¡Había funcionado! Tan sencillo como eso. Pero a Kivo le quedaban muchas incógnitas por resolver. ¿Qué eres ese extraño reloj? ¿Cómo había salido a la superficie? ¿Quién había sacado la pieza que faltaba de su sitio y por qué?
¿El interior del mundo estába hecho de mecanismos? Kivo no recordaba haber escuchado nada parecido en boca de ningún gnomo, enano u otra criatura de las profundidades.
Quedaba comprobar que el problema de Ora se había resuelto. ¿Habría florecido y madurado todo de pronto? ¿O la naturaleza seguiría su ciclo natural?
-¡Volvamos! Estoy deseando saber qué ha pasado -dijo, empuñando su bastón y señalando hacia la aldea.
Con la barriga llena - además de algunas migas en la comisura de la boca que tardaron en caer - y la satisfacción del trabajo bien hecho, Hamo se unió al grupo en la búsqueda del reloj del bosque. Había terminado a tiempo el pequeño regalo que había diseñado para el joven enamorado y lo había dejado al posadero para que se lo hiciera llegar. ¿Quién sabía qué podría pasar en el bosque? Sin embargo, no tuvieron impedimentos. Habían encontrado el dispositivo y Dastan lo había colocado con un satisfactorio click.
- Es... maravilloso - la manufactura de aquel aparato estimuló a Hamo, y si hubiera sido un anciano artesano estaba seguro de que se le habrían nublado los ojos de lágrimas. ¿Cómo podía existir algo tan perfecto y poderoso? ¿Algo que podía emerger de la profundidad de la tierra y controlar el tiempo de una forma tan sencilla? Era hermoso y escalofriante a la vez - Tienes razón, Sasha. ¿Cómo se activó en primer lugar? Estaría bien saberlo para que no volviera a suceder.
Regresaron, con más preguntas que respuestas, pero contentos.
Conforme se acercaban al pueblo comenzaron a oír la algarabía y los gritos de júbilo de los ciudadanos. Eso solo podían ser buenas noticias, que se confirmaron cuando pisaron las calles del lugar. La gente estaba emocionada, algunos entraban corriendo con enormes carretillas cargadas hasta arriba de frutas y verduras recién cogidas. Todo estaba maduro y desprendía un olor estupendo, aun sin cocinar. Todo el mundo se apresuraba a poner de nuevo las decoraciones.
¡¡Habrá fiesta de la cosecha!!
Los gritos se hicieron llegar por todas partes, pues parece que todo maduraba de nuevo. Las razones por las que aquel reloj había emergido eran desconocidas, así como quién había hecho algo así. Lo único claro era que devolver la pieza al reloj de sol había arreglado todo. Para Hamo aquel mecanismo había sido desconocido, aunque juraría que algunas de esas piezas podían provenir de su tierra natal. Al menos se asemejaban a otros mecanismos similares que había visto.
El joven se encontraba también por allí, sonriendo tímido ante la visión de su amada. La chica celebraba contenta, como el resto, mientras que el chico le miraba a cierta distancia. Se había quedado sin regalo para ella, hasta que Hamo se acercó y le depositó en la mano un pequeño objeto. Era bastante similar al reloj que pensaba regalarle, pero en forma de pequeña joya. El chico sonrió y no pudo evitar dar un abrazo a Hamo antes de correr a entregárselo a la muchacha.
Cuando las gentes del lugar se enteraron de que los Viajeros habían hecho todo aquello posible, fueron corriendo a agradecerles. Les prepararon un buen banquete, a base de todo lo recogido de los campos. Y antes de irse les empaquetaron tanta comida como pudieron llevar: quesos, viandas, mermeladas, verduras... Salieron de allí bien surtidos.
26 de experiencia para cada uno.
Podéis llevar tanta comida como podáis cargar, es el regalo de las gentes del poblado.