El ghoul habló. Le dijo todo lo que necesitaban saber para tener a Anderson cogido por los huevos frente al Príncipe. Habló durante un buen rato y cuando terminó estaba llorando de dolor y de miedo.
-Ahora déjame ir... Por favor, te lo suplico...
-No vas a ir muy lejos caminando en tu estado.
Dio un paso hacia atrás y con mirada severa esperó a que se incorporase. ¿Dejarle ir para que más tarde lo largase todo? No. Y en el hipotético caso de que fuese sincero, Anderson no sería ningún idiota y no tardaría en hacer que hablase.
Cuando llegue al coche quiero coger pistola, y como no tiene silenciador usar la chaqueta y que le inmovilicen para pegarle un tiro en la cabeza. Mañana ya pienso cómo deshacerme del cadáver.
A su orden, sus secuaces sujetaron al tipo y Matthias pudo pegarle un tiro en la nuca. La chaqueta quedó llena de trocitos de hueso, sangre y sesos, pero el ghoul cayó al suelo muerto en el acto. Phineas soltó un taco y se limpió en la chaqueta del hombre.
Antes de morir había alcanzado a suplicar otra vez por su vida.
Matthias miró el cadáver algo contrariado sin dejar que sus pensamientos quedasen reflejados para los gorilas que tenía por secuaces. Aunque, igualmente, dudaba que llegasen a tener un mínimo de empatía. Un día ese cuerpo inerte sería él, y nadie cuidaría de Cristen ni John. Sólo les quedaría el dinero que pudiese recabar en vida y, quizás, un par de amigos dispuestos a echarles una mano. Agarró con fuerza el arma y dirigió sus pequeños ojos rabiosos hacia el otro cordero que quedaba vivo. Lo aniquiló con la misma frialdad que al anterior, pensando que con suerte uno de ellos sería el que apretó el gatillo del arma que dejó a John vegetal. Ese pensamiento le hizo sentir bien los siguientes cinco segundos. Luego siguió el vacío.
-Buscad piedras. Estos dos van a ir al fondo del mar. ¡YA! -rugió.
Un par de horas más tarde, Matthias contempló la negrura del mar bajo el que se habían hundido los dos tipos. Sus hombres esperaban un par de metros por detrás, como si le diesen espacio para pensar, meditar, rezar o lo que quisiera que estuviese haciendo. Al otro lado del muelle se alzaba el sol, rompiendo el cielo de rojo y violeta, anunciando sangre. La que Matthias bebería como premio. La que había vengado al matar al ghoul. La que vendría cuando Tommy contase al Príncipe lo que Anderson estaba haciendo.
La espuma que dejaron los cuerpos al caer se mezcló enseguida con el resto de oleaje, y en pocos segundos no quedó ni rastro. El despuntar del alba anunciaba que ya era demasiado tarde para hablar con Tommy. También para retractarse de sus últimos actos. Estaba hecho, y aunque ansiaba con desesperación la sangre que llegaría en menos de un día sentía que algo estaba terriblemente mal. Era como las drogas, cuanto más bebía más quería y empezaba a ser consciente de ello. Siempre lo había sido pero había decidido olvidarlo. ¿Para qué pensar en ello ahora? No había vuelta atrás. Ya no.
Volvió al coche poco después y le dio órdenes a Phineas para volver a casa. Echaba de menos al chico, y también a Cristen...