Partida Rol por web

El viaje de regreso a la ciudad de Rel Mord fue rápido, a diferencia del viaje de ida, las lluvias otoñales habían cesado y los caminos estaban secos. Al encontraros a dos días de la ciudad, uno de los pajes salió a lomos de uno de los caballos para anunciar las buenas nuevas y vuestra llegada al rey.

Al llegar a Rel Mord fue toda una fiesta, las calles se habían engalanado con flores y estandartes, la muchedumbre gritaba vuestros nombres como los “héroes de la tumba”, “los vencedores de Acererak”.

El rey os recibió en el salón del trono con toda la pompa y lujo que solo les estaba reservado a los grandes nobles. Bienvenido grades aventureros. Solo tengo palabras de enhorabuena para vuestras personas. Con vuestra gesta habéis logrado devolver la esperanza a la ciudadanía de Rel Mord. ¡Ahora tienen un ejemplo a seguir!

Yon no reconocía al rey, no era el mismo rey que le había contratado, seguramente fuera su hijo o puede que su nieto.

Me arrodillo frente al rey

"Su alteza, mi nombre es Yon Reise. Santo Inquisidor al servicio del hijo Osiris, del padre Ra y del nieto Horus. Serví a las ordenes del buen rey Archbold el Segundo, de quien su alteza parece ser descendiente. La mia fue una expedición fallida, pero vuestros campeones consiguieros salvarme del cautiverio en el que Acererak me retenía"

"Son hombres bravos, honorables y de un buen corazón, más sin duda todos en este reino lo saben ya sin dudar acerca de estos grandes campeones"
"¡Ha sido un honor para mi colaborar con ellos, para terminar la misión que vuestro ancestro me habia enviado!"

Con las carretas proporcionadas por el rey, sin tener que recorrer esos caminos infestados de mosquitos y cenagales, la verdad es que parecía que si que habíamos logrado algo. El recibimiento mas propio de héroes también nos podía henchir de orgullo, pero para lo que habíamos hecho, yo no creía que mereciésemos tanto. - Seguro que el rey algo trama.

Entramos en el castillo y dejando atrás las dependencias de la plebe y los sirvientes, nos dirigen hacia uno de los salones de mayor boato de la fortaleza. - Ahora si que estoy seguro, que está tramando algo. Pero era el rey y su poder era demasiado grande como para desafiarlo, así que no dudo en doblar la rodilla tal y como Yon ha hecho. - Majestad. 

Pon fin ante el príncipe, aquel que había contratado nuestros servicios y que nos había metido de lleno en aquella tumba del horror y de la cual habíamos conseguido escapar no sin una buena dosis de suerte.

Me adelanto unos pasos lo que pone nerviosos a los guardias hasta que hinco una rodilla justo delante de los tres peldaños que me separan del asiento real.

"-La dicha me llena Majestad por encontrarme frente a vos. Desde que nos introducimos en la tumba no ansié otra cosa más que volver a daros buena nueva de nuestra hazaña y como gratitud por vuestro recibimiento y hospitalidad permitidme que os ofrezca un presente..."

Las escurridizas manos se Drisdhaun desaparecieron bajo sus ropajes, lo que hizo que los guardias siempre atentos a su propósito de defensa del rey agarraran con fuerza los mangos de sus armas aún sin desenfundar.
Lo que apareció bajo su túnica arrancó exclamaciones de sorpresa de algunos de los presentes. El pícaro sostenía entre sus manos una brillante gema naranja del tamaño de un puño humano la cual ofreció a su majestad realizando una ligera inclinación de cabeza.

"-Yo os auguro una larga y prospera vida a vos y a vuestros descendientes, que la fortuna les sonría y sus gestas y fama sean reconocidas en toda la extensión de este mundo...", alzó las manos y se puso en pié para hacer entrega de tamaño tesoro a su Majestad en mano. Cuandos los dedos de este tocaron la gema añadió con cierto tono imperativo, "...¡yo lo deseo!"...

Mirando al extraño hombre que se había presentado como parte del grupo pero que no había sido contratado, Lynwerd contesto. Entonces servisteis a mi abuelo. Es extraordinario que siguieras con vida en aquella tumba. ¿Cómo ocurrió? Pregunto con curiosidad.

El príncipe Lynwerd acepto el presente de presente de Drisdhaun. Al momento su cara serena y regia cambio de expresión, se volvió huraña y con una sonrisa maliciosa en su rostro. Si, esto es lo que quería. Un objeto que me permitiera librarme de mi padre. ¡SERÉ EL NUEVO REY! Grito mientras alzaba la gema.

DESEO EL PODER NECESARIO PARA SER REY, PARA DESTRUIR ESTE CATILLO Y CON ÉL LA CALAÑA QUE MI PADRE IMPREGNA EN SUS PARE… Lynwerd no fue capaz de terminar de pronunciar la frase y con ella su deseo, la traicionara gema había comenzado a actuar. Una cegadora luz inundo la toda la sala y un gran estruendo la siguió.

El rey Archvold III se encontraba cabalgado cerca de las montañas, su hijo Lynwerd le había avisado hace dos días de un levantamiento orco en las montañas, y esa misma mañana había partido al mando de una compañía de caballeros. Como Rey debía de demostrar su poder aplastando ese insignificante levantamiento.

Cabalgaba lentamente, los años le habían pasado factura y sus huesos se quejaban, cuando el estruendo y la posterior ráfaga de aire le tiraron del caballo. Desde el suelo, cubierto de fango, pudo discernir en el horizonte como el castillo de Red Mord saltaba por los aires en una lluvia de cascotes.

***

Los juglares y los bardos cantan y cuentan en las posadas la Leyenda sobre la destrucción del castillo de Red Mord. Muchos afirman que fue un dragón rojo, otros que fue un atentado preparado por el príncipe Lynwerd para matar a su padre, pero la mayoría dicen que fue fruto de un objeto maldito obtenido por unos aventureros en la infame Tumba de Acererak. Aun después de muerto, parecía que el demiliche se había cobrado la vida de los aventureros.