Partida Rol por web

- Avanza la mañana y el Circo comienza a llenarse de gente.

- Los luchadores de la Escuela Amarilla y del Halcón Negro llegan a la Sala de Descanso Amarilla.

- Los Capas Rojas dejan sus entrenamientos por hoy y van a la Sala de Descanso Roja.

- "¡HAGAN SUS APUESTAS, HAGAN SUS APUESTAS!" -

- "¡¡APUESTAS CERRADAS!!" -

Era el día en el que tenía muchas papeletas para morir, la verdad es que tenía demasiadas papeletas. Yo diría que incluso tenía todas las que se sorteaban pero ya se sabe que mala hierba nunca muere. Al menos eso es lo que le dije a Grumcha en una de nuestras últimas conversaciones para que estuviese tranquila ante mi doble desafío a muerte contra la bocazas de Veleta y el bufón de Follaniños.

Y llegó el día como tantos otros habían llegado ya. No había prestado atención a los otros combates y tampoco me había despedido de Grumcha ni de Lagartija. Tampoco es que tuviese intención de irme por que mala hierba nunca muere.

Se abrió el rastrillo y allí salimos Veleta y yo, el uno frente al otro a muy escasos metros. Al menos me ahorraría tener que correr hacia ella.

El combate fue de lo más rápido, una serie de golpes en consecución sin movernos de donde estábamos. Yo fallaba, ella acertaba, sangre, sangre e insultos y provocaciones. Ni siquiera le prestaba atención, no hacía más que interrumpir mis pensamientos tranquilos mientras cruzabamos las Gladius. En un abrir y cerrar de ojos caí y la humana estaba a punto de matarme cuando el público pidió clemencia a gritos.

- ¡Jodete Humana! - le dije entre risas y dolor - "Mala hierba nunca muere".

Me sacaron en camilla pero antes de que Grumcha saliese a la arena posó sus manos curativas sobre mi, era la última vez que me iba a tocar, la última vez que sentiría su tacto y la última vez que la verían mis ojos.

Me recuperé parcialmente mientras ella luchaba, su victoria fue abrumadora sobre el gnomo y para bien de ella, no tuvo que arrebatarle la vida.

Me tocaba de nuevo, Follaniños estaba a mi lado con más aspecto de muerto que de vivo. Parecía que Petaculos le había dado bien en su combate anterior. Grumcha intentó curarme pero me negué.. no quería que la sancionaran por mi culpa y el rastrillo se abrió de nuevo.

El combate fue muy similar al de Veleta pero con dos variantes. Una es que Follaniños estaba fingiendo y se quitó las vendas nada más empezar. Una triquiñuela realmente estúpida ya que yo esperaba que estuviese en forma para hacer su trabajo. Pelear contra un moribundo no tenía ni puta gracia. Y la segunda variante fue que empecé muy fuerte y no fallé ni uno de los golpes pero el elfo dopado los aguantaba todos y yo terminé por besar la arena a pesar de no haber fallado ninguno.

Era la hora del veredicto, yo estaba sonriendo y el público dictaminó: ¡MUERTE, MUERTE, MUERTE!

El mangual de Follaniños se alzó por encima de su estúpida sonrisa para venir en busca de mi cráneo.

- "Vaya putada Babosa.. resulta que después de todo no eres una mala hierba" - pensé antes de que todo se apagase para siempre.

Llego el dia. Hoy es el dia de la sangre, el dia que tanto he rezado para que no llegara. Pero el paso del tiempo no entiende de oraciones.

No he querido hablar mas con Varian sobre el tema. El esta tranquilo y no sere yo quien lo ponga nervioso con mis preocupaciones. Heresunge me aporto confianza y decisión . Ojala estuviera aquí con nosotros...

Varian es el primero en salir. Desde la ventanita de la Sala Amarilla, veo como recibe los golpes de Veleta. Mis manos se cierran sobre los barrotes viendo como sufre...y cae. Durante unos segundos esperamos la decisión del público, que no se hace esperar. Como en otras ocasiones, han decidido que viva. Algo en mi interior me decia que seria asi, me alegro de no haberme equivocado.

Me llaman para mi combate, pero tengo algo que hacer antes de salir a la Arena. Caminando por el pasillo retraso mis pasos. Los guardianes piensan que es por miedo, pero no es asi... ¿Dónde esta? Moradin haz que nos encontremos... Y allí, contra la luz del final del pasillo, veo entrar a dos hombres portando la camilla de Varian. Con rápidos pasos los alcanzo, y durante los segundos de desconcierto de los guardias que me acompañan y que no esperaban de mi esa reacción, le impongo las manos para que se recupere de sus heridas antes de su siguiente combate. Me dejan solo unos segundos, pero son suficientes. Con una sonrisa y despues de que mis manos se retiren de su pecho, me arrastran hasta la Arena.

El combate fue rápido. Me encontré a Soplador justo a mi lado y no se despego de mi durante todo el combate, asi que, aunque no me guste la sensación de la gladius al cortar la carne, no tuve mas remedio que usar el arma que ahora Soplador reclamaba con ese combate a muerte. Antes de que me diese cuenta, vi al gnomo caer al suelo. No deje de mirarlo esperando la decisión del publico Moradin….haz que no tenga que matarlo...ya he vencido...no hace falta que muera... Y escuche las palabras del publico perdonándole la vida. Respire aliviada como no lo habia hecho antes en un combate. No tenia que matar y conservaba el arma.

Volví a entrar camino de la sala de Amarilla, y en el pasillo me encontré con los dos contendientes. Me alegre de ver a Varian de pie y bastante mejor, no lo habia podido curar del todo pero alli estaba, preparado y tranquilo. Me acerque con una sonrisa. Y en ese momento, vi a Follaniños. Iba cubierto de vendas y cabizbajo, parecia que el combate anterior lo habia hecho sufrir Mejor, mejor para Varian, mas posibilidades tendrá de salir sin mucho daño. Que termine rapido tambien ese combate... Mientras que revisaba discretamente las heridas de Varian con la mirada, mis ojos se volvieron dos segundos para observar a Follaniños, intentando evaluar sus heridas tambien. Mis ojos se encontraron con los suyos. Y brillaban de odio y de mentira. Y me di cuenta de que no estaba herido, de que todo era una farsa para que Varian se confiara. Quise decírselo a Varian, quise volver a curarlo para que saliera totalmente recuperado a la Arena, pero cerca mia el Instructor me adivinó las intenciones y me cogió de un brazo y me dijo en un susurro Si lo haces y el elfo se da cuenta protestara y puede ser negativo para Varian, pero es tu decision... Yo no queria perjudicar a Varian. Lo mire y el se mostraba confiado, tal vez era de nuevo solo mi miedo. Se encaminaron hacia la Arena. En dos pasos me acerque al enano, incapaz de esconder mi miedo Cuídate...y vuelve... Y delante de mi cerraron la verja.

Curiosamente me dejaron que viera el combate desde alli, nadie se preocupo en llevarme a la Sala Amarilla. Conforme pisó la Arena, el elfo se quito las vendas y se mostro pletórico de fuerza delante de Varian. Mi estomago se encogio y el miedo flotaba a mi alrededor. El combate fue diferente a otras veces, estuvieron igualados la mayor parte del tiempo. Pero sin saber como, vi a Varian en el suelo. Y el tiempo se detuvo. No podia retirar mi vista de Varian, cubierto de sangre, en la Arena, esperando el deseo del público. Son dos veces en un mismo dia, Moradin ayúdalo ahora…haz que lo vuelvan a salvar...ha luchado bien... Y de pronto, el publico pidió lo que deseaba. Sangre. Muerte.

-No..no por favor…Varian no….nooooo Comencé en su susurro y termine gritando. En un arrebato de dolor intente abrir la puerta, pero el candado estaba bien cerrado. Mire a mi alrededor pero nadie me miraba, nadie me hacia caso, y por supuesto ninguno de los que estaban allí se hubiera jugado nada por dejarme a mi salir a la Arena en aquel momento -Moradin...no...¿Por qué Varian...? ¿Por qué?

Mire a la Arena. Y vi la sonrisa del elfo al levantar su mangual. Varian en el suelo lo miraba. El elfo tomo impulso...Yo no podia ver aquello. Me retire con un movimiento brusco de la verja, apoyando mi espalda en la pared y tapándome la boca con las manos para ahogar mi grito, mientras las lagrimas corrian libremente por mis mejillas. La gente rugía en las gradas y a mi alrededor. Me deje caer poco a poco, deslizándome por la pared, hasta que termine en el suelo. Me quede sin fuerzas y solo era capaz de temblar y ahogar mi llanto.

La gente habia dejado de gritar y se iban. Todo habia terminado....

El elfo estaba hundido en su camastro, recordando la pelea.

Había salido corriendo a pelear cuando aquello le descolocó... un mago haciendo magia Eladrín. El entendía cada una de las palabras de aquel conjuro mientras que el humano se las había memorizado, estaba claro que no entendía nada de lo que decía.

Y usó la mágia de su propia gente, de los Eladrín, contra él. Aquel conjuro no solo le había destrozado físicamente, sino anímicamente. No entendía nada.

Como tampoco entendía lo que sucedió luego. Angel se había sentido al borde de la muerte, pero de alguna manera, el sentirse observado... le gustó. El momento que había levantado los brazos y gritado que iba a seguir, hasta la muerte. Y todo ese público le aplaudió.

Jamás se había sentido tanbien, y darse cuenta de eso le estaba volviendo loco. Eran subcriaturas, eran...nada. Pero por una vez se había sentido importante, trastantos años siendo ninguneado por su padre.

Siguió el combate y sorprendó a aquel mago cuando no solo se movió, sino lo suficiente como para lanzar un hechizo que el maltrecho cuerpo de Angel no logró realizar bien.

Y luego la oscuridad.
Y la duda.

Dos combates, dos malditos combates. Entendía que me hubiera desafiado el elfo de la otra escuela, estará buscando al mejor rival, pensará que soy yo.

Pero no entendía que me hubiera desafiado Bilis. ¿Por qué? Aún recordaba el momento en que fui a buscarla durante el incendio de la otra escuela, y cuando nos enfrentamos juntos a Champiñón. "¡Qué pronto se olvidan las lealtades...!"

Salí a la Arena a hacer mi papel. Al menos ninguno de los combates era a muerte. Aunque siempre existía el riesgo de sufrir un golpe fatal...

El combate contra Follaniños salió bastante mal. Podía haberle ganado, pero estaba distraído. Mis golpes fallaban continuamente. Al final, caí.

Y me puse en pie para el siguiente combate, el de Bilis. Esa arrogante y traicionera criatura ahora me daba la oportunidad de rendirme. "¡No quiero ya tu piedad, maldita!"

Salí a luchar aunque estaba malherido. Sabía que el primer golpe lo daría ella. Poco importaba. Cuando se acercó lo suficiente, sufrí su ataque y se lo devolví rápidamente. Mi daga le acertó de lleno y en su cara pude ver que le había hecho daño. Me daba por satisfecho.

- Ahora, me rindo. - Dije arrogantemente.

- Acepto tu rendición. - Me contestó, como si pudiera hacer otra cosa sin causarse problemas a sí misma.

Sin dejar de mirarla, cogí las dagas que había lanzado y volví a mi sala de descanso.

Desde allí miré el resto de combates sin preocuparme demasiado ninguno de ellos. Lo único que me sacó de mi indiferencia fue la muerte de Babosa. "Ese enano traicionero... Ojalá hubiera tenido la oportunidad de desafiarte o devolverte tus ataques por la espalda en la Arena. Te está bien empleado."

Cuando todo se silencia, miro temerosa a la Arena...los limpiadores ya estan afanandose con la sangre de todos los combates, intentando no dejar rastro de ella. Varian sigue en la Arena. Los camilleros aun no lo han recogido. Mis ojos se anegan en lagrimas y no puedo aguantar la vision de su cuerpo alli tirado, sin vida.

Puede que aun tenga tiempo...no me pueden decir que no....

Lentamente me levanto del suelo, y agarrandome a la pared camino todo lo rapido que puedo hacia la Sala de Descanso Amarilla. Cada paso me cuesta la vida darlo, cada paso me separa de Varian. Pero tengo que hacerlo....y rapido...tienes que ser rapida Grumcha...asi que venga...mueve tu trasero...ahora no le puedes fallar...

Consigo llegar a la Sala y abro la puerta, agarrandome a ella para no perder el equilibrio -Intructor, ¿podemos hablar un momento? Es sobre...sobre... -y soy incapaz de pronunciar su nombre.

- "Dime, Bella." -

-Nunca....he sabido que, que se hace con los cuerpos de aquellos que mueren en combate. Me gustaria...hacerme cargo de Varian. Aunque no se que hacer, estoy perdida en Detritus para esas cosas. He pensado en ir al Templo... Supongo que tu tienes que decidir que hacer con el...por favor...dejame que me haga cargo yo de el.

- "Claro. Haz lo que debas hacer, Bella. Demoses se quedará contigo para ayudarte y puedes contar con los criados de la Escuela.

Toma, en esta bolsa hay cincuenta piezas de oro, espero que cubran los gastos." -

Cojo sorprendida la bolsa con las monedas -Gracias Instructor...te devolvere las que tenga que usar ahora, no se como, pero te las devolvere. Y una cosa mas, se que Heresunge te agradecera que le informes de lo que ha pasado hoy, ¿puedes hacerle llegar una carta o hacerselo saber de alguna forma?

- "No te preocupes, si se confirman los rumores, Lagartija estará de vuelta muy pronto." -

Salgo a la arena aclamado por los vítores del público. No parece que las aclamaciones se decanten hacia el otro combatiente, lo que me hace pensar que Ángel no es uno de los luchadores más conocidos de Detritus. No es uno de los gorgojos, no me sorprendo, pero me alegra saber que no me encuentro ante una "joven promesa" de la ciudad.

Mi rival sale corriendo a toda velocidad hacia mí. Su velocidad me asusta un poco y decido que lo mejjor es no hacer lo mismo y aproximarme con precaución. La idea resulta ser buena: mientras él viene hacia mí, yo lanzo un conjuro. La cara de sorpresa que pone al escuchar las primeras palabras de Eladrin, me indica que, o bien no se esperaba oir ese conjuro en la boca de un humano, o bien no se esperaba que yo pudiese lanzar un conjuro desde esta distancial. O ambas cosas a la vez.

El primer conjuro acierta de lleno, pero Ángel no cae, de modo que intento un segundo conjuro, que falla. No me preocupo demasiado, pues si mi presuposición es correcta, todavía estoy demasiado lejos para que pueda hacerme nada. Yo ya no puedo lanzarle ningún conjuro de larga distancia, así que lo mejor que puedo hacer es esperar tranquilamente a que él se acerque, y cuando esté a la distancia suficiente, terminar el duelo, sin más.

Parece que mi teoría respecto a su alcance es cierta: necesita acercarse más. El problema es que consigue caminar y lanzar un conjuro a toda velocidad a pesar de sus heridas. ¿Cómo aguanta tanto? Por un instante siento admiración y miedo a partes iguales. Admiración por un enemigo que, pese a encontrarse al límite de sus fuerzas, continúa peleando con su último aliento. Y miedo porque no sé que clase de conjuro me ha lanzado, y por muy malherido que se encuentre en este momento, por muy cercana que parezca la victoria, si al final yo soy el primero en caer, me habré quedado sin nada.

Un brillante haz de luz sale de entre las manos del eladrin. No sé qué va a pasar, pero mi primer instinto es cerrar los ojos, mientras comienzo a recitar las palabras del conjuro que tenía previsto. Un instante más tarde, yo sigo de pié y entero, y la luz ha cesado. He sobrevivido, lo cual es bueno para mí y malo para él.

Termino mi conjuro de nube de hielo, y la nube se forma en el lugar adecuado. La piel de mi rival se vuelve azul en un instante y este comienza a caer al suelo. Puesto que ya estaba muy mal, sé que si permito que la nube permanezca formada durante un momento más de lo necesario, es posible que Ángel muera accidentalmente. No obstante, sería una pena que un buen luchador, que apura sus fuerzas hasta el final, muriese en un simple combate de exhibición, de modo que disipo la nube tan rápido como puedo.

Mientras los aplausos del público resuenan en mis oidos, y saludo a las gradas con orgullo, observo a los hombres que vienen a recoger al eladrin. Comprueban que está vivo, y lo suben en una camilla. Sólo entonces me permito disfrutar de verdad de la victoria. Si lo hubiese matado accidentalmente me habría quedado el mal sabor de boca de no ser capaz de controlar la potencia de mis conjuros.

-De acuerdo, espero que llegue pronto...Gracias de nuevo Instructor. Ire al Templo, espero que alli me puedan ayudar.

Miro a la Sala, todos estan alli, pero nadie dice nada. Y en ese momento caigo en la cuenta de un detalle.Follaniños volvera a esta Sala... -Demoses, vamos a buscar a Varian. No tiene sentido que lo traigan aqui para despues tener que recorrer el mismo camino hacia la salida. Temerosa de que Demoses no me siguiera, camino solo unos pasos hacia el pasillo y me vuelvo a confirmar que me sigue. Cuando veo que es asi miro fugazmente a mis compañeros, tal vez a modo de pequeña despedida, cojo aire profundamente y abandono la Sala en busca del cuerpo del enano.

El maldito enano me había insultado. ¡Se había atrevido a reírse de mí! Estaba tan furiosa que no podía pensar, aunque en una pequeña parte de mi mente, agradecía que el enano ocupase uno de los últimos puestos de la clasificación general de gladiadores de Detritus y Malatea.

No me apetecía nada perder la vida en esa apestosa ciudad frente a miles de desconocidos que no me tienen el menor aprecio.

Pese a la furia, el entrenamiento del Halcón Negro se impuso, y logré derrotar al maldito enano, para mi alivio. La decepción llegó cuando el público decidió perdonar a esa pequeña bola de carne sin valor alguno.

- "¡Vaya! Tendrá que ser Follaniños quien acabe contigo. ¿Porqué será que siempre se lleva toda la gloria?" - Musito, un tanto molesta por las injusticias de la vida.

Soy un desgraciado, un maldito desgraciado. He desafiado a muerte a la enana ladrona y engañosa, que me robó mi única arma en la Arena cuando estaba inconsciente. Era la única forma de recuperar la gladius y de tener por tanto alguna oportunidad, por pequeña que fuera, en esta Arena hostil.

¿Por qué Moradin apoya y protege a una traidora y ladrona enana? Durante la lucha pude ver cómo invocaba un Guardián Sagrado, que me atacó una y otra vez con su hacha espiritual. ¿Cómo es posible semejante blasfemia?

- "Mi señor Moradin, ¿por qué me has abandonado? ¿Qué es lo que te ha hecho este humilde siervo?" -

Tras mi humillante derrota, el público decide perdonarme, sin duda para verme caer en simas todavía más profundas de humillación y degradación. ¡Oh, dioses, este es un destino peor que la muerte!

La verdad es que Petaculos fue una verdadera y soberana decepción. Esperaba mucho más de alguien de mi raza, además siendo un Gorgojo con su fama de astucia y de darle la vuelta a la situación más apurada. Sin duda, los rumores sobre este joven elfo estaban gruesamente exagerados.

Pese a todo, Petaculos logró herirme algo. Fue tarea fácil fingir más dolor de la cuenta para que los estúpidos curanderos de la Escuela Amarilla me cubrieran de vendajes.

Veleta consiguió vencer a mi siguiente rival, Babosa. ¡Vaya, me esperaba muchísimo más del enano! Ahora Veleta estará insoportable durante semanas.

En parte esta charada es innecesaria, aunque Follaniños siempre aprovecha cualquier posible ventaja, por pequeña que sea.

Babosa sale a la Arena más herido que yo cuando finalmente nos toca enfrentarnos. No tardo nada en abandonar la charada y quitarme los innecesarios vendajes. Esto va a ser pan comido.

El superior entrenamiento del Halcón Negro y la potencia del Mangual se imponen poco a poco, pese a la sorprendente resistencia del enano. Consigue de algún modo superar mis defensas una y otra vez con su pincho. Por suerte, todo lo que le sobra en resistencia le falta en fuerza, y las heridas son siempre leves, aunque hacia el final estoy verdaderamente preocupado.

Lo veo ya todo borroso y estoy a punto de desfallecer cuando consigo por fin darle un golpe tras el que ya no se levanta. El público exige sangre, de lo cual me alegro, pues no hay nada peor que tener detrás a un vengativo y pertinaz enano.

- "Unos mueren, y otros viven, enano. Para que yo pueda vivir, tu vida debe tocar a su fin." - Vacuas palabras que sin saber por qué musito, una vez que la esfera de púas ha reventado su cráneo cual sandía demasiado madura.

Sonrío cuando el rastrillo se alza y veo a la llorosa sacerdotisa enana. Es tan dulce estar vivo un día más. Pocos entienden el placer, el subidón de sobrevivir a una sangrienta Jornada más en la Arena.

Me encamino con pasos dubitativos a la Sala de Descanso, ahora sí que voy a necesitar esos vendajes, curas y emplastos.

- La Jornada en la Arena de Detritus termina. Poco a poco el público se va marchando a sus casas (en general con una considerable cogorza debido al vino ingerido).

- Bella Mugiente recibe permiso del Instructor Amarillo para ocuparse del funeral de Babosa con ayuda del guardia Demoses. Se encarga de que el cuerpo del enano sea trasladado al Templo de los Mil Dioses en la ciudad.

- Los luchadores amarillos y los del Halcón Negro se dirigen de vuelta a la Escuela Amarilla.