Partida Rol por web

Diez días habían pasado desde que durante aquella velada en el Escudo Partido un grupo de trasgos atacó la torre de Gerin. Diez días desde que el destino de Arael, Dan, Kelrin, Kilian, Klaus y Vincenza se unió. Y durante esos diez días un sin fin de cosas distintas habían ocurrido: combates a muerte, visiones incomprensíbles, bestias peligrosas, relatos misteriosos, noches de pasión, negociaciones in extremis, secretos desvelados... y todo por un único objeto. Una piedra metálica azul caída del cielo.

Y allí estaban de vuelta. Con la piedra y con más personas de las que salieron. Clint y Eiren, el trasgo que decía ser un humano y la bandida arcana. Sin lugar a dudas los ocho formaban un grupo de lo más variopinto. Pero el final del camino se acercaba y entonces, ¿qué haría cada uno?

El grupo de aventureros se dirigió inmediatamente a la torre de Gerin, ya no había restos del asalto. Seguro que el mago se había ocupado. Y cuando llamaron a la puerta, él mismo les abrió.

Gerin estaba en mucho mejor estado que diez días atrás. Pero era normal, cuando lo conocieron le acababan de introducir un cuchillo en las entrañas.

—Bienvenidos—los saludó con una sonrisa, entonces reparó en las nuevas incorporaciones y alzó las cejas—. Veo que habéis tenido un viaje cuanto menos interesante. Adelante, me encantará escucharlo.

El semielfo los dirigió hacia una sala con una mesa redonda de madera y sillas.

—Sentáos—les invitó—. ¿Tenéis la piedra?

—La tenemos— Sentenció Arael, y hizo un gesto con la cabeza señalando a la bandida. —Eiren se hizo con ella y se ha ofrecido a colaborar amablemente.

—Vamos, entrégasela.

Kilian tomó una de las sillas la giro y se sentó en ella echándose sobre el respaldar y colocando los codos en la mesa. Oyó lo dicho hasta ahora por Arael y añadió:

- Bueno, mientras te muestran la piedra, te iré contando que ocurrió. Pasado unos días de haber salido de aquí dimos con una pista del meteorito, o más bien, el dio con nosotros. Todos vimos un fogonazo azul y tras ello, sufrimos diferentes alucinaciones. Cuando nos recuperamos seguimos nuestro camino, e incluso dimos con los trasgos, pero alguien se nos había adelantado. –hizo una ligera pausa para tomar aire y continuó. – Es ahí donde entra en juego Clint, un humano que también sufrió un fogonazo azul cuando luchaba contra tropas Kunitas en Rhovesia y de repente, aquí estaba, encerrado en ese cuerpo. Su ayuda nos ha sido muy útil, y no habríamos logrado nada de esto si su colaboración, así que espero que puedas ayudarle. –dijo haciendo un gesto a modo de saludo al trasgo, levantando ligeramente la cabeza.

- Tras eso, y una lluvia torrencial, llegamos al Pony Pisador donde por azar nos pusieron tras el paradero del meteorito. Lo tenían los de la banda de Tharnaros, a los cuales, llegamos a encontrar y enfrentarnos. Nuestras fuerzas estaban diezmadas y tras un acuerdo con ella –dijo haciendo un ligero gesto con la cabeza hacia Eiren.  – Llegamos a un acuerdo para poder traer el meteorito. –concluyó tomando una bocanada de aire.

- Y creo que eso es todo… ¿O alguien quiere añadir algo más a la historia? –preguntó dando una visual a sus compañeros y acabándola mirando a Kelrin.

Arael afirmaba con la cabeza a cada frase de Killian. Apoyando la historia.

—Buah, ¡Alucinaciones! Una locura. Los trasgos: un reguero de sangre, ¡Todos muertos! Uh, sí, Clint; Nos ayudó con el oso Lechuza. —Afirmó con más énfasis, cuando Killian comentó ayudar al gran trasgo.

—Sí, el Pony estaba patas arribas ¿Te acuerdas? ¡Y Tharnaros! Maldito enano... —Apretó el puño— Aunque esta le rajó el gaznate. —Soltó una carcajada.

—Nada, nada... nada que añadir— dijo riéndose.

Los diez días que habían pasado se le habían hecho eternos, pero finalmente estaba en la torre de Gerín y, si todo iba bien, perdería de vista algunas caras y tendría más dinero en su bolsillo. 

Decidió ignorar el ofrecimiento de Gerin, lanzó una mirada por encima del hombro a Eiren y Vicenza y se apoyó en una pared en el lugar opuesto a ellas. Dejó que Kilian pusiera al día mago, soltando un leve gruñido de desaprobación cada vez que mentaba el acuerdo con la maga.

-¿Cuál es su poder? ¿Las alucinaciones... qué eran? - fue lo único que añadió

Se mantuvo en silencio durante todo el relato mirando las expresiones de unos y otros. Asintiendo cuando creía que debía darse más veracidad al relato o fuerza, pero en definitiva callado y expectante. Por su parte se había colocado cerca de la drow y de Killian también al contrario de donde estaba la maga en cuestión.

Tras el relato de Killian y las preguntas de los demás el también alzo la voz mirando al mago. – ¿Cree que podrá revertir su magia? Estoy seguro que más de uno ha sido afectado por ella y desean volver a ser quienes eran.... – Tras aquello le dedico una sonrisa a Clint, deseaba de corazón que el Trasgo pudiera recuperar su vida si era lo que deseaba.

Gerin escuchó la historia de Kilian salpimentada con los ¿divertidos? Comentarios de Arael. Cuando se hizo mención a la historia de Clint, el mago se inclinó hacia adelante interesado. Y al llegar a la parte de Tharnaros el semielfo torció el gesto.

Entonces Eiren le entregó el cofre y el arcano lo abrió para comprobar su contenido.

—Perfecto. ¿Cual era el trato?

—Cuatrocientas coronas—respondió la arcana.

Gerin tomó una libreta y escribió en ella. Después arrancó una hoja y se la entregó a la bandida.

—Hay un prestamista llamado Joseph en el pueblo, entrégale éste documento y te dará tu dinero. Ahora si no te importa necesito hablar con los demás a solas.

—La bandida no es de fíar, ¿verdad?—dijo Eiren con una condescendiente sonrisa—. No importa. Hasta luego.

La mujer salió de la sala dándole un beso a la hoja que le había entregado Gerin.

—Bueno, no es que me guste mucho hacer tratos con bandidos, pero me alegra que hayáis traído la piedra. Con vuestra historia he podido confirmar de qué se trata y de que hay más gente detrás de ella. Gente que cuando se entere de su auténtica naturaleza… redoblará sus esfuerzos por conseguirla—Gerin entonces miró al gran trasgot—. Clint, verdad? ¿De dónde eres?

—De Rhovesia.

—¿Luchabas contra los kurnisas del apóstol Korven que invadieron Rhovesia?

Al ver como Clint asentía con la cabeza, el semielfo torció el gesto con gravedad y agachaba la cabeza. Tras quedarse en silencio unos segundos suspiró y volvió a mirar al gran trasgo.

—Esto nunca es fácil de decir, pero... me temo que te mataron en esa batalla. Korven invadió Rhovesia hacer treinta años. 

Un denso silencio se extendió por la sala. El gran trasgo intentó mantener el tipo, pero en sus ojos se veía el horror y visiblemente mareado tuvo que mover los pies para no caerse.

Un denso silencio roto por la voz entusiasta de Arael.

—Espera, espera— Dijo la elfa, ignorando el estado de Clint— ¿Me estás diciendo entonces que, a las visiones, le tenemos que añadir reencarnación y viajes en el tiempo? ¡Esta piedra es una pasada!

Kilian hizo un gesto de rechazo al ver a Eiren marcharse dando besos a un trozo de papel. Pero aquello no era lo más importante en ese momento, lo que acababa de escuchar lo había dejado perplejo. Si ya de por si le daba cierto respeto el poder que hasta ahora conocía del meteorito, tras lo dicho por Gerin, sentía hasta cierto vértigo. No se podía imaginar lo que estaría pasando Clint en aquel momento.

Tras oír a Arael, Kilian quiso preguntar al mago, pues tenía demasiadas dudas que deseaba aclarar:

- Gerin, las visiones que tuvimos ¿También eran gente del pasado? ¿Es acaso el meteorito una especie de selladora de almas o de espíritus o es más bien lo que dice Arael? ¿Y quiénes son los que irán en su búsqueda? -preguntó un Kilian consciente de que quizás fuesen demasiadas preguntas, pero sin poder reprimir ese impulso por conocer más acerca de aquella fantástica piedra.

La revelación de Gerín le sorprendió. Miraba a Clint con cierto descaro e interés. Siempre había pensado que podría haber sufrido algún tipo de transformación, pero parecía tratarse de una reencarnación.

-¡Por Lloth! ¿se trata de algún tipo de necromancia relacionada con la inmortalidad?

Se quedó mirando la piedra y luego al mago, si aquella cosa era tan inusual le surgía otra duda, por qué y para que la quería el mago y como es que nunca habían oído hablar de ella. Apretó los labios antes de mirar a los demás y al ver que no parecía nadie hacer la pregunta decidió realizarla el mismo. – Si es tan poderosa....¿Por qué no está sellada? ¿Por qué cayo del cielo? ¿Y para que la quiere usted señor Gerin?

Ciertamente que el mago les hubiera encargado ir por la piedra tampoco garantizaba que fuera a estar en las manos adecuadas, solo que el la vio y la tuvo antes que nadie y nada más.

—Arael—dijo de forma suave Dan reprobando a la elfa.

El monje se acercó al trasgo que se había llevado las manos a la cara y le puso una mano en el hombro reconfortándole.

—Está bien—dijo el gran trasgo recomponiéndose—. Si he podido superar el vivir en el cuerpo de un trasgo, podré sobrellevar esto.

Aunque en parte era fingida, había que reconocer que la entereza mostrada por Clint era admirable.