Partida Rol por web

Ustedes observan como Edgar con mucha maestría arranca el carro y lo maneja con mucha facilidad. Frente a ustedes comienza a verse, una  ciudad que no conocían:  Camberra

Llúcia mira a través de los cristales cómo las luces de la gran ciudad van asomando frente a sus ojos. Luces, nunca tan grandilocuentes como las de París, tan escasas como las de Girona, tan perdidas como las de Buenos Aires. Se sume en el silencio que sus acompañantes comparten dentro de aquel automóvil, silencio de cuatro, ya que no había podido persuadir a Paolo de que no se fuera por su cuenta. Normal es que cuando la compañía se encuentra partida, los lazos que la unan sean espontáneos o tarden en formarse, tarden hasta ser brazos bien aferrados que no conozcan de traiciones. Por eso Llúcia le había dejado marchar, más allá de que Paolo se había escurrido con rapidez. Consideraba necesario el grupo, necesaria la cohesión, pero jamás a costa de la libertad de nadie. Jamás a costa de la imposición. No, prefería la confianza. Jamás la fuerza.

Se vuelve hacia sus acompañantes.

- Daniel quiere ir al Elíseo, pero yo prefiero probar suerte intentando buscar a Reich, que podría estar en el Elíseo o no: es una posibilidad - Llúcia hace una pausa - Lo que sé de Federick Reich es que es Brujah, y es un iluminado. Posiblemente, ha alcanzado la Golcoda misma. Tiene un concepto de justicia que yo comparto de algún modo, un concepto antiguo, puro, como en la antigua Cártago. Es conocido por intervenir en situaciones que se le presenten y siempre, sin excepción, ponerse del lado de la justicia. No me queda ninguna duda de qué eligiría respecto a nosotros si nuestro caso le fuera planteado, y de simpatizar con nuestra causa, nos ayudará. Y su ayuda, creo, será la que encontremos más útil en esta ciudad.

Mira a Daniel.

- Creo que Reich está aquí porque la ciudad está jodida, justamente. Y si nos presentamos ante el príncipe sin su auspicio, es probable que fallemos. Nos jugamos más que la cabeza entrando al Elíseo luego de lo que ha pasado con nosotros en el parque, sin una explicación factible de qué hacemos aquí, y eso muy a pesar de lo civilizado que se mantenga ese sitio - la expresión de Llúcia es muy seria - No me agrada la idea de ir a postrarme ante nadie a pedir piedad y comprensión por algo en lo que no tenemos ninguna culpa, y menos arriesgarnos como blanco a una caza de sangre. Ya sabemos cómo funcionan estas cosas. Si hay una guerra que está empezando a montarse aquí, no importa que nos digan allí dentro. Nuestras descripciones ya habrán sido trasmitidas por el Azote al Príncipe, y quizás incluso lleguemos a ser apresados de nuevo. Nos temerán, sí, y es posible que intenten comprarnos como aliados. Pero lo más seguro es que nos consideren enemigos, y traten de destruirnos. Sólo les entregaríamos nuestras cabezas en una bandeja de plata.

La Brujah deja de hablar, y pasa la vista sobre los tres hombres que tiene cerca suyo.

- Eso es lo que yo opino. ¿Qué piensan ustedes sobre esto?

Cuando llegan a Camberra, Edgar se queda impresionado con la cantidad de sitios iluminados y el conjunto que estos conforman sobre la ciudad entera. Pocas veces, sino ninguna, había visto tal espectáculo; y en un momento como aquel, en que parecía que a cada paso se estaban jugando su no-vida, la vista de algo tan hermoso no hace más que alegrarle.

Pero su alegría sólo dura algunos segundos, y la sonrisa que se había permitido dibujar en su rostro se borra cuando Llúcia se dispone a hablar. Ciertamente, la mujer tenía razón; y no que él ya hubiera decidido que hacer, ciertamente seguir a la dama - ya que le parecía la más sensata de todos -, pero no quería dejar a sus compañeros de desventuras a la deriva de príncipe o trato alguno.

Yo no sé decir qué es lo más sensato - confiesa el hombre, pasando sus dedos por el volante como lo haría un niño sobre sus piernas ante un regaño. - Pero lo que sí sé es que no es conviente separarnos. O vamos todos al Elíseo, o todos a ver a Reich, o, al contrario, separémonos de nuevo, que dos de nosotros vaya a un destino y el otro grupo a cumplir otra tarea. Pero como bien dice Llúcia, quizá lo único que ganemos viendo al Príncipe es meternos en más problemas, retrasarnos en salir de la situación en la que estamos, más que conseguir favores o cualquier mano amiga. - Edgar mira a Saul y a Daniel, y le habla a éste último: Ya verás qué haces, pero actua con cordura. Piensa y luego decide.

Lo último que necesitamos es meternos más pedos en la cabeza. ¿Y si el maricón que nos encerró en esa celda está entre ese Elíseo? La tendremos bien feíta, y nos verán la cara de huevones si vamos pa' allá 

La ciudad se extiende ante nosotros. Las luces se alinean mostrando las formas enrevesadas y laberínticas de las calles. Algunos rascacielos destacan entre todos los edificios a lo largo de la ciudad, dominando sobre lo que da la impresión de ser una jungla de asfalto creada a imagen del paisaje de alrededor. Nada parecido a su antigua y ordenada ciudad de Sant Louis, ni mucho menos a las pequeñas villas de Creta.

Atiendo a la conversación que se inicia entre LLúcia y Edgar, y sopeso las posibilidades de las opciones que barajan. Ciertamente no me parece sensato dividir más el grupo, que tras la súbita marcha de Paolo comienza a quedar mermado y a perder posibilidades de supervivencia; pero es cierto todo lo que han dicho.

-En mi opinión, la presencia en el Elíseo debe ser lo más pronta posible; pero también hemos de asegurarnos como sea de no perder la vida con esa aparición. Es prácticamente seguro que seamos personas "non gratas" ahora mismo para quienes gobiernan aquí; y necesitamos cubrirnos las espaldas con todas las bazas que podamos. Deberíamos buscar a ese tal Reich... Es más, yo no pienso acercarme al Elíseo si no es con un mínimo de seguridad que pueda garantizarme de cierta manera él.

Escucho lo que dicen los demas y por primer vez creo que razonan un poco y que no me enojan, igualmente mi desconfianza hacia ellos tambien ha disminuido bastante ya que llevamos este poco tiempo pasando por las mismas circunstancias

Al menos creo que presentarnos con el Principe es la mejor opcion...hay que cumplir con las tradiciones y nosotros no es que las hayamos cumplido desde que llegamos y nuestro enfrentamiento con el Sheriff... Miro a los demas

Por lo menos pienso presentarme ante el hombre para no convertirme en objeto de caza o persecucion..este es su territorio...ya veran quienes vienen conmigo y quienes no...despues que lo haya hecho caminare mas tranquilo por las calles de esta extraña ciudad

Llúcia escucha, y reflexiona un momento. Después, niega.

- Sigo en mi idea de ir a buscar a Reich primero, antes que entrar al Elíseo. Pero si estás tan convencido de ir allí, no podemos dejarte hacerlo solo. Estarás rodeado de desconocidos, sin hablar de que no sólo verás al Príncipe si no a todo el resto del circo, y si bien no hay uso de las Disciplinas allí dentro, no me extrañaría nada que esperasen a que pusieras un pie fuera para saltarte encima. No es una cuestión de defensa, seguramente te bastas tú solo para defenderte si algo te fuera a suceder - aclara Llúcia, a una objeción no dicha - Pero lo más seguro es que no vayas en solitario. Si realmente están convencidos de que esto es una guerra, no habrá nada bueno en un vástago extranjero con problemas con el Azote que va a presentarse.

Mira a Edgar y a Saul.

- Somos cuatro. No me gusta la idea de continuar dividiéndonos, pero podemos ponernos de acuerdo.

La proposición de LLúcia de que alguien acompañe a Daniel al Elíseo hace que me ponga a la defensiva, por lo que niego con la cabeza mientras me retiro un poco hacia mi asiento, como tratando de poner distancia entre mí y quien vaya a ser el acompañante.

-A mi no me mires... ya os comenté que no pisaría ese sitio sin tener a alguien poderoso de mi lado. Además, hace años que me retiré de la "vida social", no serviría para nada en esa misión. ¿Que Daniel quiere poner su vida tontamente en juego? Bien por él, pero yo no me arriesgaré más de la cuenta.

Entonces yo le acompañó... - dice Edgar como quien dice algo con lo que no está muy de acuerdo. - No creo que alguien de... mi clase sea bien visto en el Elíseo, y más con nuestros antecendentes en este lugar, pero no voy a dejar que este hombre se meta sólo en la cueva del lobo.

Además, si las cosas se salen de control, aunque no pueda usar mis disciplinas, podré intentar partirle la jeta a unos cuantos...

Ustedes vayan a ver a Reich - vuelve a hablar el hombre, mirando a Saul y Llúcia. Mientras mira a la mujer agrega: Iremos primero al Elíseo, te dejaré el auto y ustedes averiguan dónde está ese hombre. Si tenemos suerte, nos volveremos a ver fuera de las puertas del Elíseo.

Escucho la propuesta de Lucia y aunque a decir verdad no necesito de compañia, Edgar habia demostrado ser un buen caballo para lo que buscaba en el Eliseo. Asiento con la cabeza y lanzo una mirada por la ventana pensando en lo que nos avecinaba frente al principe y su combo

 Siguiendo la dirección que les dieron y las indicaciones llegan a un sector que parece el Eliseo. Es un edificio tradicional con arquitectura inglesa que parece elegante dentro del contexto. Dos guardias armados están a la entrada.

Curiosamente, los sin clan les dijeron donde queda el Eliseo, pero no les informaron nada de donde estaría Reich, evidentemente si no dieron dicha información pueden existir dos posibilidades, o que no saben, o que creen que esta allí...

¿pero como saberlo?, ¿Cómo averiguarlo?. He ahí la pregunta.

Llúcia mira de reojo, a la distancia, el edificio del supuesto Elíseo. Aquello no le gusta nada. No es necesario que lo diga, su rostro lo demuestra de forma inequívoca. Mueve la cabeza negativamente un momento, y mira a Edgar y a Daniel como si fuera a decirles que no, que abandona su idea, que entrará con ellos.

- Creo que todos nos podemos figurar que hay una gran posibilidad de que Reich esté dentro del Elíseo. Y no tenemos manera de saberlo desde aquí afuera, y tampoco forma de comunicarnos entre nosotros para comunicarlo. No nos han podido dar teléfonos, como les había pedido - mira a sus acompañantes - ¿Se les ocurre alguna forma de hacerlo? Porque si Reich está dentro, de nada sirve que le busquemos fuera, y para eso, entramos los cuatro juntos. E imponemos más presencia.

Observo el lugar y un halo de arrepentimiento se cruza por mi mente, los de mi clan hace mucho abandonamos los lineamientos y reglas de la camarilla pero entiendo que si queiro permanecer con vida y sin problemas durante un buen rato cumpliria con sus tradiciones.

Ver el edificio y sus guardianes mientras empuño mis manos ustedes los demas hagan lo que quieran...yo he decidido entrar al edificio asi que si lo desean, acompañenme

Una sombra cruza por el rostro de la Brujah. Se disipa cuando niega, como si no lo creyera.

- Te hemos escuchado claramente. ¿Tú nos escuchas a nosotros? - pregunta Llúcia, mirando a Daniel - Edgar te acompañará, pero si hay posibilidad de que Reich esté allí dentro, es mejor que Saul y yo la sepamos antes de lanzarnos a la ciudad abierta. Si no te importa eso por tu grupo, al menos que te importe por ti mismo - su mirada es fija, inalterable - Reich es una gran carta para tu supervivencia. Y la de todos. Me arriesgaría a decir, más que cualquier Príncipe o Senescal a quien puedas o podamos convencer allí dentro - vuelve a negar - Entonces, si puedes pensar un momento en lo que te pregunto, tendremos más posibilidades de ayudarlos a ustedes si tienen problemas allí dentro o de que ustedes nos ayuden a nosotros aquí afuera.

Las palabras de LLúcia reflejan una gran verdad que no me he atrevido ni a pensar. La falta de pistas para encontrar a Reich, pese a la insistencia de los Caitiff de los suburbios dan a entender que ellos suponen que se encontrará aquí dentro. Sin embargo mis miedos siguen atenazándome. Miedo a la Muerte Definitiva, miedo escénico en estos actos públicos... pese a que parece ser necesario; me niego a aceptar que he de dejar mi supervivencia en manos del azar; de la suerte de que dentro se encuentre la persona que buscamos, y que acepte a interceder por nosotros.

Esperemos que no haga falta que entremos todos ahí. Aunque lo dudo...

Observo fijamente a la chica y me le acerco lentamente apretando mis manos Creo que hace mucho rato deben saber que estamos aqui afuera y ssi no deciden entrar y el maldito a quien buscan esta adentro le diremos que ustedes lo buscan...con eso evitaran entrar con nosotros y evitaran un problema mas... Y la señalo

Y te indico que en ningun momento dependemos de tus decisiones ni nadie te escogio como lider, simplemente compartimos la casualidad de encontrarnos juntos....entiendelo de una vez...

Empiezo a caminar hacia el Eliseo

Llúcia no responde a la provocación, ni se le mueve un cabello cuando se le acerca apretando las manos. Menos cuando le apunta con el dedo. La mirada de la Brujah es muy fija en los ojos del Gangrel, y no los aparta ni siquiera cuando el gesto de su rostro cambia. Pero de esa seriedad con la que hablaba, en vez de pasar a la ira, pasa a un gesto de profunda estupefacción. De hecho, antes de que Daniel salga del auto en dirección al Elíseo, ve claramente cómo Llúcia parece intentar reprimir una carcajada. Pero Daniel, mientras camina alejándose, no escucha nada más que sus pasos.

Y lo cierto es que la risa jamás llega, a pesar que Llúcia niega de forma vehemente como si hubiera escuchado una suprema estupidez.

- ¿Soy la única que cree que ese hombre confunde el trabajar en grupo con la necesidad de doblegarse ante un líder? - pregunta a Edgar y Saul, y vuelve a negar - Es increíble lo que hacen los siglos de política verticalizada con las personas. Discutir para tomar decisiones por consenso e insistir para que haya cooperación entre los miembros... ¡asociar eso con pretenciones de liderazgo...! - Llúcia cierra los ojos y se acaricia las cejas, sin dejar de negar - Tiene cojones que piense eso.

Lo mira alejarse, brevemente, a través de una de las ventanillas.

- Aquí no hay líderes, y si es por mí, jamás los habrá. Lo que necesitamos es ponernos de acuerdo, pues juntos nos han jodido y sólo juntos tendremos que salir de esta. Lo que hagamos luego, es cosa de cada quien - mira a Edgar - Bueno, creo que nos toca cambiar sitios, Edgar, si mantienes tu idea. Podemos esperar un poco a ver qué averiguan allí adentro, o partir directamente y volver en un rato. No veo cuál sería la mejor apuesta. ¿Qué opinan?

Comienzas a caminar hacia el Eliseo, y ya ahí, como es usual te revisan, se quedan con las armas que tengas (si tienes) y te dejan pasar. Una mujer elegante espera en la puerta que es una especie de recepción.

Bienvenido al Eliseo, ¿Cuál es el motivo de su visita?