Partida Rol por web

Me adentro más en la casa, buscando alguna zona más limpia o con signos de estar más habitada mientras repito mi llamamiento a los jóvenes, abriendo las puertas que me vaya encontrando y haciendo caso omiso a las criadas que huyen de mí.

- Qui... ¡Quieto! ¿Quién es? ¿Qué está haciendo?

Un muchacho sale de una de las habitaciones. Es un joven espigado con la piel morena y el pelo afeitado. Se mantiene a distancia, vestido a la usanza del desierto, con una pequeña daga mal disimulada en la mano. 

Vaya, la primera persona que me dice algo. ¿Será él?

Me detengo y le hago una graciosa reverencia. Mi nombre es Oberyn de la casa Dayne, busco a Viseris y Daenerys para ponerme a su servicio. ¿Y vos, sóis...?

Intento que mi persona resulte lo menos amenazadora posible, pero sin perder de vista esa daga...

- N... no. Aquí no vive nadie con esos nombre. ¡Marcháos! 

¡No me engañéis! Sé que viven aquí y no me iré hasta verlos. Puedo ayudarles a recuperar su legítimo puesto en Westeros y eso es lo que haré. Ahora, dime dónde están...
De mi anterior expresión afable, mudo a una algo más amenazadora. Sin embargo, mi mente es un torbellino de ideas confusas.
¿Será posible que me hayan timado? El dinero es lo de menos, pero como la información sea falsa después de toda la esperanza que he vertido en ella, no sé lo que haré, no lo sé.... Madre, por favor, ayuda a tu siervo Oberyn, por favor, por favor, por favor....

- No. Aquí no vive nadie. ¡Márchese! 

Ha salido de esa habitación y está como protegiéndola. Entraré a ver y si no hay nadie es que he sido engañado. Que sea lo que la Madre quiera.....

Pongo una mano en el pomo de mi espada y avanzo paso a paso hacia el muchacho con intención de amedrentarle y poder examinar la habitación de la que ha salido.
Yo de tí tendría cuidado con ese cuchillo, podrías cortarte. Ahora, ¡apártate!

- ¡N.. no! ¡Márchese! ¡Aquí no hay nadie!

El joven hace un gesto que pretende ser amenazador, pero tu simple avance hace que se aparte contra la pared.

El interior de la habitación es sombrío. Pesadas cortinas cubren las ventanas altas. El suelo está cubierto por alfombras desgastadas. Los pequeños muebles de madera labrada están polvorientos.

En el centro de la habitación hay una gran cama, cubierta por una mosquitera. Una mujer de aspecto famélico y ojos grandes se encuentra arrodillada junto a la cabecera. Sostiene un trapo que moja cada poco en un plato. En la cama, un cuerpo consumido y anciano. Ya no se puede saber si hombre o mujer.

Definitivamente he sido engañado... ¡¡¡MALDITA SEA!!!

Estupefacto, miro la triste escena, mientras sin darme cuenta, aprieto los puños, tan fuertemente que me hiero en las palmas de las manos. Al darme cuenta, hago una leve inclinación de cabeza, como presentando mis respetos al moribundo y, rápidamente, salgo de la estancia, encaminándome hacia la salida bastante enfurecido...

En el exterior la polvorienta calle entre los edificios está desierta. Alguien cierra la calle detrás de ti.

Las sombras dan un poco de cobijo del sol moribundo.

Has sido engañado.

Enfurecido, salgo corriendo hacia el puerto, esperando poder encontrar el barco del maldito desconocido.
Con un poco de suerte todavia seguirá allí.... Bueno con un poco de suerte no, con mucha suerte igual está allí.

Voy al puerto a ver si sigue allí, si no es así, ¿podría movilizar algún barco que tenga en el puerto si es que lo tengo?

La carrera hacia el muelle es agotadora. Todo para encontrar que la vela del barco se aleja hacia el horizonte con la suave brisa de la tarde.

Agotado por la larga carrera me doblo sobre mí mismo apoyando los codos en las rodillas, intentando recuperar algo de aliento para...
¡¡¡MALDITO PERRO, HIJO DE UN PERRO!!! ALGÚN DÍA TE ENCONTRARÉ Y AJUSTAREMOS CUENTAS.
Cuando me doy cuenta estoy erguido con el puño derecho cerrado, en alto y recabo en que por mucho que grite no me oirá.

Con mis esperanzas destrozadas, mis arcas bastante más vacías que al comenzar el día y mi corazón desbocado me alejo caminando, aunque con paso decidido, alejándome del muelle donde estaba atracado el maldito barco negro y me dirijo a las dependencias del sobrecargo del muelle para intentar conseguir algo de información del barco y sus ocupantes....

Pocos te pueden decir nada. Algunos dicen que el barco viene de Westeros, otros que es una coca de línea que recorre las ciudades. Nadie sabe seguro su bandera, y a pocos les interesaba.

Excepto un capitán mercader que, apoyando las botas en medio tonel volcado, bebe de un pichel de hierro. A sus pies, dos perros de pelaje mezclado descansan royendo huesos con sonoros mordiscos.

- ¡Hombre! ¡Eh tú! ¿A qué esos gritos? ¿Qué tanto problema? 

¡Maldita sea!, ¡Ese cerdo me ha estafado!. Digo señalando al barco negro que se aleja. Pero algún día lo encontraré, eso seguro, y ajustaré cuentas con esa cucaracha...

- ¡Jaja! Sienta y habla - Empuja con el pie una pequeña banqueta mientras se gira para gritar por la puerta de una posada cercana - ¡Moza! ¡Trae de yantar y de beber! ¡Vino y carne!

Se vuelve hacia ti, los ojos brillantes por el alcohol que ya debe tener en el cuerpo.

- ¡Hay que ser hombre de mundo! Bebe. Come. Buen vino y buena carne... - Una mujer gruesa sale con un par de botellas y un plato lleno de carne grasienta y jugosa. El hombre le da una sonora palmada en el culo al pasar. - ¡Buena carne y buen vino! ¡Jajajajaja! ¡Se pudra el malparido! ¡Que chupe su oro! ¡Hoy nos chuparemos los dedos, y puede que una buena teta! ¡Bebe conmigo!

Entre sorprendido y divertido ante el carácter desenvuelto del mercader no puedo evitar esbozar una sonrisa mientras alzo la botella a modo de brindis y le doy un largo trago.
Limpiándome la boca con el dorso de la mano le digo: Mi nombre es Oberyn Dayne. Hasta ahora pensaba que era un buen mercader, pero resulta que lo que soy es un primo...
Vuelvo a alzar la botella y le doy otro trago, aunque no tan largo como el anterior.
Brindo por eso...

- ¡Jajajaja! ¡"Una pa saber", decía Padre! Mercaderes, ladrones todos. Eso somos: compra barato, vende caro, roba a todo mundo.

El hombre te sirve una generosa ración de carne y comienza a comer ayudado por un trozo de pan ácimo.

- ¿Viés de lejos? ¿Tiés sitio aquí?