Partida Rol por web

3 de abril de 1924 - 21:12

Matthias había pedido una noche libre para ocuparse de sus cosas y Tommy se la había concedido. Las cosas marchaban bien y era un criado modelo. Gracias a él, los negocios marchaban viento en popa, los rivales se mantenían apartados y la policía no molestaba en el club. Las cosas marchaban bien, sí, pero sólo para Tommy. La vida de Matthias se quedaba sin alicientes y el griego no estaba dispuesto a dejar marchar a su protegido. Tommy se había negado, pero sólo era uno de los cientos de vampiros que debía de haber en Chicago.

El único que conocía, aparte del tipo al que habían arruinado políticamente con el asunto de los sobornos a la policía, era la mujer rubia que se había llevado a Mina. Ya no se acercaba al club, pero su nombre resonaba de vez en cuando y Matthias sabía que se relacionaba con artistas y diletantes. Armándose de valor, Matthias se acercó en coche a la galería en la por lo visto podría encontrarla.

Los sitios de artistas le eran tan extraños como su club sería a una monja. A esa hora no había apenas gente, pero las luces seguían dadas y los cuadros que colgaban de las paredes eran observados por dos o tres despistados. Matthias se sintió fuera de lugar al momento.

Aunque en un principio creyó que nadie le prestaba atención, la mujer rubia no tardó en abordarlo.

-Señor Galais, qué sorpresa. No sabía que le interesara la pintura. ¿O está aquí de parte del señor Whelan? -preguntó interesada mientras le tendía la mano para que se la besara.

-La pintura se me hace de lo más extraña y el señor Whelan ya no tiene quejas respecto a su no presencia -añadió tras responder al ofrecimiento posando sus labios sobre la piel helada de aquella mujer.

Hacía tiempo que aquellos ojos rondaban sus pensamientos, y no era precisamente por su belleza. La sangre de Tommy seguía avivando sus instintos a cada trago, pero lo que pretendía obtener de aquella mujer era una compensación mayor, y un alivio para su conciencia. Si daba resultado, claro estaba. Y como todo en esta vida, no esperaba que le resultase barato o sencillo; le iba a traer muchos problemas, pero los remordimientos tras la muerte de Cristen habían subido tanto como el precio del alcohol tras la imposición de la Ley Seca.

Veronica Huntington-Baxter les había robado a Mina con su brillante talento, pero su ausencia también había calmado los ánimos de Tommy. El vampiro peranecía distraído y satisfecho, lo que le brindaba una oportunidad de susurrar a sus espaldas en pos de un bien mayor para el joven John.

-Lo que me trae aquí esta noche  es usted, señorita Huntington. 

-Dígame en qué puedo ayudarle, señor Galais -contestó ella sonriendo con expresión zorruna-. Estoy realmente sorprendida, pero me su presencia me es grata. Siempre me ha caído usted en gracia, y Mina habla siempre en su favor...

-Me congratula poder decir lo mismo de usted. Y espero poder ver a Mina de nuevo, desde que se fue con usted apenas he tenido noticias suyas. Era una muchacha muy talentosa.

Mera cortesía, pues lo cierto es que desde su ausencia poco había meditado sobre ella y los posibles pros y contras. Aunque la tenía en alta estima, no era alguien imprescindible.

El griego, galante ante todo, le ofreció el brazo para pasear por la galería.

-Vengo por un tema muy delicado, y usted es la única persona que conozco ahora mismo que podría, y quizá estaría dispuesta, a ayudarme. También sé que esa ayuda no va a ser fruto del altruismo, menos con algo así. Permítame aburrirla unos minutos, aunque trataré de ser conciso. Mi vida nunca ha sido sencilla; gozo de privilegios que me han costado mucho esfuerzo y sangre derramada, pero tampoco puedo quejarme, tengo casi todo lo que deseo. Esto últimos meses, sin embargo, he sufrido grandes reveses. Falleció mi mujer tras una larga y tortuosa enfermedad que la fue consumiendo hasta reducirla a una flor mustia e inválida. Gasté una fortuna en cuidados sólo por mantenerla con vida un tiempo más. Pero bueno, al final todos sabíamos lo que ocurriría. -La voz de Matthias se iba apagando poco a poco, aunque en ningún momento flaqueó o dejó entrever la enorme losa que pesaba sobre su espalda. No era la culpa por el fatal destino de Cristen lo que le carcomía, sino los remordimientos por el profundo alivio que su muerte había supuesto. De no ser por John, otro lastre que se había cargado, podría ser un hombre libre de ataduras, sin más preocupación que las ganancias o pérdidas económicas del negocio-. Poco antes de su muerte, un muchacho al que tenía en alta estima, casi como si fuese mi hijo, recibió serios daños en un tiroteo. Logré salvarle la vida, pero quedó paralizado. Ahora es un vegetal que ve pasar la vida delante de sus ojos esperando a que un día alguien se apiade de él y le meta un tiro en la frente. Sería sin duda un gesto de bondad, pero yo sé que hay una forma de devolverle la vida.

-Y usted ha pensado en mí para eso, porque hice algo parecido por Mina, ¿verdad? -Veronica sonrió-. Supongo que el señor Whelan se lo ha negado ya y que ha acudido a mí porque soy la única a la que conoce. ¿Sabe los problemas que tendría si el buen señor Whelan supiera lo que está haciendo? No somos precisamente rivales políticos, pero me considero una de las razones por las cuales el señor Whelan no frecuenta a menudo el Elíseo. ¿Por qué debería hacer esto, señor Galais, aparte de por compasión? ¿Qué beneficios me reporta?

-El beneficio que acordemos, claro. No la conozco, no sé de sus necesidades o caprichos, de modo que soy un cheque en blanco, siempre y cuando pueda afrontar lo que me pide.Y no me cabe la menor duda de que si el señor Whelan se enterase acabaría bajo tierra, o algo peor. Pero el que no arriesga, no gana, y me quedan muy pocas ambiciones en esta vida, señorita  Huntington. Y, como usted bien ha dicho, es la única a la que tengo el placer de conocer -respondió sin apartar la vista y con seguridad.

La vampiro le dedicó una mirada intensa y llena de interés. Parecía que sus palabras la habían atrapado y había logrado convencerla. Eso o que la idea de tener un cheque en blanco del lado del enemigo era un beneficio que nadie podría rechazar.

-Muy bien, señor Galais. Suena como un buen trato. Y creo que tengo algo para usted. Hay un indeseable que no deja de molestar a Mina y que no me importaría que desapareciera. Se llama Joe Chapman. Pueden relacionarlo conmigo, así que lo óptimo sería que nadie más volviese a verlo.

El griego sonrió, satisfecho en parte.

-Por supuesto. No queremos que nada le ocurra a Mina. Proporcióneme todo lo que sepa de él y lo enviaré a un viaje muy lejos de aquí -comentó con sorna y sin ningún tipo de escrúpulo-. Sin embargo, necesito algún tipo de garantía sobre nuestro acuerdo. Sobre todo sabiendo de la ira que despertará en el señor Whelan ver a mi pupilo caminando de nuevo. No me preocupa en exceso que venga a por mí, pero no quiero que la tome con John.

-Yo no diré nada. ¿Y usted? -La mujer se quedó pensativa un instante y luego siguió hablando-. Verá, ¿por qué no se lleva a Mina consigo? Ella sabe quién es y puede buscarlo. Cuando haya visto cómo le doy sangre a su chico, entonces me la devuelve. Le tengo mucho aprecio, señor Galais, ¿qué mejor seguro para usted?

-Las personas cambian, señorita, y nuestras emociones hacia ellas también. Sorprendentemente rápido, a veces. No es una garantía muy halagüeña pero me conformo. -comentó de buena gana mientras se encendía un cigarrillo y le ofrecía otro a Verónica-. Y, ¿dónde está Mina? Hace tiempo que no la veo.

Veronica aceptó el cigarrillo y sacó de su bolso una boquilla para fumarlo con elegancia.

-Sé muy bien que las emociones cambian. De hecho, ese hombre solía ser mi ghoul -informó Veronica-. Ignoro si se ha buscado un nuevo domitor, pero no estaría de mal que usted me lo dijera. Si es así, debe saber que aunque no era un ghoul de combate ni nada parecido, tiene unas cuantas décadas más que usted. Puede ser peligroso.

Sobre Mina, hoy tenía un compromiso. Le diré que se encuentre con usted cuando me diga. ¿He insistido lo suficiente en que le tengo mucho aprecio? Me gustaría que me la devolviera intacta.

Matthias se tomó un momento antes de contestar.

-Señorita Huntington, Mina trabajó para mí y le tenía mucho aprecio. Créame, no osaría dejar que le pasara nada y menos siendo usted su patrona. Haré todo lo que esté en mi mano por devolvérsela tal y como vino, se lo aseguro. Dígale que se pase por The Green Mill cuando pueda.

-Mañana la tendrá allí -respondió Veronica-. Ha sido una conversación agradable, señor Galais. Espero que nuestra relación continúe de la misma forma.

-Un placer -añadió con una sonrisa y una cordial reverencia-. Espero verla pronto con buenas noticias. Que disfrute de la velada.

Hechas las oportunas galanterías, el griego se retiró, satisfecho pero meditabundo ante la certeza de que tarde o temprano Tommy acabaría enterándose.