Partida Rol por web

Caminar bajo la lluvia muchas veces se describe como algo romántico, relajante, liberador, feliz e inocente...

Estúpidos hippies humanos.

Solo se siente frio, y la humedad pega las ropas prestadas al cuerpo, haciendo incomodo cada paso. La tormenta estalla con fuerza sobre vosotras mientras caminan en dirección a donde Laura recuerda que esta el bar, y los rayos compiten con las luces del alumbrado de Palermo. Aunque sus truenos no tienen rival. No hay casi vehículos andando en la calle, volviendo a Buenos Aires una ciudad fantasma.

El agua desborda por las bocas de tormenta, inundando cada esquina. Incluso si no lloviera ya estarían empapadas por tener que cruzar los descomunales charcos. La mala visibilidad producto de la copiosa lluvia y de la noche no ayuda a sentir confianza al cruzarlos… Como Sarah sabe, no sería raro que alguna boca se hubiera roto y caer a las alcantarillas no es imposible.

¿Qué pensaba Laura cuando decidió esto? Está bien que no podían pagarle más al taxi pero… E incluso si encuentran el lugar abierto (algo cuestionable), que van a hacer exactamente allí?

Esto va a ser divertido...

Casi chapoteando es que me voy moviendo en la calle, confiando solo en mi vista habituada a la calle (y, de paso, en los santos católicos de mi madre) para cruzar y llegar a salvo al bar.

- ¡Por aqui vi al sire de mi sire! - le grito a Sarah esperando logre escucharme a través de la lluvia - ¡Aunque no los viera, pienso pedirles el teléfono!

Me cruzo de brazos, intentando vanamente cubrirme lo mejor posible. Antes de ser una vampiresa, le trabajé a Mercedes como muralista. Haré algunas llamadas, intentando encontrar a cualquier relacionado con la fundación, la universidad, o esa rastrera misma.

Una vez más hice la pantomima de un suspiro mientras empezaba a caminar tras Laura hacia el bar del sire de su sire. ¿Por qué? Todavía no estaba segura. -Alguien debe decirme buen trabajo, volvete a Santa Fé, supongo. Realmente no hay razón para que me quede.- Solo tenía que preguntar cómo llegar a donde dejé el auto y podría irme. Pero aquí estaba, siguiendo a la Toreador, en la lluvia, a ver a un antiguo que ni conocía.
 

Las cuadras se suceden una tras otra. Hay un patrón, y es q2ue son de las más concurridas de la zona comercial. Mal o bien, la única forma segura es desandar ese tramo llamativo que recuerda Laura. Finalmente, casi más por intervención divina que otra cosa, encuentra el cartel.

A primera vista no hay nada llamativo, ninguna luz de neon, ni música saliendo, solo unas puertas corrientes… Pero apenas traspasadas se encuentra un local cálido, con buenos muebles, elegante.

Cosa curiosa, ahora esta desierto. No se ven clientes, lo cual es entendible dado que el tiempo puede haberlos espantado, pero tampoco al personal. Por otra parte, como la joven Toreador sabe, la sala principal está en la parte posterior. Quizás estén allí...

No puede ni reaccionar, nada, sólo siente un escalofrío por la espalda, y luego, aquellos ojos avalanzándose, la vampiresa lanza  un gemido de terror, esos ojos eran como los del jaguar, esperen, ¿y si era el jaguar?. Intentó escapar, pero nada podría hacer. Nada.

Hay pasos, a tu derecha! Alguien está viniendo a ayudarte!

Y de hecho, eso hace, incluso sin llegar a vos. En el último momento, la figura gira la vista un instante, sin duda también percatándose que otros infelices están al tanto de su presencia y vienen hacia aquí. Eso, solo eso, hace que una brisa pase junto a tu pecho,.. Seguidamente, un áspero impacto golpea la grada a tu lado… Fallo.

Quien sea, fallo.

Todavía algún dios, de esos de tu infancia, te quiere. Es tu oportunidad...

Antes de aventurarme a las profundidades del sub-infierno hedónico del sire de mi sire, me voy al baño, a intentar adecentarme un poco.

- ¡Vuelvo! - le grito a Sarah.

Adentro, lo primero que hago es bajar mi cabeza hasta el hueco del secador de manos, y aprieto el botón. Cabello no goteando, bien.

Me hago una trenza, peinándome con los dedos para no tener el cabello tan desaliñado, intentando mantener algo de arreglo personal. Bien.

Me pellizco las mejillas, para crear rubor... ¡mierda!

Antes, cuando corría tras imprevistos como estos (bien, cuando me dormía y se me hacía tarde, o me agarraba la lluvia y se me había olvidado el paraguas, no cuando me atacaban el escuadrón jaguar de la muerte) me pellizcaba, para arreglarme un poco sin maquillaje. Ahora, eso parecía tan estúpido como saltar de la torre Eiffel con un paracaídas hecho de cortinas (bien, eso sí pasó, ¡pero era principios de siglo pasado! no... el 2014 vampírico)

Me acomodo la ropa, quitándome el sueter y secándolo con la máquina indispensable de todo baño público (bendito secador de manos) y la camisa, terminando de quitarles el agua presionándo la tela a ambos lados con montones de papel higiénico.

Al terminar, me vuelvo a reunir con Sarah.

- Bien, ahora sí - como si fuera lo más casual, camino para buscar a Gregorio.

Laura me encuentra sentada en una de las mesas, sosteniendo mi cabeza con la mano mientras la espero. Ya me había secado en parte, aunque no tanto como ella. Me imaginaba que se había ido a arreglar, y no le había salido tan mal. Su pelo parecía algo despeinado, pero no para tanto. Me recordaba a mi hace años... antes de toda esta mierda y antes de pasar cinco años en las cloacas. Me aseguré que mis antenas no sobresalieran desde la capucha y esa fue toda mi preparación. -Como cambian los tiempos.- Pensé.

…

La sangre corre caliente por los labios de la muchacha, cuando alza la vista hacia ustedes. Entre sus brazos yace una chica que debió ser camarera, por su atuendo ahora rojo y empapado… Si pudieran mirar de cerca verían su columna asomando en la terrible mordida que le ha destrozado la garganta. Resultado de una furia que todavía brilla en los ojos enloquecidos de la pequeña asesina.

Parece que han llegado en mal momento.

Sólo puedo escuchar  los movimientos, pero sin distinguir nada, su voz no sale de su pecho, esos ojos la tienen aterrada, pero no como para hacerla perder completamente la cordura. Al sentir el viento, sabe que la atacan, e intenta esquivar de nuevo,  echarse para atrás, rogar poder escapar, pero sólo alcanza a doblar su cuerpo, y sentir contra sus manos el borde de la grada, de ahí, escaparía, ¿quién deseaba matarla?. 

- Ulises... - exclama su nombre con la voz ahogada, mientras intenta escapar,pero  sus piernas fallan, sabe que rodaría por las gradas, no de la manera más elegante, pero por lo menos,  podría escapar de lo que sea que esté intentando matarla.

Mientras caes duramente sobre las asperas gradas, notas que la figura de ojos felinos se detiene en el aire y gira sobre si, mientras otros cuerpos se aparecen en la zona… Una voz masculina aunque aguda y extraña se alza.

- Enciendan las luces, bicho malo atacando a uno de los hermanos!...

El reclamo resuena vivamente en la motona oscuridad solo interrumpida por murmullos…

Al instante, los grandes reflectores son encendidos, como si dicha acción ya fuera esperada, preparada… La sorpresa se apodera de la gente cuando el manto de oscuridad se rompe tan de improviso como si un rayo hubiera caído en medio del local. El brillo es tan atroz y repentino que parece intentar cegarte…

Era lo que temía, era aquello,  lo que había matado a Tiago y por poco mata a Antonia, aquello que  había marcado su abdomen y quizás para siempre, el que ahora  la perseguía para que no hablara, pero ¿cómo había llegado hasta ahí sin ser notado?, ¿era acaso alguno de los brujah presentes?. Muchas preguntas pasaron por la cabeza de la vampiresa mientras su cuerpo se estrellaba entre las gradas, y las luces se encendía.

- auxilio- se escuchó salir de sus labios en un grito casi agónico,   su cuerpo dolía, pararse no necesariamente era una opción, pero quizás sí, deslizarse entre las gradas, y caer en el piso, pero ahí sería más dificultoso para los demás  vampiros auxiliarla, más con esa criatura acosándola.

- ¡auxilio!- volvió a gritar, para empezara  rodar entre los peldaños de la grada, buscando alejarse. ¿había traidores? ¿estaban relacionados con la desaparición de los suyos?. El olor a podrido era imposible de obviar, algo se estaba fraguando y no era bueno para nadie.  Javiera se puso en cuclillas,  arrastrando sus piernas, y de ahí saltar al otro peldaño, buscando el suelo, incluso cayendo, estaría más segura que enfrentado al jaguar.  si es que era aquello, lo que la buscaba,