Partida Rol por web

- Si lo ha notado, Minerva ha puesto la lechuza en el hombro de mi prima, por tanto, Gryffindor apoya el voto. Hermione confesó ser la artífice de mi ataque y todos concordamos en que votar a Bellatrix sería lo mejor. En Gryffindor tenemos claro que lo primero son los inocentes - sonríe de manera agridulce, ya que eso implicaba, de una forma u otra, la muerte de Hermione.

- No entiendo de dónde vienen las dudas de Dobby porque nadie desconfía de usted y más porque gracias a usted, sigo vivo -.

-Agradezco sus palabras, señor Black... -dijo el fabricante de varitas encogiéndose de hombros restándole importancia a la desconfianza de Dobby. -Lo importante es que todo apunta a que Gryffindor y Ravenclaw en su mayoría votarán a la prima de usted y habremos superado el más urgente de nuestros problemas- terminó con tristeza.

El señor Ollivander se mantuvo en silencio mientras Bellatrix le gritaba con frustración y rabia en la Lechucería. -Tuve esperanzas de... poderla enderezar... de verdad... qué pena que una joven tenga que pagar por los errores de un viejo...-contempló desinflado y abatido- ¿Cuántos errores habremos cometido estos días?

Un denso silencio se apoderó de la conversación, el señor Ollivander parecía debatirse entre sus opciones, hasta que, sacudiendo la cabeza, quienes le vieran, pensarían que habría hallado una resolución.

-Señor Black. ¿Puedo abusar un poco más de sus servicios? Necesito que me haga otro favor. Quizás el último y a la vez el más urgente. ¿Puede escribir una carta que le voy a dictar mentalmente y entregársela a la joven Granger?

Y sin esperar respuesta, dada la urgencia, aquel anciano mago empezó:

Señora Granger,

Sus palabras me han conmovido.

Lamento muchísimo no poderla salvar de las garras de la noche, no porque usted no lo merezca o un servidor no lo quiera. Sino... porque no puedo.

Le cuento y, deseo de corazón que pueda comprender.

Es cierto que tras hechizar las cuatro varitas, aun pude hacer un último encantamiento más. Digo último, porque mi magia está exhausta, y mi varita de toda la vida... rota.

Cuando realicé esas conexiones empleé mi varita en un intento de averiguar (y copiar) las artes de otra persona. Uno de la casa de Slytherin. No lo conseguí, pero en su lugar pude seguirle por oscuros pasillos de Hogwarts y hallar una fuente, un almacén, de pociones sagradas que contienen el poder sobre la vida y la muerte. Ingresar en esa sala me costó de todas mis energías, conseguí franquear sus defensas pero, como he dicho, perdí mucho en ello. Mi varita se rompió irreparablemente por el sobreesfuerzo y me temo que no puedo realizar más magia. No obstante, la incursión y mi último sacrificio no fue en vano, conseguí tres pociones, dos pequeños frascos que contenían la vida, y uno grande que contenía los vapores de la muerte. 

Desgraciadamente, he extinguido los tres. El primero lo gasté con el señor Krum, puesto que escuché a la señora Lestrange decir que su magia era poderosa para proteger a quien él quisiera, pensé... que sería bueno para el mundo mágico tenerlo de vuelta. La segunda poción sobre la vida, tuve que usarla esta noche, alguien me atacó y me vi obligado a usarla conmigo mismo. No me quedan pociones, he cometido otro enorme error, me precipité a usar los vapores de la muerte. Quise eliminar la amenaza que suponía la profesora Trelawney sin saber que Luna cambiaría de parecer a los segundos finales de la noche, haciendo que desperdiciara mi ventaja puesto que ordenó al profesor Lockhart violentarla hasta la muerte.

Como verá, no puedo hacer nada por usted, ni por nadie, seguramente no tardaré a seguirles.

Solo quería hacerle constar el dolor que esto supone para mí, su pérdida. Que su sacrificio lo llevaré en mi corazón el tiempo que me quede y que sé merecer ese odio de la señora Lestrange, pues con algo que pretendía ser de buena fe las ha condenado. Dudo que jamás pueda redimir esa falta. No espero que me perdone.

Solo me queda repetir. No dejaré que Luna, ni Ravenclaw se salgan con la suya.

Siempre suyo;

Garrick Ollivander

Post scriptum. Cuéntale por favor la verdad sobre su vuelta a la vida al señor Krum pídale de mi parte que me proteja esta noche de cualquier ataque, por favor, esta noche es crucial, si alguno de Slytherin o Ravenclaw se hicieran con mis poderes... sería la condena para todos. Creo que por ello buscan mi perdición. Es el único intercambio de favores que le pediré. Sólo una noche.

-Necesitaría que se la entregase en su casa con la máxima urgencia- aseguró poniendo énfasis a las prisas del asunto. -Sé que la señorita Granger puede hacer que esta carta llegue a manos indebidas, pero créeme. Es lo que busco, quizás así, con otro par de ideas consiga que podamos eludir la muerte ambos otra noche más. ¿Comprende?-

- Al parecer, Gryffindor está pensando no votar a Bellatrix, señor Ollivander. Parece que no han entendido lo que se ha dicho desde el principio que ambas morirían. Son unos ilusos si creen que Hermione preferirá a su casa antes que a su amada. Creo que ella nos vencerá. Es una lástima, pero ya he entregado su mensaje. Lo siento, le he fallado -.

El señor Ollivander agradeció efusivamente que Sirus Black lo hubiese intentado. -No es su culpa...- aclaró como era a su modo de entender lo que había ocurrido en Gryffindor. -Usted, no podía hacer más de lo que ha hecho. Le puedo decir que desde que empezamos a defender la escuela de mortífagos e inquisidores... me han fallado muchas cosas, muchos planes y me han decepcionado tanto alumnos como profesores... pero usted... quiero que sepa que no me ha fallado.- Y así lo sentía, el señor Black se había mantenido fiel más allá de toda esperanza e incluso se había expuesto una y mil veces por la noble causa.

Ambos hombres, ambos defensores de la justicia, aguardaron en silencio hasta que el director Dumbledore anunció el nombre del mago que sería consumido por las llamas. Para su sorpresa y alivio fue el de Bellatrix. El fabricante de varitas sintió el descanso de saber que las cosas no habían empeorado -Al menos... al final, todos supieron estar donde debían. -No obstante, no había una sonrisa, sentía una enorme culpa y tristeza. Un vacío en su interior y un nudo en sus tripas. La muerte de la joven y prometedora Granger le perseguiría hasta el último de sus días, que se anunciaba muy cercano.

-No esperaba este triste golpe contra la profesora McGonagall -aseguró con tristeza, y nada más esperanzado, el señor Ollivander. -Seguro que ha sido el profesor Flitwick, aunque nada ha dicho... -de pronto contempló otras posibilidades- ...a no ser que se guardasen alguna poción Slytherin. Sea como sea... nos ha venido muy mal en mi opinión. Todo es culpa de que esa... ¡maldita cría de Luna! se niega a atacar a los de su casa. El profesor debería de haber caído esta noche. Que la señorita Lovegood no ha renunciado a su juego se huele a kilómetros. Es más, se guarda su nigromancia por si la señora Chang y su perro cayesen por la noche, dijo hace ya, y según veo lo pretende mantener. 

Suspiró intentando ser más positivo en honor a aquellos que habían dado sus vidas por el terreno que poco a poco habían ganado, en especial sentimiento para Hermione y Minerva.

-Respetaré la última voluntad de la profesora. El profesor Flitwick debe caer, debemos juntarnos ahora que tan cerca estamos del final, Slytherin, Gryffindor y yo mismo, y obligar a la gente a actuar por el bien del mundo mágico. No voy a morderme la lengua, mi señor... -dijo esperando contar con todos ellos, luego quizás pudiesen ocuparse de la misma forma de Lockhart, Dobby y la misma Luna. Era la última posibilidad para el pueblo, o se unía o les seguirían diezmando, la ventaja radicaba en que, tan menguadas estaban las serpientes que quizás empezarían a sus objetivos por unos más "nobles", no obstante... a la vista quedaba que Narcissa no había gastado esa última pócima en salvar y devolverles a Hermione.

- Es una lástima y creo que la perpetuadora de uno de los ataques fue la fallecida Rita. Ella tenía la posibilidad de tomar el don de otros pero le costaría la vida a la persona. Creo que ella mató a Minerva y Flitwick a la misma Rita, pero no es nada seguro - dice.

- En Gryffindor estamos decididos y Dobby quiere que acabemos con Lockhart para él poder controlar las decisiones de los inquisidores sin que Luna sabotee los esfuerzos por acabar con los malos. Dice que Ravenclaw quiere acabar con él para que Luna siga controlando quién debe morir. Es algo que debemos detener -.

-Lo entiendo, el profesor Lockhart y Luna, son un problema. Incluso la señora Chang podría serlo... - el señor Ollivander lo que más le preocupaba era por donde podría salir esa cazadora, esperaba que quizás ahora que era de dominio público como ordenaba cada noche a su perro, las Serpientes querrían cobrarse alguna deuda y desviar hacia ella algún ataque que podría haberse destinado a Sirius o a él mismo. ¿Matarían a la joven? ¿Podían hacerlo? Algo que poco o nada cambiaría dado que Luna estaba ahí a la espera de poderla resucitar. -Sin duda Lockhart tiene que ser nuestro próximo objetivo a las votaciones. Slytherin seguramente nos ayudará a ello. Luna no se saldrá con la suya, se lo prometí a la joven Granger... -aseguró. El fabricante de varitas aun tenía algo de su orgullo y nunca faltaría, mientras pudiese, a su palabra de honor.

-En cuanto a la señora Skeeter... me temo que tengo que confesarle... algo -anunció con cierta vergüenza por no haber podido contárselo antes -obviamente, esto no debería salir de aquí- advirtió antes de dar el paso hacía delante.

- ¿De qué se trata, señor Ollivander? Aunque ciertamente Lockhart debe ser el próximo blanco después de Flitwick - dice cruzándose de brazos y esperando con ansias lo que el señor Ollivander tenía para decir.

Esta vez, el señor Ollivander, necesitó de su tiempo antes de trazar semejante disculpa y consecuente revelación.

-Espero que pueda entender los motivos que sellaron mis labios. Usted, señor Sirius,... -Con frecuencia lo llamaba "señor Sirius" en vez de "señor Black" cuando hablaba con él, eso era debido que, por los rumores que le habían llegado, el fabricante de varitas no sabía como encajaría o aceptaría su apellido aquél hombre quién la familia le había hecho sufrir tanto -...ha sido un aliado poderoso y ha luchado con mucho valor. 

-Durante toda esta crisis... He confíado mucho en vos y como sabrá mucho he arriesgado de la misma forma. Reconozco, y orgullezco al decir, que ha sido de mútua forma. Aun así, debo confesarle... que no he sido del todo... sincero. Básicamente... -aquello no era agradable de decir- ...porque sabía de la "condición" de usted... es decir, no sé cómo... ni sé exactamente qué disponen en su contra, algo tan poderoso que podría usarse de... imagino... método de disuación o chantaje... -pensó que no hacía falta decir más. Aquél anciano no había nacido hacía un par de días días, y no hacía poco tiempo que sabía, o intuía, lo que Sirius Black podía ser, aún así... había confiado muchas veces con él, también le había sometido alguna prueba cabe decir, y nunca jamás le había fallado. No obstante había tenido sus pequeñas reservas... puesto que, sin saber como, podían corromper el honor de aquél ser intachable, ahora... apunto de morir el profesor Flitwick, y desvanecido el daño que podría derivarse que este obligase al exconvicto a trabajar por él, el fabricante estaba por dar el paso y confesarle cómo sabía todo aquello y lo que él mismo, era realmente.

-Lo que le quiero decir... es que sé quién mató a la señora Skeeter, y lo sé... porque yo ordené su muerte- dejó unos segundos para que su compañero pudiese asimilar aquello que podía resultar inesperado. No sabía como decirlo así que lo había dicho de la forma más directa, si bien hicieron lo correcto, algo en su interior le roía la consciencia.

-Lo que les he hecho saber a los Slytherin y a los Ravenclaw en el despacho del director... es mentira. O mejor, como lo prefieren decir los jóvenes, "un farol". Necesario, no obstante, para desviar la atención a otros puntos a la vez que así conseguí que la señora Malfoy me confirmase una intuición: y es que en las serpientes hay dos Brujos. La cuestión es... que mi varita se quebró por un sobresfuerzo, sí, eso es cierto, pero fue al usarla para copiar las artes oscuras de Luna no por conseguir pociones de su almacén. Con ello, por dos veces, pude traer a la vida a dos muertos...-por esa razón tuvo que inventarse el hecho de decir que había gastado los vapores de la muerte contra Trelawney en vano, y es que aquél hombre cansado y viejo jamás tuvo el poder sobre otorgar muerte a nadie. Sin embargo... ¿a quienes trajo a la vida? -Verá, hace algunas noches la profesora McGonagall fue asesinada. La encontré que aun estaba cálida, la habían asesinado con saña, tendida en la oscuridad de un largo pasillo y antes de que nadie siquiera viera su cuerpo, decidí devolverle a la vida y le hablé para qué, juntos, al igual que vos y yo, luchásemos del lado correcto. Lo mismo hice con el señor Krum.

Quizás aquél hombre se lo habría imaginado, pero de no ser así, pensó, que necesitaría de unos minutos más para reflexionar sobre ello y la necesidad que había movido al señor Ollivander a hacer lo que tuvo que hacer, manchando posiblemente su propia rectitud que había llevado hasta el presente. -El resto... puede usted preverlo. Es una persona muy inteligente. Por eso, su bondad y su capacidad de sacrificio lo elegí a usted y no otro. 

Era sincero, y lo creía de verdad, pero le ahorró el esfuerzo contándolo él mismo. -El señor Krum, la señora McGonagall y un servidor... juntamos notas, trazamos planes, que perfilamos, y reforzamos, junto usted, cualquier proyecto. Y viceversa. Entre los cuatro conducimos lo mejor que hemos sabido los hechos hasta la situación presente. Es obra de los cuatro, más de los que han dado su vida. Por ello que el mundo mágico tiene una posibilidad y algunas más de salvarse. Para terminar, le pedí a la profesora McGonagall que eliminase a la señora Skeeter, porque era casi la única que no sabíamos qué artes dominaba o la dominaban, era esa letra en la ecuación que no sabíamos qué valor tenía, ese punto en el plan que podía reducirlo a cenizas era el error del simple desconocimiento... así que nos vimos obligados a apartarla del juego del ajedrez para poder ver el tablero al completo.

Quedaba todo explicado. Sin secretos. No obstante... aquello debería de permanecer solo en conocimiento de ellos, era un filo peligroso en malas manos.

-De la misma forma, este debería de ser un secreto entre usted, yo y Krum... puesto que aún Dobby, obligado o por distracción, podría llegar a contárselo al profesor Lockhart y él a Ravenclaw. Ahora mismo nuestra enorme ventaja reside en dos puntos que nosotros sabemos y ellos desconocen. Primero; quienes son los dos telépatas. Segundo; que yo copié las artes de nigromancia de Luna y que jamás tuve poción alguna. Además que sé, actualmente, absolutamente todas las artes de todos los brujos que nos refugiamos en Hogwarts*.

A este punto se mostró dispuesto a contarle cualquier cosa que hubiera escapado a la avispada percepción de su interlocutor.

-No sé si está noche me atacarán, mas lo dudo. No creo, o quizás no espero que ni vos ni yo seamos objetivos. Pero... por si acaso fallo en mi previsión, como pasó lamentablemente con la profesora esta noche... quería arriesgarme y confiar por última vez en usted, y que lo supiera... lo supiera por mis propias palabras. Espero que, si defallezco, puedan ustedes, (Krum y Sirius) juntar sus fuerzas y dirigir Gryffindor (y si es de necesidad a la fuerza al resto de las casas) a un futuro... mejor y más prometedor.

- Dobby sigue fiel a la casa, señor Ollivander. Prometió no ponerse de acuerdo con Lockhart y yo confío en él. Esperemos que no nos traicione - dice Sirius con algo de pesar.

- ¿Cómo hizo usted para el poder de Luna y quiénes son los brujos de Slytherin? ¿Son iguales a mí acaso? - aunque aún había huecos en la historia. Aún había un asesinato no explicado.

- No sé quién habrá ido por McGonagall entonces pero creo que por latosa que fuera, Rita Skeeter no era el mejor candidato. Igualmente, Minerva cumplió una labor impecable y cayó cumpliendo su deber. Esperemos que tenga posibilidades de volver -.

Sentado en aquél sillón en el despacho del director, aprovechando un momento en el que nadie reparaba en él, el señor Ollivander sacó un pequeño papel de su bolsillo donde había garabateadas en notas minúsculas (lo que demostraba que a pesar de la edad, el anciano si bien velada su mirada aun atizaba a leer bastante bien) sus sospechas aunque eran de hacía ya un par de días y tendría que actualizarlas sobre la marcha.

-La profesora McGonagall... hizo un trabajo y un sacrificio enorme... todos lo recordaremos, no obstante nadie siente más su muerte que yo mismo... -aquella afirmación la soltaba no en vano, Ollivander había prestado parte de su alma para que ella volviese a la vida. Su muerte acercaba la parca más a su propio gaznate. -...desgraciadamente, ese retorno al mundo de los vivos, dudo mucho que vuelva a ocurrir.

-En cuanto al resto de sus dudas e inquietudes, quizás no me expresé demasiado bien. Quizás unos apuntes que tengo ahí mismo le serán de algún provecho...

Con la vista baja, el fabricante de varitas le recitó mentalmente a Sirius Black todas sus indicaciones una a una, tal y como las habían ido descubriendo.