Partida Rol por web

Anochecer del 23° de Obares (El arco del Otoño) del año 101 de la edad oscura [Turno 19]

El combate había llegado a su fin. Casi una veintena de orcos yacían muertos o cerca de morir, aunque aún había algunos pocos que intentaban sobrevivir huyendo del fiero combate. La victoria de los héroes había sido contundente, pues solo dos de ellos habían caído en combate; e incluso, gracias a las artes mágicas de Pel y Michani, sus vidas se habían salvado.

No obstante, los héroes sabían que habían derramado mucha sangre y que si ahora estaban vivos era solo gracias a la voluntad de Aryth, cuyo poder mágico corría por sus venas. Pero aquello no sería suficiente para sobrevivir si una nueva horda de orcos se lanzaba contra ellos. Habrían de descubrir que había pasado con el Dorith cuando antes y salir de allí con vida mientras aún pudiesen.

La noche acababa de caer, la hora del orco estaba ya sobre de ellos.

Mi carrera termina cuando el orco decide encararme. Me imagino que pensará que su futuro, como único superviviente de la matanza que hemos realizado será mucho más prometedor si puede presumir haber acabado con uno de los atacantes. Su golpe es sumamente preciso aunque mucho menos intenso de lo que podría haber esperado. Contengo el dolor para no mostrar debilidad pero decido no gastar mis fuerzas en hablar con el que pronto no será más que un cadáver.

"Es un buen guerrero, le haré un favor a todos los enemigos de la Sombra al abatirle."

Sin dudarlo, lanzo mis dos hachuelas en un ataque en forma de equis, descendente, intentando clavar sus filos en ambos lados de la clavícula del orco y destrozar así su caja toráxica. Si no fallo en mis movimientos, será suficiente para ahogarlo en su propia sangre antes de que pueda dar aviso a sus compañeros.

- Gracias, necesitaba recuperarme - el defensor le reconoce su ayuda a Michani antes de notar como Ulfrin sale corriendo hacia el orco que se aleja

- Maldito enano loco - murmura Wendell, olvidándose por el momento que el suele actuar de la misma manera. Tras sacar de su bolsa un segundo cetro solar, se dirige, lo más rápido que puede en su dirección - No te alejes del resto - le espeta al sentirlo más cerca, tras esquivar una columna que le surgió delante de el en la oscuridad. Aunque el ambiente oscuro no ayuda a saber exactamente donde está, continúa avanzando en la dirección donde escucha sus rezongos al combatir con el orco que intentó huir - Espera que lleguen los demás - añade mientras duda si encender el cetro, que les permitirá moverse con más seguridad, pero los convertirá en un blanco de cualquier jabalina que pueda salir de las tinieblas.

El peligro inmediato había sido conjurado, más podía volver en cualquier momento. Pel sentía como el abrazo de Aryth se diluía, si bien había sido de gran ayuda para no exprimir su ya cansado cuerpo.

- Separad las cabezas de los cuerpos o tendremos que matarles de nuevo ya como no muertos.

Michani, debemos encontrar a Dainn. Necesitará de tu ayuda como sanadora, ha estado a las puertas de la muerte.

Necesitaríamos que Ulfrin u otro nos acompañe. -

Mientras se organizaban, Pel separó las cabezas del cuerpo de un par de orcos que tenía a mano.

Sin esperar más instrucciones, comienzo a cortar las cabezas de los orcos caídos mientras el resto recupera a los heridos y van en busca de Dainn

Keg, quédate a ayudarme a cortar cabezas, y todo aquel que no esté haciendo nada, que no se quede mirando. El tiempo apremia y tenemos que salir de aquí

Usando la ayuda de Aryth noto como mis energías vitales se consumen de nuevo para dar forma a un nuevo conjuro de curación. Doy un paso hacia Gror, pisando sin que me importe el cadaver de un orco, y apoyo sobre el mis manos dejando que la magia cierre sus heridas

-te acompaño Pel, pero que alguien mas venga también. Gror, reune a algunos e id al refugio del dorith, hemos de salir de aquí cuanto antes-

Pel recoge el cetro solar del suelo para ir en busca de Dainn, esperando que alguien más a demás de Michani se una a la expedición. A través del extraño vínculo que había nacido con ese ser que sentía como amigo podría guiarlos, confiaba. Sentía que podía canalizar más magia a través de ese lazo, pero esperaba que Michani tuviera más fuerzas que él para sanar a Dainn, ya que se encontraba bastante cansado después de conjurar tan seguido sobre los orcos. Si no hubiera sido por la ayuda del espíritu de Aryth, estaría aún más agotado, claro.

- Pongámonos en marcha, hay que dar con Dainn. -

Anochecer del 23° de Obares (El arco del Otoño) del año 101 de la edad oscura [Turno 20]

Rematando a uno de los últimos orcos, los héroes reanudaron su avance hacia el salón del consejo, donde debería encontrarse el Dorith de la Roca de Durgis. Atrás habían quedado algunos de los héroes cercenando cabezas, para impedir que la sombra levantase a los caídos. No obstante, los enemigos caídos eran múltiples, pues no solo se trataba de la patrulla de unos 15 orcos que habían derrotado recientemente, si no también de al menos un par de docenas de enanos que habían muerto en batalla, probablemente hacia una hora atrás. Igualmente debería haber al menos otros cuarenta orcos caídos en el gran salón.

En el salón del consejo el panorama era desalentador, había orcos muertos por doquier, y de los enanos no había ningún sobreviviente, todos estaban muertos, incluso el mismo Dorith de la roca.

Acabada la batalla la macabra realidad de esta sala llena de cadaveres se torna en una pesada realidad

-acabemos esto cuanto antes, vamos a por Dainn Pel, deprisa-

Mientras algunos de sus compañeros se dedicaban a eliminar la posibilidad de que los orcos se convirtieran en un nuevo problema, esta vez como cadáveres andantes, otros trataban de llegar hasta Dainn para curarlo. Si embargo el defensor prefirió avanzar y encontrar al Dorith, después de todo ese había sido el motivo por el que habían ingresado al enclave ahora en poder de los orcos.

"A oscuras no podré hacer demasiado" se planteó a si mismo mientras golpeaba el cetro solar que tenía en su diestra contra la columna más cercana y lo elevaba por sobre su cabeza - Que desastre - murmuró compungido al ver la cantidad de cadáveres. Los orcos no le preocupaban demasiado, excepto por la posibilidad de que se alzaran como no muertos, pero los enanos... si hasta incluso le pareció reconoce a alguno de sus días como huésped de la ciudad subterránea.

Pero, más allá de sus sentimientos sabía para que habían venido, por lo que meneó la cabeza e intentó descartar, con poco éxito, lo que veía y avanzó rápidamente hacia el centro de la sala donde le pareció distinguir la vistosa armadura del jefe enano.

Mientras avanzaba sus ojos no dejaban de recorrer los alrededores, ni sus oídos de prestar atención a los sonidos del lugar. después de todo querían, necesitaban, encontrar al Dorith, pero eso no significaba que quisieran encontrar, en su lugar, más problemas en forma de orcos.

Una vez eliminadas las futuras amenazas que podían suponer los orcos caídos, me dirijo junto al resto a la sala del trono.

Al llegar allí, no puedo evitar abrir la boca, y dejarla abierta de asombro. Vaya carnicería. Todos los enanos habían sido masacrados, aunque estaba claro que habian vendido cara su piel, como buenos enanos.

Pero había que tener la mente despierta rápido, veamos si al Dorith le queda algún aliento de vida digo dando una palmadas a Pel y a Michani, los únicos que podían hacer algo por el si estaba moribundo. Quizás llegaran a tiempo para unas últimas instrucciones, como qué tenía pensado hacer con la reina de los elfos.

Los tajos cruzados que le doy al orco impactan en su cuerpo, abriendo su tórax con violencia y dejándolo moribundo. Veo como su sangre abandona a gran velocidad su maldito cuerpo. Se acerca a su fin y con eso me basta.

"Al final del día, los orcos ni siquiera merecen una muerte rápida."

Así que le dejo así, desangrándose y al borde de la tumba, para dirigirme al salón del trono. Estoy al lado de él y una rápida mirada me hace notar que todo lo que encontraremos en su interior es muerte. Trago saliva mientras mi semblante se endurece e, inflando el pecho para aguantar la decepción, me dirijo a saciar las preguntas que actualmente pueblan nuestros pensamientos.

Siguiendo las indicaciones de dirección de su nuevo nexo mental, Pel, acompañado por Michani y quien sabe si otros, partió cetro solar en mano en busca de Dainn mientras el resto decapitaban cadáveres en previsión de que se levantaran para plantar batalla más allá de la muerte.

SI fuera necesario y a pesar de dejarle en un estado debilitado, Pel lanzaría una oleada de magia curativa a través del nexo recién descubierto en orden de poder encontrar al viejo Enano explorador.

Anochecer del 23° de Obares (El arco del Otoño) del año 101 de la edad oscura [Turno 21]

Los héroes, cobijados por la luz que les proporcionaban las piedras sagradas que se encontraban al fondo del salón del consejo, se adentraron en el mismo. Wendell fue el primero entrar, aunque de lo que vio, nada dijo, pues no tenía prontas palabras para ello. Tras él, entraron los enanos, Ulfrin y luego Gror y Cuhrin, quedando tras de ellos Girolamo y Keg; con esta última cubriendo la retaguardía.

El salón del consejo era una cámara de techo bajo, dominada por columnas unidas a las paredes de piedra y distribuidas en un anillo en torno al centro de la sala. Los pilares estaban tallados con los intrincados pictogramas del idioma enano antiguo. Tal como les dijera Dainn tiempo atrás, aquellos pictogramas deberían tener arios miles de años, narrando justamente la historia del Clan Durgis. El central, junto a las rocas sagradas que emitían luz en el salón, albergaba una interminable lista de nombres de los hijos e hijas de Roca de Durgis que habían caído en batalla.

Lo primero notable, incluso desde antes de entrar al salón del consejo, era que el lugar ya había sido sacado. Aquellos orcos que habían quedado enfrentado, probablemente eran quienes habían quedado atrás para buscar más trofeos o transportar lo que faltaba. ¿A dónde iría el grueso del ejercito orco?

Todas las obras de arte, libros, pergaminos y otros objetos de valor que los orcos consideraban inútiles, habían sido apilados en una cámara lejana y ahora estaban ardiendo (AP47). De entre los cuerpos en el gran salón, 14 eran de enanos, entre ellos miembros del consejo de la ciudad, y uno de estos era el mismo Woden, Dorith de la Roca de Durgis. Gror había caído de rodillas a su lado y parecía tener un grito ahogado que no le dejaba siquiera respirar. Wendell, junto a ellos, pudo comprobar que el Dorith seguía vivo, al borde de la muerte, pero vivo.

Woden yacía sobre un charco de su propia sangre, perforado por cuatro jabalinas que aún atravesaban su cuerpo y rodeado por un total de 18 orcos, que presumiblemente había matado el mismo. Sus puños resquebrajados por los golpes, aún aferraban por instinto su hacha, como intento de seguir luchando. Ante ello, Gror tuvo esperanzas, quizá aún podrían salvarlo, pero Cuhrin le hizo ver las heridas de la lanza, parecían estar quemándole la piel y tornándola de un color verdusco – veneno – alcanzó a decir al guardián enano. Algo notorio para todos, era que entre su brazo izquierdo y su pecho parecía proteger un estuche de cuero sellado mediante un tapón dorado que tenía la forma de un dragón minuciosamente tallado.

El Dorith, abriendo los ojos en ese entonces y viendo a Gror y Cuhrin, intentó hablar, pero la sangre que brotaba de su boca de lo dejó. Cuhrin le ayudó a levantar un poco el rostro, entendiendo que el Dorith tenía la urgencia de hablar – ¿los niños? – preguntó - ¿los habéis salvado? ¿He terminado ya la batalla? – preguntó con premura entre balbuceos, con la esperanza de una satisfactoria respuesta.

Doy gracias a Aryth al ver que aun llegamos a tiempo para salvar a Dainn

-yo me ocupo- indico a Pel en voz baja, aunque la luz que lleva el humano es pista mas que suficiente para cualquier orco que quede por aquí

Me arrodillo sobre Dain y entonando una plegaria a los espiritus derramo sobre el la magia curativa, notando como mi propia energía vital se debilita en el proceso, el combate ha sido ya largo y exigente

Cuando el fulgor azul se desvanece Dain ya no sangra, pero no se le ve mucho mejor

-vivirá, pero creo que tendremos que cargarlo para llevarlo con los otros-

- Ha terminado - le contestó el defensor en idioma enano, sin querer hablar sobre los niños. "Serían prisioneros del grupo principal oro? Estarían en las carretas que habían visto al acercarse al complejo?" Probablemente, pero saber eso no le serviría de nada al ya casi fallecido jefe del clan.

- Y hemos cumplido nuestra tarea. Los elfos están entreteniendo a los orcos para que no vuelvan  entrar - le informó, esperando estar en lo cierto - Queríamos acompañaros para que pudierais hablar con ellos pero... - Wendell se detuvo. No le parecía correcto reconocer ante el mismo enano que estaba muriendo. Sin embargo supuso que, como jefe del Clan, era perfectamente capaz de asumir la realidad de sus estado - ... quizás esto no sea posible. Necesitáis que les digamos algo en particular? - por algún motivo al ereño le pareció importante que el Dorith tuviera la oportunidad de mandar su mensaje a la fatas que los esperaban en el exterior.

El enclave enano había caído pero, con suerte, su actual líder podía avanzar con lo que tuviera en mente cuando pensó en reunirse con ellas. Era una lastima que Gror, que probablemente se convirtiera en el lider de los sobrevivientes, si es que había alguno, hubiera demostrado ser tan poco capaz. La mejor muestra de respeto que Wendell podía brindarle al moribundo era que su mensaje a los elfos no se perdiera por la incapacidad de su propio hijo.

Aun que el propio Pel estaba bastante cansado, tras la magia curativa de Michani ayudó a ponerse en pie al Enano explorador. Por un momento pensó en abroncarle por haberse alejado tanto en solitario, pero se dijo que aquello no era productivo y era perentorio el volver con los demás.

- Arriba amigo, los demás nos esperan. Dale las gracias a Michani por salvarte. -

En realidad había sido salvad por la magia de Pel y la del pequeño búho que observaba a Pel desde la pared de roca y que con un rápido vuelo se posó en su hombro; después de picotear un par de veces su testa recibió un trozo de cecina y se refugió en uno de los zurrones de Pel, dispuesto a descansar un poco de las emociones vividas.

Abrió los ojos e inhalo fuertemente, sintiendo el dolor recorriéndole todavía hasta los huesos, pero aparentemente vivo otra vez… Recordaba que los orcos lo habían acorralado y la rápida escaramuza que había terminado con… bien, no con su muerte. Aunque el motivo se le escapaba, tenía que agradecer, así que tomo la mano de Pel y uso su ayuda para incorporarse, cabeceando un asentimiento.

-Gracias. +dijo en el tono más amable que pudo, inclinando su cabeza hacia la curandera+ Devolveré este favor, aunque espero que nunca sea necesario hacerlo de la misma forma.

Parpadeo, mientras se inclinaba un segundo a recoger el urgrosh y oteo a los lados, buscando a los demás. Si estaban aquí era que había logrado superar de alguna forma a los orcos del otro lado. ¿Habían ganado?

-Donde esta Gror… y el Dorith? +fue lo que pregunto de inmediato.