La bruja mágica podría hacer uno de esos hechizos y ayudarnos... Claro si fuera de las que les gustara ayudar.
Vanellope escuchó con atención la respuesta de Peter, tras haber negado con la cabeza a la niña dulce rubia. Tampoco le entristeció negar aquello. No necesitaba una madre, ni un padre, ni nada de eso. Ralph era lo que conocía como alguien con quien podía llegar a confiar de manera plena y sincera, por lo que nunca se preocupó por aquello de si necesitaba una familia o algo así. Le bastaba con lo que tenían ellos dos juntos, no requería nada más para ella. Así vivía feliz y plena, aunque podía llegar a entender que aquellos niños perdidos quisieran una persona que les contara historias y les diera pasteles.
Se quedó con la boca entreabierta al ver que el niño perdido se fue hacia el techo volando y, por un momento, se imaginó que ella también podía volar. Una sonrisa apareció en su rostro, viéndose recorrer el techo de aquella torre y jugar con Ralph, y no estar allí pensando quién podría ser alguien tan malvado como para hacer que cada noche algo horrible pasara.
Se le fue la sonrisa del rostro al volver a caer de nuevo en la realidad. Suspiró, torciendo el gesto y encogiéndose de hombros, convenciéndose de que pronto terminaría, mientras se acomodaba en los hombros de Ralph, y jugaba con su cresta.
Se quedó mirando a la chica pelirroja, sintiendo curiosidad por lo que escribía. Ladeó la cabeza y quiso acercarse para saber lo que ponía. Se bajó de los hombros de Ralph y lo cogió de su manaza para llevarlo con ella a cotillear lo que escribía.
-¿Qué escribes?- preguntó, curiosa-. ¿Sabes quién puede ser el que esté haciendo algo malo?- agarró con más fuerza la mano de Ralph de modo inconsciente, temiendo que la respuesta de Mérida pudiera desencadenar alguna clase de hechizo y pudiera llevarse a su enorme amigo-. ¿Qué sabes que no nos cuentas, chica pelirroja?
En cuanto contestó, Vanellope abrió la boca y dejó escapar un “ahhhh” haciendo entender por dónde iba ella. Miró a Ralph y se encogió de hombros.
-Ya me he liado- le susurró, haciendo que se agachara para poder hablarle en el oído-. Me hago la interesante, pero no entiendo nada- añadió, sonriendo.
Yo solo he coincidido con una bruja y no era buena.
Solo quería el poder por lo que yo no me fío.
Me acerco a las 3 hadas
¿No sería posible que hicierais un hechizo para decir la verdad y nos preguntarais?
Simba ha hablado - dije- Dice no ser un asesino, pero se supone que con su muerte alguien más caería con él, pero que no se llevó a nadie, porque no sabía a quién... - Tras citar las palabras de Simba me mantuve en silencio, yo no le creía, pero prefería dejar que cada uno pensase por si mismo.
Un dos tres, probando probando... ¿me oyen los del fondo?
La chica china, tras trastear un poco, había logrado instalarle un equipo de emisión de ondas de radiofrecuencia de lo más decente; al fin, tras tantos años de acarrear basura humana (sin querer ofender) de un lado para otro, ¡podía decir lo que pensaba!
Y... ¿Qué es lo que quería decir, en realidad? Que no entendía por qué moría tanta gente, por ejemplo... en teoría solamente buscaban a un asesino, no a tres; tantas desapariciones le hacían temer por su vida.
Porque si algo tenían en común los borrados es que todos habían hablado. Y ahora él estaba a puntito de hacer lo mismo... ¿Y si eso lo convertía en una presa? Hasta entonces, sin decir muchas palabras, se había salvado. Quizás una verborrea exagerada le condenaría a la desaparición.
Aquella idea atemorizó a WALL-E; sin duda era mejor estar calladito y no decir muchas cosas que pudieran exacerbar los ánimos de los votantes, de los asesinos o de quien fuera.
Perdón, quería decir... WALL-E.
Habían estado todos divagando o distrayendo la mente en otras cosas… o no. Quizás lo que decían si tenía relación alguna, pero durante un rato largo Ralph se encontraba con la mirada perdida. "¿Madres?" Él no podía saber lo que era aquello le habían programado de la nada para cumplir con un estúpido juego. Un estúpido juego al que echaba de menos. Sobre todo a su amigo Repara-Félix y a su propio montículo de ladrillos. Sin embargo, apreciaba a la pequeña Vanellope, pues era la única que recordaba esa vida, luego fueron suplantados quedándose sin hogar. –Bufff…- Y ahora que parecían haber encontrado un mundo al que encontrarse a gusto donde no tenían los ojos demasiado pequeños sus habitantes se dedicaban a matarse entre ellos.
Era…Triste. Muy triste.
Mientras la pequeña piloto lo arrastraba hasta la pelirroja, el grandullón pensó que no creía lo que Peter decía, su tristeza parecía fingida: -¿Cómo puede volar? ¿No dijo que necesitaba un pensamiento feliz para hacerlo?- le parecía que eso mismo le había oído contar mientras Ralph escalaba esa torre. Luego, un codazo de la cría hizo volver su atención a lo que Mérida decía y escribía. Tras reírse de los susurros de su compañera el de la cresta pensó que él si lo entendía pero que aquello no concluía a nada.
No le gustaba el perro. ¿Dónde se había visto un perro fuera amarillo y que más inri hablase? ¿Y por qué ya no hablaba?
Sin embargo, sabía que aquello podía no ser más que escrúpulos por su parte, argumentos tan pocos concluyentes y discriminatorios como los de esa chica que más bien parecía ir a buscar inculparlo por alguna razón. Pero al menos ella intentaba buscar a un culpable.
Luego preguntó Jack a la india por no sabía qué de un abuela árbol. ¿Eran amigos esos dos? ¿Cómo sabía el sr. Sacodehuesos tanto del resto?
Iba cavilando al respecto y abrió la boca para objetar algo cuando la leona interrumpió. Ya a esas alturas cuando esta hablaba la mayoría callaba y escuchaban, pues si bien podían o no creer lo que contaban los muertos, si empezaban a creerla a ella.
Y él, también.
Se giró hacia la pequeña al ver que la acusaba
no se nada seguro pero quizás quien este haciendo esto se guíe un poco por nuestros votos, no tenemos muchos más datos en los que apoyarnos y no quiero tener que seguir votando si no se a quien, si se os ocurre alguna otra forma de descubrir algo más me encantaría escucharla dijo ofendida.
Donald asintió al oír a la pelirroja Merida. Él tampoco sabía a quien votar pero no quería equivocarse. También compartía sus dudas respecto a Pluto.
-No sé zsi el perro de Micjkey es culpable o no- tampoco sabía si Chewbaka era culpable como afirmaban algunos, pero al parecer Merida decía que podía haber relación entre ambos- pejro a falta de kpruebas segujre sospechando de él.
Esperaba que con el nuevo día aparecieran más pruebas y pudieran votar a alguien con más seguridad. Pero Donald consideraba que prefería arriesgarse a que fuera alguien que no aportaba nada el sacrificado antes que eliminar a un inocente valioso.