- La buena noticia es que los Rayas Negras ya no son una amenaza contra nuestro campamento, ni contra su reino, ni contra nadie... - Aclaró Vika mirando a Tobías y asintiendo con la cabeza. - No que hayan atacado nuestro poblado. Por suerte no hubo bajas.
Vika era una persona que interpretaba las palabras con literalidad y difículmente podía dejar pasar una imprecisión como aquella. Pero si, realmente que aquellos sanguinarios hombres-tigre ya no fueran a atacarles de nuevo, era cuanto menos un alivio. Ahora el campamento podía estar más tranquilo y gracias a los tratos que habían logrado con Strongohen, se podía llegar a entender incluso que eran aliados y que estaban bajo su protección.
Violencia.
Era lo único que respetaban los nativos de Thracia: la fuerza. El fragor del acero y el poder desatado de los conjuros era lo único que entendían, que era capaz de penetrar en su dura mollera. Y era un idioma que ellos hablaban con fluidez. El imperio tenía razón: los no humanos eran poco más que bestias primitivas, que no atendían a razones ni a las sutilezas de la civilización. Solo aquellos que eran criados fuera de su hogar, como Eldrid, eran capaces de ver aquello que para la maga de la Torre era evidente. Mayra dirigió un gesto con la cabeza a Arcturus.
—Muestrales sus cabezas cercenadas —le pidió al campeón de Mahanaim, con frialdad.
Dejó que Arcturus las hiciera rodar por el suelo para mostrar que no bromearan mientras meditaba una respuesta.
—Creo que es hora de visitar la parte de las cavernas controlada por los Calaveras —pensó en voz alta, y buscó la aquiescencia de sus compañeros con la mirada, pese a que ella era la oficial de mayor rango.
Era hora, en opinión de Mayra, de inculcarle algo de respeto a otra facción de Thracia.
El hombretón sacó las cabezas del morral en el que las llevaba y la arrojó a los pies del gnoll con gafas con desdén imitando su papel a la perfección. Después se quedó en silencio y dejó orquestar a los otros sus siguientes pasos. Mientras que la relación entre los Rayas Rojas y los colonos era clara y podía posicionarse con facilidad, no tenía claro todavía qué actitud tomar ante los gnolls. Así que lo mejor que podía hacer era optar por la estrategia del cazador. Esperar y estudiar antes de actuar.
Ginky se entusiasmó con las noticias que traían.
-Excelente, excelente -contestó a Tobías y a Vika-. Sin duda el excelso y magnánimo Strongohen se alegrará de tan buenas noticias...
La enorme cabeza del tigre rodó con un sonido húmedo hasta los pies del diplomático, al que le costó un par de segundos entender lo que estaba contemplando. Todo su pelaje se erizó y adquirió un color verdoso, rápidamente se alejó corriendo unos metros para vomitar de manera alarmante a los pies del templo. Los gnolls que hacían guardia con Ginky, guerreros con alabarda y los símbolos del Rey, junto a un enorme minotauro de pelaje negro con armadura dorada, miraron las cabezas, a vosotros y al embajador, sin saber muy bien qué hacer.
Cuando el gnoll se recuperó del espanto, se limpió el hocico y la ropa con un pañuelo de tela y se bebió todo el contenido de una petaca que guardaba entre los pliegues de la túnica. Se giró hacia el minotauro señalando las cabezas con la zarpa temblorosa y los gnolls las retiraron, llevándoselas al interior del templo. Un par de criados gnolls limpiaron el reguero de sangre.
Ginky se aclaró la voz, que ahora sonaba ligeramente más aguda y nerviosa.
-Como iba diciendo, el excelso y bienamado Strongohen se alegrará de conocer la noticia de que han... disciplinado a los desertores. Si desean recorrer los túneles controlados por los Calaveras, les sugiero que vayan al nivel superior, pues este sigue siendo territorio del grandioso Rey Minotauro. ¿Desean hacerle llegar algún mensaje?
Alia Corvinus puso la mano en el hombro de su hija y le dio un beso en la frente.
-¿Quieres que te acompañe a esos túneles? Creo que será más beneficioso para vosotros si vuelvo con tu padre. Las inscripciones que estábamos estudiando estaban relacionadas con el Rey Inmortal, tal vez contengan información útil si os adentráis demasiado en el territorio de los no-muertos.
- No por mi parte. - Le respondió al escriba con gafas. - Con las cabezas hay suficiente. - Confirmó.
No era una amenaza aunque pudiera parecerlo. Pero si que era algo que el gran Rey Minotauro debería tener en cuenta. Habían barrido de la historia la memoria de los Rayas Rojas en tiempo record, por lo que Stongohen debería mantenrse alerta sabiendo de lo que eran capaces. Vika no creía que les hubiera engañado, pero esperaba que aquel gesto sirviera para evitar un cambio de opinión repentino. Por el momento era mejor para ambas partes, una alianza pacífica y la sacerdotisa entendía que el Rey de las Cavernas, así lo creía.
- Por mi parte podemos empezar por el nivel superior, como sugiere Ginky. - Propuso Vika.
Mayra ya había hecho su propuesta de cómo continuar, así que dejó que sus compañeros de expedición se encargaran de Ginky (no de forma letal, de momento) y pasó una mano por el hombro de su madre.
—Estaremos bien —le dijo a Alia y le besó la mejilla—. Tú cuida de papá. Si encontráis información práctica sobre el Rey Inmortal, hacédnosla llegar como podáis.
Antes de empezar la fase de exploración, Mayra lanzará Cuchichear mensaje sobre el grupo, como suele. Su Armadura de mago aún debería estar activa (la lanzó prolongada antes de salir del campamento base).