como apenas han escrito 2 jugadores, hoy no hay actualización. El lunes habrá actualización sin falta y se sumará una advertencia a quien no haya posteado.
Isolda se detuvo un instante cuando fue consciente de ese silencio sepulcral que les envolvía.
-Tened cuidado, hay más recovecos y habitaciones ocultas de las que podamos imaginar -avisó a sus compañeros, pues ella era la que había explorado una pequeña zona y había descubierto que todo ese lugar era mucho más grande de lo que podían imaginarse- y sobre todo intentad no tocar nada -aún tenía recuerdos de lo que le parecía haber visto en aquella pared con la inscripción.
-No separes al servocráneo demasiado -avisó al tecnosacerdote- no sea que lo revienten en mil pedazos.
Motivo: Perspicacia
Tirada: 1d100
Dificultad: 36-
Resultado: 100 (Fracaso)
Munición: 20/24
Heridas: 13/13
P.D: 1/2
Nota: Juraría que había posteado con más o menos lo que puse, pero como estoy de espeso esta semana supongo que lo escribiría y no lo mandaría. Lo siento.
Heinrich asiente ante el consejo de la sororitas.
-Bien dicho, Ines. Rojo, por favor, manten el servocraneo en una distancia de 30 metros, asi nos podra avisar de posibles emboscadas a tiempo.
Heinrich continua avanzando hacia la Martyr Cygnam. Su escopeta picadora de carne preparada para descerrajar un disparo al primer obstaculo que se les quiera cruzar.
-Continuemos, no sabemos si los de la Martir Cygnam seguirán en el puerto si se enteran de la sublevación de los dolientes.
Arcturus Se había posicionado, ya por costumbre, en la posición habitual que adoptaba el equipo en momentos como este. Miró un momento a Isolda y a Heinrich, dubitativo.
-A treinta metros nosotros mismos veremos lo que podemos encontrarnos. Pero no quiero que al servocráneo le ocurra nada malo...
Tras pensarlo unos segundos, reguló la distancia del servocráneo a 100 metros.*
*Si eso es posible una vez enviado el bicho, dire.
Master: puedes llamar de vuelta a servo y cambiar las órdenes sin problema
Avanzamos deprisa por los corredores hasta llegar a un lugar medianamente seguro, nos dimos unos segundos para recuperarnos y prepararnos para lo que pudiéramos encontrarnos mas adelante, lo mejor sera formar el grupo lo mas cerrados posibles y cubriendo todos nuestros flancos, así podremos avanzar deprisa y combatir cualquier contratiempo que nos podamos encontrar en nuestro camino... , me seco el sudor de la frente con el dorso de la mano mientras Arcturus termina de dar ordenes al servocráneo, de todas formas si nos tienen alguna sorpresa preparada se van a ir con el rabo entre las piernas, se van a enterar esos cabrones con quienes se las están jugando...
El grupo se había reunido por fin. El muro de fuego y muerte creado por las granadas de Gianna e Hieronimus les habían dado unos segundos de respiro y quizás algo de distancia con sus perseguidores. El arbites con movimientos mecánicos y eficientes, fruto de haberlos entrenados mil veces, sacó su equipo de la mochila en la que lo había metido todo de mala manera y lo colocó todo en su lugar, granadas, grilletes, el detector de salvaguarda que encendió un momento y le dirigió alguna mirada fugaz sin dejar de distribuir por su abrigo, su cinturón y los bolsillos el resto de su material.
Mientras tanto, el resto del grupo se había empezado a organizar y a discutir opciones. El arbites, ocupado como estaba no había abierto la boca, pero no dejó pasar nada. Cuando terminó las llamas de la bomba habían empezado a provocar una gran humareda. No había tiempo que perder y los demás, tanto como el arbites, lo sabían.
- Formación cerrada, muy juntos. Yo iré delante en el medio, a mi lado Heinrich y al otro lado Isolda - la sororitas parecía ser la que más conocimiento tenía del lugar tras haberlo explorado durante la exposición previa a la subasta.
- En el medio Urtzi y Arcturus. Mantén el sevocráneo donde nos mantenga seguros - añadió dirigiéndose a este último. Sin duda aquella era una valiosa posesión para el sacerdote del Dios Máquina y había demostrado su utilidad, pero de nada le serviría si los mataban a todos.
- Cerrando la formación Gianna y Orionus. Si alguien nos persigue vuestra será la función de acabar con ellos y retrasarlos - el asesino se tenía por un buen tirador, lo que hacía aquel puesto ideal para él y Gianna acababa de demostrar, saliendo a por Heinrich, una vez más, que debajo de aquella insolencia, impaciencia y falta de disciplina, había alguien en quien el arbites podía depositar la seguridad de todos - si encontramos enemigos delante ocupareís los flancos, junto a Isolda y Heinrich, dejando a Urtzi y Arcturus en segunda línea.
El arbites había hablado hacia cada uno y empleando sus propios nombres, rodeados como estaban de fuego, humo y caos. Esperaba que aquella no fuera la última vez que lo hacía. Echó mano al mechón de pelo chamuscado que llevaba al cuello y se dirigió a todos mientras empuñaba el escudo y el rifle ya recargado, dando por terminada la conversación.
- Nos espera una emboscada, o incluso varias - no había que ser un paranoico como él para saber que estaban rodeados de enemigos: los monjes fanáticos, los acompañantes del capitán Rubio y cualquiera de los demás asistentes a la subasta que decidieran hacerse con los objetos de ésta por la vía violenta - si veis algo, cualquier cosa, abriremos fuego. No encontraremos aliados en este lugar - ojalá se equivocara pensó recordando las crípticas palabras de la señorita Nile.
¿El capitán nos ha dado algún canal de radio por el que contactar cuando se ofreció a esperarnos? De ser así el arbites intentaría contactar con él de camino a la nave.
Master: No, si te remontas a los primeros posts de esta escena, el capitán os dijo que se iría del puerto a mucho tardar en una semana (han pasado 1-2 días desde entonces)
Con el servocraneo flotando silenciosamente casi en el límite de vuestra percepción, los 7 acólitos atravesásteis el salon de entrada lo más rápido que os pareció seguro, vigilando constantemente vuestro flanco y espalda, sin embargo, esas medidas parecieron innecesarias, puesto que no os encontrásteis con nadie más ni con nada amenazante en vuestro trayecto hasta la salida.
El previo temblor que había sacudido los jardines de la subasta había provocado leves derrumbes por doquier, donde pequeños cascotes del techo se habían hecho pedazos al caer contra el suelo. La iluminación y sistema de control de temperatura también parecían haber sufrido daños, puesto que los orbes luminiscentes que envolvían los salones de entrada y pasillos circundantes parapdeaban al unisono brevemente en los momentos más inesperados, y durante cortos intervalos de tiempo la temperatura descendía bruscamente o ascendía por encima de lo normal antes de recuperar la normalidad.
Los minutos que pasaron hasta alcanzar las puertas os parecieron los más largos de vuestra vida, pero cuando casi podíais saborear vuestra huida algo impensable, algo que no debería de haber ocurrido, sucedió. Las gigantescas puertas dobles de piedra, de varios metros de grosor que parecían inamovibles se encontraban cerradas, sendos surcos atravesaban suelo y techo allí donde la roca había opuesto resistencia al cerrarse de esas puertas, y trozos de óxido de las bisagras del tamaño de vuestro puño yacían alrededor. Estabais encerrados.
Fin de Capítulo