Mayra torció el gesto cuando desveló a Strongohen que su madre y su padre estaban entre los esclavos que los soldados habían venido a buscar. Poco tiempo iba a tardar el rey minotauro en atar cabos y darse cuenta de que eran sus padres y los eruditos eran la misma persona.
—(Dracónico) El cese de las hostilidades nos parece muy conveniente, gran rey, y con gusto aceptamos el trato. Si no se hace extensible al hermano de Izvari…
Mayra se encogió de hombros, para que el rey se imaginara qué iba a ser de cualquier gnoll incauto que fuera a atacar a su grupo. Frunció el ceño y señaló a Eldrid.
—Eldrid es de los nuestros a todos los efectos, y como tal será protegida —dijo en común, para que la mujer-tigre lo entendiera, antes de repetir el mismo mensaje en dracónico para que lo entendiera el rey—. (Dracónico) Creo que ha habido un error, en nuestra patria también hay hombres-tigre y otros hombres-bestia, gran rey. Ella no es de la tribu de las Rayas Negras, ni nos ha guiado hasta aquí, sino que proviene del continente. Es más, también hemos tenido escaramuzas con ellos en la jungla. No son nuestros amigos, ni hemos pretendido insultaros con su presencia.
No hacía falta que le contara cómo habían ido aquellas escaramuzas para los hombres-tigre. Aunque lo cierto es que Tobías iba a quedarse también con unas cuantas cicatrices de aquel combate.
—(Dracónico) Quiero a dar paso a mis compañeros, por si ellos quisieran añadir algo a lo que hemos negociado.
La maga tradujo todo lo que le quedaba por traducir, y extendió la oportunidad a que el resto interviniera en la negociación si así querían.
Vika apretó los puños al escuchar las exigencias de aquel estúpido rey. Sus dientes casi rechinaron y su rostro se enrojeció de rabia a la vez que una vena de su cuello se hinchaba. Aquel sentimiento de protección le sorprendió a si misma, pues antes de llegar a aquella isla hubiera aceptado al trato sin dudarlo, sin embargo ahora los sentimientos de la sacerdotisa eran totalmente opuestos.
Sí, apreciaba a esa joven medio humana, medio gato. La consideraba alguien muy cercana a ella, aunque todavía no sabía en calidad de qué. ¿Eran amigas? Creía que no. ¿Familia? No... eso tampoco o... ¿quizás sí? Podía ser eso. Quizás Eldrid era... como una hermana pequeña para ella. Otra más. Sí, seguramente en esos momentos para Vika, Eldrid era alguien a quien podía considerar su hermana pequeña y como tal, tenía que protegerla.
- Simplemente déjale claro a ese cretino, que Eldrid no se negocia. - Le dijo a Mayra y esperaba que la arcana estuviera de acuerdo con ella.
Tobías estaba allí, envolviéndose en sombras y ocultándose tras las columnas, cuando la mujer gnoll había aparecido en el portal, junto con sus guardias de élite y otro gnoll macho, alto y delgado, al que había hecho invisible con su magia. No había participado en la pelea en el exterior, y cuando habían ido a buscar el cadáver de la maga a los pies del templo, donde había caído después de que la atravesara con su espada, solo quedaba la tierra removida y empapada de sangre.
Debe ser el gnoll al que esa maga volvió invisible, dijo. Lo vi en el templo, pero no estuvo en la pelea.
No les había asaltado durante su tránsito por las cavernas. Tenía la sangre lo bastante fría como para planear y esperar al mejor momento. Tobás cerró los ojos un momento y trató de conjurar el olor del gnoll. Lo reconocería si lo veía, pero confiaba más en su olfato. Si podía olerlo antes de que se acercara a ellos, su venganza tendría que ser una reyerta cara a cara.
Cuando Mayra dijo que Eldrid era de los suyos y la protegerían como tal, miró a la maga y después a la mujer bestia y asintió. No había otra respuesta posible.
Por su parte, no había más que decir. Agradecía tener las cavernas a su disposición para explorarlas, y si la paz del Rey Minotauro era honesta, no quería posponer el momento de comprobar si eran los padres de Mayra los eruditos que le servían.
El Rey esperó a que los demás se pronunciasen, pero nadie dijo nada, de modo que se centró otra vez en Mayra.
-(Dracónico) Supongo que su silencio explica por qué eres tú la voz que lidera esta comitiva -comentó ante el mutismo del resto de exploradores-. (Dracónico) Tendréis que lidiar con el hermano de Izvari vosotros mismos, en algún punto de esta cavernas. Pero tenéis que visitar mi palacio en algún momento, me gustaría mostraros lo que hemos construído para que te quites de la cabeza esa idea de primitivos que crees que poseemos. Algunas bestias son demasiado primarias, pero otros hemos avanzado mucho; estamos enfocados en el progreso y es por eso que tengo que mantener la paz en mis territorios.
Hizo un gesto enérgico con la mano y la comitiva se puso en movimiento. Strongohen subió a su estrado y los esclavos gnolls recogieron todos los asientos. Las hembras dejaron las bandejas de comida para todos y los soldados flanquearon el palanquín.
-(Dracónico) No matéis a ninguno de mis guerreros. Ginky os entregará un sello real. Volved mañana a este mismo lugar para saber de vuestros esclavos. Si queréis hablar conmigo, será en mi Palacio. Sin intermediarios.
Sin más, con la misma presteza y grandiosidad con la que el Rey se había presentado, se marchó de las cavernas entrando de nuevo en el templo.
La sacerdotisa vio como el Rey daba por concluida la reunión y todos sus esclavos, sirvientes y soldados empezaban a recoger. Ella no dijo nada, tan solo permaneció erguida y frente a Strongohen y asintió con la cabeza una vez Mayra tradujo lo que dijo acerca de futuros encuentros. No le hacía gracia ir hasta el palacio del rey Minotauro, pero el el fondo sentía curiosidad por descubrir los "progresos" de los que hablaba y también debía admitir que si iban a firmar la paz realmente, era normal que un rey no se desplazara de su palacio hasta un lugar neutral cada vez que tenía que hablar con representantes de otra nación, por muy imperial que ésta fuera.
- Ha ido mejor de lo que podíamos esperar. - Comentó Vika respirando tranquila por primera vez desde que el rey Minotauro y su séquito aparecieran frente a ellos. - Creo que hemos llegado a un principio de acuerdo de paz. Puede incluso que podamos llegar a establecer algún tipo de relación amistosa con ellos y... - Miró a Mayra y esbozó una media sonrisa de lado. - ...puede incluso que puedas reunirte con tus padres muy pronto. -
Quizás fuera el momento de reunirse todos, descansar, comer algo y hablar de lo sucedido. Quizás incluso fuera buena idea regresar al campamento y comentar todo aquello con el resto. Había sido un paso importante en la... ¿conquista? ¿pacificación? de Thracia y no podían ahora, dar un paso en falso. Fuera como fuera, tenían cosas que decidir y no debían hacerlo de forma precipitada.
- ¿Regresamos al campamento? - Preguntó Vika. - Debemos hablar de lo sucedido y tomar decisiones. - Afirmó con rotundidad.
—Vika ti-tiene razón. No estaría bien por nuestra parte seguir invadiendo y con...quistando los dominios del rey toro después de la bienvenido que nos ha dado. Cre-cre-creo que sus intenciones son sinceras. De...bería volver al campamento y decírselo a los demás, para que puedan empezar a confiar en los lugareños de Thracia.
Mayra recogió el sello real de Ginky y contempló en silencio como la excesiva comitiva del rey Strongohen volvía de nuevo al palacio, a través del portal. Los ojos de la maga se quedaron fijos en la puerta mágica, sus labios sellados. Estaba muy seria, y cuando Vika y Dámasor hablaron los miró largamente.
—Antes de regresar liberemos a Grotch —dijo casi en un murmullo, mirando al suelo.
Parecía ser la única que se acordaba del prisionero.
Sin añadir más o comentar algo sobre el trato con Strongohen o el posible reencuentro con sus padres, giró sobre los talones y se marchó con semblante circunspecto.
Tobías observó el aparatoso desfile de brazos cruzados, y no apartó la mirada hasta que todo el séquito de Strongohen hubo desaparecido. Se acercó entonces al pedestal y retiró la llave, aun a sabiendas de que no bastaría para evitar que otros pudieran entrar desde el vergel subterráneo del que el rey decía no haber salido nunca.
Seamos cautelosos; no podemos fiarnos sin más, dijo. Aunque espero que no nos defrauden. El rey bestia había hablado de ciudades enteras enterradas bajo la isla, olvidadas por hombres y bestias durante miles de años. Riquezas, misterios y aventuras para dar sentido a varias vidas. Y el fin de la violencia contra los nativos del reino de las cavernas.
Le entregó la llave a Mayra y asintió. Habían pasado varias horas, y era posible que los amigos de Grotch lo hubieran echado en falta, y si lo habían buscado, encontrarlo era trivial. Si no lo habían hecho, era justo sacarlo de la celda para que pudiera volver.
Lanzó una última mirada hacia la plataforma del portal antes de seguir a Mayra. La maga mostraba el rostro serio, y estaba perdida en sus propios pensamientos. El torrente de palabras en varias lenguas se había secado. A Tobías, le había parecido más esperanzada cuando el reencuentro con sus padres era un anhelo que ahora, cuando era una posibilidad cierta. Mas no una certeza, se recordó.
Si quieres hablar, o te puedo ayudar... Estoy aquí, le dijo, tomándola de la mano.
Mayra apretó los labios, como si estuvieran sellados. Tras unos momentos, ensayó una sonrisa poco convincente y depositó una mano sobre la de Tobías.
—Creo que he hablado demasiado. Te agradezco el pensamiento, pero ahora necesito poner en orden mi cabeza, en soledad. Quizá podamos hablar más tarde.
Grotch había sido derrotado por el cansancio y cuando lo encontraron, el gnoll estaba totalmente fuera de combate en su celda. Le quitaron las ataduras y dejaron la celda abierta, para después abandonarlo allí. En algún momento lo encontrarían y le dirían que no podía atacarles, ni tomar venganza por todo lo que le habían hecho.
Regresaron a la superficie con la cabeza rebullendo, atravesaron de nuevo la jungla; el calor del mediodía los golpeó con fuerza y tuvieron que parar a refrescarse en el río. Además, los mosquitos no dejaban de zumbar a su alrededor, la humedad era agobiante hasta el punto de que Vika necesitó un momento para no cocerse en el interior de la armadura. Como fuese, volvieron al campamento bastante agotados y hambrientos. Allí la cocinera les preparó la comida, que aunque estaba buena, ni olía tan bien ni tenía el aspecto maravilloso que habían visto en los jardines del Palacio de Strongohen. Una vez saciados, pusieron al corriente a Steinheil de todo lo que había pasado.
El capitán no se asombró tanto como Zachary o Josephus, mantuvo el semblante serio de costumbre y miró a la maga con atención.
-¿Estás segura entonces de que los eruditos de los que ha hablado el rey son tus padres? ¿Y qué hay de los colones? ¿Qué planes tenéis ahora?
- Seguros no podemos estar de nada. - Respondió Vika. - Aunque todo apunta a ello. Esperemos que no sea una tremenda decepción averiguar lo contrario. - Miró a Mayra. - Sobre todo por ella.
Aunque le había robado a "su hombre", no le quería ningún mal. La apreciaba de forma sincera y en el fondo sabía que Tobías nunca había sido "su hombre", ni lo sería nunca. Tendría que conformarse con idealizar lo que podría haber sido y nunca fue.
- Nuestros planes van en la línea que marca la segunda pregunta, Steinheil, seguiremos buscando a los colonos. - Afirmó con rotundidad.
Dicho aquello se llevó una cucharada del guiso a la boca. Estaba hambrienta y realmente asfixiada por el calor, la humedad y la armadura. Necesitaba un descanso aunque no sé atreviera a decirlo en voz alta. Quizás podían pasar el resto de la tarde y la noche en el campamento, para partir al amanecer en una nueva expedición. De ser así comprobaría el estado de la empalizada. Quería verla en pie rodeando el campamento cuanto antes.
Mayra había dejado que fuera otra persona la que diera el informe. Desde que terminara la reunión con Strongohen parecía que le había comido la lengua el gato. No iniciaba ninguna conversación con nadie, y respondía con monosílabos.
—Los colonos. Dímelo tú, Steinheil —dijo la maga con una rabia que salió de pronto, de ninguna parte—. Fuimos a buscar a los colonos a las cavernas de Thracia porque vosotros los rastreasteis en esa dirección. Pero ahora nadie conoce el paradero de los colonos. Ni la gnoll velada con la que hablaste, ni el mismísimo rey de los hombres bestia sabe nada de unos colonos. Asegura que del Imperio solo tiene a los eruditos. Dime, ¿no tenéis un rastreador que sepa hacer su trabajo? ¡Porque llegados a este punto me parece que perdisteis vuestro tiempo y el nuestro! Por no hablar de las vidas que pusisteis en peligro. No me sorprendería que mañana me confirmaran que no saben nada de los colonos y que descubramos que los Rayas Negras se lo comieron hace semanas.
Mayra abrió los brazos, abarcando con el gesto a Josephus Luisus y a Zachary.
—¿Hay alguien aquí que sepa hacer su puñetero trabajo? —casi gritó, tan nerviosa que temblaba de la cabeza a los pies—. ¿No? ¡Bien, pues ya haré yo el de todos!
Mayra se levantó de la mesa, sin haber tocado su comida. Sabía que como se metiera algo en el estómago iba a vomitarlo poco después. Miró el plato de barro fijamente, con ganas de lanzarlo muy lejos y romperlo, pero al final, como persona racional que en el fondo era, se contuvo. Se marchó a enérgicas zancadas de allí, furiosa y triste a partes iguales.
- No hagan caso... - Intervino entonces Vika. - La creencia de que sus padres están vivos y que está tan cerca de ellos, pero a la vez tan lejos, la tiene realmente alterada. - Hizo una breve pausa. - Les pido que no le tengan en cuenta el numerito.
Miró entonces a Tobías y le hizo un gesto con la cabeza para que saliera detrás de ella. En ese momento si había alguien que pudiera calmarla, y no estaba segura de que ese alguien existiera, ese era el bueno de Tobías.
A mis años, el hambre y la sed han comenzado a esquivarme, como antes lo hicieran el sueño y el vigor de la juventud. Agradezco de corazón la hospitalidad que nos brindan en el campamentro Thracio pero mi principal problema aquí no es el hambre, sino los picotazos de los mosquitos. Por suerte, para eso también tengo un remedio infalible: una refrescante cataplasma hecha de barro y te, que no huele demasiado bien pero que me alivia notablemente el picor.
—A-a-ahora que nos hemos hecho amigos de los nativos es...tamos mucho más cerca que nunca de encontrar a los Colonos —aseguro con convicción a cualquiera que quiera escucharme—. La isla es grande como para explorarla solos, pe-pero con la ayuda de los Calaveras y los hombres-bestia es más fa-fa-fácil. Y todavía tendremos más po-posibilidades si forjamos buenas relaciones también con los Rayas Negras. Po-podemos vivir en paz y aprender los unos de los otros. La sa...biduría del rey toro nos da esperanzas de un porvenir me-me-mejor para todos.
Tobías siguió a Mayra con la mirada hasta que se perdió entre las tiendas. Él había liderado la marcha junto a Eldrid, y aunque no pudiera ver a la maga, no podía ignorar el olor de su perfume y su sudor. Había pensado en ella durante las horas de marcha, tratando de discernir qué la afligía, y estaba frustrado por no alcanzar una conclusión.
Cuando Vika lo instó a ir tras la maga, sacudió la cabeza. Después. En las cavernas, Mayra le había dicho que necesitaba estar sola para ordenar sus ideas. Aunque se había mantenido silenciosa y taciturna durante el trayecto por la jungla, no había podido disfrutar de intimidad, ni de la tranquilidad que daba la seguridad del campamento. No tenía sentido atosigarla.
Pronto saldremos de dudas, dijo. Y veremos si el rey es honesto en sus intenciones. Vinimos a buscar las ruinas de Thracia, a investigar la civilización perdida. Si los hombres bestia no se nos oponen a cada paso, podremos hacer nuestro trabajo allí.
A pesar de la afirmación de Vika, la realidad era que la Torre de la Espiral Negra no había financiado la expedición para rescatar a unos colonos secuestrados. Eran exploradores e investigadores. Además, tras su primer encuentro con los Rayas Negras, no albergaba esperanzas respecto a su destino. Tampoco, a pesar de la infatigable voluntad de Dámasor, confiaba en sus posibilidades de negociar con los hombres tigre.
En cuanto a los colonos, no creo que Stongohen mienta. Dice que nunca ha subido a la superficie, y la verdad es que no nos hemos encontrado a ninguno de los suyos más allá de la entrada de las ruinas. A los Rayas Negras los expulsaron de su reino, a la jungla. Es probable que fueran ellos quienes capturaron a los colonos. Y si es así… Los gnolls y los dragones se rinden cuando saben que están derrotados. El rey minotauro negocia la paz. Al hombre tigre que nos atacó el primer día tuvimos que matarlo; dijo que vivía para dar muerte, para la caza y el combate. Si fueron ellos quienes los cazaron, dudo que sigan con vida.