Una vez abajo, no obstante, podes darte cuenta que tu presencia no pasa inadvertida. No muy lejos, un auto te hace señas. Es un BMW convertible, blanco, llamativo y lujoso... La clase de autos que solias apreciar, una señal de distincion, confort y eficiencia. Aunque esta oscuro dentro, mas o menos se adivinan un par de figuras tras las ventanillas.
Veo las señas del BM y alzo una ceja. ¿En serio? ¿Un auto así de llamativo? ¿Blanco? El auto en si era una belleza, pero please, que alguien me diga que no ibamos a usarlo en una misión. En fin, era lo que había, no iba a aportar mi auto. Era mi único medio de escape, además seguramente desconfiarían de mi en un principio.
Le hice señas al conductor de que bajara la ventanilla. Si me buscaban a mi, entonces me harían caso, pero no me acercaría así a ellos. Sería como ser una niña de 5 años acercándose a una camioneta blanca por dulces. Mierda, incluso podían ser Sabbat rastreando a la primogénita y a sus vástagos.
Ves que por la ventanilla asoma una blanca y delicada mano, saludando, seguida de una rubia cabellera. No parece que vayan a acercarse. El auto esta con el motor apagado por otro lado, y el club esta ahi mismo. ¿Donde irian?
Alzo una ceja al notar la poca comunicación de la mujer. -Si es que es una mujer...- Pienso al no poder verle bien la cara. -¿Qué esperan? ¿Que me acerque al vehículo like that?- En lugar de eso, caminé un par de pasos al frente. -¿Antonia Yuste?- Pregunté, dando un salto de fé. Si eran Sabbat, me tendría que preparar para pelear, posiblemente. Preparé uno de mis brazos para agarrar mi fiel itaca.
-No, el pato Donald... ¿A quien esperabas? +contesta una voz femenina y juvenil, asomandose mas, con evidente disgusto. Es una hermosa rubiecita, cuyo ceño ahora fruncido te observa con atencion.+ Uff... ¿Sarah, no? Tenes tanta clase como ese carro, sin duda... Solo le faltaba ser verde.
-Jeez, what a cunt. Pero no podía esperar menos de una Brujah.- La tal "Doña" Antonia Yuste ya había dejado una clara primera impresión en mi. -¿Cómo es que la Toreador la tenía en tan alta estima?- Un pensamiento se me viene a la cabeza. -Tal vez está mintiendo, es un Sabbat disfrazada. Pero entonces, ¿cómo sabe mi nombre?- Tendría que dar otro salto de fé. Y no me gustaba nada.
-Esperaba una manada del Sabbat tendiendome una emboscada.- Le dije a la mujer mientras caminaba hacia el auto. Estuve a punto de agregar "porque así funciona el mundo de los vástagos", insinuando que yo, a diferencia de ella, sabía lo que hacía y que entendía más sobre todo esto que la mujer. Pero seguía siendo una primogénita, y no tenía ganas de empezar con una enemistad en la Camarilla de Buenos Aires.
Cuando llegué al vehículo me subí por la puerta que estaba desocupada.