El Emperador se encuentra arrodillado enfrente vuestra en una estancia pequeña aunque acogedora. Naoko se sitúa a su derecha, abrazando con cariño a su hija Tomoko, aunque su rostro esconde, con maestría, mucho dolor y pena.
- ¡Emisarios! Debo darles mis más sincera gratitud por haber traído de vuelta a mi querida sobrina. Su fuerza y valor se verán recompensados como es debido...
Fujen se acerca y le susurra unas frases al oído.
- Hemos sufrido una gran pérdida. Mutori Genshu era un gran soldado; valiente y leal. Fujen, que preparen su cuerpo para que reciba los más grandes honores...En cuanto al criminal, que entierren su cabeza lejos de sus extremidades, y sus extremidades lejos de su cuerpo; y que todo Rokugan conozca que atacar a la familia del Emperador es atacar al mísmisimo Emperador y quién lo intente sufrirá la mayor de las desgracias como consecuencia.
Hace una pausa.
- Emisarios, volved con vuestros clanes e informad a vuestros daimyo que el Emperador está dispuesto a favorecer a los clanes, a cambio de la ayuda para combatir contra el ejército de las Tierras Sombrías. También pueden informarles de que sus mejores hombres pueden presentarse al torneo para encontrar un nuevo Campeón Esmeralda.
- ¿Todos los asuntos han sido tratados?
El Grulla mantenía su vista fija, clavada en el suelo de la regia estancia. Estaba nervioso e intranquilo, sus manos se cerraban con fuerza dentro de las mangas de su kimono, dejando los dedos blancos por la tensión. Incluso su mandíbula rumiaba frustración. Por primera vez en su vida, la duda lo corroía por dentro. Un gran manto de duda que parecía cubrirlo todo. Incluso al mismísimo trono imperial.
Toku tenía muchas preguntas que hacer, y muchas de ellas implicaban cuestionamientos graves. Cuestionamientos que pondrían en entredicho el Honor de gente importante. Había visto a los ojos a Ishimi, y aunque el pobre hombre había elegido una senda equivocada, su mirada no era la mirada de un traidor. Ni siquiera la de un hombre sin Honor. Eran ojos desesperados, desgarrados por la pérdida y el dolor. Y los motivos de ese dolor aún no estaban nada claros.
Pero si el samurai dejaba que su disciplina flaqueara, quizás incluso cometiera la impertinencia de indagar al propio Príncipe Resplandeciente. Pero un Grulla no podía permitirse semejante pérdida de compostura. Había otros medios y otros momentos para averiguar la verdad, su Clan bien lo sabía. Y él no descansaría hasta saber que había ocurrido realmente en aquellos días trágicos. Sencillamente era su deber. El deber de la Grulla de mantener la pureza del Imperio.
Solo alzó levemente la cabeza para contestar con voz calmada.
- Así es Su Gloriosa Majestad. El dia ha sido largo, y creo que ya todas las palabras han sido dichas.
Kyu escucha en silencio las palabras del emperador con la cabeza inclinada, le hubiera gustado saber la verdadera historia de aquel hombre al que habían condenado a un entierro tan terrible pero eso era algo que nunca llegarían a conocer. Suspiró largamente cuando nombró al difunto campeón esmeralda y hundió más la cabeza, aún le dolía que no hubieran podido protegerle.
Sí, el campeón esmeralda murió con honor. Pero estará orgulloso de contemplar el éxito del rescate. Gracias por todo majestad, vuestras palabras traerán alegría y esperanzas para nuestros clanes. Sin más que añadir, pido permiso para retirarme..
Contemplo fugazmente el rostro del emperador cuando este les dió permiso para retirarse, quizá fuera la última vez en su vida que volviera a verle, al menos de una manera tan cercana. Ahora le esperaba un largo viaje de vuelta a casa, pero sabiendo que volvía con el deber cumplido y habiendo salvado a su clan..