Vicent parecía cabecear, estaba de pie no muy lejos de su amigo y en cambio no parecía participar en las conversaciones de los demás por el simple hecho de que estaba medio-dormido, pero despertó totalmente al oler la comida que el elfo domestico había traído con sus poderes. Sin importarle como o cuando lo había traído, el olor inundo su nariz y sus tripas sonaron, así que sin esperar a nadie, hecho mano a lo primero que fuera comestible y lo mordió y engullo con rapidez.
Poco después sucedió la disputa por el elfo y los adultos, ver volar al orejón le provoco gracia y de su boca llena de comida salieron carcajadas entrecortadas, un sonido que pronto fue cortado para empezar a toser con gran esfuerzo, el pobre Crabbe se había atragantado una vez mas con la comida y no podía respirar. Por suerte sus pulmones volvieron a llenarse de aire cuando escupió toda esa comida a medio masticar. Esto le hizo ruborizarse y pensar. Y pensar le llego a recordar que antes mientras él apenas escuchaba estaban hablando de protege a los alumnos, Vicent que aun tenia algo de comida en la boca pregunto:
-¿Y si nos enseñaran un conjuro eficaz de defensa o ataque?-Viendo lo que acababan de hacer Salazar y Tonks, pensó que era una buena idea.
Por primera vez desde que estaban reunidos en el Gran Comedor, Luna se hizo oír entre las voces de los demás. Levantó la mano para hacerse ver:
- Yo también me ofrezco para colaborar.
Y de pronto hechizos por todos lados, acusaciones más directas, ¡un elfo en peligro! Bajó de nuevo el brazo, algo más seria que antes pero sin unirse a los duelos ni al eco de acusaciones.
- ¡Qué bien vendría ahora un snorkack de cuernos arrugados para paliar tanta pelea y acusación!- le comentó a Cho sin apartar la mirada de Dobby y Tonks.- Seguro que como mínimo dejaban de lado tanta disputa por un bien común... aunque en realidad ahora se supone que también deberían dejar de lado eso para protegernos unos a otros.
Se empezaron a oír unos pasos firmes que rebotaban formando un inmenso eco en las paredes del castillo. La puerta se abrió con un leve chirrido y allí dentro estaban todos discutiendo. Tom se acercó sin mencionar palabra nada más que unos extraños siseos ¿Qué es lo que está pasando? dijo en parsel mientras se acercaba. Una vez allí con todos alzó una de las cejas y dijo firme, serio y con voz de pocos amigos: ¿Qué está pasando aquí?
Se colocó el cuello de la camisa, tratando de aflojarlo ligeramente. Había sido mala idea llevar corbata, si tenían que enfrentarse a algún peligro aquella noche, no haría más que estorbarla.
- Pues creo que Dumbledore trataba de decir... -comenzó, tratando de contestar a la pregunta de Cho, cuando, de repente, vió cómo Salazar Slytherin le lanzó un hechizo a Dobby. Se calló de repente y se acercó al elfo doméstico con cara de horror. A pesar de que Sirius trató de relajarla, aquello no sirvió de nada.- ¡¿Qué se supone que cree estar haciendo?¡ -Alzó la voz, chillona, mientras fulminaba con la mirada al fundador de la casa de las serpientes.- Dobby no le pertenece, ni a usted, ni a nadie, y puede comer cuanto quiera y lo que quiera. -Se colocó delante del elfo, protegiéndolo de Salazar.- Por las barbas de Merlín, ¡tienen sentimientos! Y la gran mayoría son bastante más civilizados que unos cuantos de los presentes. -Miró al mismo Salazar y luego a Crabbe, que, aunque ya había dejado de atragantarse, en un principio parecía que iba a acabar siendo el próximo letrero de Cabeza de Puerco.
Dobby se cruza de brazos mientras sigue masticando sin perder la mirada fija a Salazar y asiente a las palabras de Hermione
Parecía que el plan de Sirius de armar patrullas no tenía mucho éxito. En parte no quería dejar a los alumnos con personas que podían ser mortífagos sin al menos estar él presente para intentar evitarlo. Así que tampoco me disgusté demasiado cuando la idea era más lejana que una realidad.
Poco después, la cena fue invocada por el elfo doméstico que luchaba por su libertad. Y lord Slytherin lanzó un conjuro que bien podría haber hecho uno de mis alumnos más jóvenes. No era propio de ningún señor hacer algo como eso. Aún así, como solía hacer en mis clases siempre y cuando no se llegara a algo serio, decidí pasar del tema y coger algo para comer. Que estuviéramos encerrados y posiblemente asediados no significaba que nuestras necesidades no tuvieran que ser satisfechas.
Me llevo las manos al rostro considerando todo lo que se ha salido de las manos la situación hasta ahora. El pequeño Elfo sobre una tarta y nada mas y nada menos que lanzado por uno de los fundadores de Hogwarts. ¿Que raro que Skeeter no esté sacando fotografías sobre la falta de control del pelado de Salazar Slytherin? Ese hombre no me gustaba nada, había algo en él que no terminaba de convencerme, pudiera ser esa piel blanquecina casi de muerto o esas ojeras de buho, sea cual fuera el motivo no me gustaba nada. Si tanto le parecían tonterías lo que pasaba ¿porque no iba a pararle los pies a voldemort? o le hacia la competencia a el o a Dumbledore, pero definitivamente no estaba contento con el mundo que habia ahora.
La creación de la guardia era otra cosa que me ponía los pelos de punta, lo que daría por volver a casa con Bill.
Con un gesto de la mano, el profesor Dumbledore asintió ante aquellos que querían hacer guardias. Con ello, las velas del techo encantado se volvieron más tenues y miró a todos con los ojos brillantes.
—Ahora, hemos de tener cuidado— dijo con una voz susurrante—. La peor hora de la noche se acerca y hemos de estar precavidos y unidos. Las sombras tienen vida una vez la luz se va. Pero, debemos ser cautos, y encontrar el final del túnel, y salir del abismo.
Sonrió, tratando de dar valor a sus alumnos y profesores, e invitó a aquéllos que no iban a participar en las guardias a que salieran del Gran Comedor para ir hacia sus Salas Comunes y descansar. Al resto, les dirigió una mirada cargada de fuerza y ánimos.