Mama se mantuvo a cierta distancia analizando al gnomo en cada uno de sus movimientos, gestos, comentarios...-Ummmm, sabe magia, interesante, muy interesante este tal Medus ¿Cómo de poderoso será? ¿Sabrá algo de los nigromantes desaparecidos...sabrá algo de Aldara? Cuando sea menester se lo preguntaré.
Arthedain se unió al grupo con una leve inclinación de cabeza hacia el gnomo, pero sin decir palabra ni dejar de escrutar los alrededores.
Gaius meditó sobre las acertadas palabras de Medus dándose cuenta de que era viejo en el oficio y era difícil engañarle con timos baratos o técnicas desfasadas. Decidió acompañar al séquito de cerca a la altura de Arthedain que parecía todavía desconfiar y observaba todos los rincones en busca de peligro.
- Creo que estamos seguros por ahora, aunque es de sabios desconfiar – susurró el asesino al elfo. Según la mentalidad de Gaius no había momento en el que te pudieras encontrar totalmente a salvo, y si los hubiera solo conseguirían volver a la gente descuidada.
Poco a poco el grupo fue tomando forma, algunos a plena vista y aparentemente confiados, otros recelosos y abiertamente atentos, pero todos, sin excepción, siguiendo al gnomo y con ganas de llegar a donde este los estuviera guiando.
O sea... esperando al Master, jaja
El gnomo avanzó hasta la mitad del callejón. Allí se detuvo y levantó una de las rejillas que conducían a las alcantarillas de a ciudad. Sin decir nada más se tiró a través de ella...
Seguimos en la escena: La Madriguera.