Cornelia se dirige hacia la taberna con la esperanza de que allí encotraría a todos sus vecinos y al fin podrías dormira tranquilos... Más al llegar solo encontró la puerta cerrada...
"¿Quién es esa? Parece Victoria, y se va corriendo... Vaya, nadie nos ha hecho caso, como siempre... Lo mejor será volver al molino con padre y cerrar atranca todas las puertas y ventanas... Aquí pasa algo muy pero que muy raro..."
Sin pensarlo más, salió corriendo como alma que lleva el diablo rumbo a la ansiada seguridad del molino...
Felicia termina de recoger la cocina de su casa en silencio. Con los pensamientos perdidos en los acontecimientos del pueblo, apenas se da cuenta de lo que hace mientras acaba de secar los últimos platos y los coloca en el armario. Después dobla el paño con cansancio y se sienta en una silla durante unos segundos.
¿Qué está pasando aquí? - Se pregunta con un cierto grado de desconsuelo en la voz. - Al fin y al cabo, más o menos conocidos todos se merecen vivir.
Haciendo un esfuerzo se levanta de la silla y la acerca de nuevo a la mesa. Pasando hacia la salita ve a su padre, dando cabezadas sobre un pequeño sofá con la tele encendida. Tras dar las buenas noches sin obtener mucha respuesta a cambio, se acerca a las ventanas y se asegura de que estén bien cerradas. Por último, pasa la cadena a la puerta y cierra con el pestillo.
Un mal presentimiento recorre su cuerpo durante unos segundos mientras sube las escaleras de la vieja casa hasta su habitación.
¿Quién será el siguiente?- Se pregunta mientras se tapa con las sábanas de su cama, y se dispone a dormir.
Cornelia