Era una noche tranquila, Rizumu iba a trabajar en la gasolinera donde le habían empleado la semana pasada, a fin de cuentas, su Quirk podía disimularse por inhalar demasiada gasolina y tener leves alucinaciones, por lo que el empleador no tomo en consideración que cada vez que Rizumu hablaba del porqué era buena idea contratarle, este iba estando más y más mareado.
Por mucho que digan que los Quirks son habilidades venidas del cielo, esto es de todo menos la verdad, algunos Quirks son auténticas pesadillas para quienes los sufren y padecen. ¿Quien quiere vivir pudiendo doblar las rodillas a la inversa? ¿Sacarse los ojos de las órbitas? ¿o oler a mierda por mucho que se limpie?. - Pues algo así era Rizumu, pues segregaba un veneno capaz de causar leves alucinaciones o incluso la muerte, y lo despertó de la peor forma posible.
Un día cuando su padre llegó borracho a casa, pocos años después de que su madre se envenenara con las esporas que le cayeron de la cabeza en su plato de comida; tuvo la brillante idea de castigar a Rizumu por algún motivo que ya este ni se acordaba, por lo que, acercándose al joven, este puso sus manos en el cuello de Rizumu y comenzó a asfixiarlo.
No tenía que ni apretar, su Quirk de control del aire en un área pequeña le permitía hacer una bola de aire en la garganta del joven, impidiendo que nada bajara por la tráquea, o si quiera saliera de ella. Los minutos de agonía mientras el chaval se asfixiaba, como sus pulmones ardían, hasta que todo se volvió negro.
Su padre fue hallado muerto, envenenado por una causa desconocida, mientras el joven veía cosas a su alrededor distorsionadas y deformadas, de colores vibrantes que cambiaban e incluso con cosas que no estaban allí. El joven tuvo que huir del lugar.
A cierta distancia, de él y de la gasolinera, los ruidos de una pelea se hicieron cada vez más y más evidentes; la roca rompiendose, gritos y gemidos de dolor se podían escuchar, y el, al lado del surtidor de gasolina, apenas podía ver como picos helados sobresalían por encima de los edificios. Era una batalla dura la que se estaba cometiendo en aquel lugar, hasta que, lo que parecía ser una bola de fuego perdida, salió del callejón e impactó a unos pocos metros de Rizumu.
Por desgracia, impactó y no pasó de largo. El surtidor se volvió en llamas y en un abrir y cerrar de ojos, explotó la gasolinera con el al lado y sin que nadie pudiera ayudarle. La explosión le tomó por sorpresa, y la oscuridad lo engulló al igual que todo su cuerpo sentía un intenso y profundo dolor.
Pasarían los segundos, los minutos, y nadie vino al rescate del joven que se encontraba, atrapado parcialmente entre los escombros, sino que directamente malherido y perdiendo sangre a borbotones de sus heridas. Sus oídos parcialmente taponados por la explosión apenas lograron escuchar las voces de los que se acercaron.
¡Twice! ¡Aquí hay uno y parece que respira!
La voz procedía de una joven, de edad de andar en el instituto, llevando una extraña máscara con algunos contenedores y tubos a ambos lados de su cuello, y parecía moverse entre una pila de cuerpos que, pese a no haber muerto por la explosión, pues no tenían signos de quemaduras, todos ellos se encontraban tendidos en el suelo.
La joven sacó una jeringa de uno de los cuerpos y se acercó a Rizumu y sonrió.
¡No podemos hacer nada por él!
¡Sí que podemos y tu lo sabes!
¡Que no podemos!
¡Que sí, solo hay que coger las medidas de sus piernas, esas de allá!
¡Pero nos meteremos en un lío!
¡Ya estamos en un lío!
Todo esto no sería una conversación extraña si no fuera porque el hombre enmascarado estaba hablando consigo mismo durante todo este tiempo mientras, con cuidado de no hacerse daño con ningún hierro o trozo de escombro de la gasolina, se acercaba al cuerpo de Rizumu.
¡Oh! ¡Vamos, Twice! ¡Ayudemos a este delicioso jovencito!
Por su parte, la colegiala parecía bastante proactiva en ayudar a Rizumu de la precaria situación en la que se encontraba, todo mientras, el dolor se iba desvaneciendo del cuerpo del joven y la mirada en sus ojos, lentamente se fundían en la oscuridad más absoluta, al igual que poco a poco, las palabras iban atenuándose, como si estuviera debajo del mar.
¡NO PODEMOS HACER NADA POR EL YA!
¡LO HARÉ!
Twice ya se había quedado al lado del cuerpo casi inconsciente de Rizumu y sacando una cinta de medir de su muñequera, comenzó a medir el cuerpo del joven para preparar lo que iba a hacer. Todo mientras, Toga, de forma sonriente, le acercaba algo que Rizumu ya no pudo ver por la distancia.
¡COPY!
¡DESPIERTA! ¡DESPIERTA!
¡ES HORA DE QUE CONOZCAS A TUS NUEVOS COMPAÑEROS!
Rizumu lentamente se despertó, estaba más que dolorido, pero de forma más que sorprendente se encontraba con vida de todo aquel jaleo en el que se había visto involucrado sin quererlo, lentamente abrió los ojos para ver como, aquella muchacha entusiasmada le estaba hablando con una sonrisa de oreja a oreja.
El hombre sentado en la barra dio un golpe en la mesa, haciendo que la joven se callara repentinamente, dejando en silencio la estancia, la cual, ahora podía ver con mayor detalle el recién despertado Rizumu Yudoku. Con el golpe que este dio en la mesa, la única fuente de sonido, era la televisión que anunciaba el encarcelamiento del héroe conocido como Stein había sido encarcelado, así como la muerte de varios civiles en la pelea al explotar una gasolinera.
Entre esos nombres, pudo destacar el suyo propio.
Rizumu comprendió que no había muchas opciones más en las que tomar, a fin de cuentas, todo parecía haber estado ya decidido desde el principio, al menos desde que esos héroes decidieron luchar usando sus poderes peligrosos en un terreno lleno de civiles, en donde los heridos y muertos tan solo representaban una estadística.
Ahora tenía una nueva vida, una nueva forma de empezar y de hacer las cosas.
¡UNA NUEVA OPORTUNIDAD!