Partida Rol por web

El campo de quidditch estaba en silencio a esas horas de la mañana. En menos de dos horas empezaría un partido crucial para la copa de quidditch, donde Slytherin y Gryffindor se iban a enfrentar en un partido donde el equipo verde partía con una ligera ventaja. Pero no estaba allí por eso, no, estaba para hacer una travesura, una que, en caso de ser atrapade, podía traer funestas consecuencias no solo para elle, sino para todo el equipo.

Su plan era sencillo, hacerse con las bludgers y encantarlas para que golpearan la grada de Slytherin. Sabía que las bludgers se guardaban en un maletín que custodiaba la señora Hooch, bajo llave, precisamente para evitar lo que elle quería hacer, que alguien trucara las bolas del partido. La señora Hooch solía pasar mucho tiempo en un pequeño despacho que había en el campo, repasando circulares de la asociación mundial de quidditch sobre los distintos cambios de reglamento. Si tenía suerte no estaría allí, si no, iba a tener que inventar algo para conseguir acceder al maletín. Una vez hecho eso, ya vería como trucaba las bolas.

Vigilante a su alrededor, como si su propio sombra le estuviese siguiendo, dobló varias esquinas, maquinando un plan en su cabeza. 

Normalmente a esta hora, solían estar en el gran comedor congratulándose y solazándose en un baño de habichuelas con tomate, bacon y pastelillos de nata con fruta, por lo que el descansillo estaba bastante solitario. 

Se introdujo en la zona de vestuarios buscando el despacho de la profesora Hooch y esperando que estuviera aún ocupada en otros menesteres.

En su cabeza había formulado y reformulado el plan siete veces. Trataría de abrir la puerta, si lo conseguía, con un Cisquem Amperio, hechizo con el que quería hacer doblete en el baúl. 

Casi de cuclillas frente a la puerta, agudizó el oido, tentade a ejecutar un Revelio que aún no había perfeccionado. 

Selen conocía un poco la zona de vestuarios porque solía cambiarse allí para entrenar con el equipo de quidditch de Ravenclaw. En la parte central de la zona de vestuarios se encontraba la oficina de la señora Hooch. Allí solía pasar su jornada, porque no era precisamente sociable. Su vida era el quidditch, volar y sus clases, y por eso su carácter era algo arisco.

En cuando llegó Selen a la puerta aguzó el oído y escuchó algo que pensó que jamás escucharía. Alguien estaba silbando en el despacho de la profesora Hooch. Parecía que ella estaba allí, y si ella estaba allí estaría el maletín, y en el maletín las bludgers que quería encantar.

Parecía que se estaba complicando la cosa, aunque nada era imposible, no con una varita por medio. 

Las cosas estaban candentes en la sala. Las cosas estaban candentes en el colegio. Y las cosas estarían candentes en el terreno de juego. Más con los de Durmstrang cerca. Y eso mismo le dió motivos para inspirarse. Krum era, contradictoriamente, alguien quien idolatraba como jugador, pero despreciaba la altivez de su persona. 

Esbozó un pequeño suspiro. Tendría que tratar de sacar al ratón de la madriguera. 

Lo primero, fue buscar un buen lugar, cerca de la puerta del despacho, donde ocultarse - qué bien le vendría ahora esa poción de invisibilidad, aunque tampoco  despreciaría un Felix felicitis- luego una pequeña ventanita al exterior, desde donde lanzar un "Estrime Aer" de forma que algo chocase contra el despacho, fuera y no tuviera repercusiones, pero la curiosidad llamase al gato.

Y finalmente entrar. 

Ya se le había ocurrido un par de hechizos para abrir la maleta y tenía una especialidad para comandar la bludger. ¿quién iba a sospechar de una bola loca"?

El ratón estaba en la madriguera, y no hay nada peor que un ratón acorralado en su madriguera. El plan era sencillo, atraerlo, darle algo con lo que entretenerse y, con suerte, actuar deprisa para poder hechizar las bludgers antes de ser sorprendide. Volvió sobre sus pasos para analizar la situación y buscar su mejor opción. Si quería sacarla tenía que llamar la atención desde fuera, porque si lo hacía desde dentro la pillarían. Un buen plan era usar el ruido que pudiera entrar por la ventana para hacerla salir, y para ello debía lanzar algún conjuro que provocara ruido. 

Selen comenzó a buscar por los alrededores y encontró el sitio perfecto. Justo debajo de una grada había un faldón de tela que estaba algo suelto, por lo que se podía colar y ver desde allí cuando salía la profesora. Estaba cerca, así que, si corría sin hacer mucho ruido la profesora no le vería. Era un buen plan, solo necesitaba un detonante y lo encontró en un armario de escobas cercano y una gárgola. Era una pena, porque a Selen le gustaba mucho volar, y eso de atacar a las pobres escobas no iba con elle, pero sabía que entretendría a la profesora. Elevó la gárgola y la dejó caer sobre el armario. El ruido de madera al astillarse hizo que la profesora saliera como una exhalación y mirara en todas direcciones, pero sin verla.

Se arrodilló como haría una madre ante un hijo herido y cogió una escoba entre sus manos para ver como estaba. Selen aprovechó para colarse en su despacho y ver su objetivo, un maletín con una gran cerradura que sabía lo que tenía, lo había visto abrirse cada vez que jugaba un partido. De la excitación apenas fue consciente de las paredes repletas de recortes de prensa y diagramas de jugadas, de las fotos de una versión más joven de la profesora anotando goles, golpeando la bola y atrapando la snitch, de la sonrisa de una mujer que quien más quien menos la tachaba de amargada. Selen la oyó gritar desde fuera

- ¡Quien haya hecho esto me las va a pagar muy caro! ¡Más vale que no hayas sido tu Peeves!

Pero el poltergeist ni estaba ni se le esperaba. Una chique era la que se había atrevido a profanar lo que era más sagrado para ella. Más le valía que no la pillara.

Cabrear a Madame Hooch, no era de sus tareas preferidas, ya que la, comúnmente, árbitro de Quidditch, solía ser amable y justa, cosa que otros no eran. 

Con sumo cuidado se acercó al baúl de las pelotas de Quidditch y casi con una gota resbalando por la sien, comenzó  a concentrarse. Esto era lo suyo ¿No? Así que un susurrado cistem amperio, en contra de todas las predicciones, abrió la cerradura de la caja. ¡Eureka!

Y ahora venía lo realmente complicado. Esperaba no fallar en eso, puesto que dudaba que tuviese mucho tiempo para explayarse. 

Apuntó con la varita a la bludger de la derecha y el nerviosismo le hizo fallar un hechizo, harte acostumbrade a practicar. El esperado moco que debía salir para pegarse ligeramente a la cara inferior de la bludger....no salió. Así de sencillo. Nada. 

Se secó el sudor de las manos en la túnica, tratando de concentrarse en la pelota de la izquierda. "¿Qué ha podido fallar, además de la situación tensa, la imposibilidad de tomarse su tiempo y el posible fallo de la travesura?"

El tiempo apremiaba

No quería cabrear a la profesora de vuelo, pero allí estaba. No era algo personal, de hecho a ella le caía bien la señorita Hooch, pero quería jugársela a los de Slytherin y una bludger era un buen modo de hacerlo. Una bludger loca desarbolaría la grada de Slytherin mientras elle veía el partido, tan campante, tranquile y ajene a toda la acción. Primero era abrir el maletín del que no tenía la llave, y lo hizo a través de un cistem amperio. El hechizo era menos sutil que el alohomora, pero sí más sencillo, así que Selen pudo suspirar aliviade en el momento en que escuchó como la madera cercana a la cerradura cedía, se rompía y daba acceso al maletín.

Ya veía las bolas, y ahora tenía que actuar deprisa. Intentó hacer un carpe retractum sobre la bludger de la derecha, pero no salió la cuerda mágica que le permitiría domar la bludger mientras la encantaba. No sabía que había pasado, tal vez había hecho mal el floreo de la varita, así que lo volvió a usar con la izquierda. Esta vez la cuerda si se formó, rodeando la bludger y sacándola de su posición en el maletín. La cuerda se deshizo en el aire y dejó la bludger libre, que se dirigió a una sorprendide Selen para golpearle en la cara arrojándola al suelo. 

Afortunadamente la bludger no se cebó mucho con ella, algo que no se podía decir del despacho de la profesora, donde la bludger golpeaba retratos, recortes, y todo el mobiliario. Toda una vida de recuerdos destrozados, y lo peor de todo no era eso, es que el ruido había atraído a la profesora Hooch que la miraba desde arriba con ojos centelleantes de rabia. La bludger voló contra la profesora, que la atrapó con las manos desnudas y la llevó a su sitio, cerrando el maletín con rabia. La miró y le dijo

- Será mejor que tengas una buena explicación para estar en mi despacho y haber soltado una bludger.

La había cagado, la había cagado con todo el equipo. 

Mierda, mierda, mierda de hipogrifo fresca y en diarrea. ¿Como había podido salir tan rematadamente mal? Los nervios se la habían jugado, pero no podía dejar que le volviesen a traicionar y menos delante de la árbitro. 

Se compuso,  o más bien fingió que se componía, porque al darse cuenta de la presencia de la docente, se levantó apresurade, con un gesto apurado, acercándose a ella, sin controlar las manos y con aspecto de gran preocupación. 

- Profesora Hooch, que bien que está aquí - con un suspiro y expresando un patente alivio en su tono, así como en la forma en la que parecían relajarse los hombros. 

Entornó la mirada, aferrando la capa de la Maga repetidamente, mientras señalaba, temblorose a algún punto sobre el baúl. 

- Allí, allí - insistió inquiete - Inténtelo usted, profesora, yo he demostrado ser un desastre. Ni siquiera sé hacer un revelio en condiciones - abatide parecía que ignoraba el comentario inculpador y siguió explicando, como si fuese aquello lo más importante - He escuchado un ruido como de caída de algo mientras estaba um... - parecía contrite al confesar esto -...um...tratando de espiar la estrategia de los Gryffindor - y de la manera en la que lo vomitó a bocajarro, se sentía como si la culpabilidad hubiera relevado una pesada carga - Estoy cansada de perder siempre y pensé que si escuchaba a Wood...

Eso quedó en el aire mientras las manos aún sostenían la varita y la mano enseñaba el pergamino arrugado tras esa hecatombe, que estuvo rellenando en el comedor. 

- Pero me pareció escuchar algo aquí dentro, un ruido y un movimiento sospechoso.  Sentí que alguien estaba oculto - incidiendo en esa palabra - aquí. Obviamente el profesor Flitzwich tenía razón, debería prestar más atención a mis clases - apesadumbrade, terminó de hablar cabizbaje. 

¿Cómo le había podido salir un conjuro tan sencillo tan mal? No era justo, elle no quería hacer eso. No había planeado recibir un pelotazo en la cara, que le palpitaba con el impacto de la bludger mandándole oleadas de dolor, y mucho menos crear ese desastre. La profesora Hooch le caía bien, siempre había sido justa con elle, y en el campo se esforzaba para que ninguna falta no quedara sin su castigo. Le había enseñado a volar, incluso le llamaba elle, chique y todas esas cosas que muchos de los profesores obviaban, seguramente porque ella también se sentía diferente. Y esa era su recompensa, pero ya no se podía hacer nada, así que había que minimizar daños, por ejemplo evitar ser castigada, encontrando una buena excusa que la librara de aquel problema.

Compuso su mejor expresión de apuro y preocupación, y manoteando empezó a explicarse, tratando de colarle la bola a la profesora. No faltó nada, tembló, insistió, compuso caras de preocupación e incluso se acusó de espiar a otro equipo. El rostro de la profesora se mantuvo impertérrito mientras Selen acababa con sus explicaciones. Cuando acabó se quedó mirándola con sus penetrantes ojos. Suspiró y se acercó a una pared, para coger una foto medio rota de un equipo de quidditch. Era antigua, y por el mimo que le puso la profesora parecía muy importante para ella. Se giró y le dijo

- Señorite White, me ha decepcionado profundamente. No sé cuanto de su historia es mentira, pero una parte importante lo es. Aquí no había nadie oculto, y le explicaré porqué. Las bludgers de esta maleta están encantadas para atacar a la persona que abra el maletín sin usar la llave. - miró el maletín y compuso una mueca al ver que había sido forzado - Son muchos años, y muchos estudiantes han intentado hacer trampas para ganar un partido de quidditch, y la forma más sencilla es encantando las pelotas. Una medida de seguridad necesaria, el deporte debe ser limpio, y es mi responsabilidad que así sea. El quidditch es sagrado.

Dejó que la información calara en Selen, mirándola con decepción y tristeza, la de alguien que no esperaba verse traicionado precisamente por esa persona.

- También sé que usted es une bruje competente. Disperse, rebelde, pero brillante. Los profesores hablamos, casi todo el rato sobre ustedes, así que igual que el profesor Flitwick conoce los alumnos excelentes en vuelo yo conozco las habilidades de los mejores pocionistas o duelistas. - Negó con la cabeza - El conjuro revelio se explica en cuarto curso, usted está en tercero, así que si conoce el conjuro, tal vez sea porque alguna vez lo ha utilizado.

Los profesores hablaban de ellos, y la opinión que tenían de elle era buena, que era brillante, pero eso no era motivo de alegría en medio de una tormenta de reproches que anunciaba un castigo severo.

- Solo espero que no haya logrado encantar ninguna de las bolas para alterar el partido de hoy, y también espero que lo de espiar a Wood no sea cierto. Sabía de su tendencia de meterse en líos, pero no esperaba de que fuera una tramposa. - La miró - Sí, espiar a un equipo en su vestuario es trampa, y yo no las consiento, nunca. Y ahora siéntese mientras decido que hacer con usted.

Se quedaron mirándose hasta que la profesora terminó de reflexionar. Le iba a caer un buen castigo, eso estaba claro, aunque elle no podía imaginarse que podía ser tan severo.

- Le voy a descontar 20 puntos a Ravenclaw por sus acciones y voy a suspender su pertenencia al equipo de quidditch de Ravenclaw por esta temporada - Les quedaba un partido contra Hufflepuff, pero aun así, quedarse fuera era un gran castigo - Comunicaré a su capitán mi decisión, y ya será decisión suya si la acepta para el curso que viene. 

¡Sin quidditch, sin quidditch hasta final de curso! Era injusto, si solo era una broma, ella no quería trucar el juego que tanto amaba la profesora, no quería hacer trampas... pero le habían pillado con las manos en la masa, había mentido, y su credibilidad en ese momento estaba bajo mínimos. La profesora la miró antes de decirle

- La decisión es final señorita White, pero si tiene algo que decir que sea verdad y justifique su comportamiento la escucharé. Si no lo tiene le ruego que se marche, tengo mucho trabajo arreglando este desastre, y si acepta un consejo, debería visitar la enfermería para tratarse ese golpe. Se le está empezando a hinchar.

Se había caído con todo el equipo. ¿Cómo había podido ser tan ingenue para pensar que las Bludgers no estarían bajo un encantamiento y por eso, el que pensaba aplicar para controlar esa bola loca, había rebotado contra elle?

Apenas le dolía el golpe del rostro, puesto que lo que sangraba mucho más el devastador mazazo  su orgullo, atizado y vapuleado por un simple hechizo protector.

Y en realidad, no quería amañar ningún partido, ni espiar, por supuesto, la estrategia de Wood. Eso no era divertido, ni mucho menos. Sólo deseaba tirar el palo del estandarte de Slytherin y que se quedasen cegados en medio del juego. Eso si que lo sería.

Cruzó los brazos con la cabeza baja pensando si sería mejor pasar por tonte o abrir la boca y confirmarlo.Todo le decía que lo más inteligente era no abrir la bocota y resignarse pero... ¡era Huffelpuff y el resto de la temporada! Se subiría por las paredes en la primera jornada, y en el partido de Navidad. Se subiría por las paredes y sin necesidad de magia, en la final.

- No haría fullerías. Nunca. Lo prometo - una cosa era tomarse la vida a guasa y otra muy diferente era quedar por tramposa. Eso debía asentarse claro y meridiano. Asumiría una culpa por su error, pero no por una mentira que se había inventado chapuceramente.

El lado golpeado por la bola, comenzaba a palpitarle haciéndole sospechar , que iba a quedarle una buena señal, así como una mancha y no precisamente en el rostro, sino en las miradas que le dedicarían muchos al ver que había fracasado y como consecuencia, terminaría fuera del equipo de quiddich.

- No encantaría una bola para hacer perder o ganar un partido, no es juego limpio - reconoció sin querer confesar el tratar de hacer una broma inocente, que se había revuelto contra elle.

Iba a ser el colmo de los colmos, hacer que el capitán tuviera que convocar prueba para un bateador porque le suye había sido expulsade, a pesar de ser imbatible.

- ¿Puedo hacer algo que repare el daño y no sea expulsade del equipo? - finalmente susurró esperanzade - Quedan pocos partidos y entrenar a otro bateador, será complicado - agregó

No iba a conseguir nada yendo a la enfermería y quería ver a sus amigues cuanto antes, sabía que una palmada de ellos, les reconfortaría en esa travesura fallida.

Sin quidditch ¿Podía haber un castigo más duro que ese? No podía imaginarlo. Ni siquiera ser colgada por los pulgares por Flitch sonaba tan malo, ni siquiera ser castigade sin postre, sin chocolate o sin bromas. No podría competir, no le dejarían golpear la bludger para conseguir adelantar a Hufflepuff en la clasificación, todo por un terrible mal entendido. Adoptó la expresión más arrepentida del momento y trato de no abrir mucho la boca, porque temía que pudiera hacer enfadar más a su profesora. La profesora la miró impertérrita mientras la dejaba explicarse.  Ya había intentado engañarla, así que en aquel momento su credibilidad no estaba por las nubes, aun así esperaba poder convencerla. No tenía antecedentes, nunca había hecho nada antirreglamentario dentro de un partido de quidditch. No lo iba a negar, jugaba fuerte, jugaba duro, pero es lo que hacen los golpeadores, pero nada más, nunca buscaba hacer daño a alguien, al menos de forma permanente, solo dejarlos fuera de combate el tiempo justo para que perdieran el partido y ya. 

Los motivos dados no parecieron ser suficientes porque la expresión del rostro de su profesora no varió. La miró a los ojos, unos ojos amarillentos que eran especialmente hábiles en distinguir la menor de las fullerías y le dijo

- Señorite White. Los árbitros de quidditch juzgamos en base a lo que vemos, no a lo que creemos, o a lo que parece, solo a lo que vemos. - Hizo una pausa, se levantó de su mesa y se asomó a la ventana. Compuso una expresión de lástima y de dolor antes de volver a su sitio y sentarse - Si juzgáramos en base a creencias pensaría que usted tiene algo que ver con el desastre de allí fuera, es lo que dicta el sentido común, pero no lo he visto, así que no lo tengo en cuenta. - Puso la mano en el maletín de las pelotas de quidditch y prosiguió - Lo que he visto es que ha forzado el maletín que contienen las pelotas de juego, que por su causa mi despacho está destrozado y que ha liberado una bludger por algún motivo, y dado que ha mentido, inventándose una presencia invisible, podría decirse que el motivo no era bueno. 

Miró al maletín y lo abrió dejándole ver las pelotas y le dijo

- Si ha embrujado las bolas lo descubriré, y su castigo será mayor. Por el momento, en base a sus acciones, no me queda más remedio que expulsarla del equipo. - se permitió una pequeña sonrisa antes de decirle - Eso no le impide entrenar por su cuenta, o con su equipo, si su capitán lo acepta, pero no podrá jugar en el último partido contra Hufflepuff. Le quedan muchos años de quidditch señorite White, y espero que sea capaz de aprender esta lección. Sugeriré a su capitán, como parte de su castigo, que sea le encargade de entrenar a su bateador sustituto. Creo que será su manera de ayudar a su casa a ganar el partido. Es une buene bateadore.

Se levantó de la silla y abrió la puerta, haciéndole un gesto para que se marchara, impaciente.

- Y ahora si me disculpa, tengo que arreglar todo este desastre. En menos de dos horas tengo un partido, y todo tiene que estar a punto.

Tendría que hablar con Roger Davies, uno de los chicos más populares, tanto por su rendimiento académico como por su maestría en el quiditch, y contarle todo lo que había pasado. Tal vez entre estudiantes la cosa se pudiera arreglar. Roger tenía el poder de vetarla del equipo de por vida, solo esperaba que fuera más receptivo, aunque no parecía que fuera alguien que valorara las bromas.

No se lo podía creer. El colosal desastre no aplacaría la ira de la profesora y obviamente, el haber sido poco sincere, no le había hecho ganar ni un punto. Reconocer que planificaba una barrabasada en el partido de Quiddich, no le haría mejor a sus ojos ni paliaría el castico, así que terminó asintiendo contrite ante la pena adicional impuesta y rezar porque la nueva bateadora sea tal desastre, que el curso que viene, el capitán le rogase que volviera al equipo, sin tener que sufrir de nuevo las pruebas. Era un deshonor y un fastidio, impensable. Esperaba que no le llegase ningún vociferador, lo cual era poco probable, pero tenía la ligera impresión, que su padre haría lo que fuera por descubrir como funcionaban, solo para mortificarle.

- No he encantado ninguna bola. Eso se lo puedo asegurar. No haría trampas - sincere

Salió del despacho con alma que lleva el diablo, esperando encontrar a sus amigos que seguramente le preguntarían por ese lado que comenzaba a hincharse en el rostro.

Los hambrientos alumnos se fueron congregando en el campo de quidditch para ver el partido del año, Slytherin contra Gryffindor, que decidiría quien ganaría la copa de quidditch ese año. Las apuestas y el público estaba muy a favor de los leones, pero el marcador estaba en su contra, Slytherin les aventajaba en 20 puntos, y decían las malas lenguas que el equipo de Slytherin había recibido un regalo de un admirador secreto, escobas nimbus 2001 para todo el equipo, las más caras, rápidas y maniobrables de las escobas que se podían encontrar en el mercado.

Las gradas pronto se fueron salpicando de los colores de todas las casas mientras los profesores ocupaban el palco de autoridades. El profesor Snape y la profesora McGonagall estaban sentados a ambos lados del director Dumbledore mientras los alumnos se afanaban en buscar sitios y a amigos que se hubieran quedado rezagados. Así fue como Selen se reencontró con sus amigos, que pudieron observar como su amigue tenía una señal de haber recibido un fuerte golpe en la cara.

Los equipos todavía no habían salido al campo pero la profesora Hooch, profesora de vuelo y árbitro de quidditch, estaba en el campo probando las bolas y prestando especial atención a una bludger. La golpeó varias veces con un bate mientras valoraba su trayectoria, y al no encontrar nada fuera de lugar la volvió a meter en su maletín. Un alumno de Gryffindor apareció en el palco y los alumnos de su casa empezaron a aplaudirle. 

 Era Lee Jordan, el comentarista de los partidos de quidditch, que, para ser de Gryffindor era bastante imparcial entre equipos. Se llevó el artilugio que hacía servir de micrófono y dijo

- ¡Hola, hola, amigos del quidditch! ¡Bienvenidos a tiempo de quidditch! Soy Lee Jordan y hoy les retransmitiré el partido de Gryffindoooooooooooooooooooor, cooooooooontraaaaaaaaaaaaaaa, Slyyyyyyyyyyyyyyyytherin. 

Las gradas de ambas casas explotaron en júbilo mientras pancartas y cánticos en favor de unos y otros se multiplicaban. 

- ¿Están listos para el quidditch? - Las gradas rugieron - Pues les presento a los campeones del año pasado, capitaneados por Angelina Johnson y con el mejor buscador que ha visto Hogwarts en muchos años, el equipo de quidditch de Gryyyyyyyyyyffindor...

La grada de los leones explotó y las bufandas ondearon al viento mientras de los vestuarios salía el equipo de quidditch con Angelina a la cabeza para dar una vuelta de honor.

- En el otro lado del campo, el primer clasificado de la copa de quidditch de este año, el equipo más rápido, el más duro, Slyyyyyyyyyytherin.

Las gradas de Slytherin explotaron y algún silbido llegó desde el resto de gradas, que no se habían tomado muy bien las derrotas cosechadas por sus casas contra ellos. El equipo de Slytherin dio dos vueltas al campo a toda velocidad sin apenas saludar a nadie, simplemente para presumir de la velocidad de sus escobas.

La señora Hooch liberó la snitch y sorteó la quaffle, que tocó en suerte a Slytherin, y cuando estaba para liberar las bludgers todo se desencadenó. Los más observadores pudieron ver como una mancha negra salía de la lechucería, aunque no podían ser las lechuzas, pues a esas horas dormían, y ni siquiera habían repartido el correo del día en el comedor. Las bludgers se liberaron, los jugadores se pusieron en su sitio, y en ese momento el grueso de las lechuzas llegaron al campo de quidditch.

No portaban paquetes, como hacían normalmente, ni cartas, simplemente volaron en línea recta por encima del campo, y cuando pasaron por encima desencadenaron una tormenta de excrementos sobre los jugadores. La señora Hooch pitó, anunciando que el juego no comenzaba todavía mientras Lee Joe narraba

- ¡Y eso es lo que llamo yo una buena cagada, amigos! ¡La árbitra del partido ha hecho la señal de que los equipos vuelvan a su vestuario, por lo que el inicio del partido se retrasará!

Y así fue como los orgullosos jugadores se retiraban a vestuarios a limpiarse, mientras la señora Hooch taladraba la grada en busca de un culpable que pudiera haber hecho aquello. Sus ojos se detuvieron en el sector de la grada donde se encontraba Gryffindor y luego siguieron buscando mientras elfos domésticos aparecían de la nada para limpiar el desastre.

Nadie parecía reinvidicar la autoría de aquella broma, nadie parecía ocultar nada, pero aun así, había que reconocer que había sido una buena, aunque hubiera sido mejor si solo hubiera afectado a Slytherin. Iban a tener unos minutos para comentar antes de que el partido comenzara. Les había salido competencia, eso estaba claro.

Para subir por las gradas, Millie había cogido a Bubble y la había metido dentro de la mochila, dejando que asomara su cabeza por la parte de arriba, para que pudiera ver el partido y animar a Gryffindor. 

Cuando llegó a donde les esperaba Selen, abrió mucho los ojos y los últimos metros los redujo corriendo.

— ¿Qué te ha pasado? — Le preguntó, ligeramente preocupada. Pero no tardó ni cinco segundos en empezar a explicarle todo lo que había ocurrido cuando ella se había ido del comedor. 

— Te lo has perdido, hemos hecho una guerra de comida. Ha sido muy divertido... — Suerte que sus túnicas eran oscuras y disimulaban las manchas, pero se podía percibir un tenue olor a chocolate y salchichas. — Ha sido una batalla encarnizada. Íbamos ganando los leones; estábamos machacando a las serpientes, bombardeándolos con bollos, salchichas y huevos, cuando ha llegado Dumbledore y nos ha hecho firmar la tregua. Pero entonces, Ismelda Pucey se acercó de forma sibilina y... — En ese momento dio comienzo el partido y Millie soltó una exclamación, dejando la explicación a medias y volviéndose para animar con todas sus fuerzas a su casa. 

— ¡ARRIBA GRYFFINDOR! ¡ARRIBA LOS LEONES! —

Empezó a gritar, dando pequeños saltos sobre las gradas. Pero no habían llegado a marcar ni un punto, cuando una nube de lechuzas empezó a volar por el campo y a soltar cagadas. Millie se detuvo, boquiabierta. Pero... ¿Qué...? Aquello no era divertido, eso no era una broma, ¿a quién se le había ocurrido fastidiar el partido más importante del curso?

No tardaron mucho en ver a Selen, y como tenía la cara de haber recibido algún golpe.

-¿Qué te ha ocurrido? ¿Estas bien?- Repitió la pregunta de Millie, esperando que se encontrase bien, y que les contase que era lo que le había pasado.

Luego ya comenzaron los comentarios del partido y todos rompieron a gritos. Estaba muy alterado, como muchos de los allí presentes, los malditos Slytherin iban en cabeza, sería un partido complicado, pero confiaba en que finalmente los suyos se alzasen victoriosos.

Tras los gritos y saludos, y también pitidos iniciales, cuando ya iba a comenzar el encuentro, una broma genial. Algo paso en la lechucería, y todas las lechuzas vinieron a cagar sobre el campo y sobre los dos equipos. Brutal, menudo nivel. Aquello eran palabras mayores. El también trató de ver si había algún indicio del autor o autores de aquella maravilla. Mientras pensaba que iba a ser realmente complicado destacar con la mejor de las bromas, ya que había auténticos genios.

Caminaba con un gesto de fastidio, hasta reunirse en el graderío que daría apoyo a los Griffindor, donde se habían concentrado sus camaradas. 

El estado deplorable de su capa, hacia juego con la inminente hinchazón que presentaba el lado derecho de su cara, donde un labio roto contenía la sangre a duras penas, almacenándose en una vejiga palpitante. 

La furia de su rostro no era menor, y el brillo de los ojos se había opacado cuando el primer pitido del partido resonó entre la ovación rugiente de emoción. 

- Luego os cuento - susurró entre dientes cuando q lo lejos se divisó la bandada de lechuzas. "¿Y ahora que?" Se preguntó intrrigade, a pocos segundos de la carga de excrementos. 

¡Increíble! Eso había sido increíble y una dualidad hervía en el interior de le antigüe bateadore al descubrir cómo alguien SI había conseguido una chanza que mereciera la pena, sin terminar casi expulsade. 

Y seguían sin saber la autoría de esos magos del desastre ¿Maldita sea, por qué? Había tanto que aprender de una ejecución limpia como aquella... 

Oliver caminó junto a sus amigos hasta encontrar a Selen, y se le quedaron los ojos como platos al ver el aspecto que presentaba su compañere. 

—Ostras... ¿pero qué le ha...?

Cuando llegaron junto a elle, Millie se le adelantó al preguntar, y por la respuesta de Selen estaba claro que prefería no hablar del tema en ese momento. Así que ahí quedó la cosa, y se concentraron en el partido a punto de empezar.

La llegada de las lechuzas y su lluvia de excrementos hicieron que Oliver estallara en carcajadas. Evidentemente, le hubiera hecho menos gracia si el partido aplazado hubiera sido de Ravenclaw, pero en ese caso podía simplemente relajarse y disfrutar de aquella genialidad.

—Jo, no sé quién habrá sido —dijo enjugándose una lágrima—. Pero está claro que nos lo van a poner chungo...

Los amigos se reencontraron en las gradas de Gryffindor, donde pudieron ver que a Selen algo le había pasado. Las marcas en su cara eran muy obvias, y si no conocieran a su amigue pensarían que se había metido en una pelea a puñetazos. Le preguntaron que le había pasado, pero se encontraron con una respuesta evasiva de su amigue.

Eso no fue algo que disuadiera a Millie de contar con pelos y señales la batalla que se había sostenido en el comedor, como las salchichas y los huevos habían volado de una mesa a la otra para regocijo de Peeves, que había estado jaleando el intercambio culinario entre las mesas. Incluso hubo un intercambio con Ismelda Pucey, pero no se lo pudo contar con pelos y señales a Selen porque en ese momento irrumpió en el campo el equipo de quidditch de Gryffindor.

Millie no fue la única que se volvió loca para vitorearlos. La grada de Gyffindor estaba volcada en la causa y no fue lo único que se volcaría aquella mañana. Poco antes de comenzar el partido, desde la lechucería, una gran mancha de rapaces oscureció el cielo antes de que comenzaran a descargar sobre el terreno y los jugadores, provocando las imprecaciones de los mismos y de la señora Hooch, que se refugiaron en los vestuarios hasta que escampara.

Lucas miró en dirección a la lechucería, que estaba algo lejos del campo, pero aun así vio un movimiento bajando por las escaleras. Una persona, alta, bajaba a toda velocidad de la torre. Llevaba una túnica, y bajando pudo ver un reflejo amarillo, tal vez de su pelo o de su ropa. A esa distancia no pudo ver quien era, pero era un maestro, un maestro de la broma y sobre todo de no ser pillarlo infraganti. Oliver lo dijo, y todos lo miraron. Lo iban a tener difícil, la copa de la travesura había despertado interés de auténticos bromistas, y si los Weasley no hubieran estado allí, todo el mundo hubiera sospechado de ellos, pero habían recibido igual que los otros, les había sorprendido, y se habían reído como el que más con aquello.

No todos rieron, la profesora no lo hizo, fulminó las gradas con sus ojos amarillentos, haciendo lentas pasadas, buscando a un culpable que o iba a encontrar. Peeves apareció en medio del campo, algo que rara vez pasaba, pues solía mantenerse dentro de los edificios del colegio.

- ¡Upsis! ¡Una lechuza perdió su camino, voló y voló y planto un pino! ¡Ja, ja, ja! ¡La copa de las travesuras sigue, y el que la sigue, y la sigue, y la sigue, la consigue! ¡Juegue los gatos o las sabandijas, que sigan las bromas que la copa exija! ¡PEEVES! ¡PEEVES RA-RA-RAAAAAAAAAAA!

Pero la señora Hooch no estaba de bromas. Lanzó un bombarda donde estaba Peeves, que voló por los aires entre risas, sin parecer herido en lo más mínimo. Desapareció con un sonoro Poof y la profesora se puso en medio del campo, para, con una voz atronadora

- Si hay otra bromita como esta el partido se jugará a puerta cerrada.

Los elfos domésticos habían limpiado el campo y los jugadores, y el partido comenzó con el saque inicial, que ganó Slytherin gracias a su velocidad.

- Los cazadores de Slytherin se vuelvan en tromba sobre los aros de Gryffindor en su clásica estrategia de aplastamiento. George, no, Fred Weasley lanza la bludger, que es esquivada por el cazador. Lanza, lanza, y la quaffle es interrumpida por Angelina Johnson. Lanza un pase largo, muy largo que es interrumpido justo cuando iba a dejar al cazador delante del guardían Slytherin. ¡OH! ¿ATENCIÓN! ¡GRYFFINDOR INTENTA RECUPERAR LA POSESIÓN CON LA FAMOSA PINZA PARKIN!

Los cazadores de Gryffindor habían flanqueado al de Slytherin que llevaba la bola, que parecía incapaz de pasar la pelota. El partido había empezado fuerte, estaba emocionante, y se estaban empleando a fondo. Nadie les prestaba atención, en caso de querer urdir algún plan podía ser un buen momento. Aunque con la de tiempo que había, perderse el partido, también sería una lata.

La lechucería estaba muy lejos, aun así, pudo ver como alguien bajaba por las escaleras. Y un destello amarillo tras la capa, podía ser alguien rubio, o con uniforme amarillo. Demasiado lejos para poder saber quien había sido aquel genio, esa iba a ser una broma muy difícil de superar. Había sido sencillamente increíble, y además no le habían pillado. 

-Si Oliver, esta no será nada sencillo de superar. A la vista de todo el colegio, y no le han pillado.- Comento a su amigo, mientras seguía mirando el tipo que tras bajar las escaleras se perdió a lo lejos. 

Luego el partido comenzó y lo hizo muy fuerte, la superioridad de las escobas de Slytherin no iba a poner nada sencillas las cosas a los leones, y estos mostraron sus ganas de ganar el partido desde el comienzo del mismo. En aquellos momentos estaba tan absorto en el encuentro, que en nada más podía pensar. Estaba que saltaba del asiento, animando a los suyos y sudando, como si el mismo estaría jugando.