Mira al resto con una sonrisa y cambia a un gesto serio. Asiente a Yusei bastante halagada por su comentario. -Preparada cuando sea necesario. Al igual digo que de los errores se aprenden y si todo esto que hemos cometido durante siglos es un error, esta decisión que hemos tomado, es un pasito a un aprendizaje mayor. Por mi parte, cuando usted quiera Morgan-dono.
Parece que esas últimas palabras del Gaijin hacen quedarse un poco pensativa a la Fénix. Wild Kami y Caos en nuestro interior... ¿Qué puede ocurrir de todo esto?
-Sobre la unión de los Wild Kami y el dominio del Caos, como bien has dicho, cuando llegue el momento, se sabrá que hacer. Por ahora, estoy a su total disposición en cuanto al dominio del Caos. Le devolveré en honor a mi compañero caído, todo este sufrimiento en mi interior. Gracias por su ayuda, Morgan-dono. Vuelve a realizar una reverencia bastante notoria.
Mensaje recordatorio en suspensión hasta terminar Calma en Corazón.
Tras terminar de atender las enseñanzas del extranjero Jake, Akira tiene una cosa pendiente por hacer en ese día. Aparte de mentalizarse sobre lo que ha de hacer en las próximas jornadas, la samurái del clan Unicornio tenía planeada una visita a la sabia Halona para esa tarde. No solo porque fuera una persona con la que hablar es sin duda algo agradable -¡y extraño, ya que estamos!-, sino porque la curiosidad heredada por sus venas lleva palpitando desde que llegó al refugio.
La extranjera que viene de otros mundos... ¡cuántas vivencias interesantes ha de llevar consigo! Y por si fuera poco su edad es tan enormemente inexacta como misteriosa... ¡toda cosa extranjera es digno de un cuidadoso interrogatorio! No obstante, tras caminar un rato por la casa en dirección a las dependencias de su propietaria, Akira llega a una puerta custodiada por un hombre con el que no ha coincidido.
Durante un momento incómodo y silencioso se le queda mirando ahí estacionado en la puerta. Tras ello decide inclinar la cabeza de forma honorable como saludo. -Disculpe, busco nuestra anfitriona, Halona-san. ¿Se encuentra ahí? Nos pusimos de acuerdo en intercambiar palabras y vivencias esta tarde.- Durante un momento piensa que hacer esa pregunta solamente puede quedar algo descortés frente a un desconocido que habite en la casa.
-En cualquier caso, mi nombre es Utaku Akira, del clan Unicornio.- Dice con algo de duda, preguntándose de dónde ha salido ese tipo y por qué está ahí... Oh, espera. ¿Quizás se equivocó de cuarto y no está en el de Halona? Ugh. Y encima tiene aspecto de dragón... ¿no será otro tipo soporífero?
Como ya te habían mencionado, estás en la casa de la Gaijin-Extranjera- Halona actualmente como guardia. No llevas demasiado tiempo ahí, pero has decidido dar tu lealtad a una causa que quizás te ayude a descubrir todo el entramado que te ha llevado a que duden de tu honor. Estabas delante de la puerta de su habitación haciendo guardia, hasta que ocurre que uno de sus nuevos invitados entra en escena...
PD: Cualquier duda, dímelo por aqui o skype. Solo estáis Akira y tú de destinatarios.
La verdad estos han sido unos dias cuanto menos, tranquilos. Este lugar es muy pacifico, lo cual me permite siempre estar gozando de mi meditacion interna aumentando mis horas de relajacion. Aunque... Nunca olvido todo lo que ha sucedido hasta ahora, asi como la hospitalidad de Halona-sama, que me ha aumentado mi luz de esperanza, en cierto modo.
Pero... Este dia si ha sido algo movido, puedo sentirlo, es como si este lugar hubiera tomado una pequeña chispa de energia, pero no creo que sea nada malo.. Pero las sorpresas no acaban alli, una no tan pequeña señorita se me quedo observando por unos segundos, cosa que logra un rostro de interes y curiosidad en ella. ¿Sera una invitada de Halona-sama? Hmmmm... Utaku Akira... Esta muy lejos del hogar de los Unicornios, al parecer. -Vaya, vaya... -
Oh. Si, casi se me olvida, estaba sentado de manera tranquila enfrente de su puerta, por lo cual con su llegada y despues de sus palabras, me levanto de manera tranquila, y hago una reverencia. -Estas muy lejos de tu tierra, Utaku-san. Iniciando de buena manera mi nombre es Mirumoto Akihiro, puedes llamarme Akihiro sin problemas. -Dije con una sonrisa gentil, al final siendo este mi sello personal al conocer a una persona. -Hmmmm... Que peculiar. No recuerdo que Halona-sama me haya mencionado tal cosa, pero seguramente se le olvido a ella... O incluso, a mi persona. -Dije rascandome levemente la cabellera. -He de suponer que estas armada, ¿Cierto? Si estas en este lugar es porque eres su invitada... Pero, soy un poco desconfiado, asi que acompañare a mi señora en su charla, espero que no te moleste. -Porque en el dado caso que te moleste, seguramente no me importara y no le dejare hablarle, hasta que acceda. -Si esta todo bien, entonces adelante. -Dije antes llamando a Halona-sama para avisarle de mi entrada y de la anfitriona, y asi encontrarnos con ella.
Ambos entran tras la pequeña conversación en la habitación de la gaijin Halona que hasta ahora había estado custodiando el dragón desde hace un tiempo. Está leyendo un libro con unas gafitas como suele hacer en sus ratos libres. Levanta la mirada hacia ambos, ladeando la cabeza en gesto de curiosidad para luego sonreír algo contenta y entrecerrando levemente los ojos.- Buenos días a ambos. Pasad, pasad. Veo que habéis coincidido al fin, Akira y Akihiro. ¿Qué tal todo? Espero que no haya sido una molestia al ser tan sobreprotector, Akira. Jaja.- Deja escapar medio en broma a la Unicornio, sabiendo perfectamente Akihiro que lo dice de forma bien intencionada.
-Tomad asiento si queréis. ¿Qué necesitábais?- Pregunta finalmente, analizando un poco el semblante de Akira y luego de Akihiro, aunque a este último supone un poco por qué está ahí.
Aunque Akira dista mucho de ser una señorita, al menos parece lo suficientemente educada como para mantener una conversación civilizada. Tiene primos en el clan con los que algo tan sencillo es cuanto menos complicado, cosas de la mala fama del clan del noroeste.
-Las jinetes de Shinjo siempre acabamos viendo mundo, queramos o no.- Dice orgullosa de sus ancestros, esbozando una cálida sonrisa entre dientes. -Es un placer, Mirumoto-san.- ¡Hombre, por favor! Le parece muy pronto llamarle Akihiro, pero parece contenta por haber recibido un rápido permiso. -¿Guarda el cuarto de Halona-san? No se preocupe, no llevo armas, ¿ve?- Da una vuelta simplemente para mostrar que efectivamente solo lleva ropas de tela cómodas.
Lo de que le acompañe en su charla la deja pensativa un momento, pero luego encoge los hombros como pensando "meh, qué más da, si vive aquí". -Vamos entonces. ¡Buenas tardes, Halona-san!- Dice hasta bastante contenta al entrar, parpadeando un poco ante lo que dice ella. -Lo haces sonar como si estuviera destinado. ¡Jajaja! No, no ha sido nada molesto.- Rie de forma animada, aunque quizás está diciendo una gran verdad. -Quería saber más historias de tu mundo. Sé que quizás es bastante raro que pregunte tanto pero...- Cierra los ojos y se lleva una mano a la nuca. -Tengo la curiosidad en la sangre, y aprender me viene muy bien para mantener la mente ocupada en estas semanas tan duras, ya sabe.- Simplemente sonrie volviendo a mirarla. La verdad es que es un buen método para combatir al caos en su mente...
Al observar como ella me responde con orgullo junto a una sonrisa satisfecha en mi rostro, no pude evitar reirme levemente. "Una persona orgullosa de su clan, ¿Eh?" Fue lo que pense, parece una chica honorable aunque algo peculiar... Claro, incluso ignoro el hecho de que le habia permitido que me llamara por mi nombre, solo que al mencionar mi apellido, mi mirada tuvo un brillo de nostalgia y tristeza, para regresar a mi estado de tranquilidad normal. Al observar de que no lleva ningun tipo de armas, asiento ante sus palabras con mi cabeza, sonriendo. -Entonces perfecto, no hay problemas. -La seguridad de Halona-sama no es algo de lo cual me pueda tomar de manera tranquila...
Utaku-san saluda a mi señora de manera energetica, lo cual sumado a lo anterior me da una idea de como puede ser ella en personalidad, cosa que en mi mente, me hace estar un poco mas tranquilo. -Buenos dias, Halona-sama. -Hablo de una manera mas tranquila comparada al de la muchacha con aspecto poco femenino. La broma de mi señora hace que lance una sonrisa amigable levemente. -No soy sobreprotector, solo cumplo con mi deber, Halona-sama. -Dije tomando asiento cuando ella me lo indica, pero es algo que me sorprende, al parecer Halona-sama esperaba de que me encontrara con esta señorita de manera previa, que extraño... Pero ahora comprendo el porque Utaku-san deseaba hablar con ella, puedo entenderla muy bien...
-Oohhh... La verdad, es que yo tambien estoy muy interesado en ello, Halona-sama. -Dije, observandola con una postura tranquila. -Seguramente, sera algo digno de escuchar.
Halona mira a ambos como una anciana o una señora que mira a dos niños ávidos de que les cuente un cuento antes de ir a dormir. Esboza una leve sonrisa mientras cierra los ojos, dándose un respiro para pensar unos segundos sobre qué les va a decir a los dos. Finalmente vuelve a mirarlos algo más seria y niega con la cabeza.- Primero, decidme qué queréis que os cuente. Es fácil decirme algo tan abierto como eso. Aunque de todas formas... Preferiría que me contáseis algo más de vosotros mismos.- Señala a cada uno de los dos con un brazo, para luego señalar al otro con el brazo contrario.
-Y quiero que se lo expliquéis al otro. No a mí. Puede ser una buena oportunidad para que os conozcáis primero a vosotros y yo os conozca mejor. Luego... Cuando hayáis acabado mi ejercicio, depende de cómo lo hayáis hecho puede que os cuente algo de lo que me preguntéis.-
-Aparte, os vendrá bien... No os lo he comentado a nadie aún, solo a Jake, pero es posible que mande a Akihiro con vosotros.- Dice mirando a Akira sonriendo.
Akira decide tomar asiento en seiza donde Halona le indique, observándola con gesto expectante. Ante su pregunta se lleva una mano a la barbilla sin abandonar esa leve sonrisa. -¿Quizás algo sobre la guerra que allí aconteció? ¿O sobre cómo era el mundo y cómo se vivía?- A pesar de que haya preguntado sobre la guerra lo primero le echa mucho más interés a que les hable sobre el lugar... ¿es que tanto le interesa saber más sobre el exterior del mundo?
Ante la petición de Halona, Akira cierra los ojos y deja escapar un resoplido. -Wah... Nos estás poniendo deberes, Halona-san. Muy bien, hora de cumplirlos pues.- Se da un golpe en el pecho como si se lo tomara como una misión oficial. A veces suele ser demasiado expresiva, es lo que tiene nacer en el seno de un clan donde las cosas en cuanto a etiqueta son diferentes.
-¿Eh? Si va a viajar con nosotros tiene más motivos, Halona-san. Bienvenido seas a la compañía de los Vigilantes del Destino, Mirumoto-san. Ya aviso de que será peligroso, aunque... ¿qué sabe él sobre nuestras cosas, Halona-san?- Le pregunta dubitativa y parpadeante, buscando que la ponga al día.
-¡Pero bueno, expongo! Mi nombre es Utaku Akira, samurái del clan Unicornio y formo parte de la comitiva que aquí se hospeda. Me agradan los viajes para ver más lugares de este mundo, los caballos -¡tengo uno enorme!-, el sake, las celebraciones en casas geisha...- Enumera con los dedos mientras mira hacia arriba. -Hmm. Tengo diecisiete años e hice mi gempukku a los trece...- Wow, eso es EXCESIVAMENTE pronto. -Y no suelo dudar si hay que lanzarse al ataque.
... Aunque eso me hace impulsiva y he errado varias veces por ello.- Dice inclinando la cabeza asumiendo sus errores de forma humilde. Es una patosa cuando se lo propone, sin duda...
-Me conformo en mi caso, con saber acerca de sus tradiciones, costumbres o sus diferentes formas de actuar de su tierra, Halona-sama. -Pues la verdad, yo no estoy interesado en nada particular acerca de las tierras de mi señora, mi interes va directo hacia cosas que pueden aparentar ser superficiales, pero que para mi busqueda de la tranquilidad y mi paz, puedan tener un gran peso. Utaku-san al parecer sabe con cierta exactitud que es lo que desea saber de esas tierras, puesto a que no sabia que habia sucedido una guerra alli, o que ha cambiado mucho.
-Que peculiar forma de hacer que dos personas se conozcan, Halona-sama~ -Dije de manera suave y algo melodica, ¿Que estara planeando mi señora con esto? Utaku-san se lo ha tomado muy bien, demostrando una actitud un poco peculiar lo cual me hace enarcar una ceja lleno de curiosidad en mi mirada, que muchacha mas interesante...
Pero claro, mi actitud y semblante de tranquilidad se esfumo un poco al escuchar de que yo posiblemente acompañe a esta "compañia de los Vigilantes del Destino", que la verdad el nombre me parece increible y me hace esbozar una pequeña risa de gracia, para regresar a un semblante serio causado por esas palabras. -Halona-sama, con todo respeto, pero mi deber es protegerla a usted de cualquier daño que pueda suceder... ¿Por que desearia mandarme con ellos? -Intento no mostrar algun atisbo de molestia, cosa que no es muy dificil para mi, pero... -En todo caso, Utaku-san, desconozco todo tipo de informacion acerca de ustedes. -Dije con una leve sonrisa mientras la observaba fijamente, pero claro, ahora me toca presentarme, al parecer esta chica entra en la clase de persona con alma aventurera. -En todo caso, me llamo Mirumoto Akihiro y pertenezco al clan Dragon, el cual en estos momentos se podria decir que me desprecia por algo que no he cometido. -Sonrei, pero en mis palabras se podia notar algo levemente, era enojo, odio, rencor, asi como en mi mirada era tambien reflejado. -Me gustan los lugares tranquilos, aprecio mucho la naturaleza, me encanta disfrutar de los placeres de la vida y de buena compañia, no me gustan los problemas ni mucho menos las mentiras, ya que aprecio la sinceridad mucho. -Levanto el dedo indice al decir esta ultima, con mi semblante mucho mas relajado. -Actualmente, no parece pero tengo 20 años, he hice mi gempukku a la edad de 14 años. -Y juntando mis manos de una palmada, doy por finalizado mi charla acerca de mi persona, observando a Halona-sama para ver que nos dice.
Halona se mantiene en su lugar observando la breve conversación que sucede entre ambos. Junta los dedos de sus manos mientras piensa un poco qué puede ofrecer para enriquecer de mejor manera la charla de ambos samuráis.- Como ya te he dicho Akira, si estoy contenta con lo que mostréis os contaré lo que me has preguntado. De todas formas Akihiro, tu misión es protegerme, por ello y lo que puede que ocurra es importante que el grupo de Akira cuente con la mayor ayuda y apoyo posible. No tienes que preocuparte, pues estarías protegiéndome de forma indirecta.- Luego parece caer en algo.
-Es verdad, Akihiro no sabe casi nada de por qué estáis aquí, qué os ha sucedido y qué planeáis hacer. Quizás sea una buena oportunidad para contárselo antes de veros con el resto.- Y finaliza su frase con una leve sonrisa.
Perdón por tardar, ya le dije a Akira que estaba esperando si respondían en otras partes para ir todos a la vez. Un saludo.
¡Ah mira! Si resulta que parece un tipo tranquilo y sosegado. Y tampoco habla demasiado raro como la otra dragón, eso facilita mucho las cosas y evita que, bueno, que cierre sus canales auditivos en cuanto abra la boca. No puede evitar mirarle cuando habla de algo que no cometió, asintiendo levemente sin juzgarle. No conoce la historia ni tiene derecho a comentar al respecto, pero les viene bien. Total... así no tiene que preocuparse de que vayan a mirarle mal por acompañarles; ya lo hacen.
-Estoy segura de que has preparado esto para hacerme hablar, Halona-saan...- Suspira un poco llevándose una mano a la nuca, sabiendo que no es la que mejor oratoria tiene del grupo. -Akihiro-san.- Dice atreviéndose a llamarle por su nombre de pila como le indicó anteriormente. -Es una historia larga, y estoy segura de que otros podrían contártela mejor. Haré lo que pueda para que al menos sea comprensible...- Ha oído tantas historias que quizás contarlas no se le da tan mal... ¡hora de volver atrás!
-Nuestra historia comienza en Tsuma. Como sabrás, allí se celebra un importante evento; el torneo topacio. Muchos acudimos a ese evento a mostrar nuestra valía y hacer orgullosos a nuestros clanes. El señor de las tierras Kakita Ikura no estaba en casa, así que fuimos hospedados por su hija. Los otros jueces del torneo además de la mencionada eran Bayushi Mei, Shiba Inori, Ikoma Hinata y el anciano Kakita Suzaku.
No me detendré a hablar del torneo. Hubo un ataque en el mismo y se produjo una batalla campal. Un grupo de asaltantes mató a Kakita Suzaku tras extraer de él algo extraño con hechicería. Perseguimos a los atacantes y peleamos contra una extranjera que hoy día podría decir que tiene la ayuda de un Kami salvaje. Al final hicimos a los tipos retirarse por un portal extraño y ocurrió algo que nos uniría a todos.- Hace una pausa y toma aire, acomodándose un poco el cuello con las manos.
-Una joven extraña que se hacía llamar Arcadia cayó de los cielos y varios fuimos testigos de ello; Kuni Niou, Kakita Nobu, Tsuruchi Yusei, Bayushi Harumi, Usagi Nashiro y yo, Utaku Akira. Este grupo conformaría los Vigilantes del cielo originales. La emperatriz nos dió el plazo de un año para llevar a Arcadia al muro del clan Cangrejo y echarla fuera de nuestras tierras, pero fuimos informados de que el campeón esmeralda tenía interés en que investigáramos motivos para que ella se quedara aquí.
Lo que voy a contarte ahora va a hacer temblar los pilares de tu conciencia. Aguarda a que acabe la historia y lo comprenderás. El ataque sucedió justo cuando la Emperatriz hizo llamar al señor de la casa y a su sobrina, la magistrada esmeralda Kakita Hana para informarles de que algo se veía en los cielos. Eso debilitó la seguridad del torneo, además de que el enemigo estaba interesado en llevarse a Arcadia también. Volveré a este punto más tarde, pero he de mencionar que Kakita Hana nos acompañó como guía; era una mujer brillante en formas y en combate. Otros como Soshuro Yuri y Yoritomo Ren accedieron a ofrecernos su ayuda.
Partimos hacia el norte guiados por Arcadia, pues ella sentía a alguien de su mundo en esa dirección. No sé si has visto a Arcadia, pero es del mismo mundo que Halona-san, así que todo era muy raro para nosotros. Al dirigirnos hacia el norte, presenciamos un ataque del mismo grupo que atacó el torneo, esta vez a mayor escala. Invocaron demonios del jigoku y extrajeron también algo del anciano señor Akodo. Logramos repelerlos y nos ganamos una aliada, la sobrina del señor Matsu Yuuka, pero sin que lo esperásemos, Kakita Hana fue reemplazada. Volveremos a este punto luego, ¿si?
Nuestro camino siguió hacia el norte atravesando tierras León. Por el camino se unieron a nosotros la cortesana Shinjo Miku del clan Unicornio y su guardián Furan. Poco después nos encontramos con un poderoso seguidor del jigoku que venía a matar a Arcadia, muy diferente a los otros que querían llevársela. Y... él diezmó a nuestro grupo. Asesinó a Usagi Nashiro, a Bayushi Harumi, a Matsu Yuuka y a Furan. El compañero de Arcadia, Raijin, entró en escena y salvó nuestras vidas. Shinjo-san volvió a casa aterrada tras haber perdido a su guardián, pues no imaginaba encontrarse con aquello.
Con los corazones aún dolidos seguimos al norte. Llegaron entonces dos mensajeros de la jueza del torneo Shiba Inori-san; Isawa Yukinaku y Shiba Yusuke, su guardián. El mensaje que nos trajeron fue desolador; la Kakita Hana que nos acompañaba era una impostora. La Emperatriz habia prohibido que los manchados fueran a pelear al muro y había hecho cambios drásticos en la Corte, además de varios incidentes graves con clanes como el mío. Además, nos habían puesto en busca y captura por desobedecerla. También estaba por allí el extranjero Jake Morgan, que estaba algo perdido.
Nos dimos cuenta de que lo de los Vigilantes era una farsa. Estuvimos en el lugar equivocado en el momento equivocado, y aquello que dijo el campeón esmeralda fue nuestra trampa. Querían asesinarnos y limpiarse las manos bajo la excusa de ser unos traidores al Imperio. ¿Recuerdas lo de que la Emperatriz relajó las defensas del torneo? Esto generó mucha inseguridad en ese momento, así que salimos a las afueras de la ciudad y encaramos a Kakita Hana.- Akira hace una pausa y toma aire, recordando ese momento como algo terrible.
Efectivamente resultó ser un espantoso ser del jigoku que por alguna razón poseía también poderes de otro mundo. Fue una batalla terrorífica que manchó el alma de la mayoría de nosotros, y perdimos a Shiba Yusuke-san. Si no hubiera sido por la ayuda de Raijin, Arcadia y Jake Morgan-san jamás podríamos haber vencido. Desolados, seguimos hacia tierras Dragón y llegamos aquí, donde estamos aprendiendo sobre muchas disciplinas para enfrentarnos al destino que nos aguarda; salvar al Imperio del mal que lo acecha, o incluso este mundo.
Jake Morgan-san sabe sobre las energías que conforman la Mancha; el caos. Estamos recibiendo enseñanzas sobre ello para librarnos de él. También sobre los Kami salvajes, que han otorgado su bendición a varios integrantes del grupo. Ya no estamos delimitados por un nombre; todo el que nos acompañe es un vigilante.
Hace una pausa y mira fijamente a Akihiro a la vez que deja escapar una sonrisa cansada. -Si vas a acompañarnos, sé bienvenido a los vigilantes. Te estrecharía la mano, pero ahora mismo no soy segura. Discúlpame que no sea cordial... ¡en mi clan siempre lo somos!
Las palabras de Halona-sama me dejan un poco en duda, ¿Protegerla de manera indirecta? ¿A que se puede estar refiriendo ella? Esas palabras me dejaron en duda, pero mi atención fue robada en cuanto Utaku-san me hablo por "Akihiro", cosa que no hace mas que hacer que esboce una sonrisa. -Así esta mejor. -De manera divertida, mientras apoyaba mi cabeza con mi mano derecha para prestarle atención a su historia, aunque no me agradan mucho las historias largas...
Eeeehhh... Muy bien. Vale. Hechiceria, claro...
Eeeehhh... Correcto. Alguien que cae del cielo, los Vigilantes del cielo "originales", algun Kami violento que los intento atacar, mira tu, que tengo una cara de no entender un demonio, y que me digas que lo siguiente me hara retumbar mi consciencia... Ay no. Dios...
...
Muy bien. Seres del jigoku, los querían inculpar de algo que no habían hecho, una mancha que los azota, "el caos", traiciones, explosiones salvajes, Kamis ayudando a varios de estos tipos... Muy bien, seguramente mi rostro refleje de manera MUY CLARA y MUY PRECISA, lo cuan desorientado y mareado estoy por todo lo que me ha espetado de manera tan... Directa. -Muy bien, espera... Dejame intentar procesar todo eso... -Dije colocando mi mano derecha, intentando alivianar el dolor de cabeza. -Halona-sama... La verdad todo lo que me ha mencionado aquí en este momento, me parece increiblemente una farsa. -Dije observandola de reojo, porque me siento algo estafado, pero doy un gran suspiro. -... Mas no tengo motivos que no me hagan no confiar en usted o en las palabras de esta señorita... Por lo cual puedo entender, de que es necesaria toda la ayuda posible, ¿No es asi? -Dije observando a Akira-san de manera decidida. -Mientras proteja de alguna manera a Halona-sama y esta me lo ordene, con gusto me uniria a su... su... eh, a su grupo de vigilantes. -Agacho la mirada un segundo, y me rasco la cabellera, mientras susurraba de manera suave "Parece que ya no podre disfrutar de mi tan amada paz..."