Partida Rol por web

Berlín del Oeste era una ciudad aislada, donde habías visto tu curiosidad obstaculizada por el fenómeno sobrenatural de la Cortina de Sombras durante los últimos cuarenta y cinco años, enclaustrado en una vieja biblioteca. Ningún vampiro de fuera de la ciudad podía entrar o siquiera comunicarse o aprender nada sobre el otro lado sin verse víctima de muertes que variaban de lo inusual a lo cómico.

El Príncipe Waldburg, un antiguo Ventrue y poderoso Cainita, había anunciado su visita tres días antes. El hombre, a pesar de que su situación le permitía darse esos lujos, fue muy directo y descortés en su manera de proceder. Cuando entró a tu santuario, por ejemplo, había traído un visitante.

El acompañante tenía un sombrero de borde ancho y gabardina gris. El hombre, de manos enguantadas y felinos ojos rojos, mostraba una sonrisa que indicaba que encontraba particular placer en haber venido de la mano de quien obviamente no había avisado de su sorpresiva presencia.

"Licenciada Skripter," te saluda jovialmente una leyenda. Todos los textos que has devorado en la última década no pueden aproximarse a lo que podrías aprender en el transcurso de una taza de té con Beckett. "Me alegra que tenga protocolos tan complejos. Si es mucha molestia, puedo ofrecerle descarnar secretos inmemoriales en tierra inexplorada en otra ocasión. Lejos esté de mí privarlo de su hobby."

Beckett, el nodista más afamado de la Estirpe estaba en tu oficina, de la mano del Príncipe Waldburg de Berlín del Oeste, quien meramente asiente, reconociendo tu existencia. Pero Beckett estaba famosamente viajando por Egipto, del otro lado de la Cortina, aislado tanto de Berlín como del Bloque Soviético.

"Tenemos noticias, Hanner," te dice el Príncipe. "La Cortina ha caído. Reclamaré el resto de mi ciudad para el final de la semana. Y vas a ayudarnos."

La noche caía como cada día y yo estaba como cada noche leyendo en mi biblioteca, dentro de mi refugio donde llevaba años sin salir. Ya apenas recordaba a los vástagos con los que había interactuado años atrás, no era necesario.

La puerta se abrió y rápidamente miré quien se aproximaba a mí.

Wilhem Waldburg... hacía años que no le veía... Además me fijé de que no venía solo.

Mi prícipe, Sr Beckett. Oigo sus palabras sin parpadear, la noticia me resultaba demasiado importante como para hacerlo.

Por fin podremos observar esos maravillosos secretos, sí... Me quedé observando la nada, pensando en la cantidad de nueva información que podría poseer una vez llegase allí.

Dégame mi príncipe, cuando partimos? La sonrisa de mi cara era bien clara...

Beckett, un alma afín a la tuya y tu clan por virtud de ser Mnemosyne, refleja tu sonrisa denotando la misma lujuria por aventuras y secretos. Si era más feroz y vigorosa de lo que te parecía apropiada, ciertamente era algo que se podía atribuir a sus ligeras e inevitables diferencias en inclinaciones.

"Estoy preparando el asalto para dentro de dos semanas, Hanner," te explica el Príncipe, con más cortesía. Claramente, el ver que estabas de acuerdo con salir de tu claustro lo relajó lo suficiente como para abandonar la bravuconería. "Pero quiero que tu salgas una semana antes, para hacer reconocimiento en el Este. Prepárate, aprende lo más que puedas para asegurarnos de que tu quirúrgicamente afilada mente no esté oxidada, y luego comenzará la erradicación de ése obsoleto bufón que me acusa de usurpación."

Gustav Breidenstein había sido Príncipe de Berlín hasta que la Cortina se asentó. Maestro de Wilhelm, siempre lo había tenido como protegido, pero ahora que la Cortina había caído, era obvio que Waldburg no se quedaría de brazos cruzados.

"Quiero que por favor te dirijas a esta dirección en la zona financiera de Berlín, donde te encontrarás con el organizador occidental de una Taskforce de la Camarilla," Waldburg te da el papel. "Haz tus preparaciones y averiguaciones meticulosamente, como no debo decirte que hagas, y contáctate conmigo o el Señor Beckett en cualquier momento. ¿Beckett?"

"Ah, sí," dice Beckett, moviendo histriónicamente sus ágiles dedos, los  cuales sabías acababan en garras debajo de sus guantes. "La Fuerza que nuestro contacto, cuyo nombre por desgracia aún no puedo revelar, es... menos que funcional. El motivo principal por el que recurrimos a usted es que el nodista de la expedición, el afamado erudito y torturador Jarek Gorski, está desquiciado más allá de lo que se puede culpar a la naturaleza trastornada de su clan. Esperamos que se presenten con el Príncipe Waldburg en cuanto acaben su reunión con él, pero yo, personalmente, no cuento con ello. Mi teoría es que probarán la paciencia del Señor a tal punto que la reunión terminará abruptamente, y ni siquiera pensarán en que hay un Príncipe a quien le deben respeto."

"Suficiente con tus teorías, Beckett," dice el Príncipe, firme pero respetuosamente. "Queda entonces claro que en cuanto te ganes la confianza del grupo, este Malkavian es dispensable. Sólo cuídate de su guardaespaldas... es una antigua Brujah escocesa que más bien parece la reina de todos los niños salvajes con aparatos del día del juicio."

"Quien está haciendo un mandado para mí, el cual seguramente te interesaría mucho, y con con el que creo podrías ayudar," dice, satisfecho en haber demostrado su capacidad de ser críptico. "Pero te advierto que Gorski, ése farsante intelectualmente cobarde, no debe saber nada al respecto, ni nadie que no pueda ufanar las virtudes del conocimiento o la discreción."

Con la información, preciosa por ser el primer dato fresco en medio siglo, los visitantes se van en cuanto acabas con tus preguntas.

Miro anonadada y sin apenas mostrar ningún rasgo de emoción las palabras del príncipe.

Bien, vayamos por parte majestad. Yo saldré en una semana a ver a ese organizador donde me ha mandado la información y quiere un informe, verdad?

Una vez eso, debo llevarles hasta usted, pero el señor Beckett está convencido de que no lo harán y a cambio quiere que eliminea el erudito y a su compañera.
Mi cara queda aún con menos sentimiento si pudiera serlo, doy unos pasos y cojo uno de mis libros, comienzo a leerlo.

Majestad, bien sabe que yo no soy un guerrero, ni siquiera tengo capacidades para la muerte, será bastante complicado eso.

"Nadie le pide que los elimine," dice Waldburg.

"Sólo le informamos que el doctor cayó de nuestra gracia, y que la guardaespaldas podría serle útil," remata Beckett. "No. Ciertamente no quiero que la mate a ella. Más bien, todo lo contrario. Yo le di algo con el potencial de llevarla a uno de los más grandes descubrimientos de nuestra historia. Se lo iba a dar al Malkavian, pero..." sus dientes empezaron a rechinar.

"El Doctor Gorski rechazó al Señor Beckett de una manera muy poco diplomática," Waldburg continúa. "Sólo le informamos de la situación. No pretendemos que actúe fuera de su rol de erudito e investigadora. Y la pista del Señor Beckett es sólo un bonus. Su contacto en Berlín podrá decirle más."

Mi extraña mirada se clava en los dos hombres, primero uno luego el otro, sucesivamente.

Bien, comprendo...

Dejo el libro en la estantería.

Creo que tocará acabarte de aquí a un tiempo...

Si eso es todo no se preocupen, estará todo bajo control.

Los observo con cara de amabilidad hasta que marchan de mi refugio.

La Gran Biblioteca de Berlín está desierta a estas horas de la noche, pero las preparaciones fueron hechas para que pudieras acceder y esperar a tu contacto.

El hombre legendario entró a la bóveda del conocimiento. Su nombre era Leonidas Rivadavia, y era el guerrero más afamado de la Camarilla. A pesar de estar rodeada de antiguos tomos y fuentes de información, este hombre de altura promedio dominaba el cuarto, atrayendo tu atención. Donde normalmente devorarías ferozmente tomos que prometen darte el placer del conocimiento a través de los secretos entre líneas, ves a un hombre con la reputación de ser capaz de destruir a todos los hechiceros del país reunidos sin ensuciarse el traje.

"Frau Skripter," te dice de manera afable y cortés. Su cuerpo está relajado y no ha hecho nada para indicar que tiene intenciones hostiles. Los hombres más peligrosos nunca lo hacen, habías aprendido.

Entro en la biblioteca, un autentico lugar de culto para cualquiera como yo, deseosa de conocimiento. Pero alli estaba el, uno de los vastagos mas poderosos conocidos, si quisiera, yo moriria en segundos.
Pose mi mirada en el, vacia de sentimiento como de costumbre.
Mi señor, me han enviado con usted para preparar el plan.

"Es usted muy amable," te dice sobria y cortésmente, antes de cambiar a modo expositor y presentar sus motivos. "Hace años que está apuntalada en su refugio académico, entre los tomos de la igualmente asediada Berlín, a pesar de su naturaleza famosamente nómada. ¿Es justo decir que extraña su tierra?"

Espera tu respuesta y asiente.

"Ahora que la Cortina ha caído, sin embargo, hay muchos peligros que le dan pausa a jugadores muy poderosos, lo cual habla volúmenes de su prudencia y habilidad de supervivencia. Estoy aquí para ofrecerle la posibilidad de explorar las tierras eslavas de la mano de un equipo de muy capaces operativos."

Rivadavia te explica que la campaña sería larga. Hasta llegar a Kamchatka o nuevo aviso. Te reunirías con Cainitas occidentales representantes de intereses económicos y políticos, con secretos que estarás en libertad de averiguar. La cortesía de su tono denota un respeto que alguien de su condición y poder no te debe, pero sin embargo la muestra. Tiene, también, la habilidad y decencia de tratarte en tus términos.

"Usted, naturalmente, sería la erudita de primera línea, siendo la más inclinado a la vida académica, y a la vez tendría la protección de una manada en caso las cosas fueran tan espinosas como esperamos. Una vez terminada la campaña, la Camarilla está dispuesta a ofrecerle un Dominio donde no será molestada, conservando, claro, la libertad de movimiento de la que todos nuestros miembros gozan. Y aunque estaría aún obligado a ofrecer hospitalidad a los miembros de la Camarilla en necesidad, le puedo prometer un lugar medianamente aislado, por lo que no tendrá gente cerca.

"Existe, también, un afamado nodista en el task-force que he diseñado. Es por su naturaleza anti-social que usted tiene este trabajo, así que agradézcale profusamente la oportunidad, de preferencia asesinándolo rápidamente, que es la manera en la que me agradecería a mí. Sinceramente, Beckett no es quien más agraviado se encuentra por sus modales.

A esta altura ya deben estar en Berlín Oriental, no habiéndose presentado con el Príncipe Waldburg. Le daré información de cada uno de ellos para que los pueda localizar y de esa manera guiarlos para paralizar al Este de manera que Waldburg y su fuerza  de choque pueda atacar."

Rivadavia te da la poca información que ha podido recaudar en estos días, la cual ha sido comparada con información pre-bélica para extrapolar un razonable estado de asuntos.

Berlín del Este
Príncipe: Gustav Breidenstein. A punto de perder el control de la ciudad ante sus enemigos mortales, los Tremere (Thule), y desertado por el Concejo Brujah, contando con sólo algunos otros fieles.

Clan Tremere

Thule (Independiente)
Hechiceros Tremere Independientes. A esta altura pueden o estar dominando la ciudad o a punto de derrocar a Breidenstein.

"Cualquier información que pueda procurar será altamente apreciada, Frau Skripter. Por ahora, eso es todo."

Por supuesto. Digo con un suspiro en los labios. Ya no es solo la tierra en sí...sino la incontable información que ha quedado dejada atrás... Parece que estoy...triste?

Escucho tranquilamente todo lo que dice Rivadavia y voy asientiendo a sus palabras.

Gorski... ya veo que tiene una lengua afilada y ha hecho demasiados enemigos, prepararé un complot para eliminarlo, no se preocupe por ello.

Sigo oyendo su explicación del modo de proceder de sus fuerzas de choque. Una misión directa para tomar la ciudad del Este, un golpe rápido y certero, como hay que mandarlos sobre el Sabbat.

Bien, entonces empezaré la búsqueda de estos vástagos, cuanto antes les encuentre, antes podremos recuperar las tierras perdidas.

Hago una clara reverencia con la cabeza y me marcho.