Partida Rol por web

El mediano había quebrado todas las leyes de la mecánica necesarias para trampear y fijar los mortales engranajes de aquel letal pistón sobredimensionado. También se las había apañado para encontrar el mecanismo que habría la puerta de piedra de manera independiente, sin necesidad de tocar la barra del suelo, que pudieron saltar grácilmente o de una firme zancada para adentrarse en el tercer nivel de la mazmorra.

Tras a puerta de piedra se toparon con una estancia mediana que apestaba a hongos secos y polvo rancio, con algunas bancadas de madera rotas, una fuente seca (en cuya pieza rectangular central parece brillar algo), algunos colgajos que en su día debieron de ser tapices colgando de sus muros y cinco menudas criaturas de tez blanquecina y ojos rojos, muy juntos entre sí, en el centro de sus ovalados rostros, abiertos de extremo a extremo por una fea herida que resultaba ser una boca llena de dientes menudos y afilados. Su piel parecía cubierta de moho, de sus orejas asomaban hongos.

Estos miraron con curiosidad a sus visitantes. Estaban distribuidos en círculo, en torno a una mugrienta corona de algodón a la que parecían venerar. No hicieron amago de atacar. La luz del recipiente de Fette parecía molestarles, trataban de apartarse de su área de influencia o se cubrían con oscuras capuchas para atenuarla. Parecían susurrar entre si, como si realmente pudiesen comunicarse con aquel idioma rasposo que caramente habían inventado. 

El pasillo por el que habían llegado parecía continuar hacia el frente, más allá de esta estancia.
 

-¡Ahghk! Qué bichos mass feosss! - no podían gustarse ni entre ellos mismos. Tenían suerte de vivir en la perpetua oscuridad. - Parecen medianosss retorcidoss por largoss añoss sometidoss al influjo de un poder osscuro. Aunque podrían ser goblinsss nocturnoss también. 

-Lesss  molessta la luz, sseguramente intentarán apagar lass nuestrass.  ¿Y essass bocass? Sseguro que trassmiten hongoss. Esso ess de lo peor, muy difícil de ssanar.  Atentoss. 

Porque la cosa esa que adoraban no parecía tener mucho valor, no creía que ni siquiera Fette sintiera el más mínimo interés.  Apreté el viejo escudo que había descolgado* en la sala anterior contra mi cuerpo y me acerqué un poco a los bichos blanquecinos. 

-¿Ssi loss dejo sssordoss, qué? Sse lo tomarán a mal? Ess que me huelo que algo o alguien noss va a dejar a ossscurass de un momento a otro.  Cassi mejor sseguimos por el passillo.¿Qué opináis? Porque yo quería matarlos a todos, era tradicional matar todo lo que te encontrabas en un descenso. Pero que unos pocos goblins me hubiesen apalizado dos veces me había hecho más flexible en mis planeamientos.

Fette se puso a hacer de las suyas con aquella puerta, así que yo me mantuve lo suficientemente alejada como para no terminar gravemente herida si la cosa le salía mal. No es que desconfiara de él, de lo que no me terminaba de fiar era de este maldito lugar. 

El mediano no falló y pronto la puerta estuvo abierta, así que pudimos pasar al otro lado... 

Skarlkja tenía razón, aquellos bichos eran muy feos, pero lejos de decir nada, agarré mejor mi hacha, por si en cualquier momento tuviera que liarme a golpes con ellos. Desconfiaba totalmente de unas criaturas como aquellas que según nos habían visto no habían saltado directamente a por nosotros. 

- Esto no me gusta. Creo que están conspirando contra nosotros... - Sí, a mí aquello me daba muy mala espina. 

La mujer se quedó ahí parada y yo me quedé a su lado, sin querer ni pestañear por no perderme si aquellos seres hacían un mal movimiento. 

Y la puerta abrió:

—¡Soy el amo del calabozo! Mua-ja-ja-ja—rió Fette imitando a algún malvado de los cuentos que le contaban de pequeño.

Luego dejó pasar a sus compañeros y les siguió muy contento. Ventaja de la memoria de pez, permitía que el más mínimo éxito hiciera olvidar cualquier penuria.

Cuando vio a las horribles criaturas, puso una mueca de asco. En seguida se dio cuenta de que la luz les molestaba, y no dudó en estirar los brazos para protegerse de ellas.

—Mmm, creo como Lagakh... algo urden. Vámonos sí.

Fette salió de la estancia y, cuando hicieron lo propio sus compañeras, derramó un poco de la lava para tratar de disuadir a esos bichos feos de que les siguieran.

Las criaturas parecieron mostrarse muy interesadas por aquello que había soltado el mediano al entrar en la sala, claro que el grupo optó por salir por pies de allí, tratando de sellar su paso dejando un poco del contenido incandescente del contenedor flamígero (Peor templado al tacto) que portaba Fette. Trotaron al grito de Amo... AMO!!! tras él, pero se detuvieron en seco ante el coágulo al rojo blanco que allí les habían dejado.

El grupo se encontró en un nuevo pasillo que tanto seguía hacia el frente, en diagonal (17),del que provenía un olor polvoriento y un tintineo como de cadenas desde la distancia, como hacia el sur (16), del que parecía provenir un olor ácido, así como el sonido de un ligero chapoteo. De ninguno de ambos caminos.

¿Olor ácido y chapoteo? ¡Más sorpresas no, por favor! El mediano lo tenía clarísimo. Sin duda alguna continuó de frente, ignorando la ruta al sur.

Si alguno de sus compañeros quería investigar aquello, tendrían que agarrar del pescuezo a Fette.

Aquellas criaturas le pondrían la piel de gallina a cualquiera, al menos yo tenía sentimientos encontrados entre matarlos por el asco que me daban o de salir de allí antes de que hicieran algún tipo de magia extraña. Por suerte, mis compañeros eran bastante sensatos a veces y entre todos, pensamos que lo mejor era salir de allí lo antes posible. 

Un poco después teníamos una nueva decisión delante, por un lado, sonaban unas caderas y por el otro, ácido. 

- ¡Otro cubo no, por favor! - Fue lo primero que me vino a la cabeza. 

No imaginaba ni qué podría haber allí encadenado, pero si estaba atado, sería menos problema que encontrarnos otro cubo de esos que se lo tragaba todo. 

- Sí, mejor por ahí. - Le dije a Fette totalmente de acuerdo por cómo había ignorado el camino al chapoteo. 

Aghk, me había desspisstado - casi, casi me meto hacia el camino húmedo. -​​​​​​Cassi me voy para el camino donde tienen a una bssstia anfibia encadenada. Un limo no podía estar retenido por cadenas, pero existía la pequeña posibilidad de que hubiesen usado una hecha de esos viejos eslabones planares, tan populares para encadenar seres incorpóreos. Y deseaba que la posibilidad de repetir una experiencia táctil con otro de ellos fuese CERO.-Sssi, prefiero enfrentarme lass momiass ressecass - digo con mi gracia e ingenio habituales.  -Ssolo esssperad un poco, puede que esssos cara de sseta vengan trasss nuestrosss passossssssss.

El grupo dejó a su espalda al grupo de goblisn albinos, que seguían coreando AMO, AMOOO, ligeramente desesperados, posiblemente esperando a que otro aventurero viniese tras ellos y se animase a ponerse sum mugrienta corona de algodón.

El pasillo por el que avanzaban tanto creaba ecos con sus pasos como con aquel coro lejano, crenado una peculiar remezcla a la que se unía el punteo de cadenas.

Terminaron llegando a una estancia cuadrada, con paredes con relieves más cuidados, artísticos y posiblemente caros que los que habían visto hasta entonces. La habitación seguía siendo una ruina, peor demostraba que en algún momento había sido contenedora de gran encanto.

A cada lado de la salida de la habitación, justo en frente de los aventureros, había dos hermosas figuras que representaban hombres serpiente en pose de desesperación, con su superficie cubierta de brillos que los hacían lucir como muestras de las riquezas valiosas que una vez se habían custodiado entre aquellos muros. Eran un poco más altas que Fette. Puede que en un pueblo pagasen muy bien por ellas o que incluso pudiesen ser de interés para algún místico o conocedor de este tipo de piezas, pero arrastrarlas a cuestas por la mazmorra podía ser una gran aventura en si misma.

En la parte inferior de la estancia (Hacia la izquierda) había un pasillo que debía comunicar con otra habitación, pero estaba ocupado por ramas, espadas rotas, escudos, y todo tipo de maderos, hierro y metales. Con un poco de trabajo puede que lograsen abrirse camino, si es que querían seguir por allí.

Al frente, entre las estatuas, había otro pasillo, y a mano derecha otra salida de la habitación.

- Me ponen los pelos de punta... - Gruñí por lo bajo mientras nos alejábamos de aquellas criaturas que incluso tenían hongos. La verdad es que tenían tal pinta de rancios que no se los hubiera comido ni un dragón hambriento. 

La sala en la que terminamos tenía pinta de haber sido un lugar importante, desde luego, distaba mucho de parecerme a cualquier chamizo en el que hubiera podido estar. 

- Esto tuvo que ser muy pomposo... - Me burlé un poco mirando aquellas paredes. 

Reparé lo justo en las figuras de las mujeres y luego, me detuve frente al pasillo que estaba lleno de objetos. 

- ¿Por qué hay tantas cosas aquí? - Estaba viendo que había más de dos o tres equipos de aventurero en no muy buen estado. - Es como si hubiera algo que se come a los aventureros y echara aquí el equipo, a su vertedero personal. 

No sabía lo que pensarían mis compañeros al respecto, pero a mí eso me hacía ponerme alerta de una forma... 

-Jo, Lagakh, no digasss essass cossass tan chungass. Enarco mis inexistentes cejas en un gesto levemente reprobatorio. -​​​​​​-Cualquiera diria que ssstamoss en la Tumba de los Horroresss. Y no en el mausoleo polidimensional de unos seres que desafiaron la misma eternidad, dominando tanto el tiempo y el espacio como el éter psíquico del que se nutrían las pesadillas. -Sseguramente sssea el almacén de esssos de ahí atrasss, los cara de ssseta que te llamaban amo, Butlersss. Jahk, jahk -​​​​​​-​​​​​​río mientras comienzo a retirar armaduras y armas del pasaje bloqueado. -​​​​​​¿No te apetece tener seguidoresss, mi tierno y cálido mediano?

—¿Seguidores?—una sonrisa maliciosa asomó en su cara.—Podría ser, Skarlkja, pero no los veo saliendo de este antro. Además, tendrían que darme mucho oro para calzarme esa corona en sobre mi pelazo.

El mediano miró en todas direcciones, buscando el camino adecuado. Ignoró el cuarto 'de la basura' luego, haciendo gala de sus profundos conocimientos del tema, tiro una moneda al aire: Cara, de frente. Cruz, derecha.

—Y si nadie se opone, ¿vamos de frente?

-Vale, pero esssperad a ver qué hay aquí debajo. Me ufano, redoblando mis esfuerzos, esperando ver cualquier cosa desde unas monedas a la pálida cara de un aventurero recién muertos. Si veo que se van y no me esperan, les sigo gruñendo y siseando molessta.

Fette, más pendiente de huir de esas sabandijas que de otra cosa, se dio cuenta de lo que hacía la mujer reptil y la ayudó (pero un poquito).

Skarlkja y Fette comenzaron a mover aquellos trastos que impedían el paso, apañándoselas para no hacer demasiado ruido, Zoex acabó uniéndose a ellos mientras Lagakh vigilaba la posible llegada de intrusos. Cuando se dieron cuenta llevaban más de media hora moviendo basura, peor al fin habían logrado abrirse paso hasta la estancia contigua, cuya planta tenía forma de U (19).

La estancia olía a vino añejo, papel quemado y moho. En la pared del fondo había un altar de invocaciones (Skarlkja fue capaz de reconocerlo), peor ates de llegar a él... Los exploradores escucharon un tintineo, y buscando su origen entre las pilas de chatarra que ahí seguían, vieron salir a la luz a una atractiva semiorca, no tan voluminosa como Lagakh, cuyos tobillos estaban abrazados por un grillete que la apresaba mediante una cadena.

Tenía un aspecto ligeramente demacrado, a saber cómo habría acabado allí y cuánto tiempo se habría estado alimentando de... Mejor no imaginarlo.

- H... Hola. Mi nombre es Baltoplat. Soy una botánica experta en la flora de las mazmorras, peor al entrar a... Curiosear, esos malditos goblins albinos me apresaron. ¿Tendrían a bien retirarme este grillete, por caridad?- Dijo la verdosa joven, señalando el molesto cierre de la cadena que la unía a la pared, frente al altar.

-¿Una botánica? Jahk jahk jahk - estallo en serpentinas risotadas de afilados dientes.  Mi colita restalla contra el pétreo pavimento.

-Yo ssi fuesse un goblin fúngico te habría dado un bocado ya, jahk jahk, no te dejaría pudrirte aquí.  Perdona que me ría pero ¿Ssaabes qué? Llámame paranoica ssi quieress. Era obvio que la pila de armas y armaduras llevaba ahí más de una semana. Y las semiorcas eran homeotermas puros, no como las de mi raza, que podíamos ralentizar nuestro metabolismo hasta el mínimo, en caso de emergencia.

-Pero o bien llevasss un tiempo bebiendo cosass que no deberías - Blerg - O eresss un demonio invocado, atado a esse altar y al que los cara de trufa tenían mucho miedito.