-Yo también haré guardia de ser necesario...-me levanté de súbito plantando la vista en mi padre pues sabía que no le gustaría.-Supongo que siempre vienen bien un par de ojos más, además, todas estas historias de horror no me van a dejar dormir, así que... Cuenten conmigo.
A escuchar a Constanza me alegre de no ser la única mujer del pueblo de que se ofreciera ayudar a esto hombre valientes.
Me alegro escuchar eso , ya no soy la única mujer
-Que puedo decir, señores, hermosas doncellas, estoy a vuestra dispocicon, y como aquel caballero a mencionado si desconfian de nosotros, bien pueden escoltarnos durante nuestras rondas, pues he de decir que no pienso dormir, en especial viendo como se exponen al peligro damas tan delicadas.
¿Por qué de todos los pueblos en los que pudo ir a prestar mi espada tuvo que ser este?. Aunque, pensandolo bien, traera mayor gloria a mi familia el triunfar en situacion tan adversa
Alentada por mis predecesoras me levanto del sitio donde estaba sentada y en silencio y exclamo:
- ¡También podéis contar conmigo! Si mi padre me da permiso, claro - Añado en voz algo menos audible.
-Bien, bien... con el pueblo vigilado tendremos menos problemas. Espero se solucione pronto- dejo el vaso encima de la mesa.
Cae la noche y todos os disponéis a dormir o a vigilar con el temor de que lo que sea que haya matado al administrador aún siga por ahí...
Seguimos en la escena nocturna.
Las votaciones son claras. El pueblo desconfía de Jean Vincens Atreides y se lo llevan a la horca.
Puedes pasarte a decir tus últimas palabras.
De nuevo, lamento la confusión.