Las mejillas de Mina volvieron a encenderse al notar la fría caricia sobre su piel. María era muy hermosa pero su belleza era muy diferente de la de Veronica... La pianista no sabría explicarlo.
-¿Quiere decir...? -preguntó temerosa mientras su labio inferior comenzaba a temblar-. ¿Qué me estoy convirtiendo en uno de vosotros? ¿Es eso lo que me está pasando?
Es torda y yasta.
-No del todo -contestó María-. ¿Eso te gustaría?
La pregunta pilló por sorpresa a Mina. ¿Quería ser un vampiro? Nunca lo había pensado... Veronica hacía que todo fuese sencillo para ella, así que nunca se había planteado ir más allá y tampoco sabía como hacerlo.
-N-no lo se -contestó sinceramente. A pesar de que llevaba tiempo entre ellos no sabía casi nada.
María sonrió aún más.
-Sólo tienes que pedírselo a Veronica y ella te convertirá. Estoy segura de que lo haría por ti. Se le nota muy encariñada de ti, y eres enormemente talentosa. Yo te Abrazaría sin dudar, pequeña.
Unos pasos resonaron en la cercanía antes de que la figura de Adam Bolton se materializara en el arco que separaba el pasillo de la zona de los baños.
-Ah, estás ahí, María -dijo-. Frieda Stahl me ha pedido que te diga que desea mostrarte su última composición de violín. No va a empezar hasta que no llegues.
Dirigió una mirada mezquina a Mina y sonrió torvamente.
-Ha sido una canción preciosa. Estoy seguro de que Veronica se enorgullece de ti.
Las palabras de María se grabaron en su mente. Había oído y leído pequeñas cosas sobre los vampiros, pero nunca había sabido si eran reales... Veronica le había mordido y ella había bebido la sangre de su sire, pero aún podía caminar de día, por eso nunca había pensado que fuera posible convertirse. De hecho hasta aquel momento ni siquiera le había dado muchas vueltas y ni siquiera había sido consciente de su propios cambios.
Mina quería preguntarle más cosas a María, pero el señor Bolton las interrumpió y la pianista volvió a agachar la mirada apartándola de la del vampiro. Aquel tipo no le gustaba nada y a él tampoco parecía gustarla.
-Gracias... Si me disculpan he de volver con ella -dijo Mina encogiéndose y pasando entre ambos vampiros con sumo cuidado. Una ves en el pasillo se volvió hacia María-. Gracias.
Mina le dedicó una fugaz mirada a Bolton y después caminó rápidamente hacia el salón.
Durante el resto de la fiesta, Veronica castigó a Mina con la indiferencia. Otros vampiros y ghoules cantaron y tocaron instrumentos, y el suceso de Mina fue olvidado, pero Veronica no le perdonaba el desplante. Hacia las cuatro de la mañana, Adam Bolton declaró la fiesta finalizada y los vampiros comenzaron a marcharse de allí.
Veronica pidió un taxi para Mina y la envió a casa sin más explicación. Le dijo que la llamaría cuando la necesitara, y eso dolió más que la vergüenza que había sufrido durante su recital. Pero las órdenes de Veronica no podían dejarse pasar, así que Mina se subió al taxi y volvió a casa.
Al subir las escaleras del porche, Mina olfateó un aroma que hacía tiempo no percibía. Antes de girarse, ya supo quién era... pero al fin le veía la cara.
Aquel era el hombre que había entrado en su casa y le había cortado la cara. Estaba fumando y soltaba el humo en volutas que se deshacían en el aire. La miraba con intensidad y media sonrisa, pero no le dijo nada. Se dio la vuelta y caminó en dirección contraria.
La mejilla comenzó a cosquillearle al ver a aquel hombre como si aún tuviera un feo corte en ella. Mina se quedó paralizada mirando su media sonrisa que le hacía estremecerse, y no pudo volver a tomar el control de su cuerpo hasta que su atacante se dio la vuelta. La manos de la joven temblaron notablemente mientras intentaba buscar las llaves dentro de su bolso, y más tarde hicieron un torpe trabajo al hacer lo propio con la cerradura de la puerta. Una vez dentro, Mina cerró la puerta con fuerza y echó todos los pestillos que pudo antes de apoyarse contra la pared.
Era la primera vez que veía el rostro de su atacante, aunque Mina hubiera preferido no haberlo tenido que ver jamás.
Tenía que avisar a Veronica, ella podría mandar a alguien a ayudarla... Mina se movió perfectamente en la oscuridad del pasillo y marcó el número de la vampiresa al llegar al teléfono.
Cuando Mina le dijo lo ocurrido, Veronica se puso nerviosa... y también furiosa.
-Voy a enviar un coche a recogerte. Duerme en mi casa. Me ocuparé de ello mañana, ¿de acuerdo? No te preocupes...