Tienen razón, pero tengan en cuenta de que estamos hablando del profesor. El sabía que le estaban siguiendo y que su vida estaba en peligro, si realmente tenía la intención de que siguieramos su labor, y dadas las molestias que se tomo para que asi lo hicieramos ¿ no creen que aparte del dinero no habra tratado de enviarnos la información, o al menos ponerla a nuestro alcance ? Si yo fuera el profesor me la habría enviado a mi mismo o a alguien de confianza por correo, y dado que con los que se puso encontacto fue con nosotros, tal vez lo haya hecho.
De todas formas como podemos estar seguros que puede seguir siendo peligroso acercarse a la casa ? Tengan en cuenta de que ellos a estas alturas ya saben que el profesor esta muerto, asi que no tienen ninguna razón por seguir vigilando la casa
Era muy difícil convencer a Connely cuando ya había tomado una decisión, por lo que era enormemente complicado que el agregado no se presentase dentro de un rato en la vivienda del profesor, aunque eso significara ponerse en peligro.
Era completamente necesario que consiguieran toda la información posible y, desde luego, aquello no sería nada fácil, al igual que el viaje que estaban a punto de emprender.
Déjenme a mí el problema de los papeles - respondió ante las últimas palabras de Bruswell - No debería resultarme complicado aligerar los trámites mañana por la mañana.
Mientras tanto su mente pensaba en las posibilidades existentes de que el profesor se hubiese anticipado a los sucesos y pusiera a buen recaudo toda la documentación que hubiese recabado en los últimos tiempos.....y una luz se encendió en su cabeza. Le parecía tan sencillo que sin duda era casi imposible, pero no podía descartar esa idea.
¿Alguien se ha preocupado de comprobar si dentro de esa bolsa hay únicamente dinero? - hablaba para todos, pero sus ojos se encontraban puestos en la única persona que había tocado esa bolsa desde que el profesor se la entregó.....Bruswell.
EL angloriental se volvió hacia su anfitrión, indicando:
-No nos equivoquemos. En un principio el profesor se había citado con nosotros por un asunto muy diferente del que nos atañe. Personalmente me temo que la situación que ahora nos incumbe está más relacionada con una desagradable casualidad y una única vía de escape, que con una verdadera intención de cedernos este testigo.- apunta Alexander recordando cómo sucedieron los acontecimientos, que posiblemente pillaron a Smith por sorpresa -Y con respecto a nuestros documentos... Imagino, Sr. Connely, que necesitará de nuestras firmas en ellos, antes de estampar el sello. Supongo que todo será más ágil si le acompañamos... ¿o me equivoco? Claro que tenía la sensación de que habíamos acordado permanecer separados el tiempo indispensable hace apenas unos instantes... - espetó Wan, incapaz de resistirse a la tentación de desdecir al molesto aristócrata.
¿Los fajos no nos los dió sueltos? Creía que sí.
Pues no es del todo necesario - respondío el aludido - ya que podrían plasmar sus firmas cuando les traiga los papeles. Podría pedir prestado el sello durante un par de horas.
No es que Connely se planteara hacer algo ilegal, como poner nombres falsos en los papeles, sino que usaría su posición y algunos favores que le debían para agilizar los trámites......aunque comenzaba a plantearse "olvidar" la documentación de aquel mestizo tan molesto, pero finalmente decidió dejarlo a un lado, pues debía admitir que su ayuda podía ser inestimable a la hora de conseguir información en la misión recientemente adquirida.
Y sí, su sensación es correcta - continuó - por eso mismo planteé la posibilidad de ir yo solo a por los papeles, pero si quiere acompañarme no le pondré ninguna objeción, desde luego. Siempre está bien algo de entretenimiento para que el personal no se amuerme demasiado en sus puestos.
No pudo evitar que sus labios se curvaran en una sonrisa casi cruel. Tal vez no quisiera evitarlo de todos modos.
Se encogió de hombros, ¿para qué discutir?
Y ahora, si no les importa, comprobaré el maletín e iré a casa del profesor, antes de que se haga más tarde de lo que es - finalizó mientras se acercaba al maletín y lo abría, sin mirar dos veces el dinero.....lo que le importaba realmente era el contenedor y no el contenido.
Beddows :
Los fajos sí están sueltos, pero el maletín quizá tenga algo más.
Connely abrió con cuidado el maletín y lo examinó en silencio. Los billetes seguían sobre la mesa distribuidos en perfectos montones, tal y como los había dejado Bruswell poco antes. Nadie había reunido el aplomo necesario para coger su parte, a excepción del angloriental.
El interior del maletín era de fieltro color marrón oscuro, mal cosido en algunos puntos y de edad avanzada a juzgar por el estado. Así y todo se trataba de un maletín de aspecto agradable, poco destacable. Connely lo sujetó en el aire y se lo acercó a la cara para ver mejor. Lo sacudió ligeramente inclinando la cabeza y en ese momento se le iluminaron los ojos.
Dejó el maletín en la mesita y, tras examinar la sala con un movimiento de cabeza, cubrió la distancia que le separaba de un pequeño escritorio cercano en el que descansaba un abrecartas de latón y volvió rápidamente hasta donde se encontraban todos. Con un gesto triunfal y un par de cortes precisos, el filo del abrecartas dejó al descubierto... nada. Debajo del forro del maletín no había nada.
Estos dos nos van a dar el viaje como sigan así...Haciendo caso omiso al enfrentamiento velado de los dos hombres Irina contempló cómo Lord Connely, lleno de resolución, se acercaba al escritorio a por el abrecartas. Dirigiendo una breve mirada al señor Bruswell comentó continuando con la cuestión anterior aunque ligeramente distraída por lo que estaba ocurriendo:
-Que yo sepa el señor Smith no tenía familia y trabajaba desde casa. Últimamente además debía de mantener muy en secreto lo que hacía porque hacía mucho tiempo que no había oído hablar de él-se encogió levemente de hombros y permaneció en silencio, en tensión observando casi sin parpadear los movimientos del político. Cuando el hombre meneó la cabeza desanimado, Irina soltó el aire que había estado conteniendo sin darse cuenta. Nada....esto no lleva a ningún lado-Esto no lleva a ningún lado...como bien a dicho el señor Bruswell todo lo que le ha sucedido al señor Smith esta noche ha sido totalmente fortuito. Probablemente, el hombre a lo mejor había hecho una copia de los documentos que se quemaron...pero ¿no creen que de ser así nos lo hubiera dicho? Por lo que recuerdo de sus palabras básicamente nos resumió todo lo que había averiguado tras años de investigación, nos transfirió su legado de viva voz...-haciendo una mueca les miró a todos por turnos como buscando confirmación de sus palabras-Vayamos si quieren a su casa pero sinceramente no creo que encontremos nada...en mi opinión en lo que deberíamos de concentrar nuestras energías es en averiguar toda la información posible sobre los sitios y objetos sobre los que nos habló, sobre aquello que vamos a tener que hacer una vez allí y una vez reunido todo partir sin dilación hacia el este tan rápido como nos sea posible.
-Creo que la señorita Vasiliava lleva razón... Si el profesor nos contó todod de viva voz en vez de darnos un montón de legajos con sus investigaciones debe ser por algo. En el fondo- dijo la joven Mia bajando la voz -él sabía que no le quedaba mucho tiempo de vida, si hubiera algo que nos hubiera podido indicar lo hubiera hecho seguro.
-Hay algo en lo que no estoy de acuerdo, sin embargo. El Profesor nos había elegido. ¿Porqué sinó iba a traerse un maletín con tal cantidad de dinero? Creo que descubrió algo que le puso en peligro, y cuando se dio cuenta de eso, tuvo que pensar rápidamente, y actuar en consecuencia. De modo que preparó el dinero, contando que nosotros aceptaríamos llevar a cabo una investigación que él no podría afrontar.
Lucía se había cruzado de brazos, y estaba dando pequeños golpecitos en el suelo con su pie diminuto, intentando desviar sus nervios.
-Había quedado con nosotros para hacernos una pequeña demostración lúdica, o quizá para mostrarnos algo relacionado con lo que estaba trabajando, pero se vió amenazado, y no sólo eso, atacado, y tuvo que ponerse a salvo y preparar una estrategia. Y en ella contó con nosotros. Supuso que estaríamos de acuerdo, y quizá sospechó y temió lo que ocurrió en esa casa. Así que si hubiera habido algo más que tuviera que decirnos... sí, es eso tienen razón, y estoy de acuerdo. Nos lo habría dicho antes de morir. Directamente, o a través de Beddows.
Sacudió la cabeza, y con su movimiento, su toca se ladeó, lo que provocó un movimiento automático, un recolocarla con precisión sobre sus cabellos, que asomaban negros como la noche.
-Es probable, por tanto, que una inspección de su casa no nos aporte nada nuevo, aunque yo la haría de todos modos. Porque lo que le ha matado puede que no sea el simple conocimiento de que existe ese objeto, sino algo que no es de dominio público acerca de él. Y puede que ni él mismo supiera qué de lo que había averiguado había desatado tal maldad a su alrededor. Así que, hasta que no sepamos lo que se sabe del Simulacro, y lo comparemos con lo que nos dijo de él el Profesor, no sabremos en qué punto de su información se encuentra la clave de su muerte...
Se giró repentinamente hacia Connely, añadiendo como de paso:
-¿Va usted a ir allí ahora mismo? Si es así, le acompaño. Si no, voy a acostarme, haciendo uso del hospedaje que Lord Balmister nos ha ofrecido tan amablemente. ¡Ah! Y gracias por facilitar la documentación. Supongo que por vía normal, los trámites se habrían prolongado bastante. Pero debo decir que en mi caso ya está todo en orden... tengo el pasaje y los visados desde hace días. Creí que la Trust había hecho con el representante del Vaticano, conmigo en esta ocasión, lo que tenía por costumbre. Pero por lo que he oído de sus comentarios no es así. Debe ser un trato pactado entre ambas entidades, supongo.
Ok con lo del pasaje en el OE, entonces. Digamos que lo dejo así, a menos que quieras que lo arregle más.
-Mañana por la mañana enviaré un telegrama al Vaticano de su parte, hermana. Pasen por Westminster Abbey a última hora de la tarde y seguramente les podré dar más información al respecto. O si prefieren les puedo enviar una nota aquí mismo, a la atención del Señor... hmm... Balmister Cornwell.
El decano seguía la conversación con vivo interés pese a no entender del todo la situación. Se alineaba cláramente con Lucía Sturzo y Lord James Connely, como se podía apreciar por su lenguaje corporal.
-Como comprenderán no voy a poder acompañarles en su viaje -añadió como de pasada-, mis obligaciones me retienen aquí en Londres. Pero disponen de mi apoyo en esta empresa y cualquier otra que tenga como objetivo luchar contra las fuerzas del averno.
El angloriental se giró hacia sor Lucía y replicó agitando la cabeza negativamente:
-Aunque poco importa, en realidad ambas coincidencias no endrían por qué tener nada que ver, hermana. En mi trabajo, como imagino que en el del profesor, es habitual tener uno o dos refugios seguros con dinero, equipo, documentación y otros útiles que puedan ser necesarios en caso de peligro. En vista de su situación, Smith bien podría simplemente habernos cedido dichos caches, para hacer frente a la lamentable situación en la que se vio implicado. De hecho el Profesor ni siquiera podía saber quiénes de nosotros acudiríamos a aquella reunión. En mi caso incluso estaba a nombre de otra persona la invitación. De hecho, si así hubiera sido, nos habría preparado copias de pruebas y documentos importantes, entiendo, cosa que no ha ocurrido, lo que me temo que viene a confirmar mi versión del asunto. Aun así, y precisamene por esto último, estoy de acuerdo en que acudir a la casa de Smith podría ser relevante, así que yo también iré, y será en breve.- terminó indicando que no le importaba si Connely iría o no seguidamente, pero que él sí que lo haría.
¿Por qué será que me da que Lucy me está replicando a cosas que yo no quería decir? Estoy defendiendo creo que precisamente lo que ella dice:
1- El Profesor nos invita a una “sesión de espiritismo”
2- Al profesor le salta en la cara algo horrible
3- El profesor no tiene más remedio que escapar a su segundo refugio y contactar con las únicas personas fácilmente disponibles, para pasarles el legado de su trabajo.
Vamos, que el que estemos implicados en esto y de esta manera Smith no lo planeo con más de unas pocas horas de antelación, según veo yo. Muy retorcido iba a tener que ser el asunto para eso...
Connely había esperado tener más suerte en su búsqueda de documentación escondida, pero no había resultado como hubiese deseado, encontrando simplemente vacío tras el forro que recubría el interior.
Dejó el objetivo de su investigación sobre la mesa, quizá demasiado bruscamente dada la situación. Se sentía frustrado por todo lo sucedido en los últimos días, comenzando desde su designación como agregado hasta el instante en que se encontraban ahora mismo......desde luego la suerte no lo acompañaba.
Vayamos ahora mismo - indicó mientras se acercaba, con pasos largos, a la entrada del salón - No es cuestión de perder más tiempo o tendremos que quitarnos a la policía de encima. No quisiera responder a preguntas para las que no tengo respuestas.
Esperó allí hasta que alguien del servicio se acercara para solicitar que le entregaran su abrigo. Sólo le faltaba enfermar por salir sin él a una calle en la que dominaba el inclemente frío del invierno.
Irina siguió atentamente la discusión mientras inconscientemente se daba golpecitos con el dedo en el labio. Estoy agotada...y no es que me apetezca salir de nuevo ahí fuera...pensó echando un vistazo a través de la ventana al húmedo manto blanco que envolvía la mansión. Aún así debía reconocer que, a pesar de la pereza que le daba, sabía que no se perdonaría jamás si les dejaba marchar y no iba con ellos. ¿Y si pasa algo y yo me lo pierdo? Esa idea era más de lo que podía soportar.
-Coincido punto por punto con sor Sturzo-comentó sonriendo amistosamente a la monja con la que para su sorpresa tenía más puntos en común de los que incialmente hubiera imaginado-Todo esto ha sido totalmente fortuito y creo sinceramente que esas palabras que nos dijo el señor Smith y el dinero-señaló con un gesto de su mano los fajos amontonados pulcramente encima de la mesa-son el único legado que nos dejó...aún así les acompañaré a su casa. Un par más de ojos pueden ser útiles..-agregó en tono distendido en un intento de relajar el ambiente mientras iba hasta el sofá a recoger su abandonado bolso. Después de incorporarse se acercó al deán deteniéndose junto a él e inclinando la cabeza graciosamente-Padre...le agradezco su proposición de ayuda...estaremos pues en contacto-dicho lo cual se giró y caminó con pasos lentos y gráciles hacia la puerta sin comprobar quién se reunía con ellos.
- Les acompañaré a la casa.- dijo el ruso que hasta el momento había permanecido silencioso observando a sus compañeros :- Yo también creo que nuestra implicación en la misión ha sido algo totalmente fortuito. Y dudo que encontremos papeles o documentación que nos pueda ayudar. De ser así ¿por qué no nos lo habría dicho el propio Beddows en el momento en que nos entregó el dinero? No tendría ningún problema aunque fuera en darnos una pista velada. Sin embargo se refirió de forma clara y concisa a ese viaje en tren. No. Creo que no encontraremos nada sobre el profesor en su casa pero tengo la leve esperanza de que quizás podamos encontrar algo sobre sus atacantes... Nos estamos centrando en lo que el profesor sabía y quizás debamos tener en cuenta también lo que él no sabía. Por ejemplo: no nos dió la identidad concreta de sus atacantes. Conocer al enemigo es la mayor ventaja en una guerra... No debemos caer en los mismos errores que nuestro difunto amigo.
-Sea como sea, las respuestas a nuestras conjeturas, en la casa. No demoremos más ese registro, por favor. Por el hecho en sí, puesto que pronto lo hará la policía, y por nuestro propio descanso, que aunque va a ser difícil, sin duda es necesario. Vamos pues.
Y siguiendo a los que ya habían empezado a dirigirse a la puerta de la Mansión, Lucía hizo un gesto a la doncella para que le diera de nuevo su pesado y grueso abrigo de religiosa, absolutamente falto de toda estética.
La decisión había sido tomada y uno a uno todos ellos se levantaron y se dirigieron a la salida. El servicio de la casa, siempre atento, les ayudó a ponerse los abrigos y les despidió educadamente. Nuevamente se vieron pasando del cálido confort del interior a las frías y desapacibles calles de Londres.
Los dos coches seguían inmóviles donde los habían dejado, con los cocheros cubiertos con sendas mantas y los caballos echando vapor de agua por las narices. No lo pensaron demasiado, volvieron a subir todos en el mismo orden que habían llegado y, por fin, Reginald le dio las instrucciones al conductor: el 94 de Kennington Road.
Los caballos relincharon y los dos coches se adentraron otra vez en las tinieblas.
Pasamos a 1.6 Kennington Road