación en su dirección - Sus deseos son órdenes - Para acto seguido abrir una de las neveras y sacar dos vasos en los que hay una línea de... lo que parece gelatina. Pero el coctel no estaba acabado. Saca también un bote de nata, que añade hasta el borde y remata con una fresa en la cumbre encada uno de ellos.

Sirve al caballero con un guiño.

- Si me permite una sugerencia, querrá invitar a alguien más para probarlo.

Un par de cucharillas de hielo rematan la presentación, por lo que debería "comérselo" bastante rápido para disfrutarlo. y descubrir de qué licor se trataba.

Es Vodka. Gelatina de Vodka con el nivel suficiente de dulzor como para no resultar empalagoso, a pesar de su aspecto. El tipo de "bebida" que puede poner a alguien alegre antes de darse cuenta.

-Pues para ser una panda de generales estirados parece una fiesta animada- señalé con la cabeza a la pareja que iba de comida. -Aunque el vigilante ese de la puerta daba algo de miedo- lancé una suave carcajada consciente de lo cría que habría sonado en ese momento.

-Juliette- contesté a su presentación con una grácil inclinación de cabeza. -De ninguna división en especial- me encogí de hombros llevándome el índice a los labios todavía con una sonrisa en ellos. -Digamos que es un se-cre-to.

-Vaya, ¿un secreto? ¿ tan malo es el lugar al que te han destinado?- digo con una carcajada- No te preocupes, no puede ser mucho peor que el mío, dentro de un mes parto como escolta de un embajador a una Corporación cercana al sistema D-130, asi que lo mejor que puedo hacer es disfrutar de esta fiesta lo mejor que pueda...pero por ahora no me importaría jugar a las adivinanzas.

Acababa de ponerme la piel de gallina la coleccionista, pero no podía dejar que lo notase todo el ambiente -​Si estupenda fiesta, yo voy a bailar por allí - me gire hacia la chica que me había tocado el hombro y hasta ahora había ignorado y le dije en voz baja -​ Por favor liberame de esta psicópata!

-Si mi hermano es un imbecil - acepto la ayuda y me levanto ya que era muy dificil maniobrar con el traje - aunque ahora oarece que se va a meter en un buen lio- dije riendome y empezado a bailar como si fuers una serpiente - es bestial la musica, pero ¿podriamos ir a conocer gente?

- Vale, a que consigo el número de una dama.- Me alejo hacia la multitud con un trago en la mano y caminando al ritmo de la música. - ¡woop! ¡Woop! - Y allí estaba, en medio de la pista bailando.

Esperé atenta a la respuesta de Dracónica mientras observaba que se había quedado mirando fijamente a mi máscara.
-Me gustan las chicas difíciles. Dije riéndome.
-Mi disfraz... lo he hecho yo misma, me gusta el tema de la confección, bueno y todo lo que conlleve crear, me parecía interesante darle un toque original a la típica máscara de gas, ¿por qué no querías venir?.
De fondo vi esas maravillosas fresas con nata y mi tripa rugió por unos instantes, no había cenado aún y esas copas tenían una pinta deliciosa, me pregunto que más puede haber por la zona.
-Este sitio parece bastante grande, si quieres podemos explorarlo juntas.

Cuando ví aquel choque y comencé a acercarme con un semblante serio, este son el tipo de cosas que enrarecen un ambiente y había que intervenir. No tardé en notar que eran una multitud de modo que me detuve a unos metros y observé lo que acontecía con un gesto distante, aunque un aire curioso en la mirada.

La respuesta cortante de La Coleccionista me dibujó media sonrisa en el rostro, mostrando un poco de la hilera superior de mis dientes. Aquello estaba terminado y no tenía demasiado más que hacer.

Sin embargo, entre todo lo que habían dicho, había una gran verdad. Habíamos venido para conocer gente así que observé.

Algunos ya estaban buscando alguien con quien compartir el evento. La verdad que no fueron muchos los que atrajeron mi atención: una chica con una máscara de gas y otra maquillada con la fiereza de un dragón, ambas estaban juntas y les dediqué una mirada larga. También a otra chica con la máscara de zorro, distante, misteriosa. Pero no era el momento.

Me encaminé hacia donde la banda tocaba y subí, pedí un poco de espacio y me senté ante un teclado que allí había. Una nota. Una segunda. Me apetecía sentirme bien y dejé que la magia fluyera por mis dedos.

Cada nota me alejaba un poco más de aquel lugar y me llevaba a historias de mi pasado y despertaba en mí una pasión olvidada. Mi voz acompaña, cuando tocaba me sentía bien, realmente bien. La orquesta acompañó, aunque con cierta sorpresa ante mi iniciativa.

Por mí, ahora mismo, podría arder el mundo... esto hacía que yo me sintiese bien.

De nuevo, al pasar por el lado del jóven esqueleto, un susurro.

Lo tienes asustado. La tienes cerca. Si necesitas algo, dame un toque con el chip.

Me toqué la sien, dándole a entender que podía llamarme para pedir consejo, o ayuda. Aquel extraño chaval me caía bien.

Mientras tocaba, en algún momento, le dediqué una mirada significativa a la dama con el rostro de zorro, o de coyote, como fuese, a la vez que le sonreí fugazmente, instantes antes de volver a sumergirme en la música.

-Lo siento - susurra sólo para ti. - no me gustan los abusones.

Como si aquello no fuera demasiado con ella, la chica de mirada dracónica se encoge de hombros. No es que le interesara especialmente ir a ninguna parte, pero tampoco tenía nada de especial quedarse donde estaba, por lo que cede, dejándose llevar por una, muy hábil, mujer de largas orejas.
Tarda un poco en responder a la pregunta, pero al final decide ser sincera.
- Porque trabajo bien sola. Mis resultados académicos hablan solos. No entiendo por qué insistieron tanto en que me relacionara. ¿Qué más dará? - entonces calla otra vez, mirando sin ver todo a su alrededor - ¿Es un hobbie? -refiriéndose nuevamente a la máscara, o la costura en general - Supongo que los hay peores. El tuyo tiene utilidad.

La respuesta de La Coleccionista me hace tener que tapar discretamente mi boca para ocultar una sonrisa que a su vez contiene una leve carcajada. Realmente bueno, sublime. Es lo que dice mi rostro.

Súbitamente aquella montaña azabache, por la cual había perdido parte del dorado líquido y además había manchado mi mano, se voltea hacia mí, con un aspecto asustadizo. Cierro los ojos y tomo aire. A veces soy demasiado blanda. Me recrimino, pero finalmente asiento. Realmente algo en mi interior se sentía bien con aquello.

- Está bien -le concedo-: en primer lugar discúlpate como es debido -muestro mi mano, que acabo de limpiar- por tu falta. Quizá podrías traerme un par de sashimis de atún rojo que he visto en el cóctel ¿si?

Aunque pregunto, no espero ninguna respuesta. Unas copas con nata y fresas y algo rojo que salen y que capto por el rabillo del ojo captan mi atención, por fortuna la máscara turquesa cubre el movimiento de mis ojos. Aunque ya está grabado en mi mente.