La abuela Komori se encogió de hombros ante la oportunidad perdida de preguntarle al espejo. La vida está llena de apuestas así: si sale lo que piensas, muy bien, pero si no, pierdes. Como cuando decides o no sacar el paraguas y luego llueve o no; la lata de cargar algo que no usas, o mojarte de lo lindo, es el resultado. Y bueno, a la edad de Komori ya le ha salido de todo en ese contínuo tirar de dados. Y su sabiduría ganada se traduce en sonreír volteando con la cara mojada agradeciendo al cielo, cuando pasa lo segundo, y luego correr a guarecerse a algún lado y platicar ahí con la gente, o comenzar a mover el inútil paraguas como si fuera ahora un batón de porrista cuando pasa lo primero, jeje.
Tomas el resultado de tu apuesta y haces lo mejor con él. -era su pensar.
Hoy era uno de esos días, así que al desaparecer la figura verdifantasmal se acercó apoyándose en su bastón al espejo reluciente de todas formas, y mirando su imagen reflejada en él, examinándose en toda su arrugadilla belleza, preguntó a la reina: ¿Porqué no envejece usted, Su Majestad?
Sabemos que no es como su antecesora. La gente del Reino Eterno está feliz, próspera y prospera, hay alegría, así que su agradecimiento por el buen gobierno puede estar detrás del que usted les dure tanto, sin cambios. Quizá.
Sólo me preocuparía que no fuera sólo esta buena causa lo que no deja llenar de estos bellos surcos del arado del tiempo su cara y la comisura de sus ojos. Mis deseos fervientes son que no sea así.
No sabía si obtendría respuesta o no, pero esta anciana cronista del País de las Maravillas estaba acostumbrada a las cosas más extrañas, así que no debe de extrañarnos lo que hizo.
Hizo un cortés reverencia a la reina Blancanieves, sin esperar respuesta a su pregunta, como si del espejo sólo reflejante se tratara, y les dijo a sus compañeros:
Hemos de regresar a mi tierra. Ahí está la hija de Chronos. -sonrió como a quien le revelan un acertijo cuya respuesta siempre había estado sentada encima sus narices, como cuando buscas tus lentes y ahí están.
Selenne se rascó el mentón, dándole vueltas a las palabras del espejo. - ¿La reina roja? ¿De qué me suena? - No fue hasta que Komori-san dijo de volver a la Tierra de las Maravillas, que consiguió hilar las palabras del espejo. - ¡Ah claro! ¡La reina de corazones! - Dijo dando una palmada y alzando la voz mucho más de lo que debería hacerlo frente a una reina, haciendo que su voz retumbara en aquella enorme sala cerrada.
Inmediatamente se puso roja como un tomate e hizo una reverencia. - Lo... lo siento... majestad. - Aunque a la reina no pareció importarle, a Selenne le parecía haber cometido una enorme falta de respeto. tal vez Kivo o Sasha pudieran permitirse ese comportamiento, desconocedores de su cultura, pero ella quería ser un caballero y no podía hacer esas cosas.
Se tomó el resto del tiempo tratando de recuperar la compostura y en tratar de perder el rubor de su rostro, pero cada vez que lo recordaba se sonrojaba más. Tan agobiada se sentía que olvidó agradecerle la hospitalidad, algo de lo que se arrepentiría al día siguiente.
Me lleve un susto tremendo cuando mi imagen ante el espejo se torna en aquella cosa tan fea. Porque había que reconocer que era feo. Pego un pequeño respingo y mis instintos toman la iniciativa, pues de mi garganta brota un profundo bufido hostil hacia el personaje del espejo. Sin embargo, después presto atención a sus respuestas, que son bastante cripticas.
- ¿La reina de corazones? ¿entonces la hija de Chronos está donde la reina de corazones? ¿y donde está esa reina? - pregunto al reino, con aire pensativo.
Tengo que mirar a Komori cuando pregunta la reina sobre su envejecimiento. Me parecía un poco soez, el abuelito bien tenia dicho que era de mal gusto preguntar ciertas cosas a una dama, y más a una reina. Casi tan peor como dejarse algo en el plato a la hora de la merienda o rechazar dormir la siesta cuando se puede. Por eso, tengo que mirar a la Reina, un poco temerosa de su reacción... a ver si nos va a echar... con lo que prometían los aposentos, seguro con camas mulliditas...!y desayuno por la mañana! !Y esa cosa brillante!
La reina no contestó sobre el tema de su edad, sería un secreto que se llevaría consigo y que nadie más había conseguido desvelar. Puede que realmente fuera algo maleducado preguntar algo así y más una reina.
Unos cuantos criados pasaron a buscar a los viajeros y se los llevaron a unos mullidos aposentos donde pudieran descansar. La reina le prometió a Kivo, antes de que se marcharan, que Mike estaba en los establos reales y muy acomodado entre paja mullida. También le habían dado heno y cereales para que se diera un atracón aquella noche. Al pony con jersey no iba a faltarle de nada. De eso podía estar seguro.
El sueño fue reparador y las habitaciones que dispusieron para ellos eran espaciosas, lujosas y limpias. Los colchones eran de pluma de piki, que eran unos pájaros con unas plumas muuuuy mullidas. Al día siguiente no solo tuvieron desayuno y un buen baño para asearse quien quisiera, sino que tenían un montón de provisiones para continuar con su viaje.
Entre sus provisiones iba también un cofre, en cuyo interior se encontraba el rubí del miedo trémulo. Lo que la reina había prometido. De allí se marcharon con los saludos y los vítores de las gentes del lugar. Todos estaban contentos de haberse cruzado con los viajeros. Mike caminaba orgulloso junto a los viajeros. Además habían conseguido un par de nuevas amigas que unirse a aquella aventura, Selene y Komori.
Fin de la jornada y experiencia 63 para todos. Mañana abro nueva jornada.