Partida Rol por web

Tanto Emily como Eileen sabían que el conjuro de la rubia había sido bueno, pero nada reveló. El collar de Mozart parecía ser una simple placa de buena calidad, sin ningún tipo de conjuro malintencionado.

La sonrisa chula de seguridad apareció entonces en la cara de Roy. Estaba convencido de que resultaba tan terriblemente atractivo para la chica que le era imposible enfadarse con él por mucho tiempo. 

No obstante, la noticia sobre los Rhys le devolvió un tanto a la realidad. Los Rhys le daban igual, pero que persiguieran a sangres limpia como ellos no tanto.

- ¿Estás bien?- la cogió de la mano y la sentó sobre sus piernas.

Max se encontró con Smallet un rato después, cuando ésta bajó las escaleras del despacho de la directora. Al ver qeu el chico quería hablar con ella y tras lo sucedido, decidió que lo mejor sería tener el diálogo en su despacho. Una vez allí, se apoyó en el filo de la mesa, frente a Max:

- Dime, Scofield. ¿En qué puedo ayudarte?

Kegan le dedicó una sonrisa a su madre al ver que se habían quedado solos y le propuso ir a entrenar a la sala de los menesteres a la vez que hablaban, pues allí podrían hablar tranquilos y practicar sin interrupción.

Al llegar sacó la varita y se puso en guardia, a la vez que comenzaba a hablar.

- Me gusta pasar tiempo contigo mamá, pero hoy quería hablarte de otra cosa. Estos días he estado trabajando con el profesor Pullap y dos compañeras en secreto para investigar sobre Tower y este irá a Hogsmead en san Valentín.

Se preparó para practicar su habilidad de defensa contra artes oscuras.

- Y se me había ocurrido algunas ideas pero una pregunta primero, ¿Tower sabe quien eres?

Sacó también la varita, sujetándola con elegancia y eligiendo una postura de duelo bastante peculiar. Erguida, con los pies juntos formando una "V".

- No. No me ha visto jamás. Al menos no con mi aspecto real. Sin embargo, yo a él sí.

Sin siquiera decir "expelliarmus" agitó la varita contra él, con rapidez.

Kegan observó cómo su madre lo desarmó sin darle si quiera una pequeña oportunidad, se quedó mirándola seriamente unos segundos, antes de comenzar a reír.

- No pensaba ganar pero… al menos poder hacer algo - y volvió a reír.

Tras eso se quedó pensativo unos segundos y le contó a su madre sobre lo que estaba pensando.

- Había pensado un par de ideas. En ambas les diría al profesor y a mis compañeras que no puedo ayudarlas ese día.

Pensó un poco más, intentando pulir algunos detalles de ambas.

- Un estudiante o una Auror solitarios llamarían la atención y aunque él no te haya visto, sus "ojos" de aquí sí lo han hecho. La primera de mis ideas seria convencer a Mía de que me deje pasar ese día contigo o que lo pasemos los tres… y aprovechar para investigar, aunque ese plan tiene varios problemas y como ya había comentado él podrá saber que tú eres una Auror.

Pensó un poco sobre el segundo plan… no le gustaba pero, a su vez, pensaba que era el mejor plan.

- El segundo plan seria convencer o engañar a Mía para que se quede ese día aquí escondida. No me gusta el hecho de que tuviese que pasar aquí el día de san Valentín en secreto y mucho menos engañarla o hechizarla para que lo haga… pero pararle los pies a Tower salvará muchas vidas, incluso unas horas de diferencia podría marcar la diferencia entre la cantidad de vidas salvadas y entre ellas puede estar incluso la de Mía, si elegimos esta opción, se lo contaré todo cuando todo acabe.

Tomó aire y pensó sobre aquello, no le gustaba pero a su vez… pensaba que sería lo mejor para un bien mayor.

- Quizá ya sepas por donde quiero ir, prepararíamos poción multijugos de Mia, suficiente para que sobre para no correr riesgos. Imagino por el comentario anterior en que sabes prepararla… en mi mejor no confíes para preparar una poción - esta última broma la soltó con intención de quitarle hierro al asunto… se estaba poniendo serio y no le gustaba - Mia y yo no resaltaríamos nada teniendo… bueno… una… cita… - comenzó a ponerse rojo… le daba vergüenza tratar ese tema con su propia madre - y bueno… incluso podríamos investigar sin problemas pues… bueno, ya sabes… una pareja busca sitios vacíos… y eso…

Miró a otro lado, nervioso… y simplemente esperó la respuesta de su madre.

- Eso, tú no te alejes mucho no vaya a ser que te pierdas como me humillo... - le dije a Eileen lanzándole un cojín tras comprobar que el collr era seguro. Le hice un gesto a Mozart para que se acercase y le coloqué la placa, dejándole libre después para que se pelease con ella. Contesté entonces a la pregubta de Eileen. - El encantamiento Proteico serviría, pero solo funciona en una dirección. Es un conjuro de EXTASIS así quenadie seextrañaría si nos ven "practicando". Podemos hacer algo simple: compramos un par de colgates o pulseras, hacemos una copia con el proteico y si queremos avisar a la otra de algo lo calentamos. Sutil, simple. - dije levantándome para recoger el libro de encantamientos y buscar el conjuro, para segurarme de que mis pocas horas de estudio no me habían confundido. - Tal vez nos podemos mandar mensajes mas elaborados utilizando un pergamino con el mismo conjuro, pero la sutileza se va a la mierda y cualquiera puede encontrar el pergamino.

Una vez en el despacho de Smallet la miré directamente a los ojos sin llegar a sentarme. No tenía tiempo para andarme con formalidades ni tonterías. 

-Supongo que ya está al corriente de mi situación actual profesora. Quería pedirle ayuda: necesito estar mejor preparado. En navidades me salvé por pura casualidad y no quisiera estar indefenso cuando esos hijos de p... -me frené en seco, dándome cuenta de con quien estaba hablando. -cuando esos locos intenten venir a por o a por la gente que me importa. Se que quizás le sorprenda mi actitud... pero esto va más allá de chiquilladas infantiles en el colegio: esos cabrones están yendo en serio. 

Una cosa tenía clara: si había secuestrado a mi madre los creía capaz de cualquier cosa. Y no iba a permitírselo. 

Esa sonrisa le había dejado claro que Roy consideraba que había ganado la batalla, lo cual molestó un tanto a la chica. Pero en estos momentos no le importaba, para él la perra gorda si la quería. Aún así cuando sonrió le echó una mirada para nada amigable. 

-Pues no, no estoy bien, la verdad.- Le espetó...pero se dejó acomodar encima de las piernas del chico.- Casi espero que me ataquen, así podría poner a algunos estúpidos en su sitio y esos mojigatos del ministerio no podrán decirme nada.

- Claro- estaba decidida. Cuando Max se ponía totalmente serio es que la situación era realmente importante. Lyandra no dudaba en ayudar a quien lo necesitara y más aún si era un estudiante de Gryffindor.- Empezamos mañana. Prepárate para sudar, Scofield.

- Nunca engañes a quien valoras, Kegan. Es un consejo- aunque no debo de ser un buen ejemplo para él ahora mismo.- Colabora con ella, no la apartes. Las mujeres también somos aptas y no puedes apartar a la gente solo por protegerla.- Yo no lo hice contigo. A pesar de que tengo miedo de que te metas en líos. Eso sí. Valoro tu sinceridad y tu colaboración.- Seguro que ella querrá ayudarte. Si es una cobarde no se merece ser mi nuera.

Como siempre Smallet no decepcionaba: siempre estaba dispuesta a ayudar a la gente y por eso era mi profesora favorita. Que a mayores ella fuera la profesora de mi asignatura favorita sólo era una coincidencia. Ella te ganaba con su personalidad, con su forma de ser.

-Muchas gracias profesora. De verdad. -esbocé una pequeña sonrisa. La primera desde que me había enterado de todo. 

Salí de su despacho con paso decidido hacia la lechucería. Allí tomé pluma y pergamino y redacté una carta para mi padre.

Acabo de enterarme de todo. Espero que estés moviendo todos tus hilos y usando todas tus influencias para localizarla. Me importa bien poco que lo averigües de forma ilegal pero ni se te ocurra dejarme a un lado de esto. Es mi madre y voy a hacer todo lo posible por averiguar donde está para rescatarla con tu ayuda o sin ella. Ya viste en navidad de lo que soy capaz así que no me pongas a prueba.

"el chico"

Sellé la carta y se le até a la pata de  mi preciosa lechuza. -Lleva esto a casa por favor. -tras una pequeña caricia dejé que alzara el vuelo. No sabía cómo se tomaría la carta mi padre... pero me importaba bien poco.