Partida Rol por web

Al mismo tiempo el gran cocodrilo es envestido por un hombre (desconocido para todos) que al parecer es un guerrero, y el cocodrilo hace un movimiento aterrador,  tan ágilmente como puede se defiende, cierra sus mandíbulas y le arranca un brazo.

El grito de dolor del individuo es  totalmente sonoro. La vitae esparcida y el brazo  a un lado es realmente  impactante.

Todos no alcanzan a salir en su totalidad cuando escuchan el ultimo colazo del cocodrilo en la pared lateral que se derrumba, y un hombre rubio, alto, acuerpado, y vestido con pantalones cortos beage y  camisa corta al estilo explorador sale de la pared con  algunas cadenas y signo de tortura.

Gracias . Dice de manera melodiosa. Gran Bob, vámonos de aquí.... rápido.

Muchos pueden identificar al hombre.

Mátenlo!. Escuchan al príncipe, al mismo tiempo que el  enorme cocodrilo y su dueño salen por el orificio del Eliseo. Se comienzan a escuchar balas cruzadas. !No lo dejen escapar!

Edgar ha dictado finalmente sentencia. Llúcia, que estaba preparada para reaccionar ante cualquiera de las alternativas, al ver que su compañero va corriendo hacia el resto, gira sobre sí misma para ver qué ha sucedido con Reich. La horda de guardaespaldas se lo lleva, pero alcanza a gritarles algo, algo que dentro de la situación difícilmente otro fuese capaz de gritar. Entonces Llúcia responde, en un mismo grito, mirándolo a los ojos.

- ¡Lo mismo decimos!

Entonces el cocodrilo, o lo que fuera que fuese aquella bestia enorme, se enfrenta con quien sea que fuese el guerrero desconocido. Las mandíbulas chocan entre sí con un chasquido, y una explosión de sangre cayendo en todas direcciones. El grito desgarrador del hombre se confunde con los gritos del resto de la gente, y hace que Llúcia se quede quieta un momento, evaluando sus posibilidades. Sus muñecas comienzan a pulsar, mientras su vitae responde a la que está tirada en el suelo, allí, haciendo debatir a la sed contra el claro instinto de supervivencia. Y entonces, el último coletazo.

Llúcia se queda de una pieza al ver al hombre emerger de aquella pared partida, con los claros signos de tortura en su cuerpo. Su ceño baja hasta transformarse en una delgada línea que transforma todo el resto de su rostro. Se anulan en sus oídos los gritos del príncipe que pide su muerte. Sea quien fuere, aquel hombre es un torturado del poder jerarquizado, del poder vertical. ¿Matarle? ¿Cómo podría ella colaborar con eso? Menos aún porque, de alguna manera y a presión del momento, asocia la posibilidad de que aquel hombre sea el prisionero de las personas que les han pedido contactar a Reich.

Se echa a correr, en dirección a la salida por donde sus compañeros han salido. Sin embargo, su objetivo es otro.

¿Qué carajo? digo sorprendido por un momento mientras termino de  correr hacia la salida. !Pense que el tipo ese estaba muerto!. Aunque no puedo dejar de admirar cómo un vampiro maneje un animal tan grande. Vamos Edgar, a salir, esto se puso feo.... Vámos todos alejemonos de este lugar.

Con qué ese era el tal Steve...  y no era "cualquier" Steve.

El desconcierto a mi alrededor es palpable. La irrupción del enorme cocodrilo ha puesto a todos los presentes en alerta, temiendo por su vida. Sin embargo, pocos esperaban el resultado final de este ataque. Pocos imaginaban cuál era el auténtico objetivo. Y por supuesto a mi me sorprendió como al que más.

Los acontecimientos consiguen que detenga mi carrera unos instantes, mientras el cuadro se va formando en mi cabeza. El objetivo principal no era atentar contra el Elíseo. Más bien ese era el medio. El medio para sacar a esta persona de su reclusión. El resto de mis compañeros continúa en su carrera, ajenos a las órdenes que se dictan dentro de la sala. Continúan corriendo hacia la puerta Daniel, Edgar y LLúcia...

Un momento... Hay algo raro en la mirada de LLúcia. ¿Rabia quizá? ¿Ira? Bueno, sea lo que sea no estaré presente cuando explote.

Tras esto reanudo mi carrera, tratando de alcanzar la salida cuanto antes.

Edgar corre sin parar hasta la salida hasta que se escucha el grito del hombre al que el cocodrilo le arrancó el brazo. El olor a vitae lo hace pararse en seco, preguntándose a sí mismo si sería demasiado imprudente parar, aunque sólo fuera por unos sorbos...

¡Qué te pasa, pana! ¡Bajate e' 'sa nube y vuela, huevón!

Pero sus piernas no reacción, y no precisamente por la vitae regada y sus ansias de hambre. Al ver salir al hombre torturado, no lo razona mucho para llegar a la conclusión de que aquel sujeto era el que las personas que le habían pedido buscar a Reich habían hablado, el tal Steve. Lo que más le sorprendía era la realidad de que "el gran Bob" estaba ayudando a aquél.

Y si el largarto ese no quiere zamparnos, si no está ayudando al man ese a escapar. ¡La versia!

Sabía dentro de sí que si podía debía sacar - bueno, al menos llevarlo a un lugar seguro - al tal Steve; y su mirada se desvía de la escena hacia Llúcia, que corría en una dirección que no sabía. Lo único que alcanza es mirar a la mujer, y pregúntarle con la mirada si en su mente también andaba la idea que a él le urgía.

El grupo de repente se divide. Todos han salido del Eliseo, y lo que ven  es una especie de batallón disparando mientras un hombre corriendo y un cocodrilo que camina pesadamente hacia un rincón de la calle. El hombre logra esquivar por el momento las balas y al cocodrilo estas,  aunque le hieren no  parecen afectarle.

Mientras Llucia se dirige cerca al hombre y el cocodrilo, los otros tres hombres salen y se alejan lo que más pueden del animal.

Ves que el cocodrilo y Steve se dirigen directo hacia una alcantarilla que esta destapada. Seguramente el animal salío de ahí.

Una figura conocida llama mi atención en una esquina algo alejada de la acción. Sin detener mi huída cambio el rumbo hacia donde se encuentra la figura de Samuel. Una vez he llegado allí me detengo apoyando las manos en la pared, y volviendo la cabeza hacia el Elíseo. Parece que el fugitivo trata de escudarse en el enorme animal que ha venido a rescatarle.

-No paras de meterte en problemas, ¿eh? Bueno, por ahora has salido bien parado de todos ellos. Mientras seas capaz de meter entre los problemas y tu a estos otros vampiros, todo irá bien.

Tras dirigir una mirada a mi interlocutor apoyo la espalda en la pared y quedo contemplando a mis compañeros.

-No creo que ninguno se deje engañar facilmente, pero puedo apelar a ciertos sentimientos...

En verdad, el temperamento de la Brujah era un arma de doble filo. Era alguien bastante predecible y fácil, pero no convenía hacerla enfadar. Si lograse hacer que nos pretegiese a todos... Si me protegiese a mi...

Me hago cerca de los hombres mientras veo que Llucia parece dispuesta hacer algo a favor de tipo ese.

No hagas una estupides mujer, que luego nos la cobran, más bien vámonos. digo sabiendo que la mujer ni siquiera me hará caso.

¿qué piensa hacer acaso ella?. El tipo es ese que cuidaban los sin clan, pero no tiene pinta de serlo, parece ser uno de los mios, un gangrel.

Miro a Saul y Edgar les digo:  Esto es una locura. El principe de este lugar no parece ser muy flexible, y ya lo oyeron, quiere matar al tipo ese que salió corriendo, no se, pero no estoy muy seguro que lo haya visto por televisión antes.

Sólo espero no ser otro de los objetivos del principe...

Edgar mira perplejo las tres escenas que se forman ante él: por un lado, la seguridad del Elíseo persiguiendo al tal Steve con intenciones mortíferas; por otro lado Llúcia corriendo en busca de aquel hombre y su enorme cocodrilo; y por último Daniel, Saul y él esperando tomar partido en el asunto o simplemente no hacer nada. Su imprudencia le había válido un regaño por el príncipe; y no quería que verse de nuevo bajo la mirada de aquel estirado por hacer algo mal: tendría que pensarse bien lo que iba a hacer.

Yo no sé que hacer - les dice Edgar a sus compañeros - ,pero si de algo estoy seguro es que si el príncipe va a por el Steve ese y Llúcia le está ayudando, perderemos a una compañera. - Guarda silencio, frunciendo las cejas. - Digo yo que podremos matar a dos pájaros de un tiro si actuamos bien: ustedes monténse en el auto y arranquen; yo trataré de racionar con Llúcia. Si podemos salir de aquí sin llamar la atención de la gente del Elíseo nos adelantaremos, tomando el camino de Steve, y los llevaremos con los que lo están buscando. ¿Qué dicen?

Steve y el cocodrilo van a su ritmo hacia la alcantarilla. Los ataca como media docena de personas armadas.

Salgo corriendo del Elíseo hasta alejarme lo suficiente como para sentirme a salvo. Con gesto cansado apoyo las manos contra la pared de un edificio, mascullando unas palabras que ninguno es capaz de distinguir mientras giro la cabeza a contemplar la escena. LLúcia trata de alcanzar al fugitivo. Su rostro muestra determinación y algo que creo distinguir como rebeldía. No tengo claro lo que pretende hacer; pero sin lugar a dudas no será obedecer los dictámenes del Príncipe.

Doy media vuelta hasta quedar con la espalda apoyada contra la pared. Las órdenes de Edgar parecen sencillas y racionales, pero no encuentro tan en peligro como para que me merezca la pena arriesgarme a salvar a LLúcia.

-Lo siento Edgar, pero ella con su comportamiento se busca los problemas. No voy a arri- De repente mi cuerpo se tensa y la voz me falla por unos instantes, mientras miro la escena enmudecido. Un momento después me relajo y me incorporo, dirigiendo mis pasos hacia el coche -Tienes razón. Adelantémonos en el coche.

Al escuchar cómo me niego a la propuesta de Edgar, Samuel me agarra del cuello y empuja contra la pared, cortando en seco mi arenga; al tiempo que susurra a mi oido.

-¿Tu estás loco o qué? ¡Necesitas a esa mujer! ¡Tu sólo no eres capaz de defenderte en esta tierra hostil! Lo que te ha propuesto Edgar no supone apenas peligro para tí. Adelántate en el coche y salva tu vida, así como la de vuestro perro guardian y el resto de tus compañeros.

Es cierto, no puedo permitir que muera tontamente nuestra protectora.

La presa de Samuel se relaja y soy capaz de dirigirme a mis compañeros de nuevo.

Llúcia corría. Primero había ido a donde estaban sus compañeros, había seguido sus pasos, había salido por el mismo lugar. Y luego, había girado. Se había dirigido hacia otro sitio, directo, recto. Directo hacia donde el hombre y su animal escapaban bajo una lluvia de balas que salían de todo sitio, de al menos media docena de personas armadas, que disparaban a matar. Escuchaba las voces de sus compañeros detrás suyo, voces sensatas para quienes no se encuentran tomando partido por ninguno de los dos bandos, ni se encuentran identificados con ellos. No podían incluir la suya.

Y de pronto, Llúcia deja de correr. Está cerca. Los disparos continúan, pero ella parece no escucharlos mientras mira a los dos fugitivos. Mira a los que disparan, al pequeño ejército intentando detener al que ha conseguido la libertad. Luego mira a los que escapan, o intentan escapar. Sabe hacia dónde van. Sabe cómo escaparán, si lo logran. Lo que no sabe es cómo ayudarlos. Su experiencia le ha demostrado demasiadas pérdidas por acciones sin idea de las consecuencias, cómo la lucha los ha ido perdiendo a ellos, viéndoles caer uno tras otro sin control, por sólo pensar en lo inmediato. Su memoria, su vívida memoria se dispara y los vuelve a ver, se ve, y ve los cuerpos, los ríos de sangre, las voces apagándose y la fuerza, toda aquella fuerza, cayendo a pedazos.

Todo por actuar rápido, sin pensar. Pero, joder, para ello tiene sus años, para ello tiene sus muertes.

Llúcia mira a las balas. Llueven, de todas direcciones. Le queda algo para probar, y si no, simplemente está cerca de ellos. Cerca.

Se concentra en las balas. Es una locura, pero, ¿acaso no había funcionado antes, con las armas? ¿Por qué no con las balas...?

Steve y el cocodrilo siguen corriendo, un par de balas lo impactan pero el no para de correr, parece una muerte segura. El cocodrilo  golpea con su cola algun atacante y este sale volando por los aires.

Mientras la mayoria del grupo mira extrañado, Llucia para en seco. Parece concentrada.

¿Qué demonios?. Digo a los demás dirigiendome al carro. larguemonos de aquí.