Partida Rol por web

Una vez arriba, Arthedain lanzó miradas a izquierda y derecha para comprobar la cobertura e interrogó con un movimiento de ceja a Gaius. Al ver que todo seguía en orden, y visiblemente más relajado, el alto elfo se acercó al sudoroso paladín y, sin decir palabra, le palmeó el hombro.

Después, y tras pedir permiso con un gesto al mediano, también se acercó al mastín, a acariciarle en señal de felicitación por su impecable comportamiento. Remo podría jurar que de su boca salieron las palabras "Buen chico" aunque en un tono prácticamente inaudible.

"Vamos", dijo a continuación.

Bueno chicos, por fin devuelta a la ciudad. Ahora que estamos todos y de una pieza, creo que es el momento de volver a la posada e intentar reucperar nuestras cosas, una vez ahi tendremos que estudiar cual va a ser nuestro nuevo paso. Lo que ocurre es que quizas la posada este vigilada, no me gusto que interrumpieran el lugar de la reunión. No devolvemos la mision que nos ha traido hasta aqui, ni de Nicodemo ¿ Ok ?

Tras el paladín (y su perro), Rómulo subió sin perder un instante. Una breve caricia a Remo y un rápido desatar de cuerdas fueron sus primeras acciones - Estas bien - le preguntó preocupado - viste que no fue nada? -

Tras ello se ocupó de agradecer a Mosest - Gracias... te debo un favor - le comentó muy serio - No lo hubiera dejado allí.. y yo solo no hubiera podido... Mucha gracias - le explicó mientras poco a poco tiraba de la soga donde había atado la armadura del perro y las alforjas

Finalmente volvió a colocar las alforjas en su sitio, en las ancas de remo y en su interior dejó la armadura de Remo y su broquel y cimitarra. Volvían a estar en la ciudad y debían mantener las formas

- Volvemos a la posada? - preguntó ansioso - y después... que? donde iremos? - Mucho mas tranquilo al estar al aire libre, aunque estrañando la tranquilidad de la naturaleza, el mediano trató de ayudar a definir las prioridades.

Saliendo detrás de Mosest, Robin también se sintió aliviado al haber dejado aquellas catacumbas detrás. Aquella huida subterránea no les había llevado más cerca de su objetivo, peró sí había logrado algo igual de importante: los miembros de aquella compañía de vagabundos habían arriesgado sus vidas como un equipo, y los que parecían más malvados habían sido los primeros en ofrecerse a capitanear la expedición, los más oscuros se preocupaban por los demás, y una buena parte de la desconfianza mútua que reinó en su primer contacto ya había desaparecido. Era bajo tierra y sin la ayuda de la brillante luz del sol donde la semilla de aquel grupo había empezado a germinar. Los caminos de Random son de lo más raros...

- Creo que deberíamos dirigirnos hacia la taberna, sí; no creo que nadie nos esté esperando.

- De... de... - Mosest se detuvo para recuperar el aliento. - De nada, Rómulo. - consiguió decir finalmente. - Él... ha ayudado mucho - dijo entre jadeos mientras señalaba al perro.

Ante la sugerencia de Robin, el paladín asintió vigorosamente:
- Sí, por favor, vayamos a la taberna.

No quería decir nada, pero entre el esfuerzo, el olor a restos de cadáver que tenía encima y el sudor, Mosest estaba empezando a marearse. Necesitaba un poco de agua... y jabón a ser posible...

Mamá echó un último vistazo al fondo de la alcantarilla cuando todos habían subido. Aún mantenía en mente las imágenes del misterioso laberinto por el que habían pasado. Una construcción antigua hecha por quién sabe, adoradores de criaturas tentaculares capaces de crear un lugar así bajo la metrópolis. Su curiosidad le embriagaba ¿qué poderesos objetos se hallarían allí debajo? ¿Qué misteriosos conocimientos arcanos se refugiaban entre sus galerías? Debían de volver, de eso estaba segura; ella al menos, volvería.

El grupo salió del callejón con toda la cautela posible. Siguiendo a Gaius salieron por los callejones menos transitados de la Ratonera hasta alcanzar nuevamente la posada, donde les aguardaba su carro y sus añoradas armas. En un par de ocasiones, por el camino, estuvieron a punto de encontrarse de frente con una patrulla de Inquisidores pero una mezcla de buena suerte y habilidad pudo evitar encontronazos directos. Si alguien les estaba buscando no parecía hacerlo con demasiado ahínco. Los guardias e Inquisidores no parecían más atentos que cuando los aventureros se encaminaban a la Ratonera.

Finalmente llegaron a la puerta de la posada. Gaius se adelantó para comprobar que nadie estaba acechándolos. El camino parecía libre.